Una vez más, el verano es marcado por una fuerte temporada de lluvias, que produjo desastres sociales y un gran número de muertes en distintos estados del país. El último episodio es Petrópolis, que ya había pasado por una devastadora tormenta en 2011 y ahora enfrenta alrededor de 200 muertes después de días de lluvias torrenciales, deslizamientos de tierra e inundaciones. Y, tal como en ese 2011, conversamos con el geógrafo Paulo Alentejano, quien analiza las razones estructurales de la repetición, que tiende a aumentar, de tales hechos.
Gabriel Brito.- En 2011, una fuerte secuencia de lluvias en la región serrana en Rio de Janeiro mató oficialmente a más de 800 personas. En la entrevista que realizamos, se hicieron varias advertencias sobre temas inmobiliarios, rurales y ambientales, que explicaban el alcance del desastre. ¿Cómo ve que se repita el fenómeno en 2022, con casi 200 muertes hasta el momento?
Paulo Alentejano.- En 2011, el área afectada fue mucho más intensa, pasando por otras ciudades de la sierra, Nueva Friburgo, etc. Esta vez estaba ubicado en Petrópolis. Pero lo que se repite es el escenario de regiones serranas con alta densidad de construcciones en áreas desprotegidas, laderas inestables, donde la población de bajos ingresos se concentra y donde no existe una política de vivienda que permita a esa población vivir en áreas y zonas más estables, lejos de colinas y pendientes pronunciadas. Eso explica la tendencia a repetir el acontecimiento.
Aquella vez la lluvia fue muy fuerte, más por cada año mueren 5, 10 personas en lluvias más «débiles». Es incesante, como en San Pablo, Minas Gerais y Bahía en los últimos meses, dentro de una lógica similar. Estamos en una época de fenómenos climáticos más intensos, que se combinan con el proceso de ocupación de las zonas urbanas marcado por la adjudicación de áreas precarias a la población de bajos recursos, en condiciones de extrema peligrosidad.
El escenario general se mantiene como en 2011 y es el resultado de la expulsión de personas del campo en escala acelerada y la combinación aquí descrita, que aumenta cada día el número de acontecimientos como el de Petrópolis
Gabriel Brito.- Como se mencionó, tuvimos lluvias y varias muertes en otros estados entre diciembre y enero, además del evidente aumento en la frecuencia de este tipo de fenómenos. Cómo afrontar a estas alturas el discurso oficial de «lluvias excepcionales». «imprevistas» etc.?
Paulo Alentejano.- Si observamos, cada año ocurren muchas muertes por deslizamientos e inundaciones, en varios estados brasileños. En este momento hubo una concentración muy grande del fenómeno en un espacio limitado, con mayor cantidad de deslizamientos y muchas inundaciones. Pero sucede todos los años, en San Pablo, Río, Santa Catarina, Espíritu Santo, Bahía, como se puede verificar con una simple investigación.
Se trata de nuestro patrón de ocupación urbana, que coloca gran cantidad de parcelas con población en laderas muy empinadas, en zonas de fondos de valle, donde las laderas se deslizan o los ríos crecen.
Es el resultado de la expulsión de la población del campo, de la ausencia de una reforma agraria que distribuya mejor la tierra en Brasil y una lógica de organización en las ciudades que también es excluyente y ubica a los pobres en estas áreas, de valles y tierras bajas, que son bastante densas y carecen de la adecuada cobertura de áreas de preservación ambiental. Tales áreas de preservación deberían ser abundantes, pero eso no existe, lo que también se relaciona con las inundaciones.
La novedad después del 2011 son los cambios en el Código Forestal, que redujeron el área de protección ambiental y contribuyeron a empeorar aún más la situación.
Gabriel Brito.- En este sentido, hablamos de un periodo en el que Brasil contó con distintos perfiles de gobiernos, tanto a nivel federal, estatal y municipal. Y todos ellos de alguna manera contribuyeron a la flexibilización de la normativa ambiental, aun frente a severas críticas de sectores especializados.
Paulo Alentejano.- Cambios de legislación dificultan un mejor control de lluvias, deslizamientos, zonas de flujo, agricultura, en fin, la llamada «flexibilización de leyes ambientales» hace más vulnerables todas esas áreas. La tendencia es que cada vez suceden más cosas como ésta. Estos son los resultados de modificar el Código Forestal, la flexibilización a las propuestas del licenciamiento ambiental, los intentos de reducción del área de conservación en la Amazonia. Todo eso sólo exacerba la ocurrencia de desastres ambientales. Son hechos derivados de la acción criminal del capital en sociedad con el Estado, creando todas las condiciones para ello.
Gabriel Brito.- En 2011 vivimos un periodo de euforia económica, con importantes inversiones estatales, especialmente en Río de Janeiro, que sería el epicentro de los megaeventos deportivos y otorgaba enormes subsidios a los empresarios. También hubo más dinero del petróleo y el Estado fue más activo en las políticas públicas. Ahora estamos bajo acusaciones de que el Estado no tiene dinero y el dogma liberal de que ni siquiera debería participar en el proceso económico, mientras incentiva abiertamente avances en áreas inexploradas por el capital. Es el futuro aún más oscuro?
Paulo Alentejano.- Primero: El Estado brasileño siempre tiene dinero para pagar sus deudas con banqueros, financistas, así como siempre tiene dinero para financiar el agronegocio. Allí nunca hay crisis ni falta de recursos, pues como sabemos el techo de gastos es para temas sociales como salud, educación, seguridad social, medio ambiente, prevención de accidentes – tenemos una defensa civil totalmente desarticulada. De hecho, la tendencia es que el Estado actúa gravemente en las condiciones para los desastres ambientales.
Con relación al periodo anterior, experimentamos la ilusión de un ciclo de materias primas altas, como un aumento de precio en los artículos que Brasil exporta, como el hierro, la soja, etc, lo que creó la ilusión de mantener una dinámica de crecimiento económico a partir de dicho modelo. Este modelo es altamente concentrador de ingresos y altamente destructivo para el medio ambiente. Eso es lo que muestran Mariana y Brumadinho, que no fueron fenómenos meteorológicos, sino el resultado de la codicia de las empresas, que simplemente desatendieron de forma negligente el cuidado de las represas.
Por lo tanto, la lógica del ciclo de las materias primas ha generado ilusiones que no se pueden sostener. Y sin las reformas estructurales que el país necesita, especialmente la agraria y urbana, tales tragedias se repetirán una y otra vez.
Cualquiera de las grandes ciudades de Brasil cuenta con grandes áreas y estructuras entregadas a la especulación, una cantidad gigantesca de propiedades vacías debido a una lógica especulativa. Y es el gobierno el que no hace nada. No existe una tributación progresiva del IPTU (impuesto a la propiedad territorial urbana: ndt) sobre áreas, terrenos y propiedades baldías y las ciudades van creciendo con el control capital sobre áreas de interés, mientras la gente tiene que conformarse con las sobras, la base de la autoconstrucción, ocupando áreas que no son interesantes para el gran capital. Es por ello que todo se rompe todo el tiempo.
Falta una reforma agraria para distribuir una parte de la población en áreas no tan vulnerables, como lo es la producción propia de alimentos, otro tema que sigue la lógica especulativa del agronegocio y que se ha agudizado con la pandemia. El cuadro general sólo cambiará cuando se combinen radicalmente las reformas agraria y urbana, que distribuyan población, tierra, renta y riqueza en todo el territorio brasileño.
Sin esto, veremos repetir la tragedia cada año, con menor o mayor intensidad, en distintos lugares. Pero siempre se repetirá.
Gabriel Brito.- No parece que tal debate está completamente ausente en el país, incluso en sectores opositores al bolsonarismo y la propia izquierda?
Paulo Alentejano.- En cuanto a las elecciones, la prioridad debe ser la derrota de este gobierno de tendencias neofascistas, un gobierno genocida que produjo campañas de negacionismo y antivacunación, actitudes que mataron a tantas personas. La prioridad de todas las fuerzas sociales, democráticas y populares debe ser derrotar al actual gobierno.
Sin embargo, es importante que la plataforma política vaya más allá de simplemente derrotarlo. Se necesita implementar reformas estructurales que generen mejores condiciones de vida para el pueblo brasileño. Desafortunadamente, tales cuestiones no se han abordado como se merecen. Espero que el debate avance en esa dirección.
Además de la lucha contra el neofascismo, que es fundamental, es necesario avanzar en el debate de las reformas estructurales de las cuales el país también necesita que sean esenciales para terminar con este ciclo de pobreza y desigualdad por el que atravesamos históricamente, cosas que, lamentablemente, en los periodos de gobiernos progresistas, se han dejado de lado.
Para concluir la entrevista, que solo trajo agravantes a lo hablado en 2011, creo que es importante llamar la atención sobre la solidaridad, Al igual que en la pandemia, cuando varios movimientos sociales se unieron para llevar alimentos a la población de bajos recursos, con enorme trabajo en ese sentido, elogio ahora la iniciativa de los movimientos que están en Petrópolis, como los campesinos y trabajadores, realizando esfuerzos colectivos muy importantes como la cocina comunitaria, labor que va más allá de la mera caridad.
Traducción: Florencia Escobar Risatti, para Correspondencia de Prensa.
Fuente (de la traducción): https://correspondenciadeprensa.com/?p=24638
Fuente (del original): https://www.correiocidadania.com.br/72-artigos/imagens-rolantes/14948-chuvas-e-mortes-pelo-brasil-sem-reformas-agraria-e-urbana-radicais-tais-tragedias-irao-se-repetir-cada-vez-mais