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El sindicato Acontracorrent organiza las II jornadas internacionalistas en la Universitat de València

Resistencias en Palestina, de la Nakba a las campañas de boicot a Israel (BDS)

Fuentes: Rebelión

La limpieza étnica en Palestina (la Nakba) devino sistemática a partir de marzo y abril de 1948 (aunque empezó en diciembre de 1947). Gran Bretaña y Naciones Unidas dejaron hacer al sionismo. En mayo de 1948 se constituyó Israel como estado, y continuó el proceso de expulsión de la población palestina de su territorio. Las […]

La limpieza étnica en Palestina (la Nakba) devino sistemática a partir de marzo y abril de 1948 (aunque empezó en diciembre de 1947). Gran Bretaña y Naciones Unidas dejaron hacer al sionismo. En mayo de 1948 se constituyó Israel como estado, y continuó el proceso de expulsión de la población palestina de su territorio. Las segundas jornadas internacionalistas organizadas en la Universitat de Valencia por el sindicato Acontracorrent han dedicado una de las sesiones a las resistencias palestinas, desde los inicios de la limpieza étnica a las campañas de boicot que actualmente se despliegan contra productos israelíes (BDS).

Memoria histórica de la Nakba. El 9 de abril de 1948 el ejército sionista lanzó un ataque contra Deir Yassin, un pueblo palestino al oeste de Jerusalén de unos 700 habitantes. Violaciones, mutilaciones, crímenes… Una masacre en la fueron asesinadas entre 93 y 254 personas, relata el historiador e investigador del departamento de Historia Contemporánea de la Universitat de València, Jorge Ramos Tolosa. «Deir Yassin fue una advertencia para la población palestina; si no abandonaban sus hogares, podían correr la misma suerte que los habitantes de este pueblo». Siguieron otras escabechinas: al-Khisas, Balad al Shaykh, Ein al Zeitun, Tantura, Lydda, Al Dawayima o Safsaf, entre otras.

Las cifras de la limpieza étnica: más de 750.000 palestinos fueron expulsados de sus hogares en 1948; unos 531 pueblos y 11 barrios urbanos fueron «limpiados»; municipios arrasados, sobre los que se implantaron asentamientos de colonos. También se «hebraizaron» topónimos árabes, explica Jorge Ramos Tolosa. Las excavadoras israelíes comenzaron a borrar Palestina del mapa. Ahora bien, «la negación de la Nakba y de cualquier tipo de responsabilidad israelí por lo ocurrido en 1948, continúa 66 años después», añade el historiador.

Durante décadas, el pueblo palestino ha porfiado en el exilio por la reconstrucción de la memoria, para que la Nakba no muera en el olvido. Además de los testimonios orales, Constantine K. Zurayk, Arif al-Arif y Salid Khalidi publicaron materiales sobre los sucesos. Pero sin centros de documentación, archivos, elementos conmemorativos ni museos, y sobre todo, sin un estado-nacional, la tarea de recuperación de la memoria resultaba casi imposible, subraya Jorge Ramos Tolosa. El enemigo desplegó su potencial. Israel hizo desaparecer cartas, fotografías y archivos que pudieran dejar testimonio de las masacres de 1948 (diez años después de la creación de Israel se destruyeron casi 30.000 libros de propiedad palestina); y atacó entidades que pudieran acopiar documentación de lo ocurrido (el Palestine Research Centre de la OLP en Beirut o el Arab Studies Society).

En enero de 2013 se produjo una audaz iniciativa de resistencia. Centenares de palestinos e internacionalistas -en un movimiento desde la base, no institucional- levantaron un campamento al este de Jerusalén. La idea era evitar la construcción de un nuevo asentamiento (E1), que tenía como objetivo unir asentamientos israelíes al este de Jerusalén con la gran colonia de Ma’Ale Adumim. La iniciativa terminó con cien detenidos. El campamento se denominó «Bab al Shams», igual que una novela sobre la Nakba de Elias Khoury. Otro ejemplo lo constituye el municipio de Iqrit (al norte de Palestina), ocupado en numerosas ocasiones por activistas palestinos, y que representa un símbolo de memoria y resistencia.

En julio de 2005 organizaciones de la sociedad civil palestina hicieron un llamamiento al Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra Israel, con el objetivo de que se retire de todos los territorios ocupados en 1967 (incluido Jerusalén Este), desmantele los asentamientos en estos territorios, obedezca las resoluciones de Naciones Unidas sobre la restitución de derechos a los refugiados palestinos, y acabe con su sistema de apartheid.

Organizaciones de solidaridad internacionalista con Palestina se han hecho eco de la llamada en los últimos años. En marzo de 2014, la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (RESCOP), formada por más de 40 colectivos, impulsó acciones de denuncia para que la empresa pública Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) retirara los puestos de cosméticos Premier en las estaciones de Atocha (Madrid) y Sants (Barcelona). «Comercializados a través de la empresa Premier Skin Care SL, los cosméticos Premier son fabricados por los laboratorios israelíes Dead Sea Premier en el kibbutz Kalya, una colonia de Israel ubicada en el Mar Muerto, en territorio palestino», informa la RESCOP.

A finales de 2013, asimismo, tuvo lugar una acción de boicot a Orange en la Puerta del Sol de Madrid, ya que esta empresa ha suscrito un acuerdo de colaboración con la firma israelí Partner, que instala transmisores telefónicos para el ejército y los colonos de Israel en los territorios palestinos ocupados, según denuncian fuentes del BDS-Francia. Por esas fechas, en la plaza madrileña de Tirso de Molina se produjo también una acción de protesta contra el grupo «Mayumana», que celebraba un espectáculo en la capital.

También es muy conocida la campaña contra los dátiles israelíes de la variedad Medjoul, o las tiendas Imaginarium, que venden juguetes producidos en fábricas israelíes. Pero la actualidad no da tregua. El 13 de mayo la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y el embajador de Israel en España, Alon Bar, anunciaron la rúbrica de un acuerdo de colaboración empresarial, principalmente en los sectores de la energía solar, la economía digital, la agroalimentación y la desalinización del agua.

En el acto organizado por Acontracorrent ha participado Adham Deeb, refugiado palestino (de tercera generación) en Siria, que actualmente se halla en el estado español. Se trata, por tanto, de un «doble refugiado».Colabora en la ONG Aidoun Group, que trabaja por el derecho al regreso de los refugiados palestinos y por difundir la «cultura» del retorno». El estado de Israel no ha escatimado nunca esfuerzos para impedir la vuelta a sus tierras y hogares de los refugiados palestinos, pese a que una resolución de Naciones Unidas (194), de diciembre de 1948, establecía que Israel debía permitirlo. Siempre se puso la excusa de las «cuestiones de seguridad». Además, leyes como la de propietarios ausentes (1950) o del retorno y ciudadanía (1950 y 1952), reconocían derechos a cualquier judío del planeta que se les negaba a los ciudadanos palestinos.

A ello se agrega la guerra por la memoria. El discurso sionista ha sostenido tradicionalmente que el origen de los refugiados palestinos remite a su «obediencia a los líderes árabes» o «huyeron por voluntad propia». Es más, la intención verdadera de los «árabes» era arrojar al mar (en un segundo holocausto) a unos judíos que únicamente pretendían defenderse. Se trataba, a fin de cuentas, de una comunidad (la judía) que arribó a Palestina con el fin de «redimir» una tierra abandonada, en la que los árabes (palestinos) carecían de derechos. El corolario de esta narrativa es la negación del derecho al retorno a 5,2 millones de refugiados palestinos (la mitad de todos los que habitan el planeta, según Naciones Unidas).

En su condición de refugiado palestino en Siria, Adham Deeb se refiere al campamento de Yarmuk, situado en el distrito del mismo nombre a escasos 10 kilómetros de Damasco. Un artículo en Rebelión de la profesora de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Autónoma de Madrid, Luz Gómez, permite aproximarse a la cuestión. Yarmuk se constituyó en 1957 para el asentamiento de refugiados que permanecían junto a Damasco tras la Nakba. Se caracteriza por las calles de dos metros de ancho con casas de 30 metros cuadrados, con dos vías principales donde pueden encontrarse comercios y servicios. Además, Naciones Unidas mantiene allí escuelas, hospitales y servicios sociales. Recientemente, en el contexto del conflicto sirio, se han publicado fotografías lacerantes de hacinamiento en el campamento y se ha denunciado el bombardeo del mismo mientras se repartía ayuda humanitaria.

Los palestinos son, de nuevo, las víctimas propiciatorias del conflicto. «Unos 235.000, la mitad de los que residían en Siria, han tenido que abandonar sus casas y se han visto desplazados. El gobierno sirio les ha retirado los pasaportes o permisos de viaje, de modo que muchos de los 60.000 que han abandonado Siria lo han hecho de forma irregular. En Egipto las autoridades golpistas les persiguen y detienen acusándoles de terrorismo y vínculos con Hamás. En Jordania se les separa de los refugiados sirios en los nuevos campamentos y se les impide acceder a las ciudades; en la frontera de Ceuta se les niega el acceso a Europa y, con ello, la posibilidad del derecho de asilo. Cuántos han muerto en el Mediterráneo o cuántos andan deambulando por Turquía, Grecia, Libia o Argelia nunca se sabrá», resume Luz Gómez.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.