Sonia Vaccaro lleva décadas estudiando y analizando al violencia de género. Psicóloga clínica, especializada en criminología y con una amplia experiencia en el estudio en la aplicación del falso Sindrome de Alienación Parental, acuñó hace casi una década el término ‘violencia vicaria’ para definir un tipo específico y extendido de violencia de género que utiliza a los hijos para seguir maltratando a las madres. Argentina de nacimiento e Italiana de nacionalidad, Vaccaro lleva más de 20 años afincada en nuestro país, donde combina el trabajo pedagógico, la investigación y la práctica clínica.
Afirma que un maltratador nunca puede ser un buen padre. Ni siquiera debería ser reconocido como padre y que se precisan medidas para que las instituciones, especialmente la justicia, deje de servir en bandeja a los hijos como una herramienta para el maltrato.
Usted acuñó el término de violencia vicaria hace casi una década. ¿Qué representa? ¿Qué es exactamente la violencia vicaria?
La violencia vicaria la defino como aquella que utiliza a los hijos para herir y maltratar a la mujeres. Es una violencia secundaria a la víctima principal que es la madre, que es en realidad a quién se quiere dañar. Lo que pasa es que utiliza el instrumento que las instituciones, incluida la justicia, le pone al maltratador en sus manos para que la ejerza, que son los hijos e hijas.
La idea surge viendo a madres a las que arrancaban a sus hijos acusándolas del falso Síndrome de Alienación Parental (SAP), algo que seguimos viendo a día de hoy. Se hace un cambio de custodia perverso a favor de un padre maltratador, que es rechazado por los hijos. Y esto se convierte en otro instrumento ofrecido al hombre para que pueda seguir maltratándola. Ya de por sí el arrancamiento de los hijos [quitárselos de forma violenta] es un maltrato.
Que el hombre fomente esa separación de los hijos ya es una primera señal de alerta porque ningún padre que quiere realmente a sus hijos desea separarlo de su madre. Que los niños griten, que lloren, que se los arrastre por el suelo o por la calle, sacándolos por la fuerza con guardias uniformados… Un padre que quiere a su hijo o su hija no hace eso. Pero aduciendo que él quiere la custodia, se permite.
Esto ya es el primer atisbo de violencia vicaria: los hijos e hijas utilizados para seguir dañando a la madre. Estamos hablando de que se trata de individuos violentos. En algunos casos han sido condenados por violencia y en otros casos no. Porque las estadísticas nos dicen que el 80% de las mujeres no denuncian y creen que pueden salir de la violencia a través del divorcio o la separación. Por tanto, sabemos que en divorcios que aparentemente son por mutuo acuerdo, existe violencia anterior.
¿Era importante nombrar esta violencia?
Sumamente importante. Gracias a que se reconoce este tipo de violencia, las mujeres cuyos hijos e hijas fueron asesinados por sus padres son consideradas hoy en día como víctimas de violencia de género. Ninguna de ellas tenía una sentencia firme de este tipo de violencia. Y además es importante visibilizarla porque está ocurriendo todos los días.
¿Es un tipo de violencia muy extendida? Parece que este término solo se usa en casos de extrema gravedad, como el asesinato de menores…
En la violencia vicaria estamos hoy como estábamos en los comienzos de la violencia de género, donde parecía que la única violencia que había era el asesinato de la mujer y el maltrato físico. Hay mucha violencia vicaria oculta que sucede todos los días. Yo estoy realizando una investigación sobre violencia vicaria pero resulta muy difícil porque no cuento con financiación para ello. Además, tampoco hay datos empíricos. Pero en otros países donde sí han sido financiadas investigaciones de este tipo, como en Reino Unido, se ve que es algo que ocurre sobre todo después del divorcio, y esto no es casual. Es decir, que hay juezas y jueces dispuestos a seguir permitiendo el contacto con los hijos y los hombres violentos.
A raíz de una amplia investigación que se hizo en Reino Unido, en ese país se modificó esta tendencia a respetar a rajatabla el derecho del pater familia, del derecho a visita y custodia compartidas. En Reino Unido, si existe sospecha previa de violencia hacia la mujer, con el simple indicio ya se toman medidas de alejamiento o de no relación de los hijos con los padres. Esto sería importante que existiese aquí, porque un 80% de las mujeres no denuncian la violencia que viven. Aquí esta medida es prácticamente inexistente. Las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) nos dicen que sólo en un 3% de los casos se suspende la custodia compartida y en un 5% el derecho de visitas. Ni siquiera hablamos de que se suspenda la patria potestad. Con lo cual me parece grave. Es exponer muchísimo a las criaturas y a sus madres.
¿Esto es algo que está yendo en aumento?
Definitivamente. Todas las investigaciones a las que he tenido acceso de diversos países en que se está investigando y sistematizando esta violencia, advierten de que se trata de un delito que va en aumento. Aquí en España no hay estadísticas y eché en falta que en la macroencuesta realizada en 2019 por el Ministerio de Igualdad no se pusiese ninguna pregunta puntual para averiguar las cifras de violencia vicaria, a pesar de que está incluida desde 2017 en el pacto de Estado contra la violencia machista. En 2017 hubo un asesinato por mes de niñas o niños durante las visitas o en el disfrute de la custodia compartida con sus padres. Por lo tanto, esto va en aumento con el otorgamiento de la custodia compartida y la defensa a ultranza del derecho de visitas de hombres violentos.
La nueva ley de infancia, ¿garantiza una mayor protección?
La ley contra la violencia en la infancia dice que el juez deberá suspender las visitas en casos de violencia de género y, si no lo hace, deberá motivarlo. Es decir, lo mismo que tenemos hasta ahora. No modifica nada. Aquí estamos hablando de ideología pura y dura, y esto es lo que debe modificarse. Se debe entender que por encima del derecho del pater familia, está el interés superior de las y los menores de edad a tener una vida libre de violencias. El hecho de que alguien sea padre biológico, no significa que sea un buen padre.
Me gustaría creer que la ley va a ser protectora, pero de acuerdo a como está redactada el juez o la jueza podrá motivar por qué no suspenden las visitas, la custodia o la patria potestad, con lo cual, niñas y niños seguirán expuestos a la violencia vicaria. Porque la ley de protección contra la violencia de género en vigor desde el 2004 ya dice puntualmente que se puede suspender al custodia e incluso la patria potestad, pero es algo que no se hace. Sólo se suspenden un 3% de las visitas. Esto es nada. Porque hay mujeres con orden de protección o cuyas parejas tienen órdenes de alejamiento que sin embargo ven cómo se mantiene la custodia compartida de sus hijos o cómo se mantiene el derecho de visita de estos individuos.
Esta violencia es una de las más anunciadas por el maltratador, que a menudo utiliza frases como «no volverás a ver a tus hijos» o «te voy a dar donde más te duele». Siendo así, ¿cómo se permite?
Cuando comienzo verla y la denomino violencia vicaria, no es por capricho mío. Estos individuos lo han dicho. Ellos dicen «te voy a dar donde más te duele». La primera frase que parece inocente por lo común es «te quitaré a los niños». Pero esa frase, analizada en profundidad, le está diciendo que esos niños para él son objetos. Porque alguien que está dispuesto a utilizar a sus hijos como amenaza es porque ya los considera cosas, objetos. Esa amenaza debería ser tomada ya como una amenaza grave. Sin embargo, y a pesar de que las mujeres lo dicen o lo denuncian, casi ni se toma en cuenta. Pero no es cualquier amenaza. El individuo dice en esa frase: estoy dispuesto a usar a los hijos porque sé que es lo que más te duele. Y no hablo de que necesariamente los vaya a asesinar. Se trata además de individuos violentos que a menudo nunca se ocuparon de sus hijos más que como elemento narcisista.
¿Cuál es el papel de la justicia en la violencia vicaria?
Hay tipos de violencia que aparecen sobre todo tras el divorcio y que tienen como factor fundamental la complicidad o participación a favor del maltratador por parte de las instituciones. Y la justicia es una institución más, que permite la violencia vicaria. La justicia tiene un rol muy importante. Porque sigue disociando un hombre violento con la mujer del rol de padre. Algo que no sucede en ningún delito. Porque todos los delitos tienen un antecedente. Por ejemplo, un abusador o violador de niños tiene un antecedente en este sentido, no se le permite trabajar con niños, aunque haya cumplido la pena. Pero a estos individuos, aunque tengan el antecedente de maltratador, se les permite estar en contacto con sus hijas e hijos como si no fuesen violentos. Esa disociación que se hace cuando se nos habla del sacro derecho romano del que viene esta justicia, está al servicio de proteger el interés superior del pater familia.
Pero un maltratados nunca es un buen padre. Un tipo violento que maltrata a la madre de sus hijos, no es un padre. Punto. Ahí no hay filiación que proteger. A un niños no le hace bien estar con un padre así. Es otra cosa. Un padre es otra cosa.
Hay quien quiere relacionar la violencia vicaria con el denominado Síndrome de Alinenación Parental. ¿Qué les diría?
Les diría que es lo mismo que comparar una vaca con una oveja. Son cosas totalmente distintas, pero sirve para resucitar al muerto de la alienación parental. Lo único que tienen en común es que son violencias contra la mujer. El llamado SAP descree las palabras y el relato de las criaturas, desvía la denuncia, porque la alienación parental surge solo en los juzgados y ante una denuncia de incesto paterno filial.
No existe casuística que diga que se diagnostica alienación parental en el campo de la clínica. Surge en el campo de la justicia. Es un disparate extremo, pero muchos se lo han creído y desvían el centro de la denuncia. Por el contrario, la violencia vicaria es un tipo de violencia de género que usa a los hijos e hijas contra la madre, porque la justicia lo permite.
Cuando le dice: «te quitaré a los niños», sabe muy bien que la está amenazando con algo que a ella no solo le asusta de modo extremo, sino que es lo que más le duele o lo que más teme. Teme más a esto que a los golpes. Y lo sabe. Por eso la amenaza con esto y no con que no te voy a dar más dinero o te quedarás en la calle, por ejemplo.