Cientos de manifestantes comienzan a movilizarse en España para frenar la emergente burbuja de las energías renovables. Solo Andalucía concentra el 56% de la energía solar prevista para toda España y los manifestantes exigen más control y regulación para frenar la especulación y cambiar el modelo energético hacia el autoconsumo.
Cientos de manifestantes se agolpan ante el Parlamento de Andalucía el 30 de septiembre para exigir una revisión en el modelo energético. Las protestas aglutinan a entidades vecinales y municipios de la comunidad más poblada de España. Exigen una moratoria temporal para los proyectos energéticos que inundan cientos de hectáreas en España y concretamente en Andalucía.
Lemas como ‘Placas solares NO’, ‘Renovables sí, pero no así ‘ o ‘No a la especulación fotovoltaica’ llegaron a oídos de los parlamentarios. El colectivo social de defensa del territorio y el medio ambiente –Aliente– registró en el Parlamento una propuesta de normativa respaldada por 150 colectivos, empresas, sindicatos, partidos políticos y movimientos sociales.
«Hasta ahora, todas las agrupaciones políticas se han reunido con nosotros y nos apoyan –a excepción de VOX–. Hay un sentir general de que esto es un disloque, por eso pedimos moratoria para regular y ordenar todos estos proyectos que van a generar un impacto irreversible», explica a Sputnik el portavoz estatal de Aliente, Luis Bolonio.
Los activistas llevan meses denunciando la instalación de plantas fotovoltaicas sin control ni coordinación en España. Andalucía concentra gran parte de ese ‘boom solar’. El 8 de julio, la Junta de Andalucía admitía tener 790 proyectos solicitados sobre la mesa, sin embargo, también admitían no contar con medios suficientes para garantizar una tramitación ordenada y ágil.
A falta de una regulación más afinada, en la instalación de las fotovoltaicas predomina por lo general la lógica de explotación de los terrenos. Las compañías energéticas optan por suelos baratos y que estén próximos a la Red Eléctrica a la que vierten la energía para ahorrar costes.
¿Quién vela por el paisaje y las poblaciones existentes?
Los datos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) proponen que para 2030 España tenga una potencia eléctrica de 161 GW de los que 39 procederán de plantas solares. Andalucía ya copa, con los proyectos anunciados, el 56% de esa energía solar para todo el país. Y hay muchos más proyectos en cola.
La administración da una respuesta compleja a el hiperdesarrollismo de las renovables. La Junta distribuye la gestión de los proyectos en varias consejerías, agencias y el nuevo Comisionado para el Cambio Climático. Pero no hay protocolos concretos comunicados a este periodista ni criterios que regulen la autorización de plantas solares.
Aliente denuncia que Andalucía concentra proyectos de los que no se beneficiarán energéticamente los andaluces, convirtiendo esta región en una especie de colonia que provee a otros centros de consumo, «están empeñados en convertir Andalucía en el granero energético de Europa«, señala Bolonio. «Sólo en el Campo de Tabernas en Almería, la potencia fotovoltaica proyectada es equivalente al 5,4% de la planeada en toda España para 2030».
«Si esto no es una burbuja, no sé cómo llamarlo», lamenta Rafa Azor, campesino de Caniles (norte de Granada). «Yo ya lo padezco, me han engañado, ocultan información y condiciones», lamenta. Hace 4 años que cedió su terreno a una planta fotovoltaica. Le aseguraban una ganancia de 1.000 euros por hectárea, sin embargo, el 40% de esos ingresos se queda en una tributación que, como campesino, desconocía. «Claro que me han estafado y para nada, porque ni siquiera han instalado la planta solar, solo especulan con el terreno».
Otra evidencia de que estamos ante una burbuja energética es la distribución por parte de las empresas de la energía renovable a la Red Eléctrica del Estado. En la planificación de la infraestructura estatal (RDT) 2021-2026, ya se advierte que los proyectos fotovoltaicos triplican con creces la potencia que se estimaba crear para 2026.
Instalar renovables por encima de nuestras posibilidades tiene varios costes. Uno es el terreno, y el otro, aunque no lo creas, es la sostenibilidad.
«Renovables sí, pero no así»
Hay consenso científico sobre la necesidad de regular la instalación de plantas eólicas y fotovoltaicas. Los cálculos que manejan los activistas estiman que para generar 1MW con renovables hace falta ocupar dos hectáreas de suelo. «Son estimaciones que dependen de la tecnología, hoy las placas que miden más de un metro cuadrado tendrán el tamaño de un folio dentro de unos años. ¿Qué pasará entonces con toda esa tecnología obsoleta que se extiende en hectáreas de terreno?», plantea Juan Hurtado, ecoagricultor de Nerva (Huelva), también afectado por nuevos proyectos fotovoltaicos.
La expansión de los huertos solares implica consumo de suelo, inhibir el desarrollo de una capa vegetal que provoque sombras o el uso de productos químicos que se vierten al suelo para el mantenimiento de la planta. Por eso, el reclamo generalizado es el autoconsumo.
El Paquete de Invierno de la Unión Europea que pretende fomentar las energías limpias ya recomienda el autonconsumo, es decir, que los centros de consumo energético estén cerca de la producción. «No inundéis nuestros campos mientras los tejados están vacíos», claman los manifestantes.
El sentir generalizado es que se debería fomentar placas solares en los tejados de las viviendas y fábricas, y no macroproyectos en suelo rural. Pero las grandes corporaciones energéticas están acelerando la carrera por copar la producción de energía fotovoltaica.
«La transición energética no es vestir de verde el sistema de oligopolio eléctrico que tenemos, eso es puro greenwashing o ecopostureo. Si no hacemos cambios perderemos la oportunidad de cambiar hacia un modelo energético más libre, justo y democrático», apunta Bolonio.
El sistema de autoconsumo implica una amplia red de productores de energía renovable a pequeña escala que la distribuyen en su entorno más cercano. Con el tsunami eléctrico de precios en ascenso, los aires de cambio del sistema energético impulsan mucho. «Tenemos que aprovechar esta crisis y el momento de conciencia social para saber cómo se instalan estas instalaciones, dónde se ponen y cómo es el reparto de beneficios».
Algunas comparativas de renovables apuntan al sistema de autoconsumo como más justo, al repartir los beneficios –y no solo los impactos– en la sociedad. El investigador Sergi Saladié expuso ante la Comisión de Transición Ecológica del Senado la elocuente comparativa de Wildpoldsried (Alemania) y Batea (Tarragona). En Alemania, con 11 aerogeneradores en un modelo de cercanía-autoconsumo se generaron 4,5 millones de euros anuales para la comunidad, frente a los solo 250.000 para Batea, donde hay instalados más de 40 molinos eólicos. La transición energética exigirá algo más que el cambio de fósiles a renovables en el sistema de generación eléctrica.