1º.- Dicen que hay dos relatos principales que narran la investidura fallida a la presidencia del gobierno. Uno de estos relatos culparía a Sánchez de su propia derrota: prepotencia, falta de voluntad negociadora, abulia…; el otro cargaría contra Pablo Iglesias: soberbia, ambición desmedida, exigencias desmesuradas, inexperiencia juvenil… 2º.- Dicen que hemos asistido y vamos a […]
1º.- Dicen que hay dos relatos principales que narran la investidura fallida a la presidencia del gobierno. Uno de estos relatos culparía a Sánchez de su propia derrota: prepotencia, falta de voluntad negociadora, abulia…; el otro cargaría contra Pablo Iglesias: soberbia, ambición desmedida, exigencias desmesuradas, inexperiencia juvenil…
2º.- Dicen que hemos asistido y vamos a asistir a la lucha entre estos dos relatos para ver quien persuade mejor y a más gente, en plata, para ver quién se lleva el gato al agua del electorado progresista en unas próximas elecciones.
3º.- Sin embargo, desde la segunda sesión fracasada de investidura está forjándose un tercer relato: la incapacidad de entenderse de la «izquierda», la pérdida de una oportunidad histórica, la inmadurez de la clase política española y de su total carencia de una cultura de pacto y de gobiernos de coalición.
4º.- Como la mayoría de los relatos políticos, estos a los que nos estamos refiriendo son una mezcla de crónica sesgada y cuento de hadas. No mienten completamente, pues entonces resultarían increíbles, pero no pretenden exponer la verdad, ni hacer un análisis racional de la realidad, sino «maravillarnos» y convertirnos en niños: la cuna del hombre la mecen con cuentos.
5º.- Por debajo o más allá de estos relatos, palpita otro, el más peligroso, el más insidioso, el más falso: aquel que nos pretende hacer creer que lo que realmente estaba en juego estos días era la formación de un gobierno progresista en España o, en su calificativo más rimbombante: del primer gobierno de coalición de izquierdas en la moderna democracia española.
6º.- Sin embargo la realidad, lo que en verdad se estaba jugando, el «verdadero argumento de la obra», era y es uno muy diferente. Estábamos y estamos asistiendo al intento de derrota total del bloque de cambio que surgió con la crisis económica, estalló en el 15M, tuvo sus continuidades en las marchas de la dignidad, las Mareas y múltiples manifestaciones y protestas, y trató de dotarse de estructura política organizada con Podemos, Unidos Podemos y Unidas Podemos.
7º.- Los resultados de las últimas elecciones legislativas y aún más de las municipales y autonómicas mostraron el declive y reflujo de la marea de protesta social que alimentaba al bloque de cambio en España. La ventana de oportunidad se cerraba, las esperanzas de un proceso constituyente morían, las posibilidades de una transformación progresista de la democracia demediada realmente existente en nuestro país se acercaban a cero. La operación gatopardiana Felipe VI con su remozamiento del sistema político nacido de la transición estaba siendo un éxito: la parcial pérdida de legitimidad del bipartidismo borbónico generada durante la crisis económica estaba en vías de solución favorable para los de arriba.
8º.- Este diagnóstico no se le pasó por alto ni a Sánchez y sus eminencias grises, ni a Pablo Iglesias y las suyas.
9º.- Dada esta nueva situación socio política, dada esta nueva correlación de fuerzas, lo que no iba a hacer de ningún modo el PSOE era insuflar vida a Unidas Podemos, muy por el contrario iba a tratar -y está tratando- de rematar a la coalición representante, con todas las luces y sombras que se quiera, del debilitado bloque de cambio. Un gobierno de coalición era conceder oxígeno a Unidas Podemos. Por eso la primera reacción del PSOE tras las elecciones fue el gobierno monocolor, por eso Sánchez no movió un dedo hasta una semana antes de la investidura, por eso ha puesto inconveniente tras inconveniente. Por eso no hay gobierno de coalición: porque ni al PSOE, ni a los que realmente mandan les interesa. Lo prioritario: acabar con la capacidad política de Unidas Podemos.
10º.- Pablo Iglesias se mesará los cabellos pero no se chupa el dedo. Era y es muy consciente de la situación de debilidad de su organización y del movimiento social que pretende representar. Ante el reflujo social, ante el retroceso electoral, antes la adversa correlación de fuerzas, cabían a bote pronto dos opciones: una, elaborar una estrategia defensiva con miras al largo plazo; dos, liarse la manta a la cabeza y lanzarse al ataque, en la convicción de que por un largo periodo no se iban a tener más fuerzas de las que ahora se poseían. Pablo Iglesias optó por la segunda opción y se jugó el todo o nada con su exigencia de entrar en un gobierno de coalición con competencias y ministerios. Pareció seguir la máxima napoleónica, citada por Lenin: On s´engage, et puis l´on voit.
11º.- Es esta pelea entre el bloque que auspicia la vuelta al bipartidismo y el mantenimiento del sistema borbónico como asegurador de los privilegios de los que realmente mandan, y el debilitado y menguante bloque de cambio lo que de verdad había detrás del gran paripé en torno al gobierno de coalición al que hemos asistido. El primer bloque busca la destrucción del segundo; este su supervivencia con un mínimo de relevancia política.
12º.-. En cualquier caso queda septiembre, ¿qué hacer?
13º.- En septiembre se quitará la red y los trapecistas se verán ante el vértigo de unas nuevas elecciones. No todos las temen por igual, no todos andan por el mismo alambre, no todos tienen las mismas medidas de seguridad. Algunos poseen manos invisibles en el mercado de los votos, flautistas de Hamelín entre los constructores de relatos y ángeles de la guarda mediáticos.
14º.- El que menos parece temerlas es el PSOE. Tezanos mediante, el marco electoral previsto por el PSOE es el siguiente: uno, crecimiento del PSOE; dos, bajada substancial de Unidas Podemos; tres, fracaso de C´s en el asalto de la hegemonía de la derecha; cuatro, posible aparición en la contienda electoral de Iñigo Errejón con su «Más España», lo que podría significar un golpe muy serio para Unidas Podemos; cinco, bajada de VOX; sexto, subida del PP.
15º.- Este panorama soñado por los socialistas, aunque no les daría la mayoría absoluta, tendría como principales consecuencias: primera, la pérdida de influencia de Unidas Podemos; segunda, el aval de la teoría de que el gobierno socialista es el único posible; tercera, la derrota de la estrategia de Rivera y, por ende, la posibilidad de la alianza preferida por los que realmente mandan y por el PSOE: una coalición con C´s; cuarta, la posible aparición de una izquierda «razonable y amiga» con la que se podría pactar: Íñigo Errejón, con Carmena o sin Carmena.
16º.- Por el contrario, a quien peor le vendrían unas nuevas elecciones es a Unidas Podemos. Tiene poco que ganar y mucho que perder. Ya no es solo que se quedaría probablemente con cinco o siete diputados menos, sino que corre el riesgo de patentizar ante todo el mundo su tendencia al declive, su camino a la esquina de ese tablero político que otrora aspiró a marcar, dibujar y hegemonizar, en definitiva, su conversión en la IU orillada de toda la vida.
17º.- En política son muchas las variables que cuentan y múltiples las interacciones posibles entre ellas. Por eso es fácil errar cuando se habla del futuro en el campo político. Para tratar de reducir las posibilidades de equivocarse se suele recurrir a la construcción de «escenarios», esto es, de posibles situaciones que dadas las circunstancias de «hoy» se pueden producir «mañana».
18º.- Últimos datos a tener en cuenta: el PSOE da portazo a las negociaciones de un gobierno de coalición; Unidas Podemos pide seguir negociando; IU se decanta cada vez más por un acuerdo programático; el PP descarta abstenerse, pero varios dirigentes creen que habría un debate interno si el PSOE hace una «oferta seria»; C´s sigue con lo de la «banda» en su infumable camino a Salvini y cierra España.
19º.- El escenario más probable si hay nueva investidura es la oferta de un gobierno monocolor del PSOE. Si obviamos la posibilidad de una abstención del PP o C´s, de nuevo sería Unidas Podemos quien tendría la llave para dar el ejecutivo a Sánchez. Aquí haría la aparición estelar un nuevo relato; el gobierno a la portuguesa o el acuerdo programático.
20º.- Para algunos sectores de Unidas Podemos -principalmente IU- un gobierno a la portuguesa demediada o un acuerdo programático es el «precio» que hay que poner a Sánchez por darle el voto afirmativo a su investidura.
21º.- Este planteamiento se pretende realista y se fundamenta en dos apreciaciones: una, no hay más cera de la que arde; dos, madrecita, que me quede como esté. Para los defensores de este planteamiento la correlación de fuerzas es desfavorable. Aún más: el reflujo de la marea de cambio no ha terminado y todavía puede ser mayor. Una repetición electoral no solo traería el riesgo de una abstención de la izquierda y un posible triunfo de la derecha, sino que significaría un descenso importante del peso político de Unidas Podemos. En definitiva: uno, hay que conservar como sea el actual grupo parlamentario de Unidas Podemos, cuyo número de diputados descendería ineludiblemente con una nueva cita electoral; dos, hay que aprovechar el estado de opinión entre los ciudadanos favorable a un gobierno progresista para forzar al PSOE a comprometerse con políticas de «izquierdas»; tres, hay que preservar la fuerza actual de Unidas Podemos pues ahora mismo -y parlamentariamente- aún tiene capacidad de influencia -una capacidad de influencia que se vería consolidada si se consigue un acuerdo programático-; cuatro, la no pertenencia al gobierno permitiría mantener una política de relativa independencia y una posición de crítica con respecto a las probables «veleidades» neo liberales del PSOE.
22º.- Las críticas a este planteamiento del acuerdo programático serían: una, derrotada la posición de Iglesias de un gobierno de coalición, la capacidad negociadora de Unidas Podemos frente al PSOE de cara a un pacto programático estaría muy limitada; dos, el PSOE en esta situación tendría, pues, una correlación de fuerzas abrumadora a su favor: si ya su última propuesta programática recortaba el anterior pacto de los presupuestos, ahora podría exigir más recortes en aras de Berlín, Bruselas y el IBEX; tres, la experiencia del gobierno exprés monocolor de Sánchez no alimenta la esperanza de que una vez en el ejecutivo el PSOE cumpla con cualquier acuerdo programático que se haga con él, ¿cómo se le obligaría?; cuatro, la no entrada en el gobierno no asegura la política independiente de Unidas Podemos pues siempre se podría ver atada al pacto programático y al chantaje del PSOE de que los causantes de cualquier ruptura son los miembros de la coalición morada.
23º.- Sin embargo la principal crítica que se puede hacer a este planteamiento es la misma que se puede hacer al enfoque de Pablo Iglesias: la creencia de que el PSOE busca -o se le puede forzar a buscar- en Unidas Podemos un aliado y no una muleta de quita y pon, según le convenga; de que el PSOE va a dar -o se le pueda obligar a dar- oxígeno a Unidas Podemos y no aspira a ensayar el abrazo del oso con la formación morada; de que el PSOE quiere -o se le pueda empujar a querer- una entente con Unidas Podemos y no su destrucción en aras de la vuelta al bipartidismo; de que el PSOE pretende -o no tenga más remedio que- formar un gobierno de izquierdas y no crear un ejecutivo que siga al pie de la letra y con ligero barniz social los mandatos de Berlín/Bruselas. Con el PSOE -actual- son posibles acuerdos tácticos, «puntuales» o en materias muy concretas, pero no caben acuerdos estratégicos para un cambio real del statu quo en España.
24º.- Para terminar: cualquiera que sea el escenario que se dé en septiembre, la labor primordial de Unidas Podemos debería de ser la reconstrucción del bloque de cambio en España. Reconstrucción que pasaría por: uno, la refundación de Unidas Podemos en el sentido de una organización más horizontal y participativa, que fuera estableciendo lazos orgánicos cada vez más profundos entre Podemos, IU y el resto de formaciones que la constituyen; dos, la elaboración de un proyecto de país que recogiera y diese posible solución a la multiplicidad de necesidades y problemas de la gente del común; tres, la vuelta a los movimientos, a la calle, a los centros de trabajo, a la vida cotidiana del ciudadano de a pie: política molecular para la auto organización de los de abajo.
25º.- En definitiva: abrir un «proceso constituyente» para una alternativa progresista en España.
26ª.- Y en otoño, otro estreno mundial: la sentencia del procés.
27.- Y lo anterior en el supuesto de que no haya una nueva crisis económica. Crisis que planea sobre la economía mundial y que de producirse haría saltar todo por los aires.
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