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Trampas y tramposos de la deslocalización empresarial

Fuentes: Gara

Las empresas multinacionales han tomado la iniciativa mediática para justificar nuevas desregulaciones del mercado laboral y la mejora de su tasa de beneficios. La campaña de propaganda, jaleada por los sectores empresariales que se limitan a hacer seguidismo de las empresas trasnacionales, coincide con la ampliación de la UE a los países del este europeo […]

Las empresas multinacionales han tomado la iniciativa mediática para justificar nuevas desregulaciones del mercado laboral y la mejora de su tasa de beneficios. La campaña de propaganda, jaleada por los sectores empresariales que se limitan a hacer seguidismo de las empresas trasnacionales, coincide con la ampliación de la UE a los países del este europeo y con la necesidad de realizar reajustes laborales derivados de la apropiación de las innovaciones tecnológicas y los aumentos de productividad.

La deslocalización, que no tiene más base que la búsqueda del máximo beneficio en el menor tiempo, es un instrumento que utiliza el capital internacional para incrementar su poder en las relaciones laborales e imponer de facto el acuerdo multilateral de inversiones presentado en la OMC.

Los datos son suficientemente significativos para darnos cuenta de que, tanto a nivel europeo, estatal como de Euskal Herria, se está tratando de presionar a la baja los salarios y deteriorar las condiciones laborales como forma de apropiarse de la mayor cantidad posible de plusvalía y acabar, de una vez por todas, con los obstáculos que pueden suponer derechos y regulaciones sociales, sindicales o estatales respecto a la ubicación de las empresas, las relaciones laborales o las directrices medioambientales o conservacionistas de los recursos naturales.

Se está perdiendo empleo industrial en todos los países del mundo. El empleo en las fábricas se ha reducido en los últimos siete años en todas las regiones del planeta en un 11%, mientras que la producción global se incrementó en más de un 30%. La industria del acero de EEUU ha incrementado la producción un 30% en los últimos 20 años mientras perdía el 75% de las plantillas.

La propia OIT, en su informe de 2003, reconoce la pérdida global de empleo; el desempleo mundial es el más alto de los registrados -185,9 millones de personas- pero a la vez que esto sucedía con el empleo, la productividad creció a escala mundial un 5%, el mayor incremento en 53 años y los costos por trabajador/a cayeron un 5,8%.

Pero la pérdida de empleo industrial también se produce en países en teoría beneficiarios de la deslocalización. Hungría y Chequia, están perdiendo inversiones. Nike cerró todas sus plantas en Indonesia y en los tres últimos años se han perdido 250.000 puestos de trabajo en las empresas ensambladoras mejicanas.

El problema, por tanto, hay que situarlo en sus justos términos. No es una pérdida coyuntural de empleo fruto de las reivindicaciones salariales; es simplemente que hoy, con menos trabajadoras y trabajadores, se produce más cantidad de mercancías y que el capital exige expulsar de las empresas la fuerza de trabajo excedente para incrementar exponencialmente sus beneficios. La explotación creciente de la fuerza de trabajo lleva paradójicamente al incremento de la exclusión de los propios trabajadores y trabajadoras.

Si el problema se analiza desde la perspectiva de los costes laborales, tendremos que decir que la productividad media en la CAPV supera en 15 puntos la media de la UE. Sin dar muchos detalles, por razón de espacio, hay que decir que no es cierto que cada vez se marchen más empresas y que las razones utilizadas en la propaganda mediática para justificarlo son mentira. Los salarios en el Estado español crecen menos que en la UE, los costes laborales continúan reduciéndose, entre los años 2001, 2002, 2003 se ha producido una inversión neta de capital extranjero en el Estado español de 68.899 millones de euros.

A estos efectos perversos de la estrategia de las empresas multinacionales, hay que añadir:

La dependencia absoluta del capital industrial al capital financiero que origina, por ejemplo, que empresas como la General Motors hayan tenido en el último trimestre de 2003 unos beneficios de 901 millones de dólares de los que 834 proceden de su división financiera.

El efecto del deterioro y la pérdida de empleo se ha podido enmascarar por el creciente endeudamiento familiar. Casi el 90% del PIB, 10 billones de dólares, corresponde a deudas de las familias en EEUU. En el Estado español, por el efecto de la burbuja inmobiliaria, llega ya al 67%.

Si se pierde empleo y se crea deteriorado en los servicios, si se preccarizan las relaciones laborales y la capacidad adquisitiva disminuye, ¿quién va a consumir la ingente cantidad de mercancías que se producen por los incrementos de productividad? ¿Si la demanda interna se contrae o se produce una crisis internacional que haga subir los precios del petróleo y los tipos de interés, ¿cuántos trabajadores/as del sector de la construcción perderán su empleo, cuántas familias irán directamente a la ruina más absoluta?

Pero de los vientos de las privatizaciones del sector público, de dejar hacer al mercado a sus anchas y no disponer de políticas públicas reales para impulsar un modelo de desarrollo socialmente eficiente, vienen estos lodos. ¡Que no nos cuenten historias sobre la dureza de la negociación colectiva en congresos y comidas con la patronal!

Quienes han puesto las instituciones y los recursos públicos al servicio de los intereses del capital multinacional (infraestructuras, subvenciones, suelo, deducciones fiscales…) no tienen ninguna legitimidad para reclamar que, una vez más, se hagan esfuerzos por parte de los trabajadores y trabajadoras para apretarse el cinturón y atemperar las reivindicaciones laborales, y menos cuando no son capaces de tomar medida alguna ante la realidad o la amenaza de deslocalización.

Euskal Herría y el Estado español baten records en desempleo, en precariedad, en siniestralidad laboral y en productividad y las administraciones se limitan a levantar acta de la situación, autorizar cuantos expedientes les llegan a las manos, dar palmaditas en la espalda a los empresarios y esperar a que la bonanza del mercado nos resuelva los problemas.

Cualquier estrategia sindical de moderación salarial, concesiones en materia de tiempo de trabajo o que permita la intensificación de la explotación no va a tener ningún impacto para evitar la deslocalización si esta se produce, y sólo van a contribuir a globalizar el empeoramiento y la pérdida del empleo a escala local y global. Los datos aportados y la experiencia sindical acumulada así lo demuestran.

Frente a esta estrategia, llamadas vacías al diálogo social por parte de los empresarios no son más que recursos propagandísticos para conseguir de las administraciones una vuelta de tuerca más en la neutralización de la acción sindical, desregulación laboral, la privatización de los servicios públicos y la reducción de la protección social.

Las salidas sólo van a venir de:

­-La capacidad de la acción sindical para impulsar un discurso ideológico que explique los intereses ocultos que se esconden tras la amenaza de la deslocalización.

­-Defender la posición de clase en la disputa de la renta y el poder en las relaciones laborales y construir el Marco Vasco de relaciones laborales y protección social como mejor instrumento para defender los intereses de la clase trabajadora vasca.

-Revalorizar el papel de la movilización sindical como inversión de presente y futuro

­-Incorporar en esta estrategia sindical a todos los colectivos sometidos a la precariedad, la exclusión y discriminados por razones de sexo o procedencia.

­-Impulsar estrategias de creación de empleo y reparto del trabajo que posibilite la participación igualitaria de mujeres y hombres en el trabajo asalariado y no asalariado.

­-Recuperar el pulso sindical por la reducción del tiempo de trabajo y el establecimiento de una renta básica.

­-Impulsar y desarrollar los servicios públicos, la participación del sector público en la ordenación de un modelo de desarrollo socialmente eficiente y en la configuración de un Espacio Socio-económico autocentrado, cualificador de la fuerza de trabajo, participativo y competitivo en calidad y valor añadido.

­-Impulsar la consecución de un espacio sociolaboral europeo que garantice los derechos funda- mentales básicos en materia de empleo, protección social, la salud, la educación y la vivienda.

­-Propiciar una acción sindical unitaria a nivel europeo e internacional para hacer frente a las estrategias de las empresas multinacionales de destrucción de empleo y deterioro de las condiciones laborales.

Teniendo en cuenta todas estas cuestiones es como se puede entender mejor la lucha de las trabajadoras y trabajadores de Caballito y la actitud que ante ella demuestran gerente, empresario y administración de la CAPV.

* Txomin Lorca. Miembro del Comité Ejecutivo de LAB