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¿Ser libre y no poder demostrarlo?

Fuentes: La pupila insomne

«Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y hablar sin hipocresía». José Martí

Varios ex jugadores del equipo de béisbol cubano Industriales, residentes en Estados Unidos, no asistieron a los juegos que en las localidades floridanas de Tampa y Fort Lauderdale tuvieron lugar a fines de agosto por los cincuenta años de esa emblemática agrupación del deporte de las bolas y los strikes en Cuba.

Los encuentros, para el que viajaron a EE.UU. el actual director de Industriales, Lázaro Vargas, y varios ex jugadores residentes en Cuba, despertaron el rechazo de los sectores más extremistas de la ciudad de Miami. Por esa razón hubo que cambiar el escenario previsto inicialmente en la Florida International University hacia un terreno que no tenía todas las condiciones, aunque no se logró evitar la aparición de insultos y provocaciones contra peloteros procedentes de la Isla, a pesar de la presencia de aficionados que asistieron sanamente motivados por ver a sus ídolos.

El Nuevo Herald de Miami describió lo sucedido bajo el titular «Lluvia y protestas empañan juego homenaje a los Industriales» y el bloguero Emilio Ichikawa sugiere que, al menos uno de los ausentes, el pitcher Orlando «El Duque» Hernández estaba «amarrado» para apoyar públicamente a los veteranos durante su presencia en Miami:

«En la mañana de hoy lunes 2 de septiembre (2013) el programa «En mi opinión» (MIAMI 7.10 AM) pasó una entrevista de la periodista Lourdes de Kendall al Alcalde de Hialeah Carlos Hernández, sobre un negocio que el ex lanzador de Industriales/Yankees Orlando «El Duque» Hernández tiene en esa ciudad de Miami Dade County.

«La conversación entre el Alcalde Hernández y De Kendall, que llegó a tener momentos de exaltación, se centró en determinar si el contrato que El Duque tiene con la Ciudad de Hialeah, como titular de «El Duke Sport Association«, le permite operar una «liga» o una «academia».

«El punto está en que la organización de una «liga» de beisbol puede considerarse un servicio público, que legítimamente podría pagar la ciudad para sus residentes; mientras que la «academia» sería un negocio privado destinado a la obtención de ganancias. Por tanto una empresa lucrativa que, lejos de ser subvencionada por la Ciudad de Hialeah, más bien le tendría que pagar a dicha ciudad.

«La periodista De Kendall, que asegura que tuvo acceso al contrato, afirmó que El Duque invirtió 40,000 dólares para el cercado del parque donde entrena, pero que el mantenimiento y el alumbrado corren por la ciudad.

«Como correctamente afirmó De Kendall y señala la propia WEB oficial de «El Duke Sport Association», se debe pagar por cada niño (el programa los acepta entre los 5 y 14 años de edad) una registración de 300 dólares, expidiendo el cheque a nombre de la empresa de El Duque. Por ese pago el prospecto recibiría además un uniforme (Pants, Jersey & Cap), y se contratarían árbitros/coaches certificados.

«De Kendall ironizó con que entonces esos serían los uniformes y los «umpires» más caros de los EEUU.

«El contrato da además derecho a El Duque a operar una cafetería («carrito»), siempre y cuando ofrezca un menú distinto al que oferta el servicio de la ciudad.

«A lo único que estaría obligada la empresa «El Duke Sport Association» es a asumir el pago de responsabilidad por demanda; como en el caso de un jugador lesionado.

«El Acalde Carlos Hernández ni afirmó ni negó que la empresa en cuestión estuviera recibiendo dinero público. Ante la alternativa de «liga» (pública) o «academia» (privada) Hernández dijo que el negocio de El Duque funcionaba como una «liga/academia»; y concluyó que «Yo estoy trabajando con el Duque por traer un servicio a la ciudad… La Ciudad de Hialeah siempre va a hacer lo que sea lo mejor para el pueblo y nuestros niños…».

«En un artículo de ayer domingo en El Nuevo Herald sobre esta saga de la visita de veteranos de Industriales a Miami, el periodista Jorge Ebro escribió: «La visita, que según los organizadores sería para recordar los 50 años de la institución azul y serviría para unir a los cubanos de las dos orillas, despertó oposición y respaldo con una intensidad muy fuerte de ambas partes desde el primer día, pero careció de la presencia -al menos pública- de figuras insoslayables de los Industriales como Orlando «El Duque» Hernández , Agustín Marquetti y Rey Ordóñez, mientras que en Tampa no apareció el lanzador Rolando Arrojo.»

«Teniendo en cuenta la posición en el tema cubano del Alcalde de Hialeah Carlos Hernández y su compromiso con la clase política cubanoamericana (ningún otro político miamense ha llegado a donde Hernández: Honrar con las llaves de la Ciudad de Hialeah a Luis Posada Carriles); considerando además un cuestionamiento público como el que le hizo De Kendall, y los negocios que efectivamente tiene Orlando «El Duque» Hernández en esa jurisdicción, es probable que no pudiera hacer otra cosa que reconsiderar sus promesas a los organizadores del evento.»

Era sólo asistir y jugar. La experiencia del ex manager de los Marlins, Ozzie Guillén, enseña qué le puede suceder a alguien por ir más allá y elogiar a Hugo Chávez o Fidel Castro en Miami.

Pero, para ser justos, no sólo en Miami la libertad tiene dificultades si de béisbol se trata. La carta que envió Ng, vicepresidenta de operaciones de las Grandes Ligas (MLB), a Juan Francisco Puello Herrera, de la Confederación de béisbol del Caribe, el 15 de julio pasado, donde le ordenaba suspender un acuerdo para la participación cubana en la Serie del Caribe, anunciado el pasado 12 de junio, pareciera la relación entre una metrópoli y sus colonias:

«Por esta vía, MLB solicita que la Confederación rescinda inmediatamente el acuerdo con la Federación Cubana. Suministre a la MLB una confirmación por escrito de tal rescisión y lo anuncie en público».

Está fuerte, diría cualquiera, pero nadie en el béisbol norteamericano se ha asombrado por ello, e incluso, algunos sueñan con aplicar ese modelo de subordinación a los cubanos para que podamos ser «un país normal», ¿como esos cuyos federativos y atletas deben obedecer las órdenes de Ng, o peor, cuidarse de no desairar a un admirador del mayor terrorista del Hemisferio Occidental, Luis Posada Carriles?

Si a los canadienses del Toronto Blue Jays, la MLB no les permitió contratar al astro antillano Omar Linares aunque fuera solo para jugar los partidos con sede en Canadá, un aliado político y militar de EE.UU., ¿qué queda para aquellos que Washington sigue considerando su patio trasero?¿se aceptaría algún día un equipo cubano jugando la mitad de sus juegos en el Estadio Latinoamericano de La Habana?¿o los cubanos tendrán eternamente que para acceder a la MLB aceptar romper con su país y ser exhibidos como material propagandístico contra el sistema que los formó desde una cantera donde -a pesar de las dificultades, muchas de ellas generadas por la política norteamericana de bloqueo- no se pierden los talentos porque todo niño tiene una escuela, da clases de educación física y prácticamente no se enferma porque está vacunado contra trece enfermedades?

Según la gran prensa, Cuba no es libre y sus atletas «huyen» de ella en busca de libertad. Sin embargo, los veteranos de Industriales pueden viajar a Estados Unidos, decidir libremente con quién jugar, hablar lo que quieran, reunirse con quien deseen y regresar a La Habana. Nadie, desde otro país, ordena a los deportistas cubanos con quién pueden jugar y con quién no.

Supuestamente, Estados Unidos es el país de la libertad, pero en Miami te botan del trabajo por hablar bien de Chávez o Fidel; y a pesar de que 183 gobiernos del mundo condenan el bloqueo de norteamericano a Cuba, los peloteros cubanos que juegan o jugaron en las Grandes Ligas no pueden hacer lo mismo aunque éste afecte a sus familiares y amigos en la Isla y más allá. Qué pena ser tan libre y no poder demostrarlo.