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Sobre la Unidad Popular

Fuentes: eldiario.es

Las políticas a favor de la Unidad Popular deben alejarse de coaliciones efímeras y cupulares, pero tampoco pueden expresarse a través de un único partido (Podemos). Tiene razón Pablo Iglesias cuando dice que la Unidad Popular es la unidad de la gente, la unidad de los de abajo, no una coalición de cúpulas de partidos. […]

Las políticas a favor de la Unidad Popular deben alejarse de coaliciones efímeras y cupulares, pero tampoco pueden expresarse a través de un único partido (Podemos).

Tiene razón Pablo Iglesias cuando dice que la Unidad Popular es la unidad de la gente, la unidad de los de abajo, no una coalición de cúpulas de partidos. Está en lo cierto Iñigo Errejón, cuando dice que para conseguir una mayoría que termine con el bipartidismo, capaz de aplicar políticas de cambio, se necesita ganar a una parte importante de la ciudadanía que nunca ha votado a la izquierda.

Precisamente por esas razones, las políticas a favor de la Unidad Popular deben alejarse de coaliciones efímeras y cupulares, pero tampoco pueden expresarse a través de un único partido (Podemos). No hay espacio para las coaliciones clásicas, no solo por las asimetrías entre los diferentes partidos, fundamentalmente porque no recogen toda la realidad de los de abajo, es decir, las aspiraciones de la gente movilizada y organizada de forma muy diversa. Podemos no puede recoger solo esa diversidad social, ni expresa ya de la misma manera el carácter fuertemente inclusivo con el que nació. Se ha consolidado como una estructura partidaria clásica, adaptándose mejor que otras a los cambios tecnológicos y relacionales. Ha optado por un fuerte verticalismo, tendente a favorecer una fuerte identificación social con el liderazgo de Pablo Iglesias. Tales decisiones comprometen su voluntad de ser la única expresión política de la Unidad Popular. La apuesta extrema por el liderazgo, la opción por direcciones elegidas por sufragio mayoritario, restringiendo la pluralidad, no casan bien con la realidad movilizada y plural de los de abajo.

Sin embargo, tanto Podemos, IU, y otras fuerzas políticas y sociales acertaron, y facilitaron la formación de candidaturas municipales articuladas desde pluralidades amplias, bien conectadas con la ciudadanía movilizada, con programas que reflejaban las emergencias sociales y las necesidades de la gente. Los resultados están ahí, no solo suponen el triunfo de importantes alternativas municipales a la izquierda del PSOE por primera vez desde 1978, multiplican los resultados de Podemos o IU individualmente considerados o incluso sumándolos. Los resultados, además, cumplen los justos requisitos de Iglesias y Errejón: los obtienen candidaturas sociales, autónomas de las cúpulas partidarias (aunque estas las respalden), y consiguen el apoyo de sectores sustanciales de la ciudadanía que siempre habían votado al PP y al PSOE.

Ese buen resultado se ha obtenido porque el programa de las candidaturas de Unidad Popular, ha sido capaz de expresar sencillamente las demandas de transformación radical que importantes sectores de la ciudadanía exigen: regeneración democrática, defensa de lo público, rescate ciudadano. Se ha obtenido porque la ciudadanía que se moviliza, la ciudadanía que apoya a quienes se movilizan, ha percibido a estas candidaturas como parte de ellos, con propuestas, lenguajes y prácticas que conectan con los profundos deseos de democracia e igualdad que han crecido entre la gente como reacción al saqueo económico y a la pérdida de derechos que padecemos.

¿Se pueden trasladar y mejorar estos resultados en las elecciones generales? Es necesario si se quiere levantar una alternativa política capaz de conseguir cambios profundos en el sistema de 1978. Es posible si se es capaz de abrir un proceso similar al de las candidaturas municipales de éxito en mayo. Esta posibilidad no debería frustrarse por tentaciones partidistas hegemonistas (que tampoco se corresponden con los resultados obtenidos en las elecciones regionales, por supuesto por IU, pero tampoco por Podemos).

Formar estas candidaturas de Unidad Popular, debería ser un objetivo ineludible en circunscripciones como la de Cantabria, y más de 25 similares, en las que la ley electoral restringe fuertemente la pluralidad al elegirse muy pocos diputados. Sería profundamente irresponsable no impulsar una candidatura capaz de ilusionar, capaz de multiplicar los votos obtenidos por Podemos, IU y Equo en la región, de hacer una propuesta movilizadora que disputase realmente la elección al bipartito a tres que ha malgobernado siempre Cantabria. Esta irresponsabilidad sería todavía más grande, tras verificar los malos resultados obtenidos en municipios donde se frustraron las posibilidades reales de acuerdos municipales de Unidad Popular, como Santander, Torrelavega o Camargo. Los resultados reales obtenidos, permiten suponer que de haberse conseguido candidaturas de Unidad Popular como las de Barcelona, Madrid, Zaragoza y otras, la respuesta de la ciudadanía en las urnas hubiera sido similar.

El procedimiento para la elaboración de las candidaturas sería ya un elemento fundamental de participación y movilización ciudadana. Las asambleas abiertas donde se debatirían principios y se decidirían programas, las primarias abiertas con criterios de corrección de género y pluralidad, son instrumentos que ya han funcionado y que están detrás de los resultados victoriosos de las candidaturas municipales de Unidad Popular el 24 de mayo.

Son tiempos difíciles para mucha gente que sufre las políticas injustas que benefician a los poderosos, y que pelea por mantener derechos duramente conseguidos. Pero son también tiempos de esperanza, porque la movilización ciudadana y los recientes resultados electorales, demuestran que son posibles los cambios en profundidad. La responsabilidad y la generosidad de las fuerzas políticas y sociales que deben hacer realidad el anhelo de cambio, debe estar a la altura del reto.

Fuente: http://www.eldiario.es/norte/cantabria/primerapagina/Unidad-Popular_6_428067194.html