Francisco Báez, extrabajador de Uralita en Sevilla, autor de Amianto: un genocidio impune, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra esta industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 45 años a la investigación sobre el amianto. En sus escritos, también se ha referido al tabaco -potenciador de la acción cancerígena del amianto-, a la contaminación radiactiva del tabaco, procedente de los suelos de su cultivo, tratando también de la radiactividad, en general, y en concreto de la del torio, elemento radiactivo que en el pasado tuvo un indebido uso medicinal.
Le cito estimado amigo: “En la actualidad, estamos asistiendo a un cambio de paradigma cosmológico en ciernes, cuando, al parecer, se ha alcanzado evidencia altamente convincente, de que la expansión del Universo es anisótropa, en radical discrepancia con lo admitido como evidente, con anterioridad, a la vista de lo que viene a mostrar el fondo de microondas, salvo localizadas «arrugas», limitadas inhomogeneidades, frente a una generalizada homogeneidad isótropa, valga la redundancia (fuente a nivel divulgativo: “Expansión no uniforme», «ASTRONOMÍA», nº 252 -JUNIO 2020-, página nº 10). Déjeme preguntarte sobre esto que señala: ¿qué es la anisotropía de la expansión del Universo?
Del simple examen directo de la imagen que ilustra una de las publicaciones divulgativas por mí mencionadas, se deduce ya, con meridiana claridad, cuál es la situación. «Tranquilos» (intelectualmente, tranquilos): el fondo de microondas sigue mostrándose ante las más recientes observaciones, como perfectamente simétrico -simetría de rotación-, salvo las consabidas pequeñas perturbaciones localizas -las convencionalmente llamadas «arrugas»-.
Entonces, lo que ese examen directo de la imagen publicada nos permite ya deducir, es que lo que se moviliza, a una escala gigantesca -incluso en términos astronómicos o cosmológicos-, es nuestro propio punto de observación, nuestro planeta, La Tierra, y por consiguiente nuestro Sistema Solar, nuestra galaxia, La Vía Láctea, y nuestro grupo local de galaxias, pero todo ello, a una escala, que deja en pañales al antecesor «Gran Atractor», que ahora se evidencia que quizás fue prematuro asignarle ese trofeo de grandiosidad, y que ahora se evidencia que, con mucha mayor justicia, debiera de corresponderle, hasta más ver, a la gigantesca anomalía de desplazamiento anisótropo, que ahora se ha podido observar, con los medios actualmente disponibles, y de los que se carecía en un pasado bien reciente.
En la defensa de la noción preconcebida de la isotropía cósmica, «el truco» -hacerse trampas a sí mismo, en el juego del solitario- ha ido consistiendo, en re-dimensionar la escala de los recuentos estadísticos, con mallas de trama cada vez más abierta, de forma ad hoc, adecuándose a los requerimientos precisados.
Ese «truco» ya no puede valer, porque la perturbación detectada -ese gigantesco desplazamiento intra-cósmico, roza ya las dimensiones del propio Universo detectable -el fondo de microondas-, del que constituye tan apreciable proporción.
¡Se fastidió la isotropía cósmica, para siempre! ¡Se acabó esa «tranquilidad» intelectual!
Al propio tiempo, las últimas mediciones de la constante de Hubble, el parámetro representativo de la velocidad de expansión del Universo, estaban arrojando valores discrepantes entre sí.
Cabe la posibilidad, pienso yo, que esas anomalías bien pudieran obedecer, simplemente, a que las mediciones se efectuaran, apuntando hacia diversas direcciones de la aparente bóveda celeste.
Con razón, está justificado que las noticias referentes a esas discrepancias, merecieran ser objeto de portada en el número del mes de Mayo del presente año, en la revista divulgativa de ciencias, «INVESTIGACIÓN Y CIENCIAS», la versión española del famoso «Scientific American», con este titular: «UNA CRISIS CÓSMICA», y el subtitular: «Las discrepancias en las medidas de la velocidad de expansión del universo, abren el debate sobre una nueva física».
Es posible que la explicación sea la que yo he apuntado, pero… ¿y si no es así?
El modelo de Lemaître, de beatífica concordancia entre el relato bíblico de la Creación, y la universal expansión cósmica, deducible de su interpretación de las evidencias empíricas proporcionadas por los resultados de la observación astronómica, ha quedado resquebrajado, si no es que incluso ya roto para siempre.
Cuando ya se cuestiona también, incluso hasta a los mismísimos fundamentos de las Matemáticas, como después tendremos ocasión de ver reflejado en la obra colectiva, dirigida por Paul Watzlawick, pues entonces, digamos que un cierto vértigo intelectual, sí que está más que justificado.
¿Qué evidencias o pruebas hay de ese nuevo tipo de expansión del Universo no esperado hasta hoy?
La bibliografía pertinente generada, lo viene a evidenciar. Pero, además, si es cierto lo de que una imagen vale por mil palabras, entonces, atendiendo a lo que ya he explicado en la respuesta precedente, puedo asegurar que esa imagen demostrativa ya existe: yo mismo, como tantos otros, he tenido ocasión de contemplarla. No se trata de ninguna suerte de las recreaciones artísticas, tan al uso en los escritos divulgativos, de Astronomía o Cosmología.
¿Por qué habla de cambio radical de paradigma?
Pues, evidentemente, porque hasta ahora se ha venido sosteniendo todo lo contrario, por cierto que contra viento y marea, o sea, la perfecta isotropía -eso sí, a gran escala-, del Universo.
¿Alguna ley o teoría cosmológica que quede alterada por esta nueva conjetura?
Eso quizás es todavía demasiado pronto para poder conjeturarlo, con una cierta probabilidad de poder atinar. Ya habrá, probablemente, quienes, con adecuada competencia experta en el asunto, se pongan a hincar los codos, para tratar de sacarnos de dudas a los demás, más o menos legos en estos menesteres filosófico-científicos.
Permítame recoger otro texto suyo, de la anterior entrevista: “No hay «Dios de los ateos». Con esa expresión, lo que trato de enfatizar, es la inoperancia de una hipótesis, la de la existencia de un Dios creador del Universo, que se evidencia como superflua, a la vista un resultado manifiestamente mejorable, en donde, por ejemplo, el precio del sexo y de la consciencia de sí mismo, incluida la de la propia inexorabilidad de la muerte, sea, nada más y nada menos, que precisamente esa misma muerte.” ¿Por qué el precio del sexo y de la consciencia de sí mismo es la muerte?
Bueno, la evolución favorece meramente a los más aptos para transmitir su propio genoma a las futuras generaciones de cada especie. El individuo, como tal, cuenta solamente en su calidad de transmisor de ese genoma.
Al menos desde lo que es nuestro conocimiento científico, el record en longevidad -400 años-, lo ostenta una especie de almeja gigante, que el único mérito que ostenta para alcanzar tan apreciado premio, es estarse tranquilita, sin sobresaltos, a resguardo de un grueso caparazón -esto es, sus dos valvas, articuladas entre sí-, procurando desplazarse a entornos marinos sosegados, a resguardo de tormentas, oscilaciones mareales, etc., etc.
Dicho lo cual, no debe de extrañarnos que haya organismos -hongos, algas, cincitios, tapices coloniales-, que al precio de carecer de sexo, o de participar de él de una forma estadística, esto es, somática y generalizada a todas sus células constitutivas, puedan alcanzar una potencial inmortalidad.
Potencial, por supuesto, porque a nivel individual, cualquiera de esos organismos no puede estar a cubierto de eventualidades tales, como por ejemplo, de que les caiga encima un rayo, o de que un curandero venga a postular de esa especie, unas pretendidas propiedades curativas…
Por el contrario, se ha precisado del atajo que representa la reproducción mediante el sexo, potenciando oportunidades de recombinación genética, para que la complejidad cerebral y de comportamiento, que representa la facultad de ser conscientes de nuestra propia existencia, y al mismo tiempo, con nuestra capacidad de poder predecir la probabilidad o la certeza de acontecimientos futuros, seamos capaces de inferir nuestra propia finitud individual, esto es, la certeza de nuestra propia muerte, en un indeterminado futuro insoslayable.
Por tanto, en apretada síntesis: sexo, a cambio de muerte, y del conocimiento de su inexorabilidad, para todos, y por lo tanto, también para nosotros mismos.
Doy un pequeño salto. Un apartado de su libro se titula «BIBLIOTECA DIGITAL». ¿Qué libros ha incluido en este apartado? ¿Con qué criterios lo ha hecho?
La selección de textos incluidos, ha obedecido a dos criterios. Por una parte, su accesibilidad realmente gratuita, y no la de quienes así lo proclaman, y a la hora de de la verdad, resulta que eso no es cierto.
Y por otra parte, el de que el contenido de los libros seleccionados, vengan a respaldar, con una perspectiva histórica, la tesis por mí sostenida, de que huelga la hipótesis de un Supremo Hacedor del Universo, cuando éste resulta tan manifiestamente inhóspito para el género humano, incluyendo en ello a nuestros deleznables comportamientos, tantas veces, contra nuestro prójimo, y todo ello bajo las condiciones definitorias, de omnipotencia, omnisciencia e infinita bondad, de ese postulado Supremo Artífice de todo el Orbe, al que denominamos Dios.
Al hilo de esa perspectiva histórica, he incluido algunas excelsas excepciones a esa tónica general, en aras a una corroboración, por contraste, y por honestidad intelectual nuestra.
Le adelanto una primicia, en el sentido de que ya preparo una segunda «BIBLIOTECA DIGITAL», ya sin vinculación con ningún otro texto de acompañamiento, que no sea el de comentarios ampliatorios al contenido de las obras seleccionadas, y además con un criterio de selección de dichas obras, esta vez algo más relajado, para permitirme incluir obras tales, como por ejemplo, la titulada «Psicoanálisis de los cuentos de hadas», pero siempre, en todo caso, bajo el criterio de la gratuidad real, de su accesibilidad a los textos completos.
Le pregunto por algunos de estos libros: La realidad inventada de Paul Watzlawick y otros autores. ¿Cuál es su interés desde su punto de vista?
Bueno, yo en esto soy un poco pescador de rio revuelto, obedeciendo a impulsos repentinos, a un cierto «olfato» de un primer análisis un tanto somero, quizás un pelín superficial. Pero no quiero eludir su pregunta. Voy «al grano», para esta concreta inclusión.
Comenzaré por decir, que aun cuando el contenido de esta obra colectiva es de una índole totalmente seria, sorprendentemente, sin embargo, quien quiera que cuente por su parte, con un mínimo de sentido del humor, se lo vendrá a pasar en grande, en numerosas oportunidades, con esta lectura tan adusta, con ocasión de las múltiples veces en las que sus autores traen a colación las más disparatadas, maliciosas o jocosas historietas o ejemplos, trucos de juego sucio, trampas o tretas de predisposición sesgada, en apoyo dialéctico de sus sesudas elucubraciones.
El factor común en todos esos relatos, es el engaño inducido por cada autor, o por los prejuicios.
Es, todo ello, un divertido aliciente más, para hacer más digerible y apetecible, a tan desabrido manjar para la mente del lector.
Tratándose de una obra colectiva, diferenciable en contribuciones individualizadas, cada una con su respectivo autor, por todo ello, en aras de la brevedad del espacio aquí disponible, parce táctica acertada, la de limitar mi comentario, a aquella contribución, de entre todas, que a mi subjetivo criterio he considerado como el autor más destacable, habiéndome decantado por el texto titulado «Profecías que se auto-cumplen», del autor Paul Watzlawik (páginas 82-98) -es el propio compilador de la obra colectiva-, por ser, según mi honesto parecer, el más representativo del talante desafiante, que asume, creo, el conjunto de toda la susodicha obra colectiva.
Lo mismo sobre el Elogio de la ociosidad de B. Russell. ¿No hay aquí una cierta inconsistencia en su elogio de Elogio? No parece usted muy ocioso por lo que sé y voy leyendo con muchísima frecuencia.
La inclusión de este texto de Russell, no cabe duda de que está inducida por la propia personalidad del ilustre autor, tan afín a mis propios pensamientos… digamos que «a lo Deifobo Luciferini», si se me permite la frivolidad.
Eso por lo que respecta al autor. En cuanto a lo que atañe específicamente al texto incluido en esta oportunidad, mis simpatías discurren en confluencia con sus manifestaciones de pacifismo, ahí también vertidas, en consonancia con lo que fue toda su militante trayectoria vital.
Mis simpatías, también, por lo que respecta a sus opiniones críticas acerca del talante y actividad de determinados políticos (¿le suena de algo esa «música», en clave española?).
Guerreros y sacerdotes, por añadidura, caen en el mismo saco: más pacifismo militante, valga la doble paradoja conceptual.
Una única frase, viene a resumirnos toda su tan discutible argumentación:
«La moral del trabajo es la moral de los esclavos, y el mundo moderno no tiene necesidad de esclavitud».
Le pregunto ahora por Los sonámbulos de Arthur Koestler.
Bueno, pues como dijo Jack El Destripador, «vayamos por partes». Primero el autor, y después atendiendo a la obra seleccionada para su integración en mi «BIBLIOTECA DIGITAL».
Por lo que respecta a lo primero, la consulta a una fuente tan básica, como es el caso de la Wikipedia, abundan, desde luego, las connotaciones negativas, viniendo a demostrárnoslo, la selección, por nuestra parte, de unos cuantos párrafos, que transcribimos aquí seguidamente:
«Es difícil pensar en un solo intelectual importante del siglo XX que no se cruzara con Arthur Koestler o un único movimiento intelectual importante del siglo XX al que Koestler no se uniera ni se opusiera. Desde la educación progresista y el psicoanálisis freudiano, al Sionismo, el Comunismo y el Existencialismo, a las Drogas psicodélicas, la Parapsicología y la Eutanasia, Koestler estaba fascinado por todas las modas filosóficas, serias o informales, políticas y apolíticas de su época».
No parece alguien muy merecedor de ser tomado en serio, ¿verdad? Más bien parece, por sus actividades, actuaciones y textos escritos, a un Rasputín o a un Mesmer; a un embaucador arribista, en definitiva.
««El cero y el infinito» fue uno de los libros antisoviéticos más influyentes jamás escritos. Su influencia en Europa sobre los comunistas y simpatizantes y, indirectamente, sobre los resultados de las elecciones en Europa, fue sustancial».
Vamos, que sembraba sobre terreno ya abonado.
«Koestler criticó el neodarwinismo en varios de sus libros, pero no se oponía a la teoría de la evolución, en términos generales. Koestler era un «defensor de la evolución lamarckiana – y un crítico de la selección natural darwiniana, así como un creyente en los fenómenos psíquicos paranormales».
Vomitivo. Realmente vomitivo.
Vayamos ya, por tanto, con las narices tapadas, a reflexionar sobre el contenido de su libro, seleccionado por nuestra parte, para su inclusión -a pesar de tales «credenciales»-, en mi «BIBLIOTECA DIGITAL».
«Los sonámbulos» es una obra con las biografías de Kepler, de Copérnico y de Galileo, con un cierre final, que abarca el relato de las aportaciones de Newton, dando fundamento teórico a los descubrimientos de sus predecesores, y al propio tiempo, relatándose sus propias contribuciones al avance científico en la formulación de las leyes naturales, que son el fundamento teórico para la descripción del Cosmos observable.
El resultado de este relato a nivel divulgativo, es, en mi opinión, de un nivel de calidad aceptable, aunque al autor «se le vea el plumero», con sus preferencias para con los misticismos de Kepler sobre la «armonía de las esferas», en su versión de modelo de los Sólidos Platónicos, para el Sistema Solar, o sea, conforme a las proporciones correspondientes a los poliedros regulares.
Otro motivo de empatía hacia Kepler, por parte de este autor, viene determinado por el hecho de haberse visto envuelto este astrónomo-astrólogo (confeccionaba y vendía horóscopos), en pleitos y pendencias, por tener que defenderse de acusaciones de brujería, tanto referidas a sí mismo, como también a las de su propia madre.
Por lo que respecta a Newton, con sus veleidades alquimistas, para Koestler viene también a constituir todo un nostálgico referente.
Un libro que también cita, para mí desconocido: Diccionario Infernal
El interés antropológico del «Diccionario Infernal», viene determinado por lo que sus diversas «entradas» vienen a reflejar, de la propia condición humana, que no atendiendo a la literalidad de las patrañas, relatos fantásticos, aquelarres, conjuros, pócimas, ungüentos, invocaciones, maleficios, profecías, sueños premonitorios, transmigraciones de las almas, levitaciones místicas, prodigios, milagros, apariciones, ubicuidades sobrenaturales, etc., que conforman la munición dialéctica con que se nos bombardea desde las trincheras de otras tantas de tales «entradas» del infernal diccionario.
Comenzaré por hacer partícipes a todos, de lo que por lo menos para mí viene a constituir una grata novedad. Al hilo de mis pesquisas de ahora, motivada por mi actividad en pro de dar respuestas a las preguntas del presente cuestionario, he atinado a localizar una versión en castellano, del «DICCIONARIO INFERNAL», accesible para su descarga. en condiciones de gratuidad. Facilito seguidamente, el correspondiente link de acceso a todo el texto:
Sin embargo, y como contrapunto de todo lo antedicho, he de advertir, que tal versión en idioma español no es completa, como puede advertirse fácilmente, comprobando cómo, por ejemplo, la «entrada» AUGURES figura en la versión francesa, mientras que está ausente en la española. Faltan, igualmente, otro muchos términos, como, por ejemplo, «Aimant» («Imán»), que no cuenta tampoco con equivalente, en la versión en español,
Hay un detalle, que viene a destapar todo «el pastel»: mientras que la versión francesa cuenta con un total de 723 páginas, en el caso de la versión en español, ésta solamente cuenta con un total de 105 folios.
Como en el suceso del policía novato, con el nerviosismo de efectuar su primera detención: «Tiene silencio a guardar derecho»…
Por consiguiente, nos tendremos que atener a la versión francesa, reservando a la española, como mucho, para auxiliarnos en caso de alguna duda en la traducción.
Como quiera que, en razón de la limitación del espacio aquí disponible, tenemos que limitarnos a presentar, como ejemplo, el contenido de sólo algunas de tales «entradas», a la hora de hacer esa selección, podemos valernos de un indicio de la valoración que el autor hizo, acerca de la importancia que concedía, en cada oportunidad, a la respectiva «entrada», y ese indicio no es otro, que el haberle él asignado una o más, de las ilustraciones que incluyó en su libro.
Con arreglo a ese criterio de selección, reproduciremos aquí (añadiéndole nuestros comentarios al contenido del texto), en primer lugar, a la «entrada» «ABIGOR«:
«Demonio de un orden superior, gran duque de la monarquía infernal. Sesenta legiones marchan a sus órdenes. Él se muestra bajo la figura de un apuesto caballero, portando la lanza, el estandarte o el cetro; él responde hábilmente sobre todo lo que concierne a los secretos de la guerra, sobre el porvenir, y enseña a los jefes los medios de hacerse amar de los soldados».
Es muy evidente que este texto representa la sublimación de las aspiraciones reales de la sociedad de la que el mismo emanó, y en eso consiste, precisamente, el interés antropológico que para nosotros el susodicho texto puede representar.
Parece altamente probable que en otras «entradas», es más de lo mismo lo que nos vamos a encontrar, y consecuentemente ello nos permitirá aligerar el número de otras «entradas» a transcribir aquí, para no resultar excesivamente reiterativos, sin ninguna ventaja o necesidad.
He aquí otra aún:
«ADRAMELEC«: «Gran canciller de los infiernos, intendente del guardarropa del soberano de los demonios, presidente del alto consejo de los diablos. Él fue adorado en Sefarvaím, villa de los asirios, que quemaban a los niños sobre los altares. Los rabinos decían que él se aparecía bajo la figura de una mula, y algunas veces como la de un pavo real».
Creo que este otro ejemplo es ya suficiente como para hacernos una idea del contenido de esta obra de delirante erudición, y en todo caso aquí ya también resulta literalmente aplicable el final de la famosa creación poética de nuestro ilustre poeta Baltasar Gracián, en su celebérrimo poema, «La Cena»: «…las once dan, yo me duermo, quédese para mañana».
Toca ahora a El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, de Oliver Sacks. ¿Qué destacaría de este libro del científico británico fallecido hace apenas cinco años?
Como quiera que no son pocos los casos clínicos abordados en esta obra divulgativa, voy a limitarme a glosar lo narrado respecto de uno de ellos, de mi especial simpatía, por varios motivos, que iré explicando.
Se trata de un caso, por partida doble (se trataba de dos hermanos gemelos), del síndrome conocido como del savant, en el que una extraordinaria capacidad intelectual, en un area muy concreta, se superpone a un deplorable deterioro o minusvalía de las restantes funciones mentales y del comportamiento.
El Dr. Sacks se encuentra con unos hermanos gemelos, que no saben leer ni realizar multiplicaciones, pero que están jugando a un «juego», de encontrar números primos muy grandes.
Si bien los gemelos pudieron generar espontáneamente estos números, de seis a veinte dígitos, Sacks tuvo que recurrir a un libro de números primos, para poder unirse a ellos en el juego, y poder seguir su ritmo de sucesivos desafíos.
Aquí se suscitan, a mi parecer, varias cuestiones, a cuál más interesante.
Sorprende, en primer lugar, que no sepan multiplicar, y al propio tiempo que sean capaces de identificar la condición de primos, de unos números cuyo elevado número de dígitos precisados para su escritura o mención, ya constituyen un formidable desafío, incluso para mentes preclaras, como era el caso, precisamente, del propio Dr. Sacks.
En segundo lugar, me parece obvio para mí, que aunque ni ellos, los dos hermanos, ni el Dr. Sacks, ni nadie, sea capaz de identificar el algoritmo que hipotéticamente habría de permitir identificar la condición de primos de esos números tan elevados, de lo que no ha de caber la menor duda, sin embargo, es de que forzosamente ese algoritmo ha de existir.
Si se dispusiera de las técnicas analíticas adecuadas al caso, podemos tener la plena certeza de que seríamos capaces de rastrear sus detalles, a través del examen de las conexiones neuronales de los dos cerebros de estos hermanos gemelos, que trabajaban en ello, en condiciones de aproximada simultaneidad, esto es, de proximidad temporal.
No disponemos de tal herramienta exploratoria -por ahora, es de pura «ciencia-ficción»-, y por lo tanto habremos de admitir, que la existencia de ese presunto algoritmo, de momento es solamente una mera conjetura plausible, pero, en rigor, indemostrable en términos científicos de certeza absoluta.
Sin embargo, ya que la mera convicción subjetiva sobre la existencia real de dicho algoritmo, arroja ya una alargada sombra de inquietante alarma, si tenemos presente que la encriptación basada en clave pública, compartida entre intercambiadores de mensajes cifrados, está basada, precisamente, en la unilateralidad de la facilidad en la descomposición factorial de la suma de dos números primos, de la adecuada elevada cuantía, como podrían ser, precisamente, los veinte dígitos de extensión, usados por los dos hermanos gemelos, en sus juegos adivinatorios.
Téngase presente, que lo esos hermanos savant hacían, no era realizar una descomposición en factores primos, a partir de la suma de dos de ellos, sino el ir identificando, de entre todos los impares, a aquellos que participan de la condición de primos, escalando por la cuesta de la dificultad, progresivamente hacia números primos con cada vez más dígitos, y en eso consistía el desafío, que les hacía sonreír, y les proporcionaba satisfacción.
Adviértase de que para ello no disponían de recursos informáticos, ni de nada que les proporcionase una gran capacidad de cálculo, que implicase muchos ciclos de repetición de operaciones aritméticas, sino que, muy probablemente, su habilidad consistía en la realización de solamente unos cuantos ciclos de operaciones aritméticas, evidentemente de elemental dificultad.
Una pista: la habilidad para, en un tiempo razonable, poder identificar grandes números primos, de entre todos los números impares, quizás no puede responder a la existencia de ningún algoritmo, que entre sus sucesivos pasos elementales, incluya a la multiplicación, porque los dos savant hermanos gemelos carecían de ese conocimiento consciente.
Aun no tratándose, por tanto, de la factorización, sino de su paso previo, esto es, el reconocimiento de la condición de número primo, cuando éste consta de muchos dígitos, no obstante, esa mera posibilidad previa, supone ya una inquietante antesala.
Y es que, en cualquier caso, quizás podría estar así en riesgo, nada más y nada menos, que la seguridad de todo el sistema bancario y financiero mundial.
No ya las certezas, sino incluso las meras apariencias, como ocurre en este caso, son ya algo muy importante. Si yo, por ejemplo, hubiera podido advertir, que todos mis hijos tuviesen los mismos rasgos faciales que los del repartidor del butano, pues entonces yo haría muy bien en estar muy preocupado.
Bástenos, por tanto, con haber reseñado aquí el contenido de este caso clínico concreto, para poder ya apreciar suficientemente la calidad de contenidos de la obra del Dr. Sacks, incluida en mi «BIBLIOTECA DIGITAL».
Lo insólito, por supuesto, es lo que viene a captar mayormente nuestra atención, Véase al respecto, por ejemplo, lo narrado en mi cuento, recientemente publicado aquí, en «Rebelión», y titulado: «Tan cerca… ¡y tan lejos» (https://rebelion.org/tan-cerca-y-tan-lejos/ )
En cuanto a la Historia de la estupidez humana de Paul Tabori.
Por esta única vez, permítaseme, metafóricamente, acudir al «Rincón del vago», y transcribir seguidamente, tal cual, esta reseña, de ajena autoría:
«El autor, consciente perturbador, demuestra que el mayor elogio de nuestra humanidad es su propia estupidez. Para él, tal locura seguirá costando más vidas y bienes que todas las plagas y las guerras.
Al reseñar el tema destaca, entre muchas otras, la estupidez originada por la codicia, la duda, el conformismo, el legalismo, los sueños y los mitos, y mil y una otras formas descaradas o encubiertas.
Los relatos, por extravagantes y disparatados que parezcan, son perfiles auténticos de ayer, de hoy y de siempre».
No obstante, y como quiera que así, no acabo de quedarme tranquilo con mi conciencia, permítaseme, en mínima compensación, glosar, al menos, uno de los relatos que se incluyen en la obra, y que está entre los que a mí me ha causado mayor impacto emocional e intelectual.
De plagio en plagio, «y tiro porque me toca» (ahora que eso ha estado ya tan de moda entre nuestros políticos), reproduzco aquí seguidamente, con cierto sonrojo por mi parte, un fragmento de la obra ahora glosada, un «caso verídico», como nos diría el ya difunto Sr. Gandía, de nuestro entrañable y jocoso recuerdo:
«El 11 de marzo de 1878, la Academia francesa de Ciencias se reunió para presenciar una interesante demostración.
Du Moncel, el conocido físico, debía presentar el fonógrafo, la nueva invención de Edison.
La ilustre asamblea se impresionó mucho cuando la pequeña y primitiva máquina comenzó repentinamente a hablar y repitió fielmente las palabras que Du Moncel había registrado pocos momentos antes.
De pronto, Jean Bouillaud, el famoso médico, un hombre de ochenta y dos años que se había pasado la mayor parte de la vida tratando de identificar la relación entre ciertas funciones y determinadas regiones del cerebro, se puso de pie, se acercó a la plataforma y aferró por el cuello al infortunado Du Moncel.
“¡Sinvergüenza!”, rugió. “¡Cómo se atreve a intentar engañarnos con esos ridículos trucos de ventrílocuo!”
Camilo Flammarion, que fue testigo personal del incidente, relata el caso en el primer capítulo de su libro «L’inconnu»: “Y el enfurecido médico permaneció colérico y escéptico hasta el fin de su vida.”
El treinta de septiembre, poco más de seis meses después de la demostración, la Academia de Ciencias realizó otra reunión.
El obstinado escéptico solicitó la palabra, y declaró que, después de prolongada y cuidadosa consideración, mantenía su postura inicial: que el llamado fonógrafo, no era otra cosa, que un truco de ventrílocuo.
“Es absolutamente imposible”, dijo Bouillaud, “que el noble órgano de la palabra humana pueda ser reemplazado por el innoble e inconsciente metal”.
Poca gente habría oído hablar de Bouillaud, si Flammarion no lo hubiese inmortalizado»,.
El último por hoy: El Libro Negro del capitalismo. No lo he leído pero debe ser voluminoso, muy voluminoso.
He tenido ocasión de comprobar que ha dejado de funcionar el link de acceso que figuraba en mi «BIBLIOTECA DIGITAL». Habiendo logrado localizar otra opción alternativa, que al menos de momento sí funciona, y aprovecho esta oportunidad, para insertar aquí ese link de repuesto: https://e-nautia.com/pepin.perez/disk?p=8436621
Son, en total, 351 páginas, con numerosas ilustraciones.
Cada capítulo corresponde a un determinado autor o grupo de autores.
Los títulos de esos capítulos, son los siguientes:
1 -«Por qué un libro sobre el capitalismo», 2 – «El liberalismo totalitario», 3 – «Los orígenes del capitalismo: siglos XV-XIX», 4 – «Economía servil y capitalismo: un balance cuantificable», 5 – «Primera Guerra Mundial: 11.500 muertos y 13.000 heridos diarios durante tres años y medios», 6 – Contrarrevolución e intervenciones extrajeras en Rusia (1917-1921)», 7 – «Un inmenso Guernika», 8 – «La Segunda Guerra Mundial», 9 – «Sobre el origen de las guerras y de una forma paroxística de capitalismo», 10 – «Imperialismo, sionismo y Palestina», 11 – «Guerra y represión: la hecatombe vietnamita», 12 – «Anexión fascista de Timor Oriental», 13 – «El África negra bajo la colonización francesa», 14 – «El África de las independencias y el «comunismo» (1960-1998)», 15 – «Intervenciones norteamericanas en América Latina», 16 – «Estados Unidos: el sueño inacabado, la larga marcha de los afroamericanos», 17 – «Centenario de un genocidio en Cuba. La reconcentración de Weyler», 18 – «El genocidio indio», 19 – «El capitalismo al asalto de Asia», 20 – «Las migraciones en los siglos XIX y XX: contribución a la historia del capitalismo», 21 – «Capitalismo, carrera de armamentos y comercio de armas», 22 – «Los muertos-vivientes de la mundialización», 23 – «Los banqueros suizos matan sin metralletas», 24 – «Un anuncio vale mil bombas… los crímenes publicitarios de la guerra moderna», 25 – «Cuando la abolición del capitalismo no sea suficiente», 26 – «Capitalismo y barbarie: cuadro negro de las masacres y guerras del siglo XX», 27 – «Biografías de los autores».
Por inverosímil que parezca, el libro carece de índice.
Dos terribles capítulos, cuyos títulos hemos resaltado, poniéndolos en negritas, corresponden a cuestiones que atañen especialmente a España, bien a nuestro pesar.
De entre los otros restantes capítulos, solamente once no hacen mención de España o de los españoles.
Según mi propio análisis, el libro se fundamenta en la asunción de estas dos premisas:
a) – Que la esclavitud y el colonialismo (prácticamente tan añejos como la propia Humanidad), son el fundamento previo e indispensable, para el surgimiento del capitalismo moderno, más o menos reciente.
b) – El capitalismo es la causa de la mayoría o de la totalidad de los conflictos bélicos y de las disputas entre naciones, y a su vez, es el capitalismo el principal o exclusivo beneficiario de dichos conflictos bélicos y disputas entre países, e interesado, por lo tanto, en fomentarlos y en extenderlos.
Una pregunta para (casi) finalizar, fuera de guión: ¿qué está ocurriendo con los enfermos por patologías derivadas del amianto en este tiempo de coronavirus?
Está ocurriendo que sus enfermedades previas, originadas por la exposición al amianto, les predispone desfavorablemente al contagio del COVID-19, y al propio tiempo, agravando sus síntomas y determinando, en términos comparativos, un incremento de los casos con resultado de muerte.
Está ocurriendo también, al propio tiempo, que mientras que el estamento médico de los detentadores del conocimiento experto, se están mostrando totalmente refractarios al reconocimiento de esa palmaria realidad (como ya ha advertido el Dr. Sanz Anquela -y yo también, que hoy mismo lo he vuelto a constatar, a través de la búsqueda automática en las bases de datos-), y mientras todo eso está sucediendo, son las asociaciones de víctimas del amianto, con la adhesión de los sindicatos, quienes están haciendo pública denuncia, sobre todo por lo que respecta a las de Italia (en España también se ha hecho. Por ejemplo, por parte de «AGAVIDA» y de «ANANARۛ», entre otras, hasta un total de 21 colectivos firmantes), clamando por que el Estado asuma sus responsabilidades, adecuando su acción protectora, legislativa y de investigación, a las nuevas necesidades, derivadas de la situación, de esta nueva pandemia.
Y si no es un abuso, sé que son muchas las preguntas que le he formulado, ¿cuáles son sus proyectos actuales? ¿Y sus escritos?
Empezando por eso último, me he de referir a estos dos últimos trabajos publicados:
Reflexiones en torno al proyecto de una futura ley española sobre amianto https://rebelion.org/wp-content/uploads/2020/06/Reflexiones.pdf
Comentarios al «Manifiesto por una ley Integral del amianto»https://rebelion.org/wp-content/uploads/2020/06/Comentarios-al-Manifiesto.pdf
De su contenido, destacaría aquí a algunas de mis «propuestas» para su eventual inclusión en una futura ley integral sobre amianto, de entre las que permiten hacer un breve enunciado de las mismas. Para las víctimas del amianto:
– Un análogo al consabido «abogado de oficio», pero sin el requisito de insolvencia económica del demandante, sin limitación de elección de letrado, con cargo a las arcas del Estado, y libertad de minutas, dentro de baremo prefijado.
– Reconocimiento del cáncer de esófago como enfermedad profesional, cuando se acredite exposición al amianto.
– Incremento, reconocido y fijado en dicha ley, a los miembros integrantes de las familias afectadas por la situación denominada «mesotelioma familiar» (entendiendo por tal, la afectación -sincrónica o metacrónica-de dos o más miembros de una misma familia, por mesotelioma, con o sin consanguineidad entre los afectados), de la indemnización a satisfacer, en virtud de resolución judicial, favorable a la parte demandante, en los litigios por exposición al amianto, tanto laboral como no ocupacional.
– Reconocimiento del mesotelioma, como enfermedad de declaración obligatoria, con deber, por los facultativos que establezcan el diagnóstico, de comunicarlo por escrito a los afectados o sus familiares directos, y a las autoridades concernidas, y en plazo prefijado.
– Reconocimiento del derecho de las víctimas del amianto, a poder acceder a las terapias (así consideradas, por los propios afectados) como las presumiblemente más eficaces y adecuadas a sus respectivos cuadros clínicos, y a cargo de financiación estatal.
– Implementación de sistema de reconocimientos médicos periódicos, voluntarios y adicionales a los ordinarios, con análisis poco o nada invasivos, de seguimiento médico a expuestos post-ocupacionales o en activo, con finalidad de acortar los intervalos temporales entre reconocimientos, para favorecer el diagnóstico precoz, favorecedor de la eficacia terapéutica.
– Realización por el Estado, de análisis medioambientales externos, de concentración de fibras de amianto en la atmósfera, en astilleros, zonas portuarias y polígonos industriales o comerciales, de los que exista constancia de haber tenido empresas del uso del amianto, o de polveros, de venta de materiales de construcción.
– Propuesta para que los casos de mesotelioma, correspondientes a las afectaciones derivadas del lavado de la ropa de trabajo en el domicilio de los trabajadores del amianto, sean considerados de responsabilidad directa del empresario demandado.
Es probable que algunas de estas propuestas, no tengan demasiado sentido, si se pretendiera aplicarlas en aquellas naciones en las que ni siquiera cuentan con una sanidad pública, y además que ésta sea, al menos, medianamente de adecuada calidad.
Por lo que respecta a sobre lo primero por lo que me pregunta, pondré un ejemplo, que no sé, de momento, si al final se llegará a concretar en la publicación de algún trabajo divulgativo.
Me fascinan las peculiaridades de un grupo taxonómico de microbios, las amebas teseladas, de descubrimiento relativamente reciente, y dotadas de una coraza articulada, formada por teselas imbricadas, de carbonato cálcico, y al modo del pangolín, en comparación con un animal análogo, en escala macroscópica. Ejemplo típico, es la denominada Lamtoquadrula, del género Paraquadrula, y cuyo más reciente miembro ha sido denominado Astroquadrula, siendo el organismo microscópico al que corresponden los comportamientos que seguidamente describimos.
Dichos microbios acorazados, se alimentan, a su vez, de otros microbios: las bacterias formadoras de bio-películas adheridas a superficies, que son unas estructuras defensivas frente al ataque de los virus o de otras bacterias, pero que en esta oportunidad no les sirven como escudo protector, precisamente por la actividad depredadora de las amebas acorazadas, coraza articulada que les permite soslayar la nocividad defensiva de las aludidas bio-películas.
La búsqueda directa de bibliografía a nivel académico, en las bases de datos, no da resultados, debiéndose recurrir a búsquedas indirectas, más complicadas. Es esa dificultad, precisamente, la que a mí me podría permitir, eventualmente, poder llegar a confeccionar un trabajo divulgativo, con algún contenido interesante, que poder llegar a ofrecer.
Esa dificultad, para mí constituye un acicate, precisamente por ofrecer, potencialmente, ese caladero de informaciones poco difundidas a nivel divulgativo. Así que ya veremos, al final, en qué se substancia todo esto.
Otro ejemplo, que no sé todavía, si se substanciará en la culminación de la meta consistente en llegar a publicar algún trabajo sobre el asunto: me gustaría hacer una revisión de la bibliografía accesible, de casos de co-morbilidad vinculada a patologías asbesto-relacionadas, con expresión ya evidenciada -implícita o explícitamente, en los propios títulos de los trabajos a examinar, y a fin de poder establecer un cuadro estadístico, que permita cuantificar, comparativamente, las respectivas frecuencias de esas vinculaciones de comorbilidad asociada a exposición al amianto, con vistas a una eventual emisión de hipótesis explicativas. Y en todo eso estamos, de momento.