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Estatuilla a Taxi al lado oscuro, la historia real de un afgano torturado a muerte por soldados de EE.UU

Torturas de Oscar

Fuentes: Peace Reporter

Traducido por Gorka Larrabeiti

Entre las muchas estatuillas concedidas en la noche de los Oscar hay una más importante que las demás. Es la que ganó Taxi al lado oscuro (Taxi to the dark side) al mejor documental. Su director es el estadounidense Alex Gibnay, conocido por otro documental precioso, el de la quiebra de la Enron (Enron: los tipos que estafaron a América).

El infierno de un taxista. La cinta galardonada cuenta la historia real de un taxista afgano de 22 años, Dilawar, capturado en noviembre de 2002 por las fuerzas armadas de EE.UU y torturado a muerte en la base militar estadounidense de Bagram, al norte de Kabul. Dilawar fue detenido por pasar con su taxi por las inmediaciones de una base que acababan de atacar los talibanes. Pese a que su inocencia era evidente, a este joven lo pegaron y torturaron durante dos semanas. Lo tuvieron colgado de las muñecas al techo de una celda de aislamiento; lo apaleaban cada veinte minutos, sobre todo en las piernas e ingles. Los militares se divertían al oírlo gritar «¡Allah!». Al cabo de unos días, Dilawar no conseguía tenerse en pie. Murió colgado en su celda el 10 de diciembre, tras padecer un infarto debido a los golpes.

En la génesis de Abu Ghraib. Al frente del pelotón de interrogatorios de Bagram había una soldado de 34 años, la capitana Carolyn Wood, creadora de estas técnicas de interrogatorio. Poco después de la muerte de Dilawar y de otros prisioneros suyos, la capitana Wood, recibió una medalla al valor por su «servicio excepcionalmente digno de mérito», y en julio de 2003 a ella y a su equipo los enviaron a Irak con la misión de enseñar dichas técnicas a los carceleros de la prisión militar de EE.UU de Abu Ghraib, donde la Wood ordenó que se colgara un cartel de instrucciones que prescribía de modo detallado el recurso a las técnicas experimentadas en Bagram.

«La meta verdadera de los terroristas es hacer que las sociedades democráticas lleguen a renunciar a sus principios de libertad y justicia. En este caso han alcanzado a la perfección su misión», ha declarado el director de la historia de Dilawar. Historia que, por desgracia, es una de tantas.

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