Vivian Rivas es documentalista guatemalteca radicada en Estados Unidos, ha realizado los documentales «Ebb Tide» y «Mr. Bob». Con «Ebb Tide» participó en 16 festivales en Estados Unidos, Grecia, Inglaterra y Chipre. ¿Cómo se cuenta una historia atrás de una cámara? Pues eso mismo y un poco más nos cuenta Vivian en esta entrevista. Ilka: […]
Vivian Rivas es documentalista guatemalteca radicada en Estados Unidos, ha realizado los documentales «Ebb Tide» y «Mr. Bob». Con «Ebb Tide» participó en 16 festivales en Estados Unidos, Grecia, Inglaterra y Chipre. ¿Cómo se cuenta una historia atrás de una cámara? Pues eso mismo y un poco más nos cuenta Vivian en esta entrevista.
Ilka: Yo utilizo la palabra documentar cuando tomo videos o fotografías del día a día pero, en sí, Vivian, ¿qué es documentar?, ¿por qué es necesario documentar?
Vivian: Yo diría que lo que me mueve no es documentar. Me mueve un impulso muy fuerte de contar historias, y la única forma que yo conozco es con imágenes. Que es la única forma en la que yo puedo expresarme. Me mueve contar historias de personajes que son interesantes para mí, que tienen historias muy humanas y universales, pero a la vez muy únicas.
Ilka: En tu búsqueda, en tu necesidad de crear surgió el cine y en un país como Guatemala, ¿cómo fue para ti crecer en ese ambiente y con ese anhelo tan grande?
Vivian: Siempre me ha gustado la creatividad. Desde muy niña, me encantaba la música, tocaba órgano, dibujaba, pintaba y hacía casas y muebles de cajas de cartón. También, me encantaba ver películas con mi mamá. Mi referente, era el cine clásico de Hollywood y además iba a las salas comerciales de cine y a la Alianza francesa a ver las películas que llegaban a Guatemala. Sabía que quería estudiar cine. Pero no existía una escuela de cine en Guatemala. Entonces, lo más parecido era la carrera arquitectura. Así que estudié la carrera de arquitectura en la Universidad Rafael Landívar. Cuando estaba a media carrera, El cineasta guatemalteco Justo Chang regresa a Guatemala después de hacer un doctorado en la Universidad de La Sorbona, en París. Empecé a recibir sus cursos de Técnicas de Cine los sábados de mañana y recuerdo que esperaba el sábado con muchas ansias. Me gradué de arquitecta y puse mi oficina con una buena amiga y colega.
Un día, Justo, me presentó a su amigo, el director Luis Argueta que me ofreció la oportunidad de trabajar en el primer largometraje filmado en Guatemala: «El Silencio de Neto». Eventualmente, Luis me contrató para venir a trabajar a New York en su empresa productora Morningside Movies en 1993.
Ilka: Eventualmente te vas a vivir a Estados Unidos, siempre persiguiendo el sueño del cine. ¿Qué encontraste o no en Estados Unidos? Porque siempre existen desencuentros, ¿cómo es tocar puertas fuera de tu país de origen, tocarlas en Estados Unidos?
Vivian: Yo ya conocía New York porque ya había venido de paseo con mi familia. Siempre pensé que era una ciudad fascinante. Cuando ya me vine a trabajar aquí, yo ya había estado estudiando 6 meses aquí recibiendo cursos de fotografía, producción, etc. Ya me había enamorado de esta ciudad y ya conocía el estilo de vida. Así que no fue nada nuevo para mi. Venía ya con trabajo y ya conocía a Luis Argueta y la gente de su empresa. El primer invierno, me empecé a sentir deprimida, pero Luis me dijo: «comprate una bicicleta y te vas a andar en el frío a la hora de almuerzo.» Dicho y hecho, cuando le hacés frente a algo nuevo, tenés que hacerlo al 100%.
Ilka: ¿Qué se hace con la frustración? ¿Hay forma de enfrentarla desde el trabajo creativo?
Vivian: Creo que el haber sido atleta desde joven, me ha servido mucho para superar retos. Fui jugadora de voleibol por muchos años en Guate en el equipo del Colegio Belga y además estuve en Selección Nacional por varios años. Ahora ya no juego voleibol, pero juego tenis. Dicen que el tenis es 60% mental. Pues a mí me fuerza a estar presente y a resolver. Es como una meditación en movimiento para mí. Definitivamente no podría trabajar en una oficina teniendo una rutina de trabajo como la mayoría de gente. Allí sí, viviría en una continua frustración.
Ilka: El arte es político, todo es político en esta vida, ¿qué tiene de político para ti hacer documentales? ¿Es también una resistencia?
Vivian: Definitivamente las historias que yo cuento tienen un subtexto político, sin ser partidistas. Los temas y los personajes que me parecen interesantes son los que tienen contradicciones, los que te hacen cuestionar y te llevan en un viaje humano. Los temas de justicia y derechos humanos siempre están presentes en mis historias sin ser historias «panfleteras». No me gusta explicar e ilustrar, me encanta que la audiencia le ponga su parte y llene los vacíos.
Ilka: Tu documental «Ebb Tibe» cuenta una historia extraordinaria de humanismo, no tiene fronteras ni idiomas y cualquiera lo puede entender. ¿Cómo nacen las ideas de tus documentales? De contar esas historias.
Vivian: ¡Gracias!, Te lo agradezco. Me encanta que a la gente de diferente cultura y edad que mi personaje se identifique y les guste esta historia. Esta idea en particular nació porque soy amiga de Zee desde hace más de 10 años. Durante todos estos años, ella hablaba mucho de sus días como maestra en Harlem con mucha nostalgia y alegría. Por 25 años guardó todos los poemas de sus alumnos, videos en VHS, recortes de periódico, fotos, etc. Tenía todo este material en una caja, muy bien ordenado. Cuando me tocó empezar a escribir mi tesis para la maestría, me pareció que ésta era una historia que podría contar en no más de 15 minutos, que era el tiempo máximo que podía durar el proyecto. Nunca me imaginé que esta historia iba a resonar y participar en más de 16 festivales alrededor de los Estados Unidos y además en Grecia, Inglaterra y Chipre. ¡Y sobre todo, ganar 6 premios!
Ilka: ¿Cómo se levanta una mujer todos los días sin decaer y seguir persiguiendo sus sueños?
Pues, me levanta la pasión por contar historias. Trabajo como «freelance» Script Supervisor o Continuista. Nunca sé en qué ni dónde me va a tocar trabajar hasta un par de días antes del trabajo. Y si no tengo trabajo, pues trabajo en mis proyectos personales o cuido perros. Me levanta el no tener rutina. Me encanta el cambio de estaciones en NY y la energía que esta ciudad tiene. La gente interesante que he conocido y sigo conociendo. Me encanta que me puedo perder en mi ciudad y ser anónima, pero a la vez tengo gente que me apoya y es muy querida.
Ilka: Digamos que un documental de 15 minutos o 30 minutos, ¿cuánto tiempo puede llevarte desde la idea inicial hasta cuando dices ya está terminado y listo para presentarlo? ¿Cuántas personas pueden estar involucradas en su realización?
Vivian: Yo estudié la Maestría en Cine Documental en City College. El programa dura dos años intensos (4 semestres). La tesis la empezamos a escribir en el segundo semestre de la carrera.
El cine es un arte y una industria colaborativa. Pero no necesariamente todos trabajan al mismo tiempo en un proyecto. Durante la etapa de producción: El equipo humano de un documental de poco presupuesto, en general, es más pequeño que en un trabajo de ficción. En general, se trabaja con un director/a de fotografía, sonidista y director/a. En mi tesis Ebb Tide: yo la dirigí, fui directora de fotografía y también sonidista. Sólo un día tuve una segunda cámara y un sonidista adicional. Ebb Tide es un retrato íntimo, así que era importante estar yo sola trabajando con mi personaje.
Durante la post-producción: Se trabaja con editor/a, ingeniero/a de sonido para hacer diseño y mezcla final y se hace un retoque de color con un colorista. En Ebb Tide yo hice la edición. Para los documentales, durante la edición se vuelve a re-escribir la historia. Más o menos se calcula de 7 a 8 horas de trabajo por cada minuto terminado de edición. Para el sonido, contraté a Quentin Chiappetta que tiene su estudio profesional de sonido. El es muy creativo y experimentado e hizo el trabajo con presupuesto de estudiante. Como la historia tenía mucha música, para mí era muy importante que la mezcla de sonido fuera muy eficiente y a la vez expresiva. Mi colorista fue Niko David, que se graduó 4 años antes que yo del mismo programa de City College. Ella es directora de documentales, colorista y además es una buenísima fotógrafa, y una gran amiga.
Ilka: ¿Cuál es el alma de un documental?
Vivian: Para mí, lo que me atrapa en un buen documental, es el punto de vista. Que el tema sea oportuno y vigente, pero a la vez no debe tener caducidad. Individual, pero a la vez universal. Una buena historia tiene varios niveles o capas, así que el subtexto es muy importante. Tiene un punto de vista o varios. Pero a la vez, que no quiera imponer una verdad absoluta.
Ilka: ¿Puede un documental, curar una herida?
Vivian: Yo todavía estoy aprendiendo con cada proyecto a encontrar mi voz. Pero a la vez, trato de honrar cada historia de la mejor manera posible. Cuando uno estudia los trabajos de cineastas con trayectorias largas, se da uno cuenta de que los temas se repiten y se repiten, aunque las películas sean diferentes. Para mi, hacer un documental, es una manera muy personal de hablar de los temas que a mí me interesan. Los documentales llevan mucho tiempo y el compromiso que uno hace con un tema, tal vez sea un proceso de investigación, pero a la vez es un proceso de sanación. Uno comienza con una idea que uno escribe, pero la historia va evolucionando y se va moldeando
Ilka: Vivian, hiciste tu sueño realidad aunque lejos de Guatemala, ¿cómo es esa sensación?
Vivian: Yo me siento muy feliz y agradecida con la vida. No mucha gente en Guatemala tiene la oportunidad que yo tuve y estoy muy consciente de eso. Por eso quiero aprovecharla al máximo. Y quiero pasar mi conocimiento a mujeres en Guatemala. Me llamaba mucho trabajar una documental en Guatemala, por eso lo estoy haciendo ahora.
Ilka: ¿Hay algún documental en el que estés trabajando actualmente?
Vivian: Sí, en este momento estoy haciendo mi primer largometraje en Guatemala. El tema tiene que ver con la niñez desprotegida y de cómo el estado de Guatemala no sabe nada de la niñez y la criminaliza. Es un proyecto que está todavía en producción.
Ilka: Y en este mundo donde el amor al arte pues sí existe pero hay que costear los recursos materiales, ¿cómo podría hacer digamos una mujer en un arrabal latinoamericano, sin recursos, pero con el sueño infinito de realizar un documental? ¿Qué podrías decirles a todas ellas?
Vivian: La Revista Forbes Centroamérica dijo este año que Guatemala era el peor país de América Latina para ser mujer. Hay 9 femicidios por cada 100,000 mujeres. Sólo en el 2018 hubo más de 6,000 muertes violentas de mujeres y la mayoría sufrió agresiones sexuales, según los médicos forenses.
Ya hay grupos de mujeres muy interesantes haciendo cine feminista en Guatemala. Por ejemplo, el Colectivo Lemow. La directora Camila Urrutia acaba de ganar varios premios en España con el largometraje «Pólvora en el Corazón».
Ya se están abriendo espacios con el trabajo de muchas mujeres talentosas y valientes. Yo no puedo decirles nada, porque ya están contando sus historias en un país tan patriarcal que sólo me queda admirarlas mucho y apoyar su trabajo. El 22 de noviembre, se celebró el Día del Cine Feminista en la Universidad de San Carlos con la presentación de un mini festival.
Pues todo esto para decir que Guatemala está lista. Ahora es posible hacer cine, sin tener grandes presupuestos. La accesibilidad a equipo técnico se ha hecho cada vez más fácil, ya que la tecnología se ha reducido en costo y en tamaño. Lo que yo veo en Guatemala es una deficiencia académica en las escuelas de cine. Se debe enfatizar el estudio y formación de investigadores y escritores de guión para ficción y documental. Por supuesto, además de la formación técnica. No se pueden contar historias si no aprendemos a escribirlas. También se debe aprender a ver cine, de todo tipo y a dialogar sobre cine. En Guatemala, las salas de cines comerciales están dominadas por las películas comerciales de Hollywood. Y en general, la audiencia quiere ir al cine para evadirse por un par de horas de la realidad en que vive. Pero éste no es el cine que se debe hacer en Guate. Se debe encontrar la voz propia.
Es un país muy complejo a todo nivel, pero es también un país donde todavía no se han hecho muchas cosas y no se han abierto muchos espacios. ¡Ese es el reto! Visibilizar las historias que no se han contado y abrir los espacios. Y sí, romper esquemas y prejuicios en Guatemala, es una labor muy dura, porque el sistema está basado en el patriarcado. Incentivo perfecto para que las mujeres contemos nuestras historias. Si no escribimos nuestra historia, alguien lo va a hacer por nosotras.
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