Al aprobar el documento titulado «Un programa de acción encubierta contra el régimen de Castro», el 17 de marzo de 1960 el presidente de Estados Unidos, Dwight David Eisenhower, establecía como política oficial de su gobierno diversas acciones encubiertas con el objetivo de derrocar a la joven Revolución cubana: La formación de una organización cubana en […]
Al aprobar el documento titulado «Un programa de acción encubierta contra el régimen de Castro», el 17 de marzo de 1960 el presidente de Estados Unidos, Dwight David Eisenhower, establecía como política oficial de su gobierno diversas acciones encubiertas con el objetivo de derrocar a la joven Revolución cubana:
- La formación de una organización cubana en el exilio para proporcionar una cobertura a las operaciones que llevara a cabo la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
- Iniciar la ofensiva propagandística internacional en nombre de la oposición y crear, dentro de Cuba, un aparato clandestino de recopilación de datos de inteligencia y de acción, que respondiera a la dirección de la organización en el exilio.
- Desarrollar fuera de Cuba una pequeña fuerza paramilitar para introducirla en la Isla con el fin de organizar, entrenar y dirigir a los grupos de la resistencia.
Estas medidas, acompañadas de acciones diplomáticas diversas como el aislamiento político del gobierno revolucionario, se consideraban más que suficientes para crearle una situación insostenible al proceso cubano.
Eisenhower cuenta en sus memorias: «El 17 de marzo de 1960 yo le ordené a la Agencia Central de Inteligencia que comenzara a organizar el entrenamiento de los exiliados cubanos, principalmente en Guatemala, para un posible día futuro en que ellos pudieran regresar a su país.
«Otra idea fue que comenzáramos a construir una fuerza anticastrista en la propia Cuba. Algunos pensaron que debíamos poner a la Isla en cuarentena, argumentando que si la economía declinaba bruscamente los propios cubanos derrotarían a Castro.»
En la propia reunión donde se aprobó el documento, el primer mandatario de Estados Unidos dejó sentado que «nuestra mano no debe aparecer en nada de lo que se haga», e hizo jurar a los presentes que ninguno de ellos había escuchado nada de lo que allí se dijo.
El entonces director de la CIA, Allen W. Dulles, recibió después la orden del Presidente «para que no se presentase ni siquiera a ese Consejo (de Seguridad Nacional), los informes secretos relacionados con Cuba.«
El Secretario de Defensa en época de Nixon, Herbert G. Klein, en artículo publicado el 25 de marzo de 1962 en el periódico San Diego Unión, explicó que el éxito de esa política, promovida por los republicanos, debía desempeñar un papel importante en el proceso electoral norteamericano.
Dijo Klein: «(…) La derrota de Castro hubiera sido un poderoso factor para Richard Nixon. Pero el entrenamiento no fue suficientemente rápido para un desembarco antes de las elecciones«.
Desde entonces la política de los Estados Unidos contra Cuba ha costado vidas humanas y privaciones a nuestro pueblo pero ha fracasado en sus propósitos.
José Martí, nuestro Héroe Nacional, afirmó en una ocasión una verdad que puede hoy suscribirse sin vacilación. En una polémica con un periódico colonialista español, que dijo que los vítores recibidos por una agrupación independentista cubana en una manifestación no significaba que fueran reconocidos por los Estados Unidos los derechos cubanos, manifestó lo siguiente en un artículo en la Revista Universal de México en 1876, «ni esperamos su reconocimiento, ni lo necesitamos para vencer». Esta sentencia de Martí está hoy más vigente que nunca.
Documento publicado por el Archivo de Seguridad Nacional, de la Universidad George Washington
17 de marzo 1960: En la reunión de la Oficina Oval con altos funcionarios de Seguridad Nacional, el presidente Eisenhower aprueba el plan presentado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), un documento titulado «Un programa de Acción Encubierta contra el Régimen de Castro». El plan de la CIA consiste en cuatro ámbitos de acción principales: (i) formar un grupo de oposición moderada en el exilio, cuyo lema será restablecer la Revolución que Castro ha traicionado, (ii) crear una estación de radio de onda media para transmitir a Cuba, probablemente desde la Isla Swan, al sur de Cuba, (iii) crear una organización de inteligencia y acción encubiertas dentro de Cuba que responda a las órdenes e instrucciones de la oposición, el exilio, y (iv) iniciar la formación de una fuerza militar fuera de Cuba y, en una segunda fase, el grupo de cuadros paramilitares que se desplegaría de inmediato a Cuba para organizar, capacitar y dirigir a las fuerzas de resistencia contratadas allí.
Durante la reunión, Eisenhower reconoce que «No hay mejor plan» para hacer frente a esta situación, pero está preocupado por las fugas y la violación de la seguridad. Argumenta que cada uno debe estar dispuesto a negar su existencia y sólo dos o tres personas deben tener contacto con los grupos involucrados, agitando a los cubanos a hacer más de lo que debe hacerse. El Presidente le dice al señor Dulles que él cree que debería seguir adelante con el plan y las operaciones, pero que «nuestras manos no deben aparecer en nada de lo que se está haciendo». (Memorándum de la Conferencia con el Presidente, 3/18/60; CIA, Un Programa de Acción Encubierta contra el Régimen de Castro, 3/16/60)
Descargue el documento de la CIA: «A Program of Covert Action Against the Castro Regime«