Recientemente los estudiantes cubanos de la Universidad de Informática planteaban al presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, varias preguntas referentes a la doble moneda en ese país. Como es sabido, en Cuba coexisten dos monedas, el peso cubano y el peso convertible, éste último equivalente al dólar y con un valor de 25 pesos cubanos. La […]
Recientemente los estudiantes cubanos de la Universidad de Informática planteaban al presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, varias preguntas referentes a la doble moneda en ese país. Como es sabido, en Cuba coexisten dos monedas, el peso cubano y el peso convertible, éste último equivalente al dólar y con un valor de 25 pesos cubanos. La mayoría de los cubanos cobra la totalidad de su sueldo en pesos cubanos, mientras que numerosos productos sólo se encuentran en el mercado en peso convertible. Para intentar comprender esa situación entrevistamos a la economista Cristina Xalma, doctora en Economía Internacional y Desarrollo Económico por la Universidad de Barcelona. Está especializada en economía cubana, país en el que ha vivido durante largos periodos. Hace un año escribió el libro «Cuba: ¿Hacia dónde?. Transformación política, económica y social en los noventa. Escenarios de futuro».
A pesar de que la existencia de la doble moneda en Cuba tiene ya varios años, muchos cubanos, y por supuesto, los no cubanos, no entienden por qué es así. ¿Por qué la economía se mueve por un lado en un peso cubano, moneda en la que cobran la mayoría de los cubanos, y por otro en el peso convertible, moneda en que la se venden muchos otros productos?
El origen de esta situación está en la grave crisis económica que sufre Cuba durante la primera mitad de los noventa. En ese período confluyen dos circunstancias que dan lugar a la circulación simultánea de dos monedas con muy distinto valor. Por un lado, la crisis provoca la caída de la producción y deja sin contravalor (o respaldo) al peso cubano, que se deprecia y pierde su capacidad adquisitiva. Por el otro lado, la población empieza a recibir dólares vía remesas y turismo. La fortaleza de la divisa extranjera facilita que el dólar empiece a desplazar al peso cubano en parte de sus funciones (como unidad de cuenta y de cambio). Con el tiempo el Gobierno de Cuba empieza a emitir una moneda propia, el peso convertible, cuyo respaldo son las reservas en dólares, que paulatinamente substituye a la divisa extranjera. Al final, las dos monedas (el peso cubano débil y el peso convertible fuerte) quedan coexistiendo.
¿Qué podría haber sucedido en la economía cubana si no se hubiese puesto en marcha esa política de doble moneda?
En Cuba hubiese sido un descalabro eliminar el peso cubano y dejar que éste fuera absorbido por el dólar y por todo lo que ello implica. Hay una cuestión importante: no estamos hablando sólo de una doble moneda. La dualidad no es sólo monetaria. De hecho, cada moneda se asocia a instrumentos, parámetros y objetivos distintos: el dólar al mercado, los criterios monetario-financieros y a la maximización del beneficio económico; el peso cubano, de momento, a la planificación, los criterios materiales y a los logros sociales de la Revolución. Mantener el peso implicaba mantener determinadas formas de funcionamiento, preservar el socialismo y muy especialmente su modelo social -el sistema salarial, los subsidios y gratuidades, la libreta de suministro, el acopio a la producción…-. Aún con sus contradicciones, eliminar el peso cubano hubiera implicado eliminar una parte de la economía que no se podía eliminar sin haber desmantelado al mismo tiempo todo el sistema social. Y eso en Cuba no se podía hacer.
¿Quieres decir que si Cuba no hubiese sido un país socialista simplemente su moneda oficial sería lo que ahora es el peso convertible? ¿No había ninguna otra opción diferente?
No exactamente. Antes de aceptar la dualidad monetaria se debatieron dos opciones más: dolarizar plenamente la economía cubana o devaluar drásticamente el peso cubano. Ambas opciones se descartaron porque hubieran generado un coste social superior al de la dualidad monetaria. La primera porque hubiera implicado acabar adoptando un modelo económico neoliberal, así como la pérdida de toda autonomía en el control de la política económica nacional. La segunda (y se tomó como referencia las experiencias de la Europa Oriental, la URSS y América Latina) porque habría erosionado todavía más el poder adquisitivo de la población. De hecho, lo que el Gobierno de Cuba consideró finalmente fue que, a corto plazo y en el contexto en el que hubo de adoptarse, la dualidad monetaria generaba más beneficios que costes. Aunque imperfecta, era sin duda la mejor solución para el corto/medio plazo.
Hoy se habla de las posibilidades de la desaparición de la doble moneda o del aumento del valor del peso cubano frente al peso convertible, ¿qué piensas? ¿es viable? ¿qué sucedería si mañana se igualase el valor de ambos pesos?
Como bien ha señalado el Gobierno, la eliminación de la dualidad monetaria pasa por volver a dotar de todo su contenido y su poder adquisitivo al peso cubano: es decir, pasa por su reevaluación. Y ello sólo se logrará si se recupera la eficiencia de la economía y se crece más. Ahora bien. Por lo dicho anteriormente, un peso cubano que de nuevo sea fuerte lleva asociado un ajuste del funcionamiento del sistema socialista: hay que ver cómo se ajustarán los precios, los salarios, las subvenciones, la producción, quién producirá y cómo… Por eso ya se ha señalado que el ajuste deberá ser integral y que implicará discusiones de concepto: habrá que discutir sobre propiedad y sobre asignación e incentivos (dicho de otro modo, sobre la esencia del socialismo) para que todos los pasos que se den sirvan no para arriesgar sino para consolidar los logros sociales de la Revolución. Es esto lo que está en juego.
Un estudiante cubano le preguntaba a Ricardo Alarcón por qué debía pagar en pesos convertibles por un envase de champú si el cobraba en pesos cubanos. ¿Tú qué le responderías?
Le diría que, en mi opinión, el Gobierno cubano es perfectamente consciente de esa contradicción y que estoy convencida de que está trabajando para superarla. Que se necesitan dar pasos en la mejora de la eficiencia y el crecimiento de la economía cubana para lograr que la moneda en la que cobra su salario la mayoría de la población tenga auténtica capacidad adquisitiva. Que se es consciente que las medidas paliativas son claramente insuficientes. Pero que ya se está en el camino correcto.
Pero sigo sin entender por que en Cuba por ejemplo un envase de champú cuesta en pesos convertibles lo correspondiente al salario de tres días en peso cubano, que es lo que, creo, no comprendía ese estudiante.
Tiene que ver con la forma en que se organiza la producción para satisfacer el modelo social del que hablábamos. Intento explicarlo. La mayoría de las empresas entregan obligatoriamente parte de su producción (en acopio) al Estado, para que éste lo distribuya a la población vía cartilla de racionamiento, sistema de salud, servicios alimentarios u otros. Los gastos de estas empresas, hoy, son mayoritariamente en divisa. Sin embargo, al mantener este modelo de distribución, lo que las empresas producen (más o menos el 80%) se vende a precios subvencionados en pesos cubanos. Resultado: cuentas empresariales deficitarias. ¿Cómo se cubre el déficit empresarial? Parcialmente, con subvenciones del Estado. Pero los recursos son insuficientes. ¿Cuál es la otra opción? Que las empresas vendan parte de su producción en espacios en divisa o peso convertible a precios elevados: es decir, exporten, suministren al turismo o a las Tiendas en Divisas que hay por todo el país. Problema: como las empresas tienen tantas dificultades para rentabilizar su producción, se genera la contradicción de que esas mismas empresas no tienen capacidad para pagar más a sus trabajadores. Consecuentemente, los salarios de la población se mantienen en pesos cubanos y a unos niveles que, claramente, son insuficientes para adquirir los productos que necesitan comprar (fuera del sistema tradicional) justo en esos espacios en divisas a precios demasiado elevados.
También se habla de la falta de producción agrícola en Cuba, ¿crees que eso puede tener influencia en la política de las dos monedas?
En Cuba preocupa (y con razón) la insuficiente capacidad de la agricultura para dar total cobertura a las necesidades alimenticias de la población, así como la elevada factura que el país paga para importar lo que no se produce. Seguramente, parte de las contradicciones que enfrenta el conjunto del sistema económico cubano se manifiestan plenamente a través de la producción agrícola. Las experiencias que se están poniendo en marcha en el ámbito agrícola sirven pues a dos cosas: por un lado, a la resolución del problema inmediato de la alimentación; por el otro lado, al impulso de fórmulas de producción que luego puedan ser trasladables a todo el sistema y que sirvan para que el conjunto de la economía cubana funcione mejor, lo que incluye superar la dualidad monetaria.