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Visita de Bush a Oriente Medio

¿Triunfo de la forma sobre el contenido?

Fuentes: Global Research

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

La visita que el Presidente Bush realizará a Oriente Medio durante esta semana mostrará de una vez por todas que el statu quo sigue perdurando a pesar del intento de validar el viejo dicho de que una imagen vale más que mil palabras. En este caso, la imagen llega siete años tarde.

En sus apariciones públicas, la administración Bush proclama que apoya «la hoja de ruta hacia la paz». Con sus 2218 palabras, en esa «ruta» no aparece mención alguna a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional. Pero aún con todas esas carencias, pide la congelación total de cualquier actividad que implique la creación de más asentamientos, incluido el supuesto «crecimiento natural». Pero, sencillamente, Israel se niega a acatar eso. Bush envió una carta para asegurar a Israel que algunos asentamientos quedarían exentos de esa exigencia y que permanecerían bajo soberanía israelí cualquiera que fuese el acuerdo final a que se pudiera llegar. Con ese acto, el mismo Bush se cargó su propia «hoja de ruta». No es sorprendente que la política estadounidense haya evolucionado desde la definición de los asentamientos como ilegales a «obstáculos», a «inútiles», para llegar finalmente a barrios judíos que seguirán formando parte del estado judío.

El gobierno estadounidense ha demostrado un gran interés en conseguir que a lo largo y ancho del mundo la democracia sea reconocida ahora como el mayor campo de cultivo para promover dictadores, violencia y terrorismo (ya sea practicado por individuos o por el mucho más mortífero terrorismo de estado). Veamos, la organización Hamas salió vencedora de unas elecciones celebradas en los territorios ocupados palestinos que esa misma administración estadounidense apoyó. En vez de presionar a Israel para que cumpliera con el Derecho Internacional (una acción que habría ayudado verdaderamente a fortalecer a las fuerzas moderadas en Palestina), Bush prefirió presionar a Abbas para que se enfrentara militarmente con Hamas y así incrementar su ya grave antagonismo con EEUU y su estado clientelista Israel.

En prosecución de esta política, cuando Bush visite Ramallah para reunirse con Abbas, la ciudad se encontrará bajo toque de queda, en medio de un virtual estado de sitio policial según las instrucciones dadas a la policía palestina. Los detalles exigidos por la seguridad de Bush conminaban para que no hubiera ni siquiera manifestaciones pacíficas a la vista. La Ministra de Asuntos Exteriores israelí [Tzipi Livni], hija del terrorista que supervisó el bombardeo del Hotel King David, se mostrará jovialmente encantada con la determinación de Bush de combatir el «terrorismo islámico». Bush mirará hacia fuera desde ese mismo hotel y verá un muro que el Tribunal Internacional de Justicia ha declarado ilegal. Muchos de los funcionarios que acompañan a Bush fueron escogidos de entre los expertos y miembros de lobbys que apoyan a Israel (Clinton no lo hubiera hecho mejor) para que no pueda escuchar la historia que guarda ese hotel.

Considerando lo anterior, todas las posibilidades de fotos en la Jerusalén ocupada no conseguirán nada más de lo que ya consiguieron las de Annapolis, es decir, ni siquiera la esperanza de un cambio de política una vez que Bush deje el poder. No obstante, resulta cada vez más patente el declive de la capacidad estadounidense a la hora de influir en los acontecimientos del planeta (incluso se manifiesta en el valor a la baja del dólar estadounidense). Hay una ruta obvia y mucho más honesta hacia la paz, la seguridad y la prosperidad económica para todos (palestinos, israelíes, estadounidenses, iraquíes, etc.): el Derecho Internacional y los Derechos Humanos.

Israel es el único país en el mundo que concede derechos automáticos (ciudadanía, tierra, hogar, subsidios), a los miembros de una religión particular, incluidos sus conversos, mientras niega la ciudadanía a los cristianos y musulmanes nativos que fueron étnicamente limpiados. Los dirigentes mundiales que han logrado liberarse de las presiones del lobby de Israel han reconocido ese sistema por lo que es: Apartheid. Los israelíes utilizan actualmente el término hafrada (segregación) para describir su programa. El Presidente Carter escribió un libro titulado «Palestine: Peace, not Apartheid«. El arzobispo Desmond Tutu escribió: «En nuestra lucha en aras de la paz y la justicia en Sudáfrica tuvimos que aprender a decir y escuchar duras verdades. Nuestra experiencia debería animar a todos los que luchan por la justicia y la paz en Tierra Santa. Mis visitas a los Santos Lugares me han hecho recordar muchas cosas de Sudáfrica: el apartheid ha vuelto, completo, con el «Muro de Separación» y los bantustanes. Parece que la historia se repite a sí misma».

Se está creando un creciente movimiento internacional de boicot, retirada de inversiones y sanciones (BDS, en sus siglas en inglés) que, junto con la expresión de la verdad, logrará triunfar, al igual que hicimos cuando conseguimos cortar el apoyo estadounidense al apartheid de Sudáfrica. Israel se verá entonces obligado a evolucionar hacia una democracia en la que haya igualdad para todos (judíos, cristianos, musulmanes, etc.) y hacia el cumplimiento del Derecho Internacional, incluido el retorno de los refugiados palestinos a sus tierras y hogares. Esta es la única vía para conseguir que permanezca una cultura hebrea e israelí operativa mientras se remedia la injusticia cometida contra el pueblo nativo.

Muchos medios de comunicación, influenciados por intereses especiales, se dedicaron a apoyar a los candidatos favorables a Israel mientras ridiculizaban a aquellos que pedían un cambio real en la autodestructiva política exterior estadounidense (por ejemplo, Ron Paul, Dennis Kucinich). Todavía no está claro si el nuevo Presidente continuará por la misma senda. Cada vez hay más ciudadanos que son conscientes de la devastación causada por la estrategia alternativa (desde el 11-S al caos en Pakistán). La presión ciudadana sobre todos los partidos políticos fue lo que consiguió acabar con la guerra de Vietnam, lo que puso fin al apoyo estadounidense al apartheid de Sudáfrica y lo que hizo avanzar los derechos civiles. Es ya hora de recuperar nuestro país.

El Dr. Qumsiyeh es un palestino-estadounidense cristiano que ha dado clase en las facultades de las Universidades de Duke y Yale. Es autor del libro: «Sharing the Land of Canaa: Human Rights and the Israeli/Palestinian Struggle». Su página en Internet es: http://qumsiyeh.org

Enlace con texto original en inglés:

http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=7748