LA HABANA- La reivindicación de lo popular y la búsqueda de caminos efectivos para lograr una participación social consciente guían al millar de personas que aplican en Cuba la Educación Popular, una perspectiva pedagógica creada por el brasileño Paulo Freire en la década del 60. «El nivel más profundo de la participación es cuando las […]
LA HABANA- La reivindicación de lo popular y la búsqueda de caminos efectivos para lograr una participación social consciente guían al millar de personas que aplican en Cuba la Educación Popular, una perspectiva pedagógica creada por el brasileño Paulo Freire en la década del 60.
«El nivel más profundo de la participación es cuando las personas se integran desde su pensamiento y sentimiento, con un sentido de compromiso fuerte y conciencia plena de lo que están haciendo», explicó a IPS José Ramón Vidal, director del Programa de Comunicación Popular del Centro Memorial Martin Luther King Jr.
Entre místicas autóctonas y formas de organización horizontales, que buscan integrar la opinión de cada quien, se desarrolló en la Habana el IV Encuentro Nacional de Educación Popular, que finalizó este viernes tras cuatro días de debates. La apropiación cubana a esta corriente pedagógica fraguó en 1995 con la realización del llamado «taller cero».
La crisis económica que afectó a la población de esta isla caribeña en la década del 90 marcó la entrada de esta filosofía crítica al espacio social cubano. «La dureza de la vida que hemos tenido durante tantos años crea desesperanzas y decepción», analizó Vidal, sobre una realidad aún latente.
Para este psicólogo, las personas iniciadas en esta metodología educativa viven un «re-encantamiento» hacia valores y sentimientos lastrados por la cultura competitiva e individualista de las sociedades de mercado. «Se vuelven a enamorar de un proyecto social, de las cosas que hacen, del servicio, la solidaridad y el compartir», abundó.
A 15 años de los acercamientos inaugurales a esta corriente crítica y del nacimiento de la Red Nacional de Educadoras y Educadores Populares, que cuenta con alrededor de 1.500 integrantes, los preceptos de Freire (1921-1997) han tocado espacios comunitarios e institucionales del país.
En la sudoriental provincia de Granma, «las estructuras a nivel de Consejo Popular se están apropiando, aunque no con gran intensidad todavía, de este modo de hacer, aprender y organizarse», explicó a IPS Yordenis Monge, coordinadora del Proyecto de Soberanía Alimentaria y Desarrollo Local en la ciudad de Bayamo.
La iniciativa, promovida por organizaciones no gubernamentales cubanas y españolas en tres provincias cubanas, implica directa e indirectamente a más de 60 instituciones. «Los líderes, con su grupo de trabajo comunitario, están hoy transitando por un proceso de aprendizaje en Educación Popular», dijo Monge.
A pesar de no ser una filosofía de trabajo mayoritaria, algunas autoridades reconocen sus beneficios. Según Mario Cruz Díaz, miembro de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Holguín (gobierno local), vecina de Granma, este método «ayuda fuertemente a la labor de dirigir, planificar, prever y coordinar».
En el territorio de Holguín, con más de 300.000 habitantes, la distribución de los pocos recursos se dificulta y deben aprovecharse al máximo. «Cuando usted ayuda a alguien de forma asistencial, sin participar conscientemente, no es capaz de valorar realmente el costo de eso que ha logrado», explicó Cruz.
La propuesta del pedagogo brasileño persigue la formación de sujetos críticos y capaces de solucionar colectivamente sus problemas para la gestión de la vida y transformación del entorno. Experiencias comunitarias, ambientales y en barrios con dificultades como pobreza y altos índices de violencia, entre otras, siguen la Educación Popular.
Los Talleres de Transformación del Barrio en La Habana, el Centro de Promoción y Educación para el Desarrollo Sostenible (Ceprodeso) de la occidental ciudad de Pinar del Río, el proyecto sociocultural La Marina, localidad de la occidental provincia de Matanzas; y algunas cooperativas campesinas abrazan esta metodología.
En la actualidad, el Centro Memorial Martin Luther King Jr acompaña procesos de la Red Nacional de Educadoras y Educadores Populares en 17 territorios cubanos, tanto municipios como provincias.
Las mujeres constituyen mayoría en la red, según María Isabel Romero, coordinadora del Programa de Educación Popular y Acompañamiento a Experiencias Locales, del Centro.
La mencionada asociación cubana también se conecta con homólogas de otras latitudes, sobre todo en América Latina y sus movimientos sociales. El Centro capacita y propone en Cuba la perspectiva de Freire para el trabajo de grupos ciudadanos en el continente, especificó José Ramón Vidal.
El teólogo brasileño Frei Betto contribuyó a la llegada de esta corriente pedagógica a tierras cubanas y ha seguido su desarrollo.
Betto recordó en el encuentro concluido este viernes en La Habana que trajo «esta contribución a la Revolución (Cubana), porque estaba convencido de la importancia política de la metodología de la Educación Popular».
A esta cita acudieron activistas como Messilene Gorete, del brasileño Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), Salvador Zúñiga, uno de los líderes de la resistencia al golpe de Estado de 2009 en Honduras desde su Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas, y Dolores Iveth Velasco, del salvadoreño Equipo Formación Política Maíz.
Velasco integra una experiencia educativa que trabaja con amplios sectores en El Salvador. Para la activista, «la Educación Popular es ese conocimiento que tenemos y se construye, pero lo vamos ordenando y nos libera de las ataduras creadas por la sociedad de consumo».
A través de la capacitación en esta metodología emancipadora, «la persona toma las riendas de su vida», indicó. Según su experiencia en el trabajo social, acerca a las mujeres a la enseñanza liberadora resulta vital para que «tomemos la batuta sobre nuestro cuerpo, aquello que nos compete y no decidan por nosotras».