María Grazia Giammarinaro, Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la Trata de Personas realizó el pasado 11 de abril una visita de cuatro días a Cuba para constatar la situación existe sobre el tema, donde pudo comprobar en el terreno las mentiras elaboradas por Estados Unidos para intentar satanizar a la Revolución cubana. Con […]
María Grazia Giammarinaro, Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la Trata de Personas realizó el pasado 11 de abril una visita de cuatro días a Cuba para constatar la situación existe sobre el tema, donde pudo comprobar en el terreno las mentiras elaboradas por Estados Unidos para intentar satanizar a la Revolución cubana.
Con total libertad de movimientos, la Relatora se entrevistó con funcionarios y recorrió personalmente sitios e instituciones de su interés, a fin de verificar la actuación de Cuba en el enfrentamiento a la Trata de Personas.
Al corroborar la verdad y reconocer la voluntad política de Cuba en el enfrentamiento a la trata de personas, así como la adecuada concepción del plan nacional contra este problema global, María Grazia Giammarinaro desmintió de hecho las campañas mediáticas anticubanas de los elementos que llevan 58 años viviendo del presupuesto que anualmente aprueba el Gobierno de Estados Unidos para desvirtuar la obra revolucionaria.
Ante los resultados de su visita la acusaron de haber realizado «una investigación incompleta«, porque les hubiera gustado que denunciara acciones que Cuba realmente no ejecuta.
La señora Giammarinaro durante su estancia en Cuba, se pudo reunir libremente con autoridades de La Habana y otras provincias del país; con sus colegas de oficinas de Naciones Unidas y también con organizaciones civiles en la isla.
El 30 de marzo 2017 la Misión Permanente de Cuba ante la Oficina de la ONU en Ginebra, le hizo llegar el informe basado en tres líneas de trabajo fundamentales: la prevención, el enfrentamiento y la atención a las víctimas.
Para la Fundación de Derechos Humanos en Cuba, con sede en Miami, capital de la mafia terrorista anticubana, y para su par el Observatorio Cubano para los Derechos Humanos (OCDH), con asiento en Madrid, España, la visita de la relatora fue «controlada» por las autoridades y con la prepotencia que los caracteriza se atrevieron a advertirle a la alta funcionaria que «sólo una evaluación exhaustiva de todos los relatores de derechos humanos puede proporcionar un juicio justo sobre la retórica del gobierno cubano y sus prácticas«.
¿Por qué esa misma exigencia no la hacen con México, Honduras y Guatemala, donde la trata de personas es pública y notoria, los asesinatos de los defensores de los derechos humanos es algo cotidiano y los traficantes de personas, conocidos por coyotes, extorsionan y desaparecen a quienes no pagan las altas sumas exigidas por llevarlos hasta la frontera de con Estados Unidos?
La relatora no tuvo dificultades en Cuba para realizar sus pesquisas, pero no vio a ninguno de los asalariados de Washington que se hacen llamar «disidentes«, razones para que las dos Fundaciones creadas y sostenidas financieramente por Estados Unidos, demostraran su contrariedad y desacuerdo con los resultados de esa visita.
La llamada Fundación de Derechos Humanos en Cuba, debe preocuparse por la eliminación de la Ley de Ajuste Cubano, esa que ha manipulado el tema migratorio ilegal desde 1959, cuando Estados Unidos otorgó el estatus de refugiados a los asesinos, torturadores y ladrones del régimen del dictador Fulgencio Batista, que huyeron de la justicia cubana por sus múltiples crímenes.
Su homóloga, el Observatorio Cubano para los Derechos Humanos, no se preocupó por la situación de los cubanos que salieron de la isla en 2011, mediante el acuerdo Iglesia Católica-Gobierno cubano-Gobierno español, donde muchos de ellos se vieron sin amparo oficial de las instituciones españolas y dormían en plazas y calles, pues al llegar a Madrid ya no fueron considerados como refugiados políticos y solo como simples emigrantes.
Ese Observatorio debería ocuparse más de los derechos humanos de los propios españoles, que son salvajemente reprimidos cuando salen a protestar por el aumento de la pobreza, y por los miles de emigrantes de África que llegan a sus fronteras, donde son maltratados y lanzados a campos de concentración sin atención médica, ni posibilidades de estudio y trabajo.
Cuba ha sido víctima de la trata de personas desde que en 1966 el presidente Lyndon Johnson aprobara la Ley de Ajuste, mediante la cual traficantes inescrupulosos cobraban en Miami hasta 12 mil dólares por personas, para trasladarlos en lanchas rápidas sin medidas de seguridad, abandonándolos en cayos desolados de la Florida.
Para disgusto de los que viven de la propaganda anticubana, la presencia en Cuba de la Relatora Especial puso en total evidencia las falsedades inventadas por 11 administraciones yanquis, a lo que se suman los cientos de estadounidenses que viajan hoy a la isla, los cuales nunca han constatado la supuesta represión, ni tampoco ven a los llamados «disidentes luchadores por la libertad«, porque esos solo viven del cuento diseñado desde Miami, gracias a los 20 millones de dólares que anualmente aprueba la Casa Blanca para sus acciones subversivas contra la Revolución.
Por eso José Martí aseveró con fuerza: «Las verdades reales son los hechos».
Arthur González, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.
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