Diversas medidas del Gobierno cubano intentan reordenar un sector que desde hace décadas resulta incapaz de cubrir la demanda.
Con la entrada de nuevos vehículos para la transportación pública en la capital cubana se aprecia una mejora del servicio, pero problemas organizativos y falta de control generan aún numerosas críticas ciudadanas sobre el estratégico sector.
A inicios de 2019, arribaron al país 90 ómnibus de la marca china Yutong para el reforzamiento de distintas rutas en La Habana, gracias a un crédito de 16 millones de dólares que el gobierno cubano deberá desembolsar en un periodo no mayor de 24 meses.
Lo anterior forma parte de una estrategia que ha permitido desde 2007 la compra de centenares de ómnibus en la nación asiática, con el objetivo de modernizar el parque automotor y recuperar el transporte público capitalino.
Con la llegada de piezas de repuesto, se pudo reparar además 80 buses deteriorados, por lo que ahora se cuenta con alrededor de 700 vehículos distribuidos en unas 126 rutas, dijeron autoridades.
Datos del ministerio de Transporte indican que en la capital, con una población de 2,2 millones de habitantes, se mueven a diario, como promedio, 1,4 millones de personas, de los cuales un millón lo hacen a través de medios de la estatal Empresa de Ómnibus Urbanos.
El precio del pasaje se mantiene subvencionado, con una tarifa de 0.40 centavos, en una ciudad con un salario medio de 767 pesos mensuales, equivalentes a unos 30 dólares según el canje en las estatales casa de cambio (Cadeca).
Cifras oficiales indican que en 1984 se registraron los mejores indicadores, cuando se trasladaron 4,3 millones de pasajeros diarios en la ciudad, con más de 30.000 viajes y unos 1.700 ómnibus en explotación.
Incluso entonces, existían insatisfacciones con el servicio y se podían apreciar personas colgadas en las puertas de los ómnibus, como muestran reportes de prensa escrita y televisiva.
Hoy se dispone de apenas la mitad del parque automotor para mover una población aún mayor, incluida la población flotante, estimada en centenares de miles de personas.
Un soplo de aire fresco, pero…
Ciertamente, los nuevos ómnibus permitieron optimizar y reestructurar varios recorridos. Algunos de estos buses, de tecnología híbrida (alternan diésel y electricidad), reducen el uso de combustibles y reducen los niveles de ruido, lo cual incrementa el confort.
El saldo ha sido una mayor disponibilidad de equipos, una disminución en los tiempos de espera en las paradas y con ello, menos molestias a la población.
Así lo confirmó a la redacción IPS Cuba Josefa Estévez, residente en el municipio de La Habana del Este, quien reconoció que hace tres meses resultaba «traumático» salir o regresar del barrio de Alamar, «pero ahora hay un mayor número de ómnibus, que pasan con más frecuencia y permiten ir o regresar del trabajo con mayor rapidez».
No obstante, otros capitalinos se quejan de que hubo rutas «que quedaron en igual o peor situación», como declaró Roberto González, un residente en San Agustín, en el oeste de la ciudad, quien refirió que rutas como el P-4 poseen muy pocos carros y muchos se encuentran en mal estado.
A su vez, Susana Santisteban, residente en el municipio 10 de Octubre, estima que si bien rutas como el P-12 mejoraron en las últimas semanas, el P-6, P-8 y P-9 «han mermado sus prestaciones y resulta usual esperar hasta media hora en las paradas por alguna de ellas, y eso en días laborales, porque los fines de semana resulta peor».
En las redes sociales, varios cibernautas mencionan entre otros problemas, la existencia de equipos sobreexplotados, viales en mal estado, falta de choferes y mecánicos, robo de las recaudaciones, pérdidas de neumáticos, así como la falta de disciplina y calidad en el servicio de transporte público en general.
Muchos se quejan de que asignan muchos equipos nuevos a los paraderos, pero la sobreexplotación termina por menguarlos pocos meses después.
Consideran indispensable también un mayor cuidado de los equipos por parte de las personas, pues con frecuencia muchos de los buses nuevos son objeto de actos vandálicos, fundamentalmente por adolescentes y jóvenes.
Y aunque reconocen el apoyo de empresas como Transmetro y Ómnibus Escolares, no siempre los ciudadanos lo perciben como un servicio coordinado ni constante, pues señalan que a veces vienen tres o cuatro ómnibus de forma simultánea o se les ve circular vacíos a cualquier hora por la ciudad, lo que para muchos es un síntoma de descontrol.
El gobierno se ha propuesto la importación anual de al menos un centenar de ómnibus para el mejoramiento del transporte en la capital, así como de componentes y piezas de repuesto que permitan modernizar paulatinamente el parque automotor y dotarlo de mayores niveles de disponibilidad.
Metrotaxi, un nuevo servicio
Junto con los ómnibus urbanos, el estado también adquirió en Rusia 400 microbuses de 12 plazas.
Los denominados Metrotaxis o «gacelas» se sumaron al servicio complementario que brindan los taxis y ómnibus ruteros estatales, distribuidos en 23 líneas que trasladan como promedio diario a más de 50.000 habaneras y habaneros.
Con precios que oscilan de cinco a 20 pesos (de 0.20 a 0.80 dólares) en dependencia del tramo recorrido, el experimento ha tenido una buena aceptación por parte de la población.
Carmen y Yolanda Véliz, dos hermanas jubiladas y residentes en el municipio de Centro Habana, quienes deben desplazarse para asistir a consultas en algunos hospitales de la barriada de El Vedado, indicaron que «resulta una opción adicional para quienes deseen moverse de manera más rápida y con mayor confort».
Según Miguel Serrano, «si bien mi salario no me permite montarme en un metrotaxi todos los días, se agradece que estén disponibles, pues el servicio de ómnibus urbanos resulta inestable y muchos de los almendrones (taxis privados con recorrido fijo) están poniendo precios prohibitivos».
Precisamente, muchos ciudadanos advierten en este proceso de inversiones estatales, parte del pulseo que desde el año pasado mantiene el Gobierno con los transportistas privados, a fin de minimizar la crisis generada por las medidas que buscan reordenar el sector y limitar las ganancias de los particulares.
Varias normativas sustentan este proceso: dos normas del ministerio de Finanzas y Precios (195/2018 y 197/2018, el acuerdo 99 del Consejo de la Administración Provincial, y las resoluciones 174 y 175 de 2018 del ministerio de Transporte, las cuales entraron en vigor el 8 de octubre último.
A ello se sumaron las nuevas normas para el Trabajo por Cuenta Propia, publicadas en la Gaceta Oficial No. 35., vigentes desde el 7 de diciembre.
Tal reordenamiento estuvo acompañado de amenazas sobre posibles manifestaciones de los transportistas autónomos, que se tradujeron en una especie de «huelga silenciosa» al dejar las vías semidesiertas en el último mes de 2018, poniendo en mayor evidencia las insuficiencias del transporte público.
Según cifras de la Dirección General de Transporte de La Habana (DGT), durante 2018, el 27 por ciento del total de pasajeros estimados en la capital cubana utilizaron servicios de transportación privados.
Antes de que entraran en vigor las nuevas regulaciones, 6.675 porteadores particulares (con medios para entre cuatro y 14 pasajeros) tenían licencias para operar. De ellos, a más de 2.300 se les retiró el permiso por distintas causas. Los restantes debieron renovar sus licencias según las nuevas normas.
A inicios de marzo, la directora adjunta de la DGT, Maribel Poulot, reconoció que hasta el momento se entregaron 2.316 licencias, alrededor de la mitad de las que antes existían.
Algunos usuarios consideran que numerosos «boteros», al acogerse a la modalidad libre, han encarecido «demasiado» los pasajes, con precios que no muchos pueden pagar, por lo cual respiraron con cierto alivio al iniciar el servicio de metrotaxis, junto con los ya existentes ómnibus ruteros y taxis de cooperativas.
Pero a pocas semanas de iniciada la experiencia, cientos de foristas en redes sociales y en el portal de noticias Cubadebate consideraron un «sinsentido» autorizar a los nuevos microbuses a trabajar parte del tiempo como ruteros y luego como taxis libres, mediante el mecanismo de oferta y demanda, creando confusión, malestar y disímiles irregularidades.
Incluso, la televisión y medios de prensa estatales han dedicado importantes espacios al análisis de este problema en días recientes.