En la madrugada del sábado 12 de enero falleció en Barcelona Quico Espresate, después de una enfermedad que no pudo superar. Francesc Espresate Xirau, Quico, como lo conocían todas sus amistades, fue un niño de la guerra. Nacido accidentalmente en el Pirineo aragonés, en 1932, en Canfranc, debido a la profesión de su padre, vivió […]
En la madrugada del sábado 12 de enero falleció en Barcelona Quico Espresate, después de una enfermedad que no pudo superar.
Francesc Espresate Xirau, Quico, como lo conocían todas sus amistades, fue un niño de la guerra. Nacido accidentalmente en el Pirineo aragonés, en 1932, en Canfranc, debido a la profesión de su padre, vivió su infancia en el Portbou de los años de la Segunda República española. Los días amargos de la derrota republicana forzarán al exilio de su familia, y, siendo un niño aún, conocerá los campos de reclusión franceses en la Bretaña, los bombardeos de la aviación norteamericana y británica durante la Segunda Guerra Mundial, y, después, la llegada al México del general Lázaro Cárdenas, uno de los países que mayor solidaridad mostró con los centenares de miles de españoles del exilio republicano. Arriba a México en 1945, con trece años, junto con sus hermanos, y se reencuentra con sus padres, que estaban exiliados allí. Con ellos, llegaron también muchos otros, como quienes serían sus camaradas de militancia política y de distintas iniciativas culturales.
En ese México del exilio, donde participa activamente en las Juventudes Socialistas Unificadas (ligadas al PCE), primero, y, después, en el Partido Comunista de España, desarrolla una intensa actividad política como militante comunista. Publican en su imprenta Madero el famoso boletín de la embajada soviética, que se empieza a distribuir en los años cincuenta. Después, crea, en 1960, junto con sus hermanos Jordi y Neus y con sus camaradas de militancia comunista José Azorín y Vicente Rojo (pintor, sobrino del general Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor del Ejército republicano) la editorial Era, una de las más relevantes iniciativas culturales de México, que tendrá influencia en todo el continente. Ediciones Era (por las iniciales de los fundadores, Espresate, Rojo, Azorín) destacó siempre por su apuesta cultural y por las ideas nuevas, y publicará una extensa nómina de autores, siempre con una perspectiva social y de izquierda. Editará, por ejemplo, uno de los primeros libros de Gabriel García Márquez, El coronel no tiene quien le escriba, o Paradiso, de Lezama Lima, por no hablar de los libros de José Emilio Pacheco, Pablo González Casanova y Adolfo Sánchez Vázquez, pasando por Gramsci o Lukács. La fecha de la creación de Ediciones Era no era casual: un año antes había triunfado la revolución cubana,
También conoce allí, en México, a quien será la compañera de su vida, Julieta Renau, hija del célebre cartelista y pintor Josep Renau, quien fue el encargado de ofrecer a Picasso la dirección del Museo del Prado durante la guerra civil española. Con ella, será padre de tres hijos, Cinto, Jordi y Juli. Por las especiales circunstancias de la vida en el exilio de Quico Espresate, cada uno de sus hijos nacerá en un país distinto: uno, en Ciudad de México; otro, en Berlín, y, un tercero, en París. En todos los lugares donde vivió airea la denuncia de la dictadura fascista española, la insoportable noche franquista, los crímenes del régimen, e impulsa la solidaridad con los presos políticos y con las luchas que se desarrollaban en España. Junto a ello, Quico participa en todas las batallas más relevantes de la segunda mitad del siglo XX, desde la lucha por la paz, cuando el riesgo de una guerra nuclear era evidente, en las protestas contra el asesinato de los Rosenberg, las revueltas en las colonias francesas, la denuncia del nuevo imperialismo, hasta la solidaridad con Vietnam, Indonesia, Cuba, las revoluciones africanas o las luchas obreras en Europa.
El retorno a Europa le llevará a París, donde trabajará en la ORTF francesa, como reportero gráfico, cubriendo muchas noticias relevantes, y rodando las escenas del mayo del 68 en la capital francesa. También le lleva a otros escenarios, trabajando siempre desde el rigor y el compromiso. A su retorno a España, impulsa diferentes iniciativas culturales, como la creación de Palcia, la vertiente para televisión de la compañía Profilmes que dirigía Ricardo Muñoz Suay, y prosigue su actividad política desde el PSUC. Participó en muchas propuestas, como en la creación, en 1981, de la primera Radio Obrera, ligada al sindicato Comisiones Obreras, para la que contribuyó no sólo con su esfuerzo y trabajo generoso, sino incluso financiándola.
Fue siempre un hombre honesto, íntegro, capaz de buscar los secretos de la libertad, la geografía fraterna de la humanidad y la materia ardiente de la revolución. Era un chico de Portbou, un joven militante de las Juventudes Comunistas, un hombre dedicado al reporterismo gráfico y a la televisión comprometido siempre con la libertad y el socialismo, con una visión internacionalista y solidaria de la existencia que le llevaba a estar siempre atento a los movimientos progresistas y revolucionarios que cambiaban el mundo, y que mantuvo durante toda su vida sus convicciones comunistas. Siempre lo recordaremos, y, por eso, aunque sea una paradoja en el momento de las despedidas, podemos enviar nuestra última mirada, con unas notas breves, casi tímidas, de la Internacional, al Quico Espresate que se va, casi oyéndole decir, con Pablo Neruda, «yo no voy a morirme. Salgo ahora, en este día lleno de volcanes, hacia la multitud, hacia la vida.»
Hasta siempre, Quico.
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