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Terrorismo blanco, rojo y Cuba

Fuentes: Radiochango

DISTINGUEN los erotólogos, expertos en la materia, entre su campo de acción y la pornografía. Pornografía es el erotismo de los otros. Los pornógrafos piensan igual, pero al revés: el erotismo del vecino es pornografía, y lo que ellos practican, erotismo. Pasa lo mismo con la lucha armada, que para unos es terrorismo, y para […]

DISTINGUEN los erotólogos, expertos en la materia, entre su campo de acción y la pornografía. Pornografía es el erotismo de los otros. Los pornógrafos piensan igual, pero al revés: el erotismo del vecino es pornografía, y lo que ellos practican, erotismo. Pasa lo mismo con la lucha armada, que para unos es terrorismo, y para los de enfrente, resistencia.

Yo, que no soy pornógrafo ni terrorista, clasificaría el terrorismo en dos clases, el blanco y el rojo. Hago constar que el calificativo de rojo procede de un deslizamiento lingüístico condenable. A los republicanos, ateos y materialistas deseosos de otro modo social, nos agrada que nos llamen rojos. Es un color soberbio, como el de la plaza Roja de Moscú (krasnaia) o del Ejército rojo (krasnui) de la Unión Soviética que en sus inicios creó Trotsky, pues rojo en ruso así se dice y equivale a magnífico, brillante, resplandeciente.

Pero salí de mi carril, y regresando a que hay terrorismo rojo y blanco, un buen ejemplo nos lo dio la semana pasada Tony Blair, al reconocer, por primera vez desde que dura la guerra de Irak, que no había previsto que sus tropas chocaran con un terrorismo tan salvaje; es decir, terrorismo rojo. El premier británico olvida que su país, con el de Bush y la España de Aznar, bombardearon y ocuparon un país cuyo Gobierno estaba reconocido por todas las instancias internacionales, causando miles de muertos y torturas sin cuento (terrorismo blanco). Cualquier órgano de difusión medianamente objetivo hablaría de grupos de resistencia.

El terrorismo blanco carece de responsables. Lynndie England, cabo o algo así del ejército de ocupación, torturadora en Abu Ghraib ( terrorismo blanco), es la única condenada por las atrocidades que se infligieron a los presos iraquíes, rojos ellos, y pagó (poco) por todos, incluidos oficiales como Ricardo Sánchez, que mandaba en las fuerzas de ocupación, y su adjunto, por no subir más arriba como se debiera.

No me voy a extender más, aunque no dejaré de citar los casos de Palestina e Israel (rojo y blanco, respectivamente) o Chechenia y Rusia (ídem). Aquí se da el caso de que Putin practicó terrorismo rojo cuando dirigía el KGB y ahora, del otro lado, lo aceptan en el club de los blancos.

Ejemplo flagrante de los colores terroristas (aunque el blanco no es color, sino ausencia de él, como la falta de responsables) nos los ofrece el libro que acaba de publicar El Viejo Topo, titulado La guerra contra el terrorismo y el caso de los Cinco : desde hace decenios, Estados Unidos lleva a cabo una agresión permanente contra Cuba, con invasiones, unos ochenta intentos de magnicidio contra Fidel Castro, atentados con cerca de 4.000 muertos, un bloqueo absoluto (terrorismo de un blanco radiante), mientras que desde hace seis años se encuentran condenados en Estados Unidos cinco agentes cubanos cuya misión era infiltrarse en los medios de terrorismo blanco americano para desenmascarar a los autores de los atentados del mismo color en la isla. Eso sin hablar de Luis Posada Carriles, uno de los terroristas más famosos en el mundo, protegido por la justicia (blanca) yanqui.

Si ustedes aceptan mi teoría de los matices del terrorismo, jueguen a descubrir toda clase de colores que pululan en el planeta: en Afganistán, Haití, apropiación del agua, contaminación atmosférica, condena del preservativo en África, rechazo del Protocolo de Kioto, etcétera, etcétera.