La difusión del video que mostró a un grupo de adolescentes teniendo sexo volvió a evidenciar el fracaso de la educación sexual en Chile. Mientras el Estado se olvida de su responsabilidad de educar al respecto, la sociedad censura las prácticas de jóvenes bombardeados por la cultura hípersexualizada de la tv y la publicidad.
La reciente divulgación de un nuevo video sexual grabado por adolescentes volvió a recordar el abandonado problema de la educación sexual en Chile. Esta vez, y como suele ocurrir, toda la atención mediática se concentró en «Fifi», la estudiante menor de edad que participa de la grabación y que fue rápidamente fue convertida en la protagonista de la noticia.
Pero, ¿qué hay acerca del fondo del problema? En redes sociales, numerosos adultos compartieron sin escrúpulos el link del video cuyo almacenamiento, por lo demás, implica un delito asociado a la pornografía infantil. En tanto, los comentarios de los usuarios -hubo 80 mil menciones sólo en Twitter- apuntaron siempre a denigrar la dignidad de la joven y a cuestionar la naturaleza del sexo en la adolescencia.
Nada ha cambiado, después de todo. El fracaso de la educación sexual es, a estas alturas, evidente, y la opinión generalizada de la misma sociedad al respecto no es tan diferente a lo ocurrido en 2007, con el video denominado «Wena Naty«. En dicha filtración, también es una mujer la protagonista y las reacciones registradas fueron muy parecidas: desde la burla a los cuestionamientos por su forma de vivir la sexualidad, que también se extienden a sus compañeros, aunque no con tanto ahínco.
El sexo adolescente
¿Cuál es la edad adecuada para comenzar a tener sexo? La pregunta parece sencilla, aunque no existe actualmente un consenso al respecto. La mayoría de los adultos todavía observan con recelo la posibilidad de que sus hijos adolescentes empiecen a tener una vida sexual activa cuando aún no han salido del colegio. Sin embargo, a estas alturas, ya es parte de una realidad que no puede seguir siendo ocultada.
La última encuesta nacional realizada por el Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) en 2012, reveló que un 71% de la población juvenil aseguró encontrarse sexualmente activa, mientras que un 22% manifestó no haber tenido relaciones sexuales con penetración. Según datos aportados por el mismo estudio, en 2010, los jóvenes chilenos inician su sexualidad, en promedio, a los 16 años, mientras que las mujeres comenzarían a tener relaciones sexuales a los 17. No obstante, aunque no se registran estudios oficiales posteriores sobre el tema, dicha edad podría haberse acortado.
«En Chile , el promedio de la iniciación sexual en varones es aproximadamente entre los 12 y los 14 años y medio, y en las mujeres, entre los 14 años y los 17. Hablamos desde el ciclo vital como una etapa de exploración de la corporalidad incipiente, por lo tanto cualquier vivencia exploratoria en esta etapa es incompleta, es necesario seguir desarrollándola, conociendo principalmente los propios límites personales», explicó el psicólogo infanto juvenil, Daniel Riveros.
El especialista señaló que, debido a la exposición que hace más accesible la pornografía, sumado el rol de los medios de comunicación y determinados estilos musicales, dicha etapa de exploración puede verse sobre-estimulada. Así, «la corporalidad se desvaloriza como tal, sin tampoco tener una conciencia clara de la fijación de los propios límites en el ámbito de la sexualidad, algo que a los 14 o 15 años es algo incipiente todavía. En este sentido, al carecer de una buena identidad y construcción de límites, se arriesga tener sexo sin protección, con lo que eso conlleva, embarazo adolescente, y riesgos de ETS, entre otras consecuencias».
Educación sexual: el irresponsable abandono del Estado
Una investigación reciente del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (Cemera), de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, reveló que sólo un 34% de las mujeres encuestadas prefieren conversar los temas de sexo con sus padres, mientras que sólo un 18% afirmó haber recibido información sobre métodos anticonceptivos de parte de sus progenitores.
El académico Leo Arenas es investigador y trabaja su tesis acerca del desarrollo de la educación sexual en Chile. Desde su perspectiva, el colegio es la fuente más importante de conocimiento formales y condicionante de actitudes y conductas. Sin embargo, no todos los docentes parecen preparados para educar en materia sexual, libres de prejuicios y miradas censuradoras.
«La educación sexual ha quedado en el aire. No hemos tenido una orientación clara ni una unidad que se dedique a esto. Hoy en las aulas ven el aparato reproductor, la parte mecánica del hecho de tener sexo, no hay un trabajo respecto de la sexualidad de verdad. La educación sexual debería tener una asignatura obligatoria, al mismo nivel de lo que se enseña en Lenguaje o Matemáticas, por la importancia que tiene», recalcó.
En opinión de Arenas y otros especialistas, el Estado está obviando una de sus obligaciones, ya que la instrucción sexual es uno de sus deberes educativos. Además, no ha existido una línea curricular laica y libre de discriminación. «Existen programas desde el ala conservadora que discriminan la diversidad sexual. Se educa para no tener sexo hasta el matrimonio, siguiendo una línea que se adoptó en los viejos programas de prevención del SIDA», acota.
Para graficar la desprolija tarea que se ha realizado en este aspecto, vale la pena revisar lo ocurrido durante el gobierno de Sebastián Piñera, cuando el entonces ministro de Educación Joaquín Lavín propuso la creación de siete programas sobre educación sexual para que fueran escogidos por cada establecimiento según sus criterios y valores.
Entre las propuestas destacaba una llamada «Educación en Valores, Afectividad y Sexualidad», creada por el Centro de Estudios de la Familia de la Universidad San Sebastián. Ésta contemplaba una unidad de contenido denominada «Trastorno de la identidad sexual: Homosexualidad y lesbianismo». Otro de los programas, liderado por la Universidad Católica de la Santísima Concepción, proponía contenidos de valoración de la castidad, rechazo al aborto y lecciones acerca del «don de la virginidad».
El psicólogo Daniel Riveros recalcó que hoy, la responsabilidad de conversar acerca de sexo recae en la familia, puesto que desde el Estado estos temas han sido dejados a la deriva.
«Los valores son capturados para seguir determinadas y variadas ideologías que forman parte de todo sistema de educación formal, donde no existe ningún tipo de consenso respecto de qué es lo saludable respecto de la sexualidad, determinados por el sistema de valores de cada colegio, o inclusive censurados abiertamente. Hay una ausencia de una política pública que determine líneas base de contenidos e instancias de formación en niños y adolescentes».
El desconocimiento en el desarrollo de los jóvenes, sumado a «la sobreexposicion de contenidos sexualizados que banalizan el sexo, que cosifican a la mujer, que imponen visiones machistas y violentas implícitamente respecto de las relaciones sexuales, son una mezcla muy nociva».
Además, apunta Arenas, Chile se ha caracterizado por tener una cultura sexual prohibitiva para los jóvenes, donde la única opción saludable parece ser la abstinencia. A estas alturas, todavía predomina en la sociedad una visión moralista acerca del sexo, una que no ve con buenos ojos que los adolescentes vivan el sexo tan tempranamente. En este contexto, sin acceso a educación sexual, las únicas lecciones a la mano de los jóvenes parecen ser otorgadas por la pornografía y los medios.
Otro asunto pendiente
Aunque aún no se ha obtenido ningún pronunciamiento oficial respecto de las medidas de educación sexual pendientes, sí se pronunció la directora del Servicio Nacional de Menores (Sename), Marcela Labraña, quien presentó una denuncia en la Brigada del Ciber Crimen de la PDI.
«Presentamos la denuncia, porque entendemos que la grabación y exposición de estos niños es también un abuso, además de un delito que es sancionado en Chile. No podemos permitir que una niña quede expuesta como objeto sexual«, explicó.
Actualmente, la difusión de pornografía infantil en Chile es un delito que considera penas de cárcel desde los 3 a 5 años. Sin embargo, el video superó las 16 mil reproducciones en un sólo portal y es posible que siga siendo difundido en el mismo tono jocoso en que La Nación presentó la noticia al respecto: «El nuevo fenómeno de la #Fifi la rompe con sus videos de sexo adolescente«.
Labraña hizo hincapié en un hecho que deja en claro el sexismo en el que se enmarcan estas polémicas. Luego de enfrentar a los difusores del video, éstos le argumentaron que «el problema estaba en que la niña se había dejado grabar».
Lo peor de este episodio, sin embargo, es que el video de Fifi difícilmente pasará más allá de la anécdota y el morbo de las redes sociales. «Los profesores no se van a referir a él en el aula. Se va a ocultar y a tapar, pero sería un buen detonante de reflexión en la sala de clases», apunta Arenas. Un debate más pendiente.
Fuente: http://eldesconcierto.cl/sexo-adolescente-tras-la-censura-social-y-la-omision-del-estado/