Me lo pregunto cada vez que abro un periódico y me encuentro con la habitual crónica de desastres y canalladas. ¿Qué habría pasado de haber sido el gobierno cubano y no el de Estados Unidos quien dispusiera por algunos paisitos de la civilizada Europa, de cárceles clandestinas? ¿Qué se estaría escribiendo de haber sido Cuba […]
Me lo pregunto cada vez que abro un periódico y me encuentro con la habitual crónica de desastres y canalladas.
¿Qué habría pasado de haber sido el gobierno cubano y no el de Estados Unidos quien dispusiera por algunos paisitos de la civilizada Europa, de cárceles clandestinas?
¿Qué se estaría escribiendo de haber sido Cuba y no Estados Unidos, la acusada, hasta por sus propios soldados, de estar empleando en sus guerras armas químicas, fósforo blanco?
¿Qué estaríamos discutiendo de ser Cuba la acusada de practicar la tortura en todas sus aberrantes formas?
¿A quién estaríamos culpando de haber sido Fidel y no George Bush el responsable de exigir licencia de tortura para la CIA o impunidad para los crímenes de sus soldados?
¿Serían disidentes o chusma los cubanos que en las noches se dedicaran a quemar en las calles de La Habana vehículos y edificios públicos en protesta por su situación de marginalidad?
¿Qué estaríamos hablando de ser presos cubanos, y no vascos, los que aparecieran colgados en sus celdas?
¿Cuál sería nuestra opinión de haber sido Cuba, que no Estados Unidos, la condenada en las Naciones Unidas por 182 votos contra 4 por prácticas como el bloqueo?
¿Qué estaríamos diciendo de Cuba, si hubiera sido la isla antillana la condenada durante 14 ocasiones consecutivas, sin que, por supuesto, se derive de esas condenas otra sanción que no sea moral? ¿Qué estaríamos hablando o escribiendo de ser un vocero cubano y no Otto Reich el que frente a la absoluta condena al bloqueo respondiera: «Eso nos trae sin cuidado»?
Me pregunto quién no se estaría riendo a carcajadas de haber contado Cuba, únicamente, con el apoyo de Israel, las islas Marshall y ¡Palau! (buscar en Google), amén de la abstención de Micronesia, frente al masivo repudio del mundo.
Me pregunto qué estaríamos diciendo si fueran emigrantes cubanos los obligados a saltar vallas con rústicas escaleras; los abandonados en el desierto por el monarca marroquí; los golpeados y ejecutados para impedirles el paso a los mismos centros de poder desde los que se les condena a la miseria. ¿Qué estaríamos hablando si fuese Cuba la que, al mismo tiempo, abriera generosa sus puertas cuando los emigrantes reportasen beneficios, medallas de oro en olimpiadas o se prestaran como carne de cañón para sus guerras?
¿Cuantas notas de protesta redactarían las cancillerías europeas de haber sido en La Habana y no en Estados Unidos, donde un automovilista negro es detenido y pateado por un grupo de policías blancos cuando ya lo tenían inmovilizado?
¿Qué estaríamos hablando si hubiera sido Cuba la desmentida por sus propios informes de la existencia de armas de destrucción masiva y de los nexos de Sadam con Al Qaeda?
¿Qué estaríamos diciendo si fuese Cuba la que protegiera a terroristas como Posada Carriles, reteniendo al mismo tiempo a 5 patriotas acusados de prevenir, precisamente, el terrorismo?
¿Qué estaríamos hablando si fuesen abogados de disidentes cubanos, y no los de Sadam, los que aparecieran muertos?
¿Qué estaríamos diciendo de haber sido en La Habana y no en Nueva Orleans?