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Un ejemplo del compromiso poliético de José Luis Sampedro

Fuentes: Rebelión

No es momento de valorar la obra científica del humanista recientemente fallecido ni su obra literaria. Tampoco todos los nudos de su biografía. Un breve apunte sobre su compromiso poliético. En 1965, el rector fascista y farmacólogo competente Valdecasas, recién llegado a la Universidad de Barcelona, expulsó a Manuel Sacristán de la Universidad vía no […]

No es momento de valorar la obra científica del humanista recientemente fallecido ni su obra literaria. Tampoco todos los nudos de su biografía. Un breve apunte sobre su compromiso poliético.

En 1965, el rector fascista y farmacólogo competente Valdecasas, recién llegado a la Universidad de Barcelona, expulsó a Manuel Sacristán de la Universidad vía no renovación de su precario contrario académico. Salvo el paréntesis del curso en el que pudo incorporarse gracias a una ingeniosa treta «catalanizadora» de, entre otros compañeros, Alfons Barceló («Sacristà Lizó» por Sacristán Luzón), el traductor de El Capital no pudo incorporarse hasta 1976. ¡Once años después, once años trabajando a destajo en traducciones y colaboraciones editoriales!

Hubieron muestras de solidaridad. Pero no muchas. José María Valverde, desde luego, de forma destacada.

Pocas semanas después de la expulsión, el 28 de octubre de 1965, y desde «Madrid», José Luis Sampedro, ya entonces catedrático de la Complutense, escribía a su amigo, entonces miembro del comité ejecutivo de un PSUC duramente perseguido por la dictadura fascista, una carta de solidaridad y apoyo. Lo hacía en estos términos:

Mi querido amigo y compañero:

Acabo de enterarme de que no se le ha renovado a Vd. el encargo de curso de su asignatura en la Facultad de Ciencias Económicas y Comerciales de Barcelona, y como considero muy de verdad que esa decisión nos causa una verdadera pérdida en la enseñanza, quiero enviarle esta carta para hacerle patente mi consideración y el altísimo concepto que me merece su obra intelectual y docente. Una persona como Vd. nos honra a todos los universitarios.

Sólo lamento no tener personalmente mayor autoridad para respaldar mi juicio, pero no necesito decirle que, cualquiera que sea su valor, estoy dispuesto a manifestarlo donde Vd. estime necesario y en la forma más categórica posible, empezando para ello con esta misma carta, de la que puede Vd. hacer en cualquier momento el uso público o privado que estime conveniente, pues su contenido es una declaración que me honro en suscribir.

Con el mayor afecto y compañerismo, le envía un cordial abrazo su buen amigo de quien sabe puede disponer, José Luis Sampedro.

Sacristán, desde luego, nunca hizo pública la carta. José Luis Sampedro la leyó emocionado, en 2005, ante la cámara afable y admirada de Xavier Juncosa, magnífico e imprescindible director de los documentales «Integral Sacristán».

Mercedes Iglesias Serrano ha escrito que el compañero de Olga Lucas nos ha dejado machadianamente. Ligero de equipaje, sin boato, casi desnudo, como los hijos de la mar. De «manera sencilla y sin publicidad», como dicen que mueren los que han amado, vivido y entendido mucho.

El diario-global imperial ha dedicado nueve páginas a la muerte de la baronesa de hierro desalmado. ¿Cuántas debería dedicar al fallecimiento del gran humanista ibérico e internacionalista?

Según parece Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Elena Salgado y Pedro Solbes fueron alumnos suyos. Estarán conmigo que hay que ver lo mal que cogen apuntes algunos estudiantes.

PS: En las clases de Metodologías de las Ciencias sociales del curso 1981-1982, Sacristán hacía referencia al autor de La sonrisa etrusca. En estos términos

«[…] Me parece que alguna vez he mencionado la impresión que me produjo Sampedro, en televisión, hará unos meses, por octubre o noviembre [de 1981]. ¿Lo hemos hablado alguna vez? Sampedro era catedrático de Estructura Económica de la Complutense y autor de un par de libros de estructura económica bastante leídos, alguno seguramente recomendado en esta facultad. Ahora ha llegado ya al colmo del escepticismo y en televisión, en octubre o noviembre, hizo una larga intervención acerca de su convicción de que la teoría económica no tiene ninguna cientificidad, de que es una especie de juego de ajedrez. Además, incluso hizo ataques más severos acerca de la funcionalidad social de ese juego de ajedrez. Estuvo de un escepticismo tremendo. ¿Nadie vio aquel programa?

Estudiantes: Sí, sí.

MSL: ¿Verdad que fue profundamente escéptico? De modo que incluso…

Estudiante: Con su empleo en el Banco de España.

MSL: Con su empleo en el Banco de España, sí, de algo hay que comer diría él […] Realmente él piensa que la actividad económica es práctica y artística y que entonces está justificado estar en el Banco de España, pero que no es científica y que entonces no está justificado ser catedrático. No nos precipitemos a criticar sin saberlo. Cabe una posibilidad de coherencia en lo que hace Sampedro por esa línea.»

 


Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.