Sigamos con la aproximación de FFB al Sacristán joven. Sigo tomando pie, y voy acabando esta aproximación que merecería un mayor desarrollo y detalle, en sus apuntes del curso de doctorado de 1993-94. Seguimos en las posiciones y reflexiones del Sacristán joven. 1. Sobre el lugar de la filosofía entre los saberes contemporáneos La conferencia […]
Sigamos con la aproximación de FFB al Sacristán joven. Sigo tomando pie, y voy acabando esta aproximación que merecería un mayor desarrollo y detalle, en sus apuntes del curso de doctorado de 1993-94. Seguimos en las posiciones y reflexiones del Sacristán joven.
1. Sobre el lugar de la filosofía entre los saberes contemporáneos
La conferencia empieza con una consideración general acerca de lo que la filosofía puede decir del porvenir. Pero en seguida se centra en un tema que habría de ser muy recurrente en la obra de MSL: el lugar de la filosofía entre los saberes contemporáneos a partir de la constitución de las ciencias particulares. Distingue MSL entre ciencia «inmediata», con un objeto material directamente definible en el mundo, y ciencia «mediata» o «ciencia de las ciencias», que es lo que sería la filosofía. Este título en principio sublime revela, sin embargo, la modestia de la filosofía misma: ya no es la reina absoluta sino que tiene que limitarse a «inspeccionar la gestión que sus virreyes (la física, la biología, la sociología) llevan a cabo con sustanciosos resultados en los múltiples territorios autónomos de su desmembrado reino» (en Pinilla, 261).
Esta idea de la desmembración de la filosofía-reina procede de Russell y estaba entonces en el ambiente (tanto de la filosofía analítica como del marxismo).Ejemplos: el arranque de un célebre discurso de Zhdanov en Moscú a los filósofos marxistas de entonces y la discusión que paralelamente llevaban a cabo por entonces, entre marxismo y filosofía analítica, Galvano della Volpe y Ludovico Geymonat en Italia.
En esta línea que podríamos considerar russelliana, MSL declara que, de todas formas, la filosofía, el viejo saber unitario, se ha reservado todavía algunas parcelas. Una de estas parcelas, como había afirmado también Russell, es muy clara y no da lugar a discusión alguna: la lógica (que es «como la ley constitucional que tienen que respetar todos los virreyes) ; pero para MSL hay alguna otra parcela, aunque la filosofía tenga que pleitear por ella: las cosas de los hombres, en las que la vieja filosofía compite todavía con la antropología y con la sociología La filosofía opina que con lo que la han quitado la antropología y la sociología no se agota el tema del hombre. Basándose en Ortega y Heidegger, pero también en los clásicos, MSL mantiene que es el hecho de que «el hombre no tenga naturaleza sino historia», el peculiar poder ser del hombre o el valor metafísico de la libertad» del hombre lo que permite pleitear en favor de la filosofía (de la ética y de la metafísica) en esta competición con la antropología y con la sociología.
<< Un tema interesante de estudio: comparar este punto de vista de 1954 con el defendido diez años después en El lugar de la filosofía…al distinguir entre «filosofar» y «filosofía licenciada» en relación con las ciencias particulares>>
De este modo, enriquecido por su dilatado giro dialéctico a través de los principios de la concreción y de la práctica, el pensamiento de Lenin vuelve a una de sus primeras y elementales convicciones: filosofar es intervenir con una peculiar intención intelectual en la lucha de clases. La peculiaridad de esa intención estriba en que, por un lado, articula la acción según concepciones generales y, por otra, consuma estas concepciones en la práctica misma. El filosofar marxista se consuma conscientemente en la lucha de clases.>
2. Filosofía y propaganda.
Un segundo asunto abordado en la conferencia es la oposición entre filosofía y propaganda a propósito del catastrofismo periodístico-político de los medios de comunicación españoles de la época:
Si alguna palabra quiere decir exactamente lo contrario que Filosofía esa palabra es Propaganda». Aquí introduce MSL una diferencia sustancial entre «amor al saber» y «ansia de que los demás crean algo que él cree o que necesita creer por motivos de economía espiritual o de cualquier otra clase de economía»
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3. Concepto de crisis
A partir de ahí se entra en el tema central de la conferencia: la particular caracterización del presente como «crisis. MSL continúa aquí el discurso abierto en Tres libros en la estacada u prolongado en la vos «Crisis» de la Enciclopedia Argos. Su concepto de «crisis» se inspiraba entonces sobre todo en Burckhart y en Ortega: crisis es cambio fundamental en la organización social y en la organización mental del hombre, una situación en la que la disparidad ideológica llega hasta la discusión de las creencias
Admite MSL que estos fenómenos se dan en 1954 y que, además, el ánimo colectivo así lo siente.
Pero, como ya había apuntado en Tres libros en la estacada, crisis no equivale a coyuntura fatal o a catástrofe. Discute, por tanto, que las circunstancias externas por las que periodistas, filósofos y sentido común coinciden en declarar la crisis en ese momento sean peores o «más perversas» que las existentes en otras situaciones históricas (críticas) anteriores. Los dos ejemplos que toma para discusión son precisamente aquellos que han sido considerados más relevantes como manifestación de la crisis de nuestra época: la bomba atómica y los campos de concentración nazis.
4. La novedad de la crisis presente
Con respecto a la bomba atómica MSL afirma en 1954 que «no es más perversa que la espada»; y que teólogos y filósofos saben desde siempre que el número de los muertos no representa cambio moralmente cualitativo en el matar. Respecto del genocidio de los hebreos por los nacionalsocialistas dice MSL que «no ha sido ni de lejos tan eficaz como el que las víctimas de hoy llevaron a cabo en su tiempo con los amalecitas»( de la deportación de la población lituana ñade que «no ha debido de ser mucho más horrible que la expulsión de judíos y moriscos o la cruzada contra los albigenses» (ibid. 268).
La novedad de la crisis presente no es, por tanto, la mayor maldad de los hombres o el riesgo que éstos corren, sino la conciencia histórica de la crisis. En las anteriores ha habido profetas y autores de amargas diatribas, como en la actual «filosofía periodística de la historia». Ahora la crisis se convierte en una categoría histórica: «gracias a un siglo de historiadores y medio siglo de filósofos y sociólogos la historia ha dejado de engañarnos».
Aunque la filosofía nos pide humildad ante el papel de la conciencia (no dominamos la historia, pero tampoco nos dejamos engañar por los procesos históricos), «no es el último mono de la casa del hombre». La conciencia histórica de la crisis hace que ésta no nos coja por sorpresa, nos permite relativizar nuestras aventuras y desventuras. Pero todavía hay algo más.
5. Conciencia de continuidad
La conciencia histórica da al sentido común la conciencia de continuidad que la humanidad debe tener para que su historia no se convierta en una historia de locos: un estado de ánimo que nos permite injertar todo nuevo brote del espíritu humano en el viejo y robusto tronco de las más antiguos verdades y virtudes.
La conciencia de continuidad se relaciona con el derecho del hombre a la continuidad (Jaspers): el derecho que el hombre tiene a que nadice intente separarle violentamente de sus raíces, e su pasado (ibid. 271).
En el pasado hubo individualidades que tuvieron conciencia histórica y conciencia de la continuidad y que jugaron un papel sustancial para que las crisis no se convirtieran en catástrofe y quedara la cosa en mera crisis europea (san Agustín, Beda el Venerable, san Isidoro; luego Galileo y Newton; finalmente, la continuidad se afirmó por sí misma)
Lo que en el presente puede hacer que volvamos a necesitar Isidoros y Agustines es el dogmatismo y el sectarismo, el maniqueísmo:
Que haya hombres convencidos de poder hacer una transformación tal en el mundo que coloque a éste en una nueva situación perfecta en la no quepa la necesidad de ulteriores cambios y, por otra parte, la existencia de hombres convencidos de que tal proyecto significa el total hundimiento de toda cosa buena.
6. Una oportunidad para el sentido común
La posibilidad de que el sentido común actual supere la «filosofía periodística de la historia», el milenarismo y el catastrofismo, viene dada precisamente por el hecho de que el hombre pueda hablar hoy del proceso histórico como si estuviera fuera de la historia. Esto es lo que permite evitar que los movimientos del proceso histórico nos cojan desprevenidos.
Se trata, pues, de que el sentido común logre convencer a nuestros contemporáneos de que precisamente porque la crisis actual viene precedida de otras ya no es posible tomársela completamente en serio; hay que tratarla en frío, técnicamente.
No hay sistema ideológico que gane en radicalidad al propio desarrollo histórico de la humanidad. Las organizaciones sociales caen igual que los sistemas ideológicos y científicos mientras que el hombre permanece. Sólo esta continuidad merece los sacrificios que los hombres están dispuestos a realizar (ibid. 272-274).
Finalizamos esta aproximación en la siguiente nota.
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