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Retrato robot

Fuentes: Rebelión

Los párrafos siguientes describen una putrefacción ideológica acaecida a lo largo de tres décadas. Aluden a un político local, pero su nombre no hace al caso, pues este retrato robot sólo busca ofrecer pinceladas generales de un cierto tipo de personaje. Es un varón sexagenario. En los años setenta formó parte de la extrema izquierda […]

Los párrafos siguientes describen una putrefacción ideológica acaecida a lo largo de tres décadas. Aluden a un político local, pero su nombre no hace al caso, pues este retrato robot sólo busca ofrecer pinceladas generales de un cierto tipo de personaje.

Es un varón sexagenario. En los años setenta formó parte de la extrema izquierda y fue miembro de la dirección política y del Comité Central del PCE (m-l) / FRAP. El FRAP era un grupo armado que promovía y practicaba acciones violentas, un partido estalinista que dirimía sus contradicciones ideológicas, sus diferencias básicas y sus luchas intestinas con exhibición de armas, purgas y reuniones de autocrítica. Nuestro hombre llevó pistola en muchas ocasiones, sobre todo en momentos de peligro, además de contar, como algunos miembros de la dirigencia, con guardaespaldas para su protección personal. En ese humus se forjó su incombustible capacidad política.

Tras la llegada de la democracia burguesa, organizó una escisión del FRAP en su propia comarca, donde siempre ha sido fuerte, y fundó un partidito llamado La Chispa (en homenaje a Iskra, el legendario periódico del PCUS). Pronto, sin embargo, se arrimó a los socialdemócratas, que acababan de ganar las primeras elecciones comunitarias tras la transición. Casi de inmediato, ocupó cargos de responsabilidad en el Gobierno local. En 1981 era ya consejero de Presidencia.

En la segunda mitad de la década, con el beneplácito de la cúpula federal del partido en que había recalado, participó activamente en la intentona de debilitar al presidente de la Comunidad y de cambiar la correlación de fuerzas en el interior del poder local. Era él, sin duda alguna, el más listo, el más hábil y el más preparado de los conspiradores.

Ya en los noventa, siendo conseller socialdemócrata, una complejísima trama de corrupción lo excluyó del núcleo gobernante y lo sentó en el banquillo de los acusados. Nadie pudo demostrarle nada. Absuelto por los jueces y excluido de la socialdemocracia, organizó un nuevo partidito junto con los caciques de su comarca (siempre ellos…), pero esta vez de corte centrista y nacionalista, que se sumó poco después al partido de los herederos del franquismo. La putrefacción ideológica del personaje, desde la izquierda radical hasta la derecha reaccionaria, quedó así concluida. Con los neofranquistas ya en el poder, utilizó entonces su conocimiento de las interioridades y flaquezas de la oposición socialdemócrata para trepar en Presidencia. Sus servicios dieron fruto: llegó a ocupar un nuevo sillón de conseller, cargo que aún ostenta a día de hoy.

Su estructura mental es un caso digno de diván de una pulsión psicopatológica por el poder. Mantiene viejas querencias: ha colocado a muchos de sus ex camaradas y recurrido a los mejores para que le elaboren informes. Tiene un muy inteligente sentido del humor, es culto, receloso, ferozmente astuto y casi indestructible. A diferencia de la praxis descerebrada que suele ser la norma en el entorno de meapilas, fascistas y hombres del ladrillo en que ahora se mueve, la de este personaje es socialmente letal cuando se ejerce desde la derecha, pues el suyo es un poder con ideas. Sabe lo que hace, sabe lo que busca y posee capacidad intelectual para justificarlo. Viene de lejos.