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Socialismo, república y republicanismo

Fuentes: Rebelión

A raíz del secuestro de la revista satírica «El Jueves», se ha producido una controversia que no dejo de ver como muy interesante y que ha planteado diversos temas a la vez, de los que extraigo en mi caso y fruto de mi reflexión personal, lo que a continuación aportaré. Si bien antes y por […]

A raíz del secuestro de la revista satírica «El Jueves», se ha producido una controversia que no dejo de ver como muy interesante y que ha planteado diversos temas a la vez, de los que extraigo en mi caso y fruto de mi reflexión personal, lo que a continuación aportaré. Si bien antes y por honestidad intelectual debo manifestarme, no solo como persona de izquierdas, sino como republicano, hecho este que debiera estar implícito, pues no entiendo que alguien de izquierda, esté a favor de una jefatura de estado hereditaria y no electa, desde tiempos de la Revolución Francesa.

Pero veamos, el secuestro que nos ocupa, es en primer lugar, eso, un secuestro. Un atentado a la libertad de expresión, se mire como se mire y una herencia del franquismo, por cierto, no solo la única.

Entiendo que el fiscal y la fiscalía están para temas importantes y si no actúan como se dice a órdenes del gobierno, menos debieran estarlo a las de la familia «reinante». En este sentido, ya hay demasiados rumores y cuando el río suena… Pensemos que no es muy grave que los jueces pretendan en una democracia perseguir el pensamiento y la imprenta.

En última instancia, les va en el sueldo a los «príncipes» el aguantar críticas al igual que según varias sentencias, les ocurre a los políticos electos y electas, cuando son insultados.

Hay una segunda cuestión y es el papelón que desde opciones progresistas y socializantes, se han visto algunos dirigentes políticos con la obligación de hacer defendiendo lo indefendible o lo que es peor, hacer aparecer un partido de izquierdas con una gran tradición republicana, como un partido dinástico. Una cosa es defender y acatar la Constitución de 1978 así como el complicado proceso que condujo e ella y otra desde la izquierda declararse monárquico.

Claro que muchos aquí desde posiciones de progreso dirán que república de res publica es un concepto de filosofía política muy antiguo y que hace referencia a la conducción de la cosa pública por parte de parte de los ciudadanos/as y sus electos democráticamente independientemente de la jefatura del estado. Pues bien los romanos, padres modernos de la cosa, distinguieron perfectamente entre el imperio y la anterior etapa republicana que con muchos defectos y privilegios patricios, fue quien inició y extendió la latinidad y el derecho.

Así pues la jefatura del estado no es un tema menor, pues la inmensa mayoría de ciudadanas y ciudadanos están privados del derecho de acceder a la máxima magistratura del estado, pues esta se ostenta por herencia, sin importar mérito ni capacidad ni elección democrática. Desde el republicanismo, tampoco sería asumible la monarquía, pues la casi totalidad de la ciudadanía está privada de un derecho democrático. Disociar republicanismo y Republica sería otra mixtificación rizando el rizo para justificar una opción personal.

El republicanismo no es posible sin una política de garantías, oportunidades y medidas legales, que garanticen la igualdad y propugna una tupida malla de derechos sociales e individuales, con una defensa del estado social, a diferencia del liberalismo, al que cuestiona profundamente.

Entiendo y así lo demuestra la experiencia histórica, que en una monarquía lo más que se puede alcanzar es un status liberal, tal vez con correcciones, pero liberal. Medidas igualitarias y de profundización socialista solo son posibles en una Republica porque, insistimos, solo esta garantiza la igualdad de derechos.

Tal vez fuera más honrado decir que es lo que constitucionalmente hay por ahora y que la Constitución no se puede cambiar por urgencia y hasta que se logre pues eso, rey. Pero tampoco se puede abusar de la memoria colectiva del pueblo español para justificar todo y ahí llegamos a la Transición que ahora parece que fue la obra de tres o cuatro personas y no fruto de la lucha contra la dictadura franquista en la que obreros y universitarios fueron la vanguardia, al tiempo que gravemente enfermo el dictador, personas del propio sistema franquista y los poderes económicos vieron que para perpetuar su poder debían transigir y negociar un acuerdo con la División Acorazada Brunete y la División Mecanizada Maestrazgo como notarios, pero garantes del que todo cambie para que todo siga igual y una Resistencia Democrática harta de cárceles , exilio y clandestinidad que deseaba normalidad y legalización.

Olvidarse ahora de las grandes huelgas del metal y de la construcción, la minería, las grandes fabricas de automoción etc. etc. que acontecieron durante el periodo de 1972 al 78 (por no hablar de las ciertamente heroicas anteriores) así como de todos los movimientos vecinales, cívicos e incluso de sectores profesionales, ahora no solo es injusto, es falsear la historia, porque todas aquellas huelgas tenían un trasfondo político y todos y todas los huelguistas lo sabíamos.

Como bien reconoce Nicolás Sartorius en una publicación reciente con acierto que la Constitución de 1978 no es una carta otorgada ni un estatuto real, es una conquista del pueblo español.

Fue posible la Constitución porque las victimas de terrorismo franquista y falangista fuimos demasiado generosos y disciplinados.

Pero recordemos igualmente que en 1977-78, hasta incluso el 82, los militantes del PSOE tremolaban emocionados/as banderas republicanas y que el PSOE en la comisión constitucional defendió por coherencia la forma de estado republicana, por cierto fue el único partido que lo hizo y esto es un activo del que los nuevos socialistas debieran estar orgullosas y orgullosos.

Así que ahora, ya, bien podemos cuestionar una institución que no aporta nada a la calidad democrática y además genera tensiones, no se deja controlar en sus gastos ni por la soberanía popular en el parlamento. Un oscuro manto de silencio y ocultación cubre sus actividades privadas, que las tienen y hay un sólido tinglado de censura con la complicidad de los grandes media en torno a ella, adobado de papanatismo, peloteo descarado y poca cultura constitucional pues en la prensa rosa todavía sigue hablándose de soberanos, cuando el soberano es el pueblo. Señores fiscales eso si debiera ser delito, negar la soberanía popular.

La Republica fue una conquista revolucionaria de los pueblos y llevó a la Declaración Universal de Derechos del Hombre y del Ciudadano en lenguaje de la época. La república fue una largo ilusión de la clase obrera y clases medias ilustradas y progresistas de España, que frente a la ineficacia e inoperancia de la monarquía se conquistó en España en 1931 y le fue arrebatada al pueblo por la sangre la violencia y la traición.

La Republica si haces iguales a los y las ciudadanas igualándolos en derechos y en deberes y no hace que unos pocos puedan dominar a todas y todos aunque sea de forma capitidisminuida y simbólica pero con una fuerte carga representativa y de clase.

En última instancia, Iñaki Anasagasti tiene derecho a expresar su opinión,» El jueves» también y el que suscribe igualmente. No soy feliz porque las regatas de los «trabajadores/as» de la familia coronada, sean objeto de información diaria de los telediarios públicos como si de la ley de igualdad o de las atrocidades diarias de Irak se tratara. Me parece que la familia esa genera excesivos gastos al erario público y deforma la cultura política de los españoles y españolas, contribuye a su alienación y es una concesión más a la política espectáculo.

Acabo, ¿qué escándalo no hubiera ocurrido si al presidente del gobierno de España un grupo de ricos empresarios le regara un yate? ¿Qué hubiéramos pensado todos y todas los ciudadanos? ¿Por que al jefe del estado se le regala y no pasa nada? ¿Tan enfermos cívicos estamos? Nadie regala un yate a cambio de nada. Un rico, menos.

Carlos Martínez García es Politólogo, socio de ATTAC y Socialista.