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Un análisis de Vox: Causas de su éxito, naturaleza de su programa, estrategias de crecimiento

Fuentes: Rebelión

Las condiciones que permitieron la transformación de Vox en un actor político relevante En el otoño de 2017 todas las miradas estaban concentradas en España en el desafío independentista que se desarrollaba en Cataluña y que amenazaba con romper el Estado español y dar lugar a un nuevo Estado mediante una independencia unilateral. Mientras, España […]

Las condiciones que permitieron la transformación de Vox en un actor político relevante

En el otoño de 2017 todas las miradas estaban concentradas en España en el desafío independentista que se desarrollaba en Cataluña y que amenazaba con romper el Estado español y dar lugar a un nuevo Estado mediante una independencia unilateral. Mientras, España era, hasta ese momento, una de las pocas excepciones en Europa a la extensión de partidos de la derecha radical populista y xenófoba (DRPX). Parecía que los elementos que utilizaba esa derecha radical para crecer en Europa – inmigración, rechazo a las elites, antiglobalización o anti-cosmopolitismo, antifeminismo, etc. – no servían en España para impulsar el crecimiento de un partido de ese tipo. Efectivamente, como se demostraría un año más tarde, en España faltaba un ingrediente propio que condensase esos elementos para impulsar una derecha radical fuerte, ese elemento iba a ser el conflicto catalán que estaba provocando una reactivación del nacionalismo español que, aunque se estaba expresando con bastante espontaneidad, como con la aparición de innumerables banderas españolas en los balcones como reacción al espectáculo de esteladas en Cataluña, sin embargo nadie detectó que podría canalizarse hacia la extrema derecha.

La respuesta al nacionalismo catalán exacerbado, orientado al desafío de una secesión unilateral, parecía ser la conformación del bloque constitucionalista entre el PP, PSOE y Ciudadanos que hizo posible la respuesta a la declaración unilateral de independencia de octubre de 2017 con la aplicación durante dos meses del artículo 155 de la Constitución. Esto podía leerse como una respuesta en forma de nacionalismo español moderado al nacionalismo excitado catalán bajo la forma de una defensa de la Constitución. De manera que podía concluirse en aquel momento que la respuesta al nacionalismo virulento catalán era un nacionalismo moderado y constitucionalista español. Pero era un espejismo que no leía correctamente las tendencias de fondo. Se estaba incubando también un nacionalismo español reaccionario irritado por el desafío catalán sin fin, que necesitaba un partido que le recogiese y que le sirviese de vehículo para poder expresase en las urnas

Las primeras elecciones que tuvieron lugar después de alcanzado el clima del conflicto en el otoño de 2017, fueron las elecciones andaluzas de un año más tarde, en diciembre de 2018. Contra todo pronóstico se produjeron dos novedades impactantes, la primera fue que el socialismo andaluz perdió un poder que había venido manteniendo en Andalucía desde las primeras elecciones democráticas con la transición; la segunda, fue la aparición por primera vez también desde la transición de una potente extrema derecha electoral, Vox, que consiguió un 10,97% de votos (395.978) y se convertía, así, en un aliado indispensable de la derecha para desalojar al PSOE del poder en Andalucía.

En el año que había transcurrido entre el clímax del desafío secesionista y las elecciones andaluzas habían sucedido algo que puede ayudar a explicar el repentino éxito electoral de Vox. Había tenido lugar una moción de censura contra el gobierno de Rajoy el 1 de junio que supuso que el gobierno pasó a manos del PSOE. En sí, este hecho tampoco podría ayudar mucho a explicar el ascenso de Vox, pero sí la circunstancia de que el nuevo presidente Pedro Sánchez fuese elegido gracias a los apoyos parlamentarios de los partidos secesionistas, ERC y PDeCAT. A los ojos de cualquier observador era evidente que los mismos partidos que unos meses antes violaron las leyes y la Constitución y pretendieron romper el Estado democrático aparecían ahora como elementos clave para decidir qué gobierno podía haber en España.

Visto con la distancia temporal de más de año y medio es evidente que tanto el PP como el PSOE cometieron dos errores importantes que facilitaron la ruptura de un bloque constitucionalista que debería tener dos objetivos que cumplir. El primero, ya lo hemos señalado, sería evitar una exacerbación de un nacionalismo español, que se expresaría en clave reaccionaria, manteniendo ese nacionalismo en un terreno moderado y constitucionalista frente al radicalismo nacionalismo catalán. El segundo objetivo sería una consecuencia de lo anterior, si se mantenía el nacionalismo español en el terreno de la moderación y la constitucionalidad se bloqueaba la posibilidad de su exacerbación y utilización por partidos ultranacionalistas de extrema derecha.

El primer error lo cometió el PP, este partido estaba tocado con la sentencia de la Gürtel que lo condenaba por corrupción y debía, por higiene democrática, dejar el poder. Había dos posibles salidas, la convocatoria de una elecciones que, según las encuestas de aquel momento, las ganaría Ciudadanos, o una moción de censura, que solo podría plantearla el PSOE, a pesar de su débil minoría parlamentaria, 84 sobre 350 diputados. El inmovilismo del PP pensando que el PSOE no conseguiría los apoyos necesarios para una moción de censura le llevó a rechazar la convocatoria de elecciones. La moción siguió adelante y los secesionistas se convirtieron en la clave del cambio de gobierno. El segundo error lo cometió el PSOE, no tanto por haber aceptado los votos gratuitos de los independentistas, como por posteriormente entrar en negociaciones con ellos con objeto de conseguir estabilizar su gobierno minoritario. Inevitablemente se erosionaba gravemente el bloque constitucionalista, lo que originaba un desplazamiento del nacionalismo español hacia posiciones más radicales, como se demostró en las elecciones andaluzas de seis meses más tarde.

A principios de 2019 el gobierno del PSOE se vio obligado a convocar elecciones como consecuencia de no haber cedido a las exigencias de los independentistas para aprobar los presupuestos. Esta convocatoria electoral se hizo en base a cálculos electorales que le darían, como así fue, un importante ascenso electoral al PSOE que le evitase tener que depender del independentismo. Esta situación se sumaba a otra de tipo judicial, se iniciaba el juicio a los líderes secesionistas en prisión provisional, entre ambas se trasmitía la imagen de que se respetaba el marco legal, inicio del juicio, y constitucional, rechazo socialista a las exigencias independentistas para mantener el gobierno. El resultado era un encauzamiento del nacionalismo español hacia posiciones más moderadas, tal como se tradujo en los resultados electorales de abril de 2019. El PSOE efectivamente dio un salto electoral, de 84 a 123 diputados, especialmente a costa del descenso de UP y, lo que más interesa a efectos de este trabajo, las expectativas de Vox se desinflaron y aunque consiguió una representación importante, 24 diputados, quedó lejos de las expectativas creadas y de convertirse en un actor político más determinante.

En ese interregno que va de las elecciones andaluzas a las elecciones legislativas de abril de 2019 Vox se centró en dos estrategias para consolidar la posición alcanzada y poder avanzar. La primera consistió en evitar ser sometido a un cordón sanitario como, por ejemplo, está sometido el FN (ahora RN) de Le Pen en Francia, y la derecha se lo puso fácil en este sentido, necesitaba a Vox para gobernar en Andalucía y aceptó la alianza con la extrema derecha sin ningún complejo. La segunda consistió en buscar publicidad continua y para ello que mejor que presentarse como parte de la acusación popular en el juicio contra los líderes independentistas iniciado en febrero de 2019 y finalizado en octubre del mismo año, teniendo de esta manera durante ocho meses una tribuna en la que aparecer diariamente en los medios como acusación contra los independentistas.

De manera que cuando se celebraron la parte central del ciclo electoral que se desarrolló entre diciembre de 2018 y noviembre de 2019, y que comprendió elecciones legislativas, europeas, municipales y autonómicas, Vox tenía una importante tribuna propagandística y había conseguido evitar el cordón sanitario y ser aceptado como socio político para conseguir el gobierno de Andalucía pero, a su vez, la excitación del nacionalismo español en clave reaccionaria se había atenuado por el juicio que se celebraba y por la firmeza del gobierno socialista frente a la exigencias independentistas. Y ese conjunto de factores se hizo notar en los resultados de las distintas elecciones celebradas entre abril y mayo.

Para situar correctamente los resultados de Vox hay que recordar que antes de diciembre de 2018 era un partido absolutamente marginal, sin representación política en las instituciones. Así en el ciclo electoral de la primavera de 2019, la extrema derecha consolidó su presencia institucional y se convirtió en un actor político que abandonaba la marginalidad. Se acabó la excepción española en este sentido. Los 24 diputados y 10,26% de votos obtenidos representaron un salto importante, sobre todo teniendo en cuenta que en 2016 obtuvo el 0,2% de votos. Este resultado en las legislativas fue mucho más modesto aún en las elecciones de un mes más tarde, en las europeas obtuvo un 6,2% y 4 de los 59 eurodiputados que terminaros correspondiendo a España, en las municipales fue aún más mediocre, un 2,9 % y 529 concejales sobre 67121 totales, y en las 15 elecciones autonómicas sus resultados fueron desiguales, desde un 1,29% en Navarra a un 22,37% en Ceuta, estando la media en torno a un 7%.

De manera que había conseguido presencia en once de los parlamentos autonómicos y en algunos se convertía, como pasó en Andalucía, en una fuerza necesaria para que la derecha formase gobierno, especialmente en Madrid y Murcia.

El ciclo electoral parecía cerrado y con ello quedaban congeladas por cuatro años las posiciones de Vox, pero la izquierda estatal y el conflicto catalán le ofrecerían a Vox una nueva oportunidad para dar otro importante salto en representación siete meses más tarde. La izquierda española cometió en esos meses uno de los más graves errores que se recuerdan y del que aún no se han derivado todas las consecuencias. Con 123 diputados del PSOE y 42 de UP cabía la posibilidad de un gobierno progresista en alguna de las dos modalidades, una coalición de gobierno entre ambos partidos, exigencia de UP, o un gobierno socialista apoyando externamente por UP, exigencia del PSOE. Pero la cerrazón de los líderes de ambos partidos terminó llevando a la imposibilidad de ese gobierno y la repetición de las elecciones legislativas.

Las elecciones se celebraron el 10 de noviembre, unos días después de dictarse sentencia por el juicio a los líderes independentistas que les condenaba a importantes penas de prisión, especialmente por el delito de sedición. La respuesta de las organizaciones secesionistas a dicha sentencia alcanzó una gran virulencia en las calles de Cataluña con escenas de gran violencia en las calles de las principales ciudades e infraestructuras de transporte, transmitiendo la imagen de un independentismo violento e impune que, además, era apoyado oficialmente desde las instituciones de autogobierno.

De manera que una situación así, justo unos días antes de celebrarse las elecciones legislativas, no podía por menos que volver a excitar una reacción del nacionalismo español en su clave más reaccionaria, lo que se tradujo en un fuerte ascenso electoral de Vox que pasó de los 24 diputados y 10,26% de votos obtenidos en abril a los 52 diputados y el 15,1% de votos en noviembre, es decir, más del 50% de crecimiento en votos y más del doble de representación parlamentaria. Se mostraba, una vez más, la clara correlación entre el conflicto catalán y el ascenso de Vox. Si a Rajoy se le llegó a acusar de ser una fuete de creación de independentistas por sus comportamientos, de la misma manera se puede decir que el secesionismo es la fuente principal en el crecimiento de la extrema derecha en toda España. Pero si la causa principal del crecimiento ultraderechista era el radicalismo del nacionalismo catalán, fue el grave error de la izquierda, señalado anteriormente, de no alcanzar un acuerdo de gobierno y repetir las elecciones en noviembre el que propició que Vox diese ese espectacular salto electoral que le convirtió en la tercera fuerza parlamentaria en España.

La DRPX se centra en las batallas culturales y políticas combatiendo la hegemonía de los valores progresistas

Aún compartiendo Vox el ultranacionalismo con otros partidos de la DRPX europeos, sin embargo este factor juega un peso mayor en Vox que en aquellos, en los que la anti-inmigración suele ser el factor principal utilizado para crecer. No obstante, si comparten este factor y otros temas comunes como el rechazo al feminismo, la homofobia, la defensa de la familia tradicional, el anti-elitismo, el anti-cosmopolitismo, la ley y el orden, etc. En el tema económico contienen una mezcla contradictoria de neoliberalismo y proteccionismo, rechazo de los impuestos y protección de los trabajadores e industrias nacionales.

Debido a esa mezcla contradictoria en el plano económico se muestran más seguros y beligerantes en las batallas de tipo político y cultural, representando claramente una reacción contra la extensión de los valores tolerantes, abiertos y progresistas que a partir del mayo del 68 se extendieron por las sociedades occidentales. De alguna manera se puede decir que se produjo una convergencia y concentración de las luchas en el terreo político y cultural entre la izquierda y la derecha radical en sus distintas variantes.

Desde decenios antes del hundimiento del socialismo real ya la izquierda de los países desarrollados de occidente fueron trasladando sus principales batallas al campo político y cultural, al campo de la superestructura en términos marxistas. Este fenómeno se evidenció incluso antes en la corriente de pensadores conocida como marxismo occidental en los decenios de 1920-30. La razón de este basculamiento era en principio la ausencia de condiciones objetivas para intentar llevar a cabo revoluciones socialistas, condiciones que se fueron haciendo aún más desfavorables conforme se desplegaba el Estado de Bienestar y la cultura individualista y consumista, y que se agravaron más aún con la imagen de fracaso del socialismo real y, después, con su hundimiento. Privada de posibilidades de transformación socialista y aislada de una clase obrera cada vez más interesada en negociar su posición en el seno del capitalismo y no en su superación, la izquierda en general trasladó sus batallas al terreno cultural y político, lo cual recibió un gran impulso a partir del mayo del 68. En este sentido el principal teórico al que recurrió la izquierda marxista fue Gramsci, arrinconando a los otros teóricos al no encontrar que sus aportaciones sirviesen en el nuevo campo de batalla.

No cabe duda de que estos valores progresistas, no necesariamente socialistas, fueron expandiéndose ampliamente por las sociedades occidentales para alcanzar la hegemonía frente a los valores más conservadores y tradicionales de la derecha que fueron progresivamente arrinconados. De esta manera, el renacimiento y auge de la derecha radical no se realizó a finales del siglo XX, y se reforzó ya a inicios del siglo XXI, como una respuesta de la burguesía ante el temor a una situación revolucionaria comunista, como fue el caso de la década de 1930, está vez esa reactivación y crecimiento fue una reacción en el plano cultural y político ante la extensión de los valores progresistas en esos campos.

El fenómeno del fascismo clásico en la década de 1930 era un fenómeno revolucionario frente a una amenaza revolucionaria en la que también concurrieron otros elementos como, por ejemplo, la humillación nacionalista sentida en Alemania por el Tratado de Versalles. Pero ahora el fenómeno de la derecha radical en sus diferentes expresiones es una reacción ultranacionalista contra la hegemonía de los valores progresistas, y también contra la globalización cosmopolita que homogeneíza culturas, facilita grandes migraciones de culturas diferentes, y allana las condiciones para introducir la competencia económica mundial en cada país. La izquierda hoy no enarbola programas revolucionarios que atemoricen a la burguesía, y el sistema capitalista no está sometido a desafíos provenientes de otros sistemas socioeconómicos. La izquierda defendiendo sus valores progresistas, y la derecha radical intentando sustituirlos por otros tradicionalistas y nacionalistas, plantean proyectos socioeconómicos que se despliegan en el seno de los parámetros capitalistas y no pretenden sustituirles.

El programa ultranacionalista, neoliberal y reaccionario de Vox

Vox es un ejemplo del modelo de propuestas que plantea la DRPX que, por otro lado, tiene importantes variantes en su seno. Es lo que analizaremos a continuación tomando en consideración tanto el propio programa de Vox como algunas de sus actuaciones a partir de su conversión en un actor político relevante con ocasión de los resultados de las elecciones andaluzas.

Su programa tiene seis importantes bloques de propuestas cuyas orientaciones son las siguientes: En primer bloque está dedicado a defender un ultranacionalismo español reaccionario frente a los desafíos de los nacionalismos radicales periféricos, éste es el punto más diferenciador de Vox en relación con otras expresiones políticas de la DRPX europea cuyos países no están sometidos al desafío de nacionalismos periféricos como en el caso de España. En este apartado podemos encontrar propuestas como la suspensión de la autonomía catalana; la ilegalización de partidos y asociaciones que pretendan destruir la unidad de España; la máxima protección jurídica a los símbolo nacionales; la defensa de la lengua española; transformar el actual Estado autonómico en otro unitario; y suprimir los conciertos económicos vasco y navarro.

El segundo bloque contiene las propuestas relacionadas con la lucha contra la inmigración y la defensa de la cultura tradicional, aquí se sitúan propuestas como la deportación de los inmigrantes ilegales o los legales que hayan cometido algún tipo de delito; endurecimiento de penas contras las mafias de la inmigración y también contra las ONGs que ayuden a los inmigrantes ilegales; acabar con los efectos llamada, el comercio callejero de los inmigrantes y las formas de legalizar las situaciones de los ilegales; mayores exigencias para adquirir la nacionalidad; exclusión de los inmigrantes ilegales del acceso gratuito a la sanidad; aceptar inmigrantes en función de las necesidades de la economía española; publicar datos sobre la nacionalidad y origen de los delincuentes; suspender el espacio Schengen y reforzar las fronteras, especialmente las de Ceuta y Melilla. En la defensa de la cultura tradicional se encuentran su propuestas islamófobas, como el cierre de mezquitas y expulsión de imanes radicalizados, o excluir la enseñanza del islam en la escuela pública.

El tercero de los bloques son las medidas contra los valores progresistas que se han extendido por la sociedad, como la derogación de la ley de violencia de género; la supresión de subvenciones a organismos feministas; la supresión de las cuotas por género en las listas electorales; protección de la familia natural reconociéndola como una institución anterior al Estado, apoyo y promoción de las familias numerosas y todas una serie de medidas destinas a apoyar a las familias españolas; rechazo del aborto; acabar con las subvenciones públicas a partidos y sindicatos; suprimir de la sanidad pública prestaciones como el cambio de sexo o el aborto; o la derogación inmediata de la ley de memoria histórica.

En el cuarto bloque podemos incluir las medidas de ley y orden, y de defensa de un modelo conservador y tradicionalista de sociedad, entre cuyas propuestas se encuentran facilitar a los padres la libre elección de la educación de los hijos, e instaurar el Pin parental para actividades escolares con contenidos éticos, cívicos, sociales o sexuales; defensa de la tauromaquia y de la caza, así como fomento de las manifestaciones folclóricas y tradiciones dentro de la óptica de la Hispanidad; restauración de la cadena perpetua para delitos de terrorismo y otro graves; supresión del jurado popular; supresión del Tribunal Constitucional pasando sus funciones al Tribunal Supremo; o legitimar la utilización de la fuerza propia en la defensa del hogar.

En el quinto bloque podemos incluir un compendio de propuestas económicas y sociales en el que se puede apreciar que es el más contradictorio de todos ellos, entre los puntos propuestos se pueden hacer tres apartados diferentes. En el primero, y sin duda el más importante, encajarían las medidas de tinte neoliberal con tendencia a reducir al Estado a su expresión mínima, como son la drástica reducción del gasto público, centrado especialmente en el adelgazamiento de la burocracia, lo cual se centra en la supresión de las comunidades autónomas y la fusión de ayuntamientos, dentro de su filosofía unitaria y centralista del Estado; una rebaja radical del impuesto sobre la renta con la aplicación de un tipo único; reducción del impuesto de sociedades; supresión del impuesto sobre patrimonio y sucesiones; liberalización del suelo; y un nuevo modelo mixto de pensiones (de capitalización y reparto). Este conjunto de medidas, de ser llevadas a la práctica, supondrían realmente el desmantelamiento del Estado de Bienestar, además del autonómico. En el segundo apartado se encontrarían algunas muy pocas medidas proteccionistas, como conseguir la autosuficiencia energética de España, o fomentar la reindustrialización. En el tercero se encuentran las medidas sociales, como son amplios beneficios fiscales para las familias numerosas; menos impuestos en la factura de la luz; apoyo a la contratación de trabajadores españoles, y a los trabajadores mayores en desempleo o de larga duración; un sistema de becas generoso; o eximir del IRPF a las pensiones contributivas. Es decir un ligero populismo para enmascarar un programa neoliberal, por lo demás incoherente y deslavazado. Como apuntábamos el objetivo neoliberal de Vox es desmantelar, sin mencionarlo, el Estado de Bienestar, ofreciendo como señuelo los apoyos económicos y sociales a las familias tradicionales y españolas.

Finalmente, es necesario referirse a otra serie de puntos en los que se expresan la tendencia ultranacionalista y populista, y la concepción de otro tipo de UE, como son la reivindicación de la devolución de Gibraltar; la promoción de las gestas y hazañas de los héroes nacionales; la política de defensa orientada a la protección autónoma de España; anteponer las necesidades de España y los españoles a los intereses de oligarquías, lobbys u organizaciones supranacionales; recuperar la soberanía nacional en la aplicación de las sentencias de los tribunales españoles evitando el amparo de los organismos europeos; apoyar los esfuerzos del grupo de Visegrado para trasformar la UE en cuanto a fronteras, soberanía nacional y defensa de los valores de la cultura europea; reducción del gasto público europeo; o sustituir la participación en organismos supranacionales por relaciones bilaterales en las relaciones internacionales.

Todo ello es un compendio de medidas similares a la de otros partidos de la DRPX europea o de la ola reaccionaria mundial en ascenso. Concepción etnicista del nacionalismo y compartimentación de culturas, rechazando el multiculturalismo; regreso a valores sociales tradicionales con una visión de la familia encuadrada en una clásica estructura patriarcal, dónde el modelo más claro puede ser el del gobernante PiS en Polonia; defensa del neoliberalismo enmarcado en una visión desglobalizadora a imitación de Trump; políticas de ley y orden en la línea de toda la DRPX europea; y reconfiguración de la UE como sostienen los países del grupo de Visegrado y otros.

De ello no se desprende que el objetivo sea un Estado autoritario tal como se han conocido históricamente o una cancelación de la democracia como régimen político, pero si unas transformaciones profundas que darían lugar, como ya ocurre en Hungría o Polonia, a lo que se denomina un modelo de Estado iliberal cuyo desarrollo completo solo está en una primera fase debido a las limitaciones y constricciones que les imponen desde las instituciones de la UE.

La estrategia de crecimiento de Vox

De los seis bloques temáticos en los que hemos clasificado las propuestas políticas de Vox no todos han sido utilizados como objetos de batalla diaria por la formación ultraderechista desde que adquirió importancia en la escena política española. Los tres primeros bloques son los que más protagonismo han tenido en dicha batalla, el cuarto ha tenido un protagonismo menor, mientras que el quinto y el sexto prácticamente no han sido utilizados por el partido de Abascal. Es decir, la batalla diaria está teniendo fundamentalmente un carácter político y cultura, en el terreno del nacionalismo y la forma de Estado, los valores culturales, y las luchas contra la inmigración, el multiculturalismo y el feminismo.

Y los terrenos en los que Vox ha elegido dar esas batallas han sido en el ámbito de aquellas instituciones representativas dónde tiene una presencia sustancial, en el ámbito judicial mediante la presentación de denuncias y su personación como acusación popular, y en los medios de comunicación con la creación de polémicas provocadoras impactantes que le faciliten visibilidad continua y masiva.

En las instituciones ha aprovechado especialmente las situaciones en las que Vox se ha convertido en un socio necesario de alguna manera para el PP y Ciudadanos pudiesen gobernar, como son los casos de Andalucía, Murcia y Madrid. En Andalucía sus exigencias para apoyar el gobierno del PP recogían algunas medidas orientadas a rebajar la autonomía de la comunidad, como devolver algunas competencias al Estado y reformar el Estatuto para que Andalucía dejase de ser reconocida como una realidad nacional; otras medidas se orientaban en la batalla cultural, como derogar la ley de memoria histórica y la de violencia de género; y las había orientadas en el plano neoliberal, sustituir el PER, suprimir el impuesto de sucesiones, y rebajar el tramo autonómico del IRPF. El acuerdo alcanzado con Vox para que apoyase un gobierno del PP en Andalucía finalmente recogía la mayor parte de sus propuestas sobre el impuesto de sucesiones y el IRPF, reducir el peso de la administración pública, introducir una variante del pin escolar, impulsar un mayor apoyo a la familia, tomar medidas contra la inmigración ilegal, desmantelar la ley de memoria histórica, o apoyar actividades tradicionales criticadas desde posiciones progresistas como la caza y los toros. Además de conseguir introducir en el programa de gobierno la mayor parte de sus exigencias, Vox obtuvo otro importante éxito, evitó ser sometido a un cordón sanitario que incluso fue recogido en el punto tres del programa de gobierno, y ser presentado como un socio político aceptable por la derecha.

En Madrid y Murcia también las negociaciones para formar un gobierno PP-Ciudadanos con el apoyo de Vox fueron tensas ante las exigencias de la extrema derecha, pero finalmente llegaron a un acuerdo en el que se recogían parte de las demandas de estos últimos, como la persecución de la inmigración ilegal, algún tipo de control parental sobre las asignaturas escolares que versen sobre temas sociales, éticos o sexuales, apoyo a la familia tradicional, o reducción del peso de las administraciones y de los impuestos.

De manera que siendo un socio menor en las tres comunidades, y apoyando desde fuera del gobierno, sin embargo Vox consiguió introducir una parte importante de su idearios en los acuerdos firmados entre las tres derechas. Pero, sobretodo, Vox utilizó esta negociaciones y sus exigencias para alcanzar la máxima visibilidad en los medios de comunicación, pendientes durante muchas semanas de estas negociaciones que giraban en torno a la postura definitiva que adoptaría el partido de extrema derecha.

Los resultados del ciclo electoral de la primavera de 2019 permitieron a Vox alcanzar representación en diversas instituciones electivas, pero lejos de las expectativas de las encuestas. Sin embargo, como hemos señalado, en las elecciones de noviembre del mismo año Vox experimentó un salto impresionante pasando de 24 a 52 diputados y convirtiéndose en la tercera fuerza política en el parlamento español. La explicación de esta fuerte subida en apoyos hay que buscarla tanto en el agravamiento de la situación de orden público en Cataluña como consecuencia de la publicación de la sentencia judicial contra los líderes independentistas juzgados, como en las provocadoras campañas de opinión pública utilizadas constantemente por Vox.

En este sentido se puede destacar un tema con peso propio y, luego una campaña más variada de otros temas. El primero de los temas es el juicio a los líderes independentistas que se desarrollo durante varios meses con máxima atención pública y en la que Vox se personó como acusación popular, ejerciendo uno de sus más destacados líderes como representante del partido en el juicio. Su influencia en la sentencia final fue insignificante, pero fue todo un éxito en cuanto a exposición pública gratuita, proyectando la imagen del partido que mejor defendía la estabilidad del Estado y el nacionalismo español desafiado, levantando esta última bandera como si fuese el único, o al menos el más decidido, defensor del nacionalismo español. Si la izquierda y los sectores progresistas en España arrastran desde la transición, e incluso antes, un déficit en cuanto a elaborar una propuesta de nacionalismo español abierta, progresista y tolerante, esa tarea se les ha complicado aún más con la aparición de Vox y su propuesta desacomplejada de una nacionalismo español reaccionario.

De manera que los sectores sociales más sensibles al discurso nacionalista español se encontraron en vísperas de las elecciones de noviembre con una nueva explosión desafiante del nacionalismo radical catalán y con un partido que aparecía como el más firme oponente al mismo desde posiciones reaccionarias, y le apoyaron para duplicar su representación. Vox se encontraba cómodo en una situación que le servía para desempolvar el discurso de la España y la anti-España, en la que englobaba no solo al independentismo catalán y a otros nacionalismos periféricos, sino también a una izquierda que no dejaba de mostrar gestos de simpatías con el secesionismo. Había elegido un terreno de juego, el de los valores y sentimientos identitarios, que dominaba y en el que obligaba al adversario o a seguir su juego, la derecha, o a jugar a la defensiva, la izquierda, o a oponerle otras identidades nacionales, los nacionalismos periféricos.

Mientras, las otras campañas han sido variadas pero persistentes, buscando cualquier excusa para hacerse visible en los medios mediante propuestas provocadoras. Así han lanzado campañas xenófobas con ataques a la presencia de inmigrantes, como por ejemplo la campaña y denuncia contra la ONG Proactiva Open Arms, que utiliza el buque Open Arms para rescatar inmigrantes en peligro en el Mediterráneo; la campaña contra los centros de acogida de menores extranjeros no acompañados buscando criminalizarles al calificarles de «manadas de menas», siendo uno de los efectos sobre un centro de estas características en Hortaleza el que fuese atacado con una granada de mano; diversas entidades sociales denunciaron en noviembre de 2019 a Vox ante la Fiscalía por delito de odio con motivo de los videos empleados en la campaña electoral de ese mes; e incluso el gobierno de Andalucía, apoyado por Vox, tuvo que lanzar una campaña en enero de 2020 contra los bulos racistas que propagaba este partido.

Otras de las campañas insistentes de Vox van orientadas contra los colectivos y expresiones feministas y los colectivos LGTBI. En el primer sentido el partido de extrema derecha ha buscado romper el consenso político e institucional existente en España en torno a la defensa de las reivindicaciones de las mujeres sobre igualdad, lucha contra la violencia de género, discriminación, etc. En el ayuntamiento de Madrid consiguió dinamitar la declaración institucional anual contra la violencia de género que se venía haciendo desde hace 14 años, lo mismo que en otros ayuntamientos y parlamentos autonómicos, ya que estás declaraciones requieren unanimidad de todos los representantes, pero también ha dinamitado otras declaraciones institucionales de amplio consenso político como contra el cambio climático, tema en el que se sitúan en el campo de los negacionistas, sobre la convención mundial de los derechos del niño, o contra la violencia hacia las personas LGTBI. Vox pretende derogar la Ley de Violencia de Género y las leyes de igualdad LGTBI, y aprovecha todas las ocasiones que se le presentan para arremeter contra el feminismo y defender su concepción tradicionalista y reaccionaria de modelo de familia y del papel de la mujer en la sociedad.

Finalmente es de destacar el protagonismo de Vox en la resistencia a que los restos del dictador Franco fuesen exhumados del monumento del Valle de los Caídos en el otoño de 2019, recurriendo incluso en un esfuerzo infructuoso a los tribunales para bloquear dicha exhumación. Lo importante en este caso es que, de esta manera, se postula como un defensor sin complejos de la dictadura franquista, lo cual ya venía implícito en sus esfuerzos por derogar la Ley de la memoria histórica, algo que muy pocos partidos importantes de la DRPX europea se han atrevido a hacer en relación con el pasado fascista en sus respectivos países. Con esta posición y campaña Vox se sitúo en esa frontera que dentro de la amplia familia de la DRPX europea diferencia a la extrema derecha o la derecha populista y xenófoba del ala más minoritaria y claramente fascista.

El perfil de los votantes de Vox

Sobre los sectores sociales que apoyan a Vox se puede decir que en el ciclo de la primavera de 2019 el voto de Vox estaba más vinculado a rentas altas y a localidades con alta presencia de inmigrantes, sin embargo en noviembre de 2019, cuando sus votos crecieron un 50% más, esos sectores sociales se diversificaron, siguió siendo el partido más votado en localidades con alta presencia de inmigrantes pero dejó de estar claramente vinculado a las rentas altas, consiguiendo un voto más trasversal en el plano socioeconómico. Como era de esperar, dada su beligerancia anti-feminista, las encuestas del CIS señalaron que los votantes masculinos de Vox más que duplicaban a las votantes femeninas. Estos datos ya apuntan al perfil mayoritario de los votantes de Vox, que responde bastante bien a la ideología de este partido, mayoritariamente masculino, situado entre rentas medias-altas, viviendo en localidades con inmigración, pero, no obstante, el factor nacionalista español es el que más termina por definir al votante de Vox.

Jesús Sánchez Rodríguez. Licenciado y Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Profesor retirado de la UNED. Se pueden consultar otros artículos y libros del autor en el blog: http://miradacrtica.blogspot.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.