A diferencia del amor, hay cosas que uno no distingue a primera vista. Requieren pensarse por un tiempo, hasta que aparece la pieza que faltaba en el rompecabezas y la verdad aparece luminosa ante nuestros ojos. El 6 de noviembre de 2009 ocurrieron cosas raras en La Habana. Un reducido grupo de personas realizó una […]
A diferencia del amor, hay cosas que uno no distingue a primera vista. Requieren pensarse por un tiempo, hasta que aparece la pieza que faltaba en el rompecabezas y la verdad aparece luminosa ante nuestros ojos.
El 6 de noviembre de 2009 ocurrieron cosas raras en La Habana. Un reducido grupo de personas realizó una «manifestación por la no violencia» a través de una de las principales avenidas de la ciudad. Una buena causa, sin duda, sobre todo en un país que no ha dejado de sufrir acciones violentas desde hace más de cincuenta años, incluso recientemente han tenido lugar varios hechos que lo prueban, de los que hemos dado cuenta en La pupila insomne. Lo raro de lo sucedido en noviembre de 2009 estribaba en que no se aludía a ese tipo de violencia ni a ninguna otra. Pero no hay que ser prejuicioso, por qué no manifestarse contra una abstracción, en definitiva -según algunos reportes de prensa- la pequeña columna se desplazó sin contratiempos por la céntrica avenida 23.
Sin embargo, aún sin concluir aquella jornada, comenzaron a circular noticias inquietantes. Una persona que recibe gran atención de la prensa extranjera acreditada en la Isla, denunciaba a esos medios que al dirigirse a la citada manifestación habían sido objeto de un «secuestro» durante el cual le había propinado una «golpiza». Aunque no pudo mostrar ninguna prueba de sus alegaciones ni realizó denuncia alguna ante tribunales ni policía, la noticia ocupó primeras planas de periódicos y noticieros en todo el mundo.
Estos hechos y sobre todo su resonancia mediática, asociada a la manifestación por la «no violencia», me hicieron recordar que en los momentos finales de la Perestroika en la antigua URSS, ocurrió un incidente protagonizado por quien sería luego presidente de Rusia, Boris Yeltsin. Yeltsin, una estrella de la prensa occidental, -gracias a sus críticas al socialismo y su rechazo a la violencia durante el intento de golpe de Estado de 1991- apareció semidesnudo en una estación de policía, afirmando que lo habían secuestrado en un automóvil, atado a un saco de patatas y lanzado a un río. Los rumores eran que estaba ebrio y que iba camino a un encuentro con su amante, pero los medios extranjeros acreditados en Moscú no atendieron esa versión. Tiempo después, el fugaz mártir de la democracia bombardeó con toda violencia el parlamento de la Federación Rusa, pero los cadáveres que resultaron de su acción tuvieron menos espacio en los medios de Occidente que el «secuestro» de la estrella naciente del capitalismo ruso.
A algunos podría parecerles traída por los pelos esta incursión en la Europa ex socialista y a mí también si no fuera por lo que viene ahora. Indagando sobre los movimientos pro no violencia en el mundo, encontré algunas cosas bastante interesantes que tienen su origen precisamente en la Europa del Este y particularmente en Yugoslavia, en vísperas de la agresión de la OTAN contra ese país. Desde el Hotel Hilton de Budapest, el coronel estadounidense Robert Helvy, entrenó a numerosos jóvenes serbios de la organización Otpor (resistencia) -un movimiento juvenil opositor surgido en 1998- en las técnicas de acción no violenta basadas en los manuales de Gene Sharp y la Albert Einstein Institution. Posteriormente, Estados Unidos envió en dos semanas los recursos necesarios para abrir 70 sedes de la Otpor y cuando estallaron los bombardeos de la OTAN, la organización estaba implantada en todo el país para desgastar desde adentro, en nombre de la no violencia, el país que se agredía violentamente desde el exterior. Donald L. Presley, administrador asistente de la USAID, ha reconocido a The New York Times Magazine que varios cientos de miles de dólares se entregaron directamente a Otpor para financiar material como camisetas y carteles. Otras fuentes hablan de tres millones de dólares entre 1998 y 2000, facilitados por el gobierno de Estados Unidos. Así surgió -también vinculado a Otpor y la USAID- en el verano de 2000, en la ciudad de Novi Sad el Exit Festival dedicado a la música juvenil.
Concluida la guerra, la actividad de Otpor, lejos de desaparecer, se incrementó y la exportación del método de los movimientos juveniles no violentos, asesorados desde Serbia, se multiplicó. Dos constantes han recorrido los países donde Estados Unidos se ha interesado en cambiar gobiernos: el uso de las redes sociales en Internet, y un símbolo -el puño blanco con fondo negro- que apareció, junto al dinero de la USAID en Ucrania (con color naranja), Georgia y Kirgistán (color rosa) y en Venezuela (donde en lugar del puño el logo es una mano blanca con fondo negro, aunque no ha faltado el puño de Otpor con los colores de la bandera venezolana); mientras que el Exit Festival ha continuado desarrollándose con el apoyo de entidades como MTV. Pero no es Venezuela – donde han estado presentes estos elementos en las «protestas» estudiantiles contra el gobierno de Hugo Chávez- el único país de América Latina contra el que se emplean estos métodos, existen denuncias de su presencia en países como Argentina y Bolivia.
Uso del logo Otpor junto a la mano blanca por organización antichavista
Con respecto a Cuba, hay algunos datos inquietantes. La USAID -financista de Otpor y movimientos similares en Europa y América Latina- es también la financista y suministradora de los «disidentes» cubanos, su «contratista» Alan Gross fue capturado cuando los abastecía con medios tecnológicos para su trabajo a través de las redes sociales en Internet y se encuentra detenido en la Isla por esa razón. Verde y con puntas, ya saben…A estas alturas no es una especulación sospechar que Otpor, la USAID y el Exit Festival de Novi Sad tuvieron algo que ver con el performance del 6 de noviembre de 2009 y es muy posible que varios de sus convocantes tengan vínculos con ellos, bastaría buscar un poco en Internet para encontrar los enlaces.
Para los que crean que con movimientos tipo Otpor y festivales de música con dinero made in USA van a ganar la batalla por la conciencia de las personas, se ha dado a conocer por estos días una mala noticia. Una encuesta realizada en Serbia ha arrojado que el 81 por ciento de las personas prefiere el socialismo de la época yugoslava.
Sin embargo, viendo los recientes informes sobre las amenazas contra algunos artistas cubanos en la ciudad de Miami, sería una buena idea organizar allí una manifestación contra la no violencia y una filial del Exit Festival. Financiamiento de la USAID debe sobrar porque las denuncias de que es en esa ciudad donde malversan una parte del que envían hacia Cuba han llegado hasta el Congreso de Estados Unidos.
Fuente: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2010/11/16/un-exit-festival-para-miami/
rCR