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Entrevista con René González Sehwerert

Un fuerte sentido del deber con la patria, con el pueblo

Fuentes: Resumen Latinoamericano

Ese hombre alto, sonriente, de rostro perfilado que al llegar nos extiende una mano firme, proyecta una fuerza interior y una dignidad inmensa, como si en él y sus cuatro hermanos se resumiera lo mejor del pueblo cubano. A la vez, es sencillez y modestia auténticas, lo que facilita una rápida comunicación. Ese hombre dejó […]

Ese hombre alto, sonriente, de rostro perfilado que al llegar nos extiende una mano firme, proyecta una fuerza interior y una dignidad inmensa, como si en él y sus cuatro hermanos se resumiera lo mejor del pueblo cubano. A la vez, es sencillez y modestia auténticas, lo que facilita una rápida comunicación.

Ese hombre dejó los sueños personales y familia detrás, por la necesidad de entregarse a su Patria en una tarea riesgosa y por tal honrosa: conocer y prevenir las acciones violentas de los grupos terroristas de origen cubano basificados en el sur de la Florida. Por el delito de luchar por la vida, fueron sentenciados a largas e injustas condenas de cárcel. El hombre alto y sus cuatro hermanos, Los Cinco, ganaron su condición de paradigmas para la juventud cubana y del mundo, y de Héroes de la República de Cuba, cuando se enfrentaron a las ofertas y presiones de la fiscalía de Estados Unidos armados de su moral, amor a la Patria, firmeza inclaudicable y la necedad de no ceder ante los escollos y tentaciones que la vida les presenta.

El hombre alto no alberga odio ni rencor en su corazón hacia quienes lo encarcelaron, sólo amor y la esperanza de hacer llegar su mensaje al pueblo norteamericano con el fin de lograr la libertad de sus cuatro hermanos. Esta verdad saltó por si sola la mañana que René González conversó durante cuatro horas con el colectivo de Resumen Latinoamericano, fue un diálogo relajado, entre amigos, en el patio de una casa habanera, con la activa participación de Olguita y la presencia de razones, hermandades y recuerdos, tal como ocurre en la vida.

Una vez terminado el diálogo y revisadas las notas que usted leerá, recordamos a un grande de la literatura estadounidense y mundial, Ernest Hemingway, y a sus personajes literarios provenientes de la «Escuela de los Duros» que nos mostraron que un Hombre puede ser destruido pero jamás vencido. Esa lección se ve realizada en Los Cinco, en su autenticidad como cubanos, irreverencia en el debate con el adversario y lealtad sin límites a sus ideas.

Imágenes de la memoria

Nací en Chicago el 13 de agosto de 1956. Por parte de madre era de ascendencia norteamericana. Mi bisabuelo materno tuvo una historia interesante: fue el capataz más joven del canal de Panamá con 14 años, estuvo en allí en la construcción del canal, después regresó a Estados Unidos y se casa. La esposa tenía problemas de salud y deciden venir a Cuba. Se establecen en Cueto, antigua provincia de Oriente y con las habilidades que tenía por haber trabajado en el canal, abre un taller. Era como un cuentapropista, como diríamos hoy, daba el servicio de herrería y de reparación de carretas a los centrales azucareros de la zona, parece que era bastante conocido en el área de Cueto, pues era un norteamericano trabajando independiente; ahí es cuando nacen mi abuela y mis tíos abuelos, los que aprenden el oficio -sobre todo Papín- y desarrollan habilidades mecánicas con el viejo. Pero cuando el viejo muere, la familia prácticamente se disgrega.

Mi abuela particularmente pasó mucho trabajo, ya tenía a mi Mamá y a mi Tía y termina dando tumbos por todo el país, hasta que en los años 40 logra ponerse a trabajar de doméstica en la Embajada de Estados Unidos acá y el embajador, cuando termina su posta, se la lleva para el Norte. O sea, que de alguna forma ella regresa a los orígenes familiares y cuando tiene la posibilidad comienza a llevarse a su familia. Es cuando se lleva a mi Mamá. Como ven, mi madre se cría aquí en Cuba durante la primera infancia, pero va para los Estados Unidos, casualmente con la misma edad que lo hizo Irmita, con 12 años más o menos. Llega y comienza a estudiar la secundaria y luego empieza a trabajar y en el trabajo le surgen y desarrolla inquietudes sociales; la botan del trabajo con 17 años por organizar un sindicato, para apoyar a unas puertorriqueñas a quienes explotaban mucho. Mamá trabajaba de jefa de piso y el sindicato se le acerca y ella con el deseo de ayudar a las puertorriqueñas acepta organizar el sindicato dentro de sus subordinadas, pero después el mismo sindicato la vendió y al final la expulsaron del trabajo. Conoció a mi Padre y se casan, a partir de ese momento se dedica al hogar hasta que regresa a Cuba.

Por otra parte el viejo, que creció en Carraguao, tuvo una infancia bien difícil, pero desarrolló habilidades en el beisbol y lo firmaron como profesional, si mal no recuerdo, en 1952 y va a Estados Unidos a jugar pelota. Después tiene un problema con el dueño del equipo, le pide un aumento de salario y no se lo dan, en fin se va del equipo y termina en Chicago que era donde estaba viviendo mi mama y ahí a través de un pelotero cubano muy conocido en Chicago, Guito Alomar, que según decían, apadrinaba a los muchachos jóvenes que llegaban a jugar pelota, el conoce a mi abuela y a través de mi abuela conoce a la vieja y ahí se casan,

El viejo trabajó sobre todo en la industria del acero, en las fundiciones de acero ahí en Chicago, en Indiana, que en aquellos momentos eran muy importantes, no sé en la actualidad. Bueno ahí nací yo y después nació Roberto.

Tengo algunas imágenes de aquella época, del lago Michigan, cuando íbamos de picnic, había unas praderas, que a mí me parecían inmensas, puede que no sean tan grandes, pero a esa edad a uno todo le parece muy grande y había un puente de madera que se adentraba en el lago, íbamos ahí a pescar. Recuerdo la primera travesura con Roberto, que se nos ocurrió, bueno, se le ocurrió a Roberto no a mí, pero pagamos los dos: salimos a la esquina, a una avenida muy grande y nos paramos a hacerle monerías a los carros, sacarle la lengua y esas cosas, hasta que nos agarró un policía y nos llevó para la casa; ese fue el primer castigo que recuerdo, no fue muy fuerte, nos dejaron ahí durmiendo.

Los viejos deciden venir para Cuba después del triunfo de la Revolución. Papá hizo un viaje primero para ver cómo estaba la cosa y le gusto lo que vio, el ambiente, el entusiasmo de la gente; perdió el escepticismo porque hasta ese momento él había sido escéptico, aunque ellos ya estaba involucrados en el 26 de julio, incluso cuando Girón ellos salieron a las calles de Chicago, tuvieron sus encontronazos con la derecha por allá, pero el viaje del viejo a Cuba lo hace ver que valía la pena regresar y entonces regresaron en octubre de 1961.

Regreso la familia completa, recuerdo el viaje, los preparativos, el viaje de Chicago a Nueva York, el barco «Guadalupe»- era el nombre del barco- recuerdo inclusive la llegada a Cuba. Este fue uno de los últimos viajes de ese buque de pasajeros en la ruta Nueva York a La Habana, antes de que los prohibieran. En esos viajes venían muchos repatriados, fue la época en que mucha gente regresaba a Cuba. Entonces enganchamos ese barco, hicimos el viaje por tierra de Chicago a Nueva York y ahí vinimos en el barco. Llegamos y enseguida los viejos se incorporaron a la Revolución y a echar para adelante aquí.

Con la Revolución de los humildes y para los humildes

El viejo vivía, como te dije, en Carraguao. Mi abuela tenía allí un cuartico alquilado, pagaba una renta a la dueña, que era un viejita, Obdulia, una persona muy noble. Ahí la miseria le rentaba a la miseria. Obdulia era pobre, tenía esa casita, en la que todavía vive una tía mía, hermana del viejo. Obdulia habitaba la parte de adelante y la parte de atrás se la rentaba a mi abuela por una pequeña cantidad y ahí nos metimos todos, llegamos ahí y ocupamos el cuartico aquel que se estaba cayendo. Recuerdo que en la casa de al lado, en esa misma época, el techo se cayó y le fracturo la pierna a una niñita de la familia que vivía ahí.

Bueno, pues en ese cuartico nos metimos todos, mi abuela, nosotros cuatro: Mami, Papi, Roberto y yo. También estaban mi tío y mi tía, que para la fecha se disgustó con el marido y también terminó allí; llegamos a ser como 11 personas en aquel pedacito.

Eran los tiempos de principios de la Revolución, fusiles en la casa, mi tío con la metralleta checa, todo el movimiento y la pasión revolucionaria que se vivía, la euforia por defender al país, y como mi tío estaba aquí, se había hecho miliciano, tenía su ametralladora, después el viejo se incorporó. Fue una época bonita, nosotros no trajimos nada de allá, con las chancletas de palo jugábamos como si fueran carritos.

Cuando los viejos pidieron venir para Cuba la gente de inmigración en EEUU se pusieron furiosos y los empezaron a presionar. El viejo, que tenía tremendo carácter, los mando para el carajo y entonces le dieron solo 15 días para viajar a Cuba. El viejo no recogió nada, metió un poco de cosas en una maleta, rentó un tráiler y arrancamos para Nueva York y de ahí para el barco y directo a Cuba.

Un tiempo después nos dieron una casa en La Habana, en Almendares, con mejores condiciones, al doblar de donde hoy está la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Comencé a estudiar. En ese momento existía la Dirección Nacional de Becas, dirigida por una señora muy venerable ella, llamada Elena Gil y había una beca específicamente, que recibían muchos hijos de repatriados, así como los hijos de los mártires. Después supe que también a hijos de soldados de la dictadura fallecidos durante la guerra de liberación se les otorgaba, yo nunca me entere de eso porque nunca supimos quién era hijo de un soldado de la dictadura. Así de grande es la Revolución.

La beca se llamaba José Martí y estaba en Santa María del Mar Loma, recuerdo que la directora era una muchachita, Zoila Chang, que en aquel tiempo me parecía una mujer pero era apenas una jovencita. Todos los profesores eran prácticamente muchachos, yo tenía 6 años y los profesores tenían 16 o 17 años, pero con una formación, unas ganas de dar clases tremenda, de hacer cosas por los muchachos, una creatividad inmensa como el estar siempre inventado actividades, y un entusiasmo y entrega tan grande, que a mi realmente me impactó. Yo creo que una de las cosas que más aprendí y me sembró esa escuela, fue el entusiasmo por la vida, de hacer las cosas con alegría, eso es algo que siempre he recordado de la beca, ese espíritu, que también era un reflejo del espíritu que tenía el país a principios de los años 60 y el espíritu joven de aquellos profesores, que querían superarse, querían fuéramos buenos estudiantes. Recuerdo a las «tías» de los albergues, que eran personas mayores pero llenas de amor y cariño, nos trataban a todos como si hubiéramos sido sus hijos. Recuerdo en particular a una que se llamaba Esther, que era repatriada y daba la casualidad que se llamaba como mi abuela, me quería como si fuera un hijo de ella. Ahí hice la primaria, creo que fue una escuela de mucha calidad, donde aprendimos mucho, donde fuimos muy alegres, yo diría que había mucho entusiasmo y amor, y eso me marcó.

Para hablar de los deportes y las aficiones que tenía, debo referirme a esa escuela de becas y a mi barriada. Como les dije, hice la primaria becado en la José Martí y creo que ahí empezó la idea del pilotaje. Yo empecé muy joven a querer ser piloto. Tenía un vecino – era un delincuente en ciernes- que era el jefe de la pandilla de muchachos en el barrio, él era muy fantasioso y siempre estaba haciendo cuentos que si la pandilla, que si tengo esto y lo otro para la pandilla y una vez se le ocurrió decir que tenía un avioncito que volaba y yo que era más chiquito comencé con la fantasía, con la idea de volar un aparato, es decir que desde esa época se me empezó a meter el bichito, pero también cuando uno tiene esa edad pasa por todas las profesiones, quise ser bombero, policía, marinero; quería ser de todo, pero ya el bichito de la aviación me lo metió el amigo mío a través de la fantasía aquella. Incluso recuerdo que cuando iba al parque de diversiones Coney Island me gustaba mucho un equipo que asemejaba un avión en el aire. Creo que ya salí de ahí con esa idea de que sería bonito ser piloto.

Deportes, bueno, jugaba futbol, un poco de pelota con los muchachos, pero nunca hice un deporte organizado y nunca fui de un equipo de la escuela, más bien me gustaba mucho la lectura y después cuando empecé a leer, leía bien y me cogían mucho para leer los comunicados, leer cosas en público, eso sí lo empecé muy chiquito, pero nunca me dediqué a practicar un deporte en serio, organizado.

Los deportes que he practicado los fui aprendiendo poco a poco. La vieja nos enseñó a nadar muy joven, a mí y a Roberto, como a los 7 años, ella siempre le dio importancia a que nadáramos, pero fue un proceso, aprendí a nadar a los 7 años pero rudimentariamente, yo siempre fui un nadador que tenía fuerza, para esa edad nadaba bastante bien, pero no tenía la técnica; después Roberto va la escuela de natación y se me va por encima. Yo seguí nadando un poco rudimentariamente y a los 15 años fue que me metí en un círculo de natación en la Ciudad Deportiva y ahí un poco pulí la técnica de respiración. Pero en realidad, repito, nunca practique ningún deporte organizadamente. Me gustan mucho los deportes de exteriores, me gusta moverme, me gusta bucear, todo lo que sea la naturaleza, fuera de un local me llama la atención; la bicicleta me encanta, coger una bicicleta y perderme por ahí y regresar.

A los 8 años Roberto y yo conocimos al Che. El viejo luego me dijo que fue el 28 de diciembre de 1963, el día que inauguraron la «fábrica del viejo». Te explico, Papi había trabajado muy duro como obrero en los Estados Unidos y cuando regresó a Cuba, se buscó un trabajo y encontró que estaban construyendo esa fábrica que sería como un consolidado del plástico. En esa época existían algunos «chinchales» que hacían cosas de plástico, pero todos eran muy artesanales. Entonces se hizo una inversión para desarrollar la industria del plástico a mayor escala y se hizo la fábrica en Vía Blanca y Cayo Cruz, que después se convertiría en «Plásticos Habana». El viejo trabajó en la construcción de la fábrica y luego se quedó allí de obrero. Fue su lugar de trabajo, donde más trabajó fue en el plástico. Bueno, pues estábamos nosotros el día que el Che la inauguró. Él se metió entre la gente, los trabajadores saludándolo y entonces, Roberto y yo nos metimos entre las piernas de la gente y le pudimos dar la mano. En esa fábrica hicimos los primeros trabajos voluntarios, teníamos 8 años, 8 años y pico, nos querían mucho en la fábrica, todo el mundo nos quería cantidad.

Más adelante, salí directo de la beca de la primaria para los Camilitos. Me embulle con la idea de ser Camilito. Ya en los Camilitos cuando me incorporo – en esos momentos estaban en Baracoa- empiezo a ver los aviones, y es cuando ya se me mete definitivamente dentro el bicho de la aviación, viendo los aviones despegar, aterrizar, las maniobras y siempre quise ser piloto a partir de ahí. Yo me incorporo a los Camilitos en septiembre de 1968.

No termine los Camilitos porque me enferme con hepatitis a finales de 1971, falté mucho tiempo, estuve muchos meses fuera de la escuela y en abril de 1972 hicieron como una limpieza, habían problemas académicos en la escuela y sacaron a muchos muchachos; como yo no había estado en las clases me sacaron. Termine la secundaria en la calle, en una escuela externa, en el Cerro, que era donde vivía en ese momento.

Con relación al sueño de ser piloto, había hecho un intento en los Camilitos antes de que me diera la hepatitis, traté de inscribirme en una convocatoria para la aviación – de ese grupo unos cuantos fueron a la Escuela de Aviación- pero yo tenía 15 años y necesitaba tener 16, entonces no me dejaron y cuando salí para la calle no tenía conocimiento de las vías que existían para hacerme piloto y lo que hice fue que firmé para incorporarme al Destacamento Pedagógico. En ese tiempo había la necesidad de fortalecer el Destacamento Pedagógico, yo me incorpore al segundo contingente, pues como repito el 10 grado por causa de la hepatitis, cuando lo voy a repetir me encuentro que había un plan que se llamaba «plan del abonado» en el que recibías la asignatura que te faltaba durante ese año y el resto del tiempo trabajabas como maestro, cuidando muchachos.

Como estoy en esa actividad cuando viene la captación para el Destacamento me dicen «mira, como estás haciendo esto, metete en el Destacamento» y me embullé de corazón. En septiembre del 73 me incorporé al Destacamento como profesor de física. Da la casualidad que estaba en Alquízar y los aviones de la Base de San Antonio venían a la aproximación en esa área. A veces estaba corriendo en la pista de Alquízar y me ponía a mirar los aviones. Pero ya en ese momento casi había desistido de ser piloto, no tenía una orientación de cómo hacerme piloto y estaba decidido a ser profesor, actividad que también me gusta mucho.

El Destacamento a mí me hizo madurar muy rápido, a pesar de que estuve solo tres meses en el mismo, porque el Servicio Militar me llamó a filas en diciembre de ese año. Es decir yo comienzo en el Destacamento en septiembre como dije, incluso fue Fidel con Ceaucesco a inaugurar la escuela que se llamaba «Republica Socialista de Rumania». Estando ahí, vivimos el golpe de estado fascista contra el presidente Allende. Fue duro, esos momentos no se me olvidan, la rabia, la indignación de todo el mundo con la salvajada aquella. En diciembre me llama el servicio militar y voy para el Ejército Occidental, donde estuve 3 años. «Con un abrazo de Patria o Muerte, desde Angola»

Hago el servicio militar como tanquista. Cuando me dan a escoger la especialidad en el servicio yo escogí tanquista. Siempre me llamo la atención la mecánica, el trabajo de la mecánica, manejar, conducir equipos, siempre eso me ha llamado la atención.

Escojo entonces la especialidad de tanquista, conductor de tanque, porque al mismo tiempo eras el mecánico y aprendes de mecánica; hago mi servicio en la Loma del Esperón, en Guanajay. Cuando termino el servicio militar, un batallón de mi unidad se iba para Angola, era la euforia de Angola y yo estaba loco por ir a Angola. Al batallón de tanques T 34 lo mandan para allá y lo refuerzan con otros grupos pero a mí no me toca ir a cumplir misión, entonces hablo con mi jefe, el capitán Castillo -supe recientemente que falleció- y le pido que me gestione para irme con el batallón para Angola, el hace la gestión pero le dicen que no, que ya el batallón estaba completo. Recuerdo que yo estaba ya de cumplimiento, tenía que irme, no podía quedarme en la Unidad y me voy para la casa enfurecido porque no podía ir a Angola. Llego a mí casa y le echo una descarga a la vieja, quejándome de mi mala suerte. Al otro día tenía obligatoriamente que regresar a la Unidad a entregar el módulo de ropa y las botas. Iba cabizbajo, cuando voy llegando a la Unidad me estaba esperando Castillo y me dice: «¿Tu no querías irte para Angola? pues mira, te resolví. Arranca para allá». Esa misma ropa que iba a devolver me la puse. Me fui para el entrenamiento en Candelaria y de ahí para Angola. Fui como artillero de tanque en un T 34.

Allá estuve todo el tiempo, los dos años, en Cabinda. En ese entonces ya Cabinda se había pacificado bastante, porque en Cabinda en realidad lo que existía era el problema con Zaire, surgido de las ambiciones de Zaire por hacerse del petróleo de Cabinda. El peligro de una invasión directa de Zaire había pasado, el general Espinosa se había encargado de ese asunto. Incluso cuando yo llego a Cabinda, ya no está Espinosa, el jefe era Quinta Solás.

Nos establecimos como un sistema defensivo, con los tanques formando parte del mismo; era un regimiento de infantería motorizada, el RIM Cabinda. Nos basificamos, establecimos la defensa, pero en realidad nosotros no tuvimos acciones combativas, porque Zaire se tranquilizó. Esa fue la época que, entre Mobutu y Neto, se firmó una especie de pipa de la paz para el diferendo entre ambos países. Zaire se aconsejó y no hubo más problemas, al menos serios. Es verdad que estaba el «FLEC» pero este operaba más bien al norte de Cabinda, entre la ciudad y el Congo, una vez participamos en un cerco, pero no apareció nadie, ni capturamos nada.

RL: En una foto de Angola apareces con un amigo que un día encontramos durante un acto en un pueblo de Pinar del Rio, Reynaldo Fuentes Soroa y en otra de octubre de 1978 le escribiste una dedicatoria a tu abuelo que decía: «con un abrazo de Patria o Muerte» se nos quedó grabada esa dedicatoria por el afecto y por la determinación revolucionaria. Ello lleva a hacer un paralelo entre la dedicatoria del aquel joven en Cabinda y como ese mismo joven hecho un hombre, 30 años después, en el 2008 es un ejemplo de revolucionario inquebrantable. Reflexiona cómo te marcó a ti la participación en la misión internacionalista en Angola como ser humano, como joven, en todos los terrenos, desde la amistad hasta tu convicción revolucionaria.

Esa es una experiencia que, como dice el dicho, «sino te mata te hace crecer» y fue interesante desde todo punto de vista. Primero porque en esas condiciones los amigos son amigos de verdad, por eso es que tu vez ahora la fuerza de mi amistad con Rey, con Arrebato, que son amigos de esa época, con los que tú te conviertes en un hermano porque viven juntos situaciones difíciles que ponen a prueba no solamente el temple, la disciplina, sino las características de todo el mundo. También un poco aprendes a ver que las obras grandes se hacen con personas imperfectas, porque no todo es perfecto cuando vas a una misión de estas, tienes encuentros personales, tienes problemas con un jefe, te enfrentas, te das tus cabezazos, a veces sufres, pero también te das cuentas que somos un conjunto, somos una sociedad, que no vivimos en un mundo idílico, que muchos somos seres imperfectos, pero que estamos avanzando, yo diría que incluso como especie, estamos tratando de llegar a ser inteligentes porque todavía no lo somos como especie y un poco aprendes a entender eso.

A mí me parece que comprender eso es fundamental, porque por lo menos en mi caso, me ayudó después a aceptar ciertas cosas, a entenderlas, a sobrellevarlas, a darles la vuelta, porque si tú te dedicas a machacarte cuando estas preso, sales destruido. Tienes que aprender a entender que las personas son imperfectas, pero que también tienen todas, o casi todas, yo diría que la gran mayoría, tienen una faceta positiva, que es la que tú tienes que aprender a tocar, a mí me parece que eso es importante. A veces – a mí me paso en un momento, hasta que empecé a razonar- me concentraba demasiado en las cosas negativas de alguna persona, de un jefe, de un compañero y después cuando yo razonaba, me decía: ¿Y por qué yo no busqué la parte positiva?, no siempre puedes hacerlo, también depende de la contraparte. En una experiencia como la misión internacionalista, se aprende mucho sobre el ser humano, sobre uno mismo y sobre los demás.

En fin, la evolución como colectivo social también es eso, el encuentro entre nuestros defectos y nuestras virtudes, de cómo aprovechamos las virtudes para avanzar y como dejamos a un lado los defectos. A mi parece que esa experiencia me enseñó eso.

Yo regresé – lo digo porque así fue- con un sabor agridulce, porque todavía no lo entendía bien y a veces me parecía que mucha gente no habían llenado las expectativas de aquel joven que pensó que todo el mundo iba a ser un Che Guevara en Angola. Y eso no es así, somos personas, tenemos limitaciones y hay que aprender a entenderlo y eso a mí me ayudó mucho, me ayudó inclusive para enfrentar un nuevo reto, esta otra Misión, porque tú te das cuenta que no vas a combatir gente, vas a combatir actividades, vas a combatir acciones contra el país, pero no puedes concentrarte demasiado en lo negativo de la gente -aunque a veces conoces cada elementos que no son fáciles. Como parte de ese crecimiento, Angola fue muy importante para mí y se lo agradezco. Antes de la experiencia esta de ir a combatir el terrorismo, fue la experiencia más edificante que yo tuve. Una vez que pude mirar en retrospectiva esa experiencia, comprendí cuanto ayuda a formar tu carácter, tu confianza en ti mismo, todas esas cosas que se ponen a prueba en esas condiciones, te vas creciendo como persona y como te diste cuenta, me dejó buenos hermanos que todavía conservo.

La mirada del águila

Al regresar de la misión internacionalista, comencé a madurar varias opciones sobre qué hacer. Antes de yo irme para Angola, estaba haciendo una gestión con un compañero de capacitación del IACC, de la aviación, recuerdo su nombre: Juan Bautista Ramos Cano -después lo vi varias veces- estaba tratando, a través de él, de conseguir un trabajo en el aeropuerto, para ver sí una vez allí, podía encontrar la oportunidad de hacerme piloto, porque yo seguía con la obsesión de la aviación.

Cuando me voy para Angola tengo que llamar a Juan Bautista,- en realidad lo llama mi Mamá, yo no podía ni llamarlo ya porque estaba en el entrenamiento- la vieja lo llama y le dice: «mira Juan Bautista mi hijo se va para Angola» y él responde que no importaba, que cuando yo regresara fuera a verlo. Pero ocurre que estando yo en Angola, se abre un poco la especialidad de la aviación agrícola -eran los años de los grandes planes arroceros en todo el país- y un primo mío que había sido piloto en la aviación agrícola y que estuvo retirado por un tiempo, regresa a recalificarse a la escuela de San Julián donde radicaba la escuela de la aviación agrícola. Entonces, estando yo aún en Angola, cerca del final de la misión, él me escribió diciéndome que si yo quería me conseguía entrar en el curso de aviación, de piloto. O sea, que al cumplir la misión, ya venía con la promesa de matricular en la escuela de aviación. Al fin se iba a cumplir mi sueño de muchacho.

Y efectivamente así fue. Regresé en marzo de 1979, hice los exámenes para la escuela de aviación y ya en septiembre de ese año comencé el curso de piloto agrícola.

RL: Dime que significa para ti ser piloto y ver la tierra desde la visión del ojo del águila.

Volar un avión es una de las sensaciones más hermosas que -por lo menos desde mi punto de vista- se pueden experimentar, pero sobre todo ser el piloto del avión. No es lo mismo mirar la tierra, para mí, desde un asiento de pasajeros que el que está controlando el avión, o sea la capacidad de poder controlar una máquina que está en el aire y de sentir el aire en tus manos, de sentir la presión de ese aire y sentir que tus movimientos son los que determinan la posición de la máquina, como se comporta, lo que tu sientes. Todo, ser parte de ese elemento, para mi es indescriptible. Desde el primer momento que cogí los mandos de un avión y me fui al aire con él, me di cuenta de que eso era lo que yo quería. Bueno, también está la capacidad de disfrutar del paisaje mientras haces tu trabajo. Siempre he dicho que es un trabajo que yo haría de gratis, a mí no hay que pagarme para volar porque lo disfruto. Además tiene una cosa también a favor que a mí me gusta mucho y es que ningún día se parece a otro; hoy hay nubes, mañana no, el viento esta por otro lado, o está lloviendo o vuelas de noche, o sea no hay dos vuelos iguales nunca, el tráfico cambia, todo cambia, es una dinámica constante y a mí eso me estimula y desde el momento que tomé los mandos de un avión, miré hacia abajo y lo vi todo, y sentí que operaba el equipo y que lo dominaba, pude constatar que efectivamente había escogido la vocación correcta desde que era un niño.

Hay otra cosa que también me gusta mucho y es instruir a otra persona a volar, porque yo desde que me gradué me hice instructor. Enseñar a volar a otra persona es un proceso muy bonito; siempre he dicho que cuando enseñas, tú aprendes más que los alumnos, porque eso te da una experiencia, esa interacción con el estudiante de enseñar pero recibir, que te pregunten, tratarlos, eso es fascinante. Eso mismo pasa cuando tu enseñas a volar a alguien, la satisfacción de enseñarlo a volar , de soltarle los mandos, de ver la confianza, la relación que se establece entre un alumno de aviación y su profesor es única porque es muy personal y como es una actividad que al mismo tiempo es riesgosa tiene ciertas características de aventura, hace que el alumno nunca olvide a su profesor de aviación, para ti el que te enseño a volar un avión o que te hizo mejor piloto, siempre lo tendrás en un lugar especial y eso es bonito, sobre todo cuando desarrollas la capacidad de ir más allá y ser un ser humano, cosa que el alumno también ve, porque hay instructores que lo hacen porque le pagan, que son la minoría, en realidad en la aviación yo conocí muy buenos instructores, pero si lo haces más allá del pago, del salario, te vinculas con el estudiante, con la persona, se establece una relación bonita, que te alimenta mucho también.


Así de simple: hasta ahora y para toda la vida

Me pides que hable sobre lo que ha significado Olguita para mí. Es necesario recordar cómo nos conocimos. Olguita era compañera de trabajo de la esposa de un instructor de la escuela en San Julián; a esta pareja – ya ella falleció, Marisol- les encantaba emparejar a la gente, incluso la hermana de Marisol termino casándose con mi instructor, Salas. En todo ese ambiente, ellos se empeñan en que yo conozca a Olguita y empiezan hablarme de una muchacha de lo más bonita, de lo más seriecita, en fin, a hablarme maravillas de Olguita.

Al fin acepté conocernos y nos íbamos a conocer el 14 de febrero de 1982. Ellos organizaron una fiesta en la casa de alguien y nos íbamos a conocer ahí, pero que pasa, que una semana antes, el lunes anterior – por azares del destino- habían dicho en la escuela de aviación, que al que cogieran tumbando cocos, lo iban a botar de la escuela. En San Julián había unos cocotales muy grandes y siempre las historias y los cuentos de San Julián estuvieron vinculados de forma humorística a la lucha de los estudiantes por robarse los cocos y la administración por impedirlo. Los cuentos son de antología: persecuciones, barbaridades que hacían los estudiantes para que no los cogieran, etc.

En esa época la escuela había pasado a lo militar, mi grupo era el único grupo civil que quedaba. Entonces, alguien «bajó la orientación» de que al que cogieran tumbando cocos, lo botaban de la escuela… y me cogen. Es una historia bastante simpática, porque los cocos no eran ni para mí, eran para unos civiles que estaban trabajando en los refugios -recuerden que estaba Reagan de presidente. Yo salí a correr por la mañana, no tenía, ni por asomo, pensado tumbar cocos, pero cuando regresaba al albergue estaban esos compañeros construyendo un refugio detrás del albergue y veo que están con una grúa tratando de arañar un racimo de cocos para ver si traban con el gancho alguno y lo tumban. Se me ocurre pararme y mirando les digo ¿Por qué o cogen el tubo ese, lo ponen entre dos ganchos, se sientan, suben y tumban los cocos? Me responden que si estaba loco, que nadie podía hacer eso y les digo que yo lo hago y les tumbo los cocos. Se me ocurrió para hacerles el favor; bueno, pues me engancho en el tubo, hago mi columpio, la grúa me sube y les empiezo a tirar cocos para abajo. En medio de eso miro para abajo y allí estaba el capitán Cartaya: ¡Alumno! me dijo.

En realidad nada podía hacer, me había agarrado infraganti. Pero tuve la suerte de que me llevó ante al subdirector de vuelo que era Henry Pérez – tengo entendido ahora está en La Cabaña- y Henry Pérez lo que hizo fue echarme una descarga y me entró por un ángulo que a mí me impactó, me agradó. Lo primero que me dijo fue: «Ya tu eres un piloto, como vas a sacrificar tu físico y tu carrera por unos cocos», y a mí eso me llegó, la forma humana en que se aproximó al problema, no me descargó que si comunismo que si el socialismo, que si la disciplina; sino se refirió y dirigió a mí como persona, como un estudiante que ya era piloto, con entrenamiento, con el físico requerido, con un examen realizado. Me llegó profundo y parece que él se percató, pues ante la disyuntiva de botarme, al final me quito el pase dos meses y yo me fui de ahí muy agradecido. Pero se frustró el encuentro con Olguita que iba a ser el día de los enamorados.

Entonces, me quedé dos meses en San Julián y mis amigos seguían diciendo: «qué lástima, tan linda que está la muchacha». Ya soñaba con Olguita sin conocerla, a veces me ponía a hacer ejercicios y haciendo abdominales, pensaba, como será Olguita. Pasó el tiempo, y se cumplieron los dos meses, en la primera quincena de abril salgo en el primer pase, ese sábado era el 10 de abril. Yo vivía en la playita de 16 y no iba a Santa María del Mar nunca, me parecía un gasto de tiempo coger la guagua y arrancar para Santa María teniendo la playa ahí, a la mano, con todo mi ambiente.

Me acuerdo que Marisol y el esposo me dicen que el sábado iban a estar en la playa, en Santa María, e insisten para que yo vaya y conozca a Olguita. Por la mañana voy para la playita de 16 y estoy con mis amistades; pensé mucho irme para Santa María, coger una guagua. Pero ellos me habían dicho que llamara a la 1:00 a casa de Marisol para conocer adonde iban a estar exactamente, salgo de la playita de 16 a las 11:30 me doy un baño y a todas estas pensando, «coño pero arrancar para Santa María». Decidí entonces probar, a ver qué pasaba, voy para la esquina, llamo por teléfono y me dice la Mamá de Marisol, que ellos estaban en Boca Ciega, que fuera para allá. Me llené de valor, me eche la trusa arriba y arranqué para allá. Llegué y me bajé en el puente de madera que ya no existe, y cuando me bajé, el grupo me recibió y salió la «sirena» del mar. Desde que la vi me dije contra, esta muchacha esta bonita.

Ese sábado conversamos en la playa, jugamos con los compañeros. Después el viaje para La Habana lo hicimos «al revés», algo que hacía mucha gente: iban para la terminal de Guanabo para después regresar sentados. El viaje lo hicimos en el último asiento, «en la cocina», gritando porque la Girón hacia mucho ruido, fuimos conversando y ahí me di cuenta que tenía conversación, ya había visto que era bonita, tremendo ojotes, una risa muy linda, los labios, en fin, tenía todas las características. Ese sábado la acompañé hasta su casa y al otro día fuimos a pasear; fuimos al Coney Island y al cine. Era el domingo 11 de abril. Yo tenía que regresar para la escuela, entonces cuando la dejo en la casa le dije: «la semana que viene te voy a enamorar» y ella me miro como diciendo, hazlo ahora mismo, pero yo tenía que darme mi lugar.

Me fui para San Julián, para la escuela de aviación, esa semana me la pase pensando en ella, ahí si todos los días y me decía: «coño está linda la muchacha, tengo que enamorarla». Al próximo sábado, el 17 de abril, nos pusimos de acuerdo el mismo grupo y fuimos a «Los Violines», que en aquel tiempo era un club nocturno, de lo más agradable que era. Allí, yo no sé si con la música de Roberto Carlos, el ambiente, estaba listo para echarle «una descarguita» pero cuando voy a echarle la descarga me mira así con esos ojos… y nada le di un beso y ya, hasta ahora. Así de simple, hasta ahora y para toda la vida.

«Atención a todas la tripulaciones: René, nació la niña»

Cuando nos casamos, yo vivía al lado de la playita de 16, en un edificio de micro brigada en calle 12 entre 1ra y 3ra, en un apartamento que al esposo de mi Mamá le dieron. Ellos ya se habían divorciado y la vieja se había ido con Libán para el Cotorro. Ocurrió, que durante los sucesos del Mariel, mi bisabuelo vivía con una hija que tuvo ya muy mayor y ella se va de Cuba en ese momento. El hombre se quedó solo y como Mami estaba divorciada y estábamos compartiendo el mismo apartamento, mi bisabuelo y la familia le dijeron que fuera a vivir con el viejo Sehwerert para que lo atendiera y de paso tuviera su casita también.

Nosotros nos quedamos en el apartamento de Miramar. Cuando Olguita se casó conmigo nos fuimos para allí, ese era el espacio que teníamos. Después, cuando se casó el compañero que fue esposo de mi mama, ya la cosa era distinta y permutamos por dos. Nosotros nos fuimos para el barrio de Buena Vista, la casita era un huequito ahí, pero lleno de felicidad y allí vivía cuando me fui.

Irmita había nacido en el apartamento de Miramar; me preguntas que significó para mí su nacimiento. Bueno, eso fue indescriptible, ¡Ser Papá! Primero, te sientes extraño cuando piensas: «Esta es mi hija, soy Papá». Porque hasta ese momento no lo has sido y de pronto eres Papá. Yo me enteré del nacimiento de una forma muy agradable, porque estaba volando y Olguita tenía el número del fax donde se controlaban los vuelos. Yo estaba en un curso de cadetes por la SEPMI, en la Isla de la Juventud y habíamos acordado que cuando naciera -no sabíamos que sexo iba a ser, porque Irmita estaba sentada y nunca se pudo ver si era hembra o varón- que me diría el sexo, el peso, como estaban los dos y esas cosas que para los padres primerizos son tan importantes. Entonces, efectivamente, estaba yo volando con mis estudiantes y el compañero que estaba dirigiendo los vuelos dice: «Atención a todas las tripulaciones, nos acaba de llegar un mensaje: «René nació la niña, pesa tanto y las dos están bien, se llama Irmita»». Entonces imagínate, todo el mundo felicitándome por la frecuencia y ese momento fue algo increíble. Irmita fue un regalo, no solamente porque te hace padre, sino por la clase de niña que fue desde chiquitica, adorable.

RL: ¿Qué expectativa tenían ustedes como familia?

Olguita: Yo estaba estudiando en la CUJAE, finalizando la ingeniería.

Nuestra vida estaba encaminada a desarrollarnos profesionalmente, Olguita estaba estudiando ingeniería y yo trabajando como piloto y mi único deseo era desarrollarme como piloto y llegar a Cubana de Aviación, que es la aspiración de cualquier piloto.

Olguita: Yo trabajaba y estudiaba, las dos cosas.

Teníamos las perspectivas normales de la juventud de ese tiempo, todas centradas en el desarrollo profesional. Además, constituíamos una sencilla y feliz familia cubana, con el plan de tener dos hijos, si acaso tres, n o más.

Amigo para enemigos y para amigos traidor.

RL. ¿Que motiva a un hombre feliz dejarlo todo atrás, e ir solo, ante el enemigo y convertirse en amigo para enemigos y para amigos traidor?

Lo fundamental es un fuerte sentido del deber, yo entre mis proyecciones no tenía la más mínima idea de que iba, un día, a cumplir misión contra los grupos terroristas; yo era piloto y pensaba desarrollarme como piloto. No obstante, siempre he tenido dos vocaciones, la primera y más importante como revolucionario y la otra como piloto. Un buen día, alguien pensó que yo podía cumplir esa tarea y toco a mi vocación de revolucionario. ¿Qué cosa alimenta esta vocación? Pienso que un sentido del deber para con tu Patria, para con tu gente, para con esa misma familia feliz que tienes, porque ellos son parte de ese todo.

Hoy por hoy, luché y estoy luchando para que mis hijas no vivan en una sociedad como esas que hay por ahí. Y esa lucha es parte del sentido del deber que he mencionado y de saber que trabajas para tu pueblo, para tu familia, para tu descendencia. Me parece esencial estar bien seguro de conocer y saber cuál es tu deber y también saber porque estás haciendo algo. Algunas de esas cosas se ponen a prueba después, cuando te toca enfrentarte a las cosas por las que pasamos nosotros, en ese momento se definen tus convicciones. Supongo que todo el que toma la decisión de dar un paso al frente de cumplir tarea semejante, cree que sabe por qué lo está haciendo. Yo creí que lo sabía y después la vida me demostró que si, efectivamente lo sabía.

El sentido del deber se nutre del patriotismo, del amor a tu país a tu pueblo, a la humanidad en general porque no se trata solo de Cuba, a veces uno habla de Cuba, porque es lo que directamente está defendiendo, pero estamos defendiendo más que eso. Cuando miles de cubanos estuvieron en Angola, no estaban defendiendo directamente a Cuba; hay tantos cubanos que han ido a muchos países a hacer cosas por personas que ni siquiera saben dónde está Cuba, o sea, que el sentido del deber va un poco más allá de la Patria o a lo mejor está vinculado a la Patria en el concepto martiano de que Patria es humanidad. Pero el patriotismo, obviamente, es parte esencial del sentido del deber y yo creo firmemente que es importante saber lo que tu defiendes, porqué lo defiendes, cuales son las ideas tuyas que defiendes, que es lo que las sustentan. Por lo menos en lo personal, las asumo desde una posición racional, analítica, y una vez que estas convencido de que son ideas correctas, tienes que defenderlas en la trinchera que sea y como sea.

Entonces, alguien pensó que yo podía cumplir esa tarea entre los grupos terroristas, que podía hacerlo y se me acercaron. Siempre he insistido que nadie me dijo que era obligatorio, que se me insistió mucho, mucho, en que si yo decía que no, no pasaba absolutamente nada, se cerraba ese expediente y no significaba que no fuera revolucionario. Tenía la opción de decir que no, la plena libertad de hacerlo, decir que no me sentía capaz o con posibilidades para realizar esa tarea. Pero en el momento en que se me planteó, no dudé, respondí afirmativamente porque mi disposición siempre estuvo ahí, acorde a mis ideas.

Para serte franco, a veces dudé si podía o no hacerlo, a veces si me embargaba la duda: ¿Podré, podré llegar allá y simular ser una gente que yo no soy? Porque yo jamás en la vida he sido un simulador, no va conmigo; sin embargo, tiene que ser el sentido del deber el que te diga, tienes que hacerlo. Al final, otros compañeros vieron que yo lo podía hacer y confié en ellos, en su capacidad de evaluar las características mías. Después descubrí que si podía. Pero, en honor a la verdad, si me hablas de dudas, esas fueron las dudas que me asaltaron en ese momento.

RL: Vamos a hablar sobre el día de tu partida de Cuba.

Ya a mediados de 1990, se decide que yo debo irme. Pero el problema radicaba en cómo hacerlo a causa de la situación concreta, porque el deporte aéreo comenzó a sufrir los rigores del Periodo Especial. El Periodo Especial se empezó a sufrir en el deporte aéreo mucho antes que en otras actividades, porque obviamente, es una actividad costosa y que no produce económicamente hablando. Y cuando se decide que yo me vaya, las condiciones para volar eran muy complicadas. Yo decía, que si se hubiera decidido un par de años antes, cuando andaba por toda Cuba yo solo con un avión por donde me daba la gana, en los años 88, 87, que sacaba un plan de vuelo y arrancaba para Oriente solo y viraba; pero ya en los 90 volar era difícil. Yo hice varios intentos por irme y eso también te va desgastando, porque te despides de la familia -sin que la familia lo sepa- piensas que no los vas a volver a ver.

Estos intentos no los conté, quizás serían unos cinco. Pero sí recuerdo que un día fui a dejar a Irmita a la escuela y antes de darle un beso me puse los espejuelos para que no viera que se me salían las lágrimas; y esa mañana fue una más, hicimos un intento, a ver si se daban las condiciones, porque tú tienes que avanzar hasta un punto y tratar de no pasarlo si no están las condiciones para irte, porque si pasas ese punto, tienes que ejecutar la salida de sí o sí, porque de no hacerlo, te cogen, y todo se va por tierra. Tienes que tratar de ver como confluyen las condiciones y evaluar a cada momento como vas hacer.

La mañana del día en que me fui, me despedí como siempre de Olguita, la imagen de Olguita frente a la cocinita, al lado de la cómoda con aquel vestido de florecitas que ella usaba en la casa, fue una imagen que se me quedó grabada.

Estaba lloviznando cuando salí de la casa y cosas de la vida, un sobrino del Che, que era paracaidista, me da botella y me lleva para San Nicolás. Cuando llegamos a San Nicolás ya estaban ejecutando los saltos y un frente frio venia entrando, decido entonces quedarme el fin de semana ahí hasta que me pueda ir, porque si no me iba ese día, me iba el domingo.

Lo que primero se me ocurre es ir a trabajar en la Torre de Control, allí estaba un piloto dirigiendo los vuelos, él vivía cerca y cuando me vio, los cielos se le abrieron pensando «este ya se queda el fin de semana y yo lo dejo en la Torre». Entonces me dejó en la Torre y se fue para su casa; me mantengo allí controlando el vuelo, pero ya el frente frio está empezando a soplar fuerte y los paracaidistas se empiezan a dar golpes por el viento y hay un momento, alrededor del mediodía, en que ellos deciden parar para ver si el viento aflojaba y de paso almorzar. Cuando ellos paran, los llamo por el radio y le digo que aprovecharan y recargaran de gasolina al avión para cuando salieran otra vez. Saqué la cuenta de que ese avión llevaba volando como dos horas y debía tener poca gasolina para llegar a Estados Unidos, yo sacaba la cuenta pensando si podía irme y el piloto me dice que sí, que iba a ver si le echaba gasolina; pero parquean el avión en la rampa y se van almorzar. Me quedo con la duda de la gasolina, si en definitiva se la van echar o no, y opto por bajar para gestionar la gasolina, para agitar un poco, pero antes de bajar se me enciende la chispa y decido quitarle a los teléfonos los micrófonos, habían como tres teléfonos allí, los micrófonos los meto en una gaveta y ya los teléfonos no sirven. Bajo a hablar con el mecánico para que le eche gasolina al avión y le digo: «Oye Eddy échale gasolina al avión», me respondió: «Fíjate que la paila esta en tal lado», en fin, no aparece la gasolina, cosas de esas de Cuba y cuando estoy en ese lio, sale el jefe de los paracaidistas, Israel, y pide que parqueen el avión, ya que hoy los saltos no van a seguir. Ahí es cuando me digo «ahora o nunca» y le respondo que no sé preocupara, yo lo parqueaba. Me monté en el avión, lo arranqué y cuando iba para el parqueo pensé: lo voy a parquear mal para que me digan que repita el parqueo y ahí me voy, eso fue lo que hice, una locura.

RL: ¿Cuánto marcaba de gasolina?

Marcaba exacto para llegar allá. En realidad llegue allá con el espíritu de la gasolina.

Era un AN-2, yo tenía mi ruta pensada ya; si mal no recuerdo, salía de San Nicolás 15 grados al Central Boris Luis Santa Coloma, que era la referencia, Madruga y ahí ponía rumbo norte, salía de tierra firme por Jibacoa y ahí rumbo norte hasta Cayo Hueso. Lo hice así, aunque el despegue fue brutal, porque me fui por la misma rampa de parqueo, no fue por la pista. Le metí la potencia ahí, solté los frenos y el avión salió, cuando lo quise meter en la pista el avión hizo como que me metía el ala, se iba al aire y ahí lo empujé. Me lo llevé al aire a la fuerza.

Olguita: Me contaron después que en cuando te vieron dijeron; «¡Se lo llevó!».

Le pasé por arriba a las casas, a los albergues ahí, la rueda por arriba de los techos y después -el avión estaba sin prepararlo para vuelo, porque iba a parquearlo, le habían desconectado todo- le conecté todo, busqué centrarlo rápido y entonces fue que me empecé a relajar, pensé: «Ya estoy en el aire». Seguí rasante y con mucha potencia, y esa es otra parte del asunto, porque el combustible, mientras más potencia, más se gasta; pero tenía que irme rápido, estaba obligado a volar desde la costa sur hasta el norte de La Habana, salir y por lo menos alejarme unas cuantas millas de Cuba. Hasta ahí, todo me salió perfecto la verdad, menos el despegue que fue una tragedia, ya después, cuando empecé a razonar, me di cuenta que salió todo exacto, porque le di justo la potencia que necesitaba para irme rápido y cuando salí de la costa, le quité la potencia para ahorrar combustible. Cogí por arriba de las alturas de Matanzas, pegado a las lomas y salí a Jibacoa.

Me acuerdo que cuando salí a Jibacoa, hice un cálculo mental que también me salió perfecto: «Bueno el viento esta al noreste déjame poner 10 grados de deriva», porque el miedo mío era desviarme, yo tenía que salir a Cayo Hueso y ese cálculo me salió, a ojo de buen cubero, pero me salió perfecto. Cuando salgo a Jibacoa, pongo a volar rumbo 350 y en un momento miro y veo la chimenea de la termoeléctrica y me quedo mirándola por un momento y digo «Cuba»… el corazón se me apretó, pero con la misma me dije: «Mira para adelante comemierda y vuela». Estaba pegado al agua, bien pegado; y así me fui, pegado a un par de metros del agua. Cuando me alejé un poco de Cuba, reduje la potencia y subí para buscar visibilidad, las nubes estaban bajas, como a 300 metros, entonces me pegué a la nubes pero buscando la mayor visibilidad posible y reduje la potencia para empezar a ahorrar combustible, porque estaba corto, bien corto y seguí con ese rumbo. Hay un momento en que los bombillos del combustible comienzan a encenderse rojo; a veces uno ve eso en las películas y le parece que no pasa, pero hay cosas que pasan, yo veo los bombillos rojos y pienso «Coño… me estoy quedando sin gasolina, pero debo estar cerca». Entonces, veo unos barcos que van hacia el este, uno por aquí y el otro más allá y empiezo a sacar cuentas mentalmente y decidí volar por arriba de los barcos, primero se me ocurre quitar la corrección del viento porque veo los barcos navegando hacia el este y me queda la duda si me estaba metiendo en el golfo y cuando voy a quitar la corrección me entra la duda si los barcos van para Miami o para Europa y me digo : «Mantén la corrección que los vientos están por la izquierda». Esa fue la primera decisión correcta que tomé. De inmediato pensé que era mejor volar por los barcos y después del último barco, si volaba cinco minutos y no veía tierra, viraba y me tiraba al agua al lado del barco. Así lo hice, volé por el primer barco, por el segundo, el tercero, un minuto, dos, tres y a los cinco minutos veo tierra y con tan buena puntería que cuando me acerco, veo la mancha de la pista de Boca Chica enfrente a mí. Me salió perfecto, ahí me tiré sin gasolina prácticamente.

RL: ¿Quién te da la autorización para aterrizar?

Nadie, yo me tiré ahí. Hice el aterrizaje más malo de mi vida, yo estaba muy tenso, freno al avión en medio de la pista, lo apago y como llevaba un termo de café, me tomé un buche y lo tire. El vuelo fue de 1 hora 20 minutos más o menos.

De pronto viene un tipo hasta donde estaba el avión y se acerca un carrito que dice «Follow Me», «Sígueme», con un negrito de civil manejando y un guardia al lado, me bajo del avión y ellos se bajan del carro. Enseguida me preguntan qué había pasado, y les respondo «I come from Cuba»; el tipo empieza a hablar y forma un lio ahí, el hombre entonces me pregunta si puedo arrancar al avión, «A lo mejor sí», le dije, porque yo no sabía si tenía aún gasolina, pero lo pude arrancar y me llevaron hasta un parqueo; allí amarraron a mi compañero de aventuras, el AN-2.

Enseguida lo que hice fue sacar la inscripción de nacimiento, la tenía dentro del forro del libro de vuelo, rompí el forro, mostré la inscripción y le dije: «Mira yo nací aquí», eso me facilito el proceso, me mandaron por otro lado sin tener que ir a inmigración. No hubo problemas, ni me detienen al confirmar que yo era ciudadano norteamericano, llamaron a mi abuela, ella se movilizó y me dejan ir, esa misma tarde salgo de allí con un señor que era amigo del jefe de la base, un cubanoamericano.

RL: Mientras eso sucedía en Miami, en La Habana, Olguita ¿Seguías en tu trabajo voluntario?

Olguita: Cuando Rene iba a San Nicolás, generalmente se demoraba mucho y a veces hasta se tenía que quedar. Yo no quería que ese día fuera a tirar paracaidistas, porque sabía que íbamos a tener problemas a la hora de ir al cine, que no nos iba a dar tiempo. Entonces, cuando yo salí del trabajo voluntario, ya al medio día, sabía que Rene no iba a estar en la casa todavía y voy para la casa de mi Mamá. Allí hago tremenda «media» y a eso de las 6 de la tarde es que me voy para la casa. A Irmita la habíamos dejado con Irma, para poder ir al cine después y entonces cuando voy llegando a la casa y doblo la esquina -nosotros teníamos una ventanita con cristales que daba a la calle y como la casita era tan chiquitica cualquier luz que tu encendías adentro, se reflejaba en ese cristalito- ya en diciembre oscurece temprano y cuando ya doblo la esquina veo todo apagado y pienso que Rene me había «embarcado» y no íbamos poder ir al cine. Entonces entro a la casita, nosotros teníamos un perrito que Rene había traído «casualmente» a Irmita, se llamaba Dandy – yo era más perrera que Rene, siempre andaba recogiendo perros, pero me llamó la atención que Rene empezó a traer perros a la casa, años después, me confesó que quería dejarle un recuerdo vivo a Irmita, por eso habíamos traído el perrito, que estaba chiquitico, de lo más lindo- pero los perritos son muy traviesos y Dandy había cogido los papeles del baño y los regó hasta en la sala; cuando yo entro y veo aquello, que el perrito había acabado con la casa, voy directo al patiecito a buscar la escoba para ponerme a limpiar, escucho entonces a una vecina que le dice a alguien: «Compañero ahí llegó ella», me pregunté quién me estaría buscando a esa hora y cuando voy para la sala, estaban tocando ya la puerta; al abrir era un hombre vestido de uniforme, un oficial y me pregunta si yo era Olga Salanueva, le respondí que sí, que era lo que pasaba, me pidió pasar a la casa, así lo hizo y pensé para mis adentros ¿Que querrá este hombre?, no me imaginaba. Enseguida me dice «Usted es la esposa de Rene González», le digo si -¿Usted sabe dónde está Rene?- le digo entonces «Si en San Nicolás, yo lo estoy esperando. ¿Y usted quién es?, me respondió que trabajaba en San Nicolás.

Yo no conocía a todo el mundo en San Nicolás, pero a buena parte de los compañeros de Rene si los conocía y esa persona no me era familiar. El hombre entró a la casita, se sentó y me dice -¿Usted sabe que Rene estaba tirando paracaidistas por la mañana y al mediodía?, le digo si yo lo estoy esperando -Bueno yo tengo que decirle que Rene salió a volar pero no hemos encontrado su destino. Me quede mirándolo y pensaba a la vez ¿Que me está diciendo este hombre, me está tratando de decir suavemente que Rene tuvo un accidente? En ese momento, me quede a la expectativa, en silencio, mirándolo como esperando más información y el hombre no me decía nada ni yo lo decía nada. Se creó un silencio entre los dos. Recuerdo que en un momento me dice: «Se ve que usted es la esposa de un piloto», le digo: ¿Por qué usted me dice eso? Y me responde: «Porque le digo que Rene no ha aparecido y usted no me dice nada». Después, saqué la cuenta de que él pensaba que yo sabía lo que había hecho Rene. A esa altura de la conversación le respondí que yo lo que estaba esperando era que me dijera la verdad, porque sabía que lo que me estaba diciendo no era la verdad, que lo que ocurría era que Rene había tenido un accidente. Me dijo que no, que no era un accidente, entonces le eché en cara que lo buscaran porque Cuba no era tan grande.

En eso llega un compañero de Rene, también piloto pero que no había ido a trabajar ese día, Francisco, vino a la casa porque se habían puesto de acuerdo para cuando Rene regresara de San Nicolás, ir el domingo a Pinar del Rio a casa de Rey y de Arrebato a comprar un puerco para el fin de año. Entonces entró Francisquito y le digo mira este compañero es de San Nicolás, Francisquito se vira para el hombre y le dice ¿Como que de San Nicolás?, me di cuenta que ellos no se conocen y comienzo a creer que aquí si hay algo raro, ¿Cómo si Francisquito trabaja en San Nicolás y este hombre es de San Nicolás, no se conocen? El hombre le pregunta a Francisquito quién era él y este le responde que también era piloto. Entonces el hombre del «tiro» se despidió, le dije que como que se iba, y me dejo así, no me dijo nada, no me dio ninguna noticia.

Francisquito se queda en la casa y cuando el compañero se va me pregunta si yo le había creído, le respondí que no que no había nada que creer, porque no había dicho nada. Entonces me dice: «Eso es mentira de que Rene tuvo un accidente, ni nada de eso, están diciendo en Radio Martí de que Rene se fue, este cabrón se llevó un avión» Le respondo duro, que era lo que le pasaba, que avión llevado por Rene ni ocho cuartos, y le pedí se fuera de la casa. Él insistió y me dice «Oye, que se llevó un avión, es todo un cuento lo que están poniendo por radio, esto esta rarísimo; Rene se llevó un avión, vamos a llamar a San Nicolás» Le dije que no iba a llamar a ningún lado, ni iba a poner el radio, lo que iba a hacer era llamar a la familia. Entonces llamé a Roberto y llamé al Tronco, el amigo de Rene, que también trabajaba allá pero ese día tampoco estaba volando y les pido vinieran para la casa que estaba pasando algo extraño. Empecé a buscar el número de teléfono de San Nicolás que Rene me había dejado para alguna emergencia, lo encontré y empezamos a llamar y llamar, hasta que me sale alguien que no sé quién es y parece que al ver la desesperación que yo tenía me dice: «No te preocupes, es verdad, Rene se fue, pero no se preocupen que tenemos noticias de que llegó» Ahí es cuando comienzo a reaccionar y pienso que no era posible eso me estuviera pasando a mí, como es posible que Rene se llevara un avión; era como si me hubiesen serruchado el piso. A partir de ahí todo lo demás, al siguiente día Rene hablando por Radio Martí… ahí empezó otra historia de mi vida.

La reacción de la familia fue tremenda, imagínate los padres de Rene, nadie creía que Rene podía haber hecho eso, pero el hecho era real. Mi familia también, mi Papá no lo concebía, mi Papá y Rene eran muy afines, pero lo concreto era que Rene era un sinvergüenza que se había llevado un avión y había dejado sola a su hija. Eso era una realidad que poco a poco tuvieron que aceptar, mi Papá no supo la verdad hasta que Rene fue preso y fue mi Papá el que tuvo la frase que le dijo a Irma: «Bueno, usted se pondrá brava, pero yo me siento mejor ahora de saber que Rene está preso pero no es un contrarrevolucionario», pero eso pasó muchísimos años después.

Rene: Por eso, yo respeto tanto a los que cumplen misiones aquí, porque una vez que tú te vas para Estados Unidos, ese problema te lo quitas por completo de encima, o sea estas en otro medio. Pero aquí en Cuba, todos los días tienes que verte con el vecino que te apreciaba, con el amigo. Siempre he dicho que para mí las dos misiones más difíciles fueron renunciar al carne del Partido -tuve que prepararme mucho para enfrentar a ese hombre del PCC y decirle que renunciaba al proceso, prepararme para eso porque para mí fue dificilísimo; y la otra llevarme un avión, o sea, robárselo a mis compañeros, dejar a esa gente así, eso es muy duro.

Dentro del enemigo

Una vez que llegué a Estados Unidos, me di a la tarea de lograr un asentamiento estable. En mi caso hablar de sobrevivencia es un poco exagerado, cada caso tiene sus particularidades, como dije al principio, tengo familia norteamericana, con raíces allá. Mi abuela era una gran persona que me recibió con los brazos abiertos, no sabía, obviamente, lo que yo estaba haciendo, pero me quería como nieto; ella había estado aquí en 1984 y conoció a Irmita cuando era una bebe. Recibí en Estados Unidos, de mi familia, todo el apoyo que una familia puede dar, tanto de mi abuela como de mis tíos abuelos, no eran gente de dinero pero me dieron lo esencial que era albergue y comida hasta que pude empezar a trabajar y sacar mi licencia. O sea, que sobrevivencia no es lo correcto, otras personas sí, pero en mi caso, no es un término adecuado.

Yo vivía de mi trabajo. Tuve varios trabajos, porque para reincorporarte al ambiente de la aviación tienes que sacar licencias, una hora de vuelo cuesta mucho. Cuando yo fui para allá, primero radiqué en Sarasota que es donde vivía mi abuela, pero obviamente mi papel estaba en Miami por lo que tenía que irme desplazando para Miami, pero empecé en Sarasota, ahí me establecí y trabajé en una tienda que venden de todo, Kmart, es una cadena de tiendas; trabajaba por la madrugada, cuatro noches en la semana, reponiendo las mercancías en los estantes, entraba a las 7 de la noche, te encerraban ahí y te abrían a las 7 de la mañana del otro día. Ese fue mi primer trabajo, un trabajo mal pagado, pero estaba con mi abuela y estaba tratando de establecer mis vínculos con Miami.

Después me fui para Miami con una tía abuela, hermana de mi abuela, que también me recibió como un hijo y me tomó tremendo cariño, una gente para mi especial. Ahí nos ayudábamos uno al otro, porque ella era una viejita, no tenía transporte; yo la sacaba, la llevaba a comprar y le daba dinero todas las semanas de mi salario y al mismo tiempo ella me dio albergue, me dio comida, me trataba como a un hijo. En ese sentido no tuve privaciones y ahí trabajé, primero vendiendo unos calentadores eléctricos, que eran malísimos, me fui de eso, porque no quería seguir engañando a la gente, era una vergüenza, la gente me conocía porque me había llevado un avión y después le vendías esa porquería; a los dos meses te querían matar si te encontraban. Hice pisos, todo esto para hacer dinero con el fin de sacar mi licencia de piloto.

En el caso de la actividad nuestra, por lo menos en el caso de Cuba, no se aplica la idea esa bonita del tipo que tiene mucha plata a su disposición y que anda en un Mercedes Benz, tú tienes que ganarte la vida e irte introduciendo en los objetivos que te han indicado. Por eso, yo iba haciendo esos trabajos buscando dinero para sacar mi licencia y con esa licencia de piloto me iba introduciendo en el ambiente.

Cuando se crea «Hermanos al Rescate» (HAR), todavía yo no tenía mi licencia americana actualizada, claro con la licencia cubana de piloto comercial, ya eres un piloto privado americano, eso es una ventaja, porque puedes rentar un avión y volar como piloto privado. Después saqué la licencia comercial, hice el curso de instrumentos; entonces, vino el ciclón Andreu, que acabó con medio Miami y ahí me puse a poner techos para poder pagar la licencia de instructor. Es decir, fue un proceso, hice todos esos trabajos y así me mantuve, pero en un inicio mi familia me ayudo.

Mi objetivo y tarea básica era entrar en el ambiente de la aviación en Miami. En aquel tiempo había un grupo que se llamaba «CUPA» que consistía en una agrupación de pilotos que estuvieron en Girón y otros, que como yo, se fueron incorporando.

Otro grupo que se autodenominaba «Fuerza Aérea Cubana en el Exilio», era como un desprendimiento de «CUPA», pero en realidad funcionaba como un club, eran un montón de gente que añoraba la supuesta bonanza de la Cuba de antes. Inclusive, hay una anécdota interesante, divertida, en relación con esa organización, porque ellos se reunían mucho en el aeropuerto donde yo operaba, en Tamiami, ellos se la habían arreglado para hacerse de un avioncito pequeño y en ese avión hacían sus vuelitos, captaban a la gente que llegaban, le enseñaban el avión y así se caían unos a otros a mentiras. Pues bien, hay una historia del folklor miamense; según un piloto cubano – el nombre nunca lo supe- que llegó allá y lo empezaron a captar diciéndole que ellos eran la Fuerza Aérea Cubana en el Exilio, que le iban a enseñar la gente que tenían, que esto y lo otro. El hombre accede y va para allá, para Tamiami; ellos se reunían los fines de semana, allí empiezan a presentarle a la gente y de pronto viene el avioncito y llenos de orgullo le dicen: «Mira, ese es el avión que tenemos». Entonces el tipo no se aguantó y les responde: «Pero si cuando teníamos una Fuerza Aérea de verdad, Fidel se las quitó, que ustedes van hacer con el avioncito ese». Ahí mismo se acabó la captación. Era una rara mezcla de folklor con terrorismo, con resentimiento, con mucho plattismo, esa mezcla extraña que al final es una caricatura. Pero yo entré por ahí, por «CUPA» y cuando se crea «Hermanos al Rescate» entro en «Hermanos al Rescate». Después que ya empiezas a vincularte dentro del ambiente, te llaman de distintos grupos que tienen aviones.

RL: Cómo es que entra a jugar el narcotráfico y el FBI con este ambiente.

Conocí de los vínculos y participación de algunos grupos en el narcotráfico después de «Hermanos al Rescate», no fue con «HAR». Hasta donde yo sé, «HAR» no se involucró con el narcotráfico.

El asunto es, que después de «HAR», me vinculo a otro grupo que se llama el «PUND», Partido Unidad Nacional Democrática, que es otro grupo terrorista envuelto en infiltraciones y sabotajes en Cuba, acciones comando, etc. Ellos fueron los que asesinaron a un pescador en Caibarien. Ese grupo si era una mezcla de actividades de sabotaje, crímenes contra Cuba y directamente metidos en el narcotráfico. Eso es como una puerta giratoria, por una entra el dinero del narcotráfico y por la otra utilizaban una porción del dinero para hacerle daño a Cuba y la mayor parte para hacerse ricos. Es en ese grupo, donde me proponen la primera operación de narcotráfico. Fue el mecenas del grupo, le decían «Tony el gordo», era un personaje, ya había estado preso por narcotráfico; y una cosa que usan mucho en Miami, es que meten preso alguien y si la persona tiene disposición a cooperar con el gobierno, lo sueltan para que enganche y marque gente y detenerlos. Parece que él estaba en esa situación. Entonces, lo soltaron para que enganchara y delatara gente, y se le ocurrió hacer una operación «por la izquierda», hacer una operación por sí mismo. Ahí fue que se le ocurrió reclutarme a mí para esa operación, consistía en traer droga desde Puerto Rico por 25 mil dólares. Fue la primera operación de narcotráfico que desmantelamos, le pasamos la información al FBI y de paso le dimos un golpe al PUND, que se quedó sin fondos.

Después de eso, otro grupo que se llamaba «Comandos de Liberación Unidos», que era un desprendimiento del PUND y también estaban en los mismo, incluso uno de sus jefes, Justo Regalado, había estado preso por narcotráfico, pero fue otro de los individuos que lo dirigían, que incluso tenía una agencia de seguridad medio parapolicial, quien me propuso también un negocio de tráfico de drogas e igualmente, se lo comunicamos al FBI y se frustró. Mira, es muy, pero muy común la mezcla de narcotráfico con anticastrismo en el sur de la Florida.

Te debo entonces una reflexión sobre el papel de «HAR», de Basulto y a que responde la formación de esa organización. «Hermanos al Rescate» es creada por elementos que fueron entrenados por la CIA en los años 60 y particularmente el grupo de los teams de infiltración. Cuando se va a producir la invasión por Playa Girón, ellos infiltran en Cuba a gente previamente a la invasión para que vayan haciendo trabajo clandestino, coordinando con la contrarrevolución interna, ejecuten sabotajes y otras acciones. Billy Schuss, Basulto, Félix Rodríguez «el gato» y otros. Félix Rodríguez no está al principio en «HAR», ellos son uña y carne, forman parte de esos elementos que se infiltran en Cuba en 1961, por lo general son muchachos jóvenes en aquella época, de clase media alta, que han estado estudiando en EEUU y tienen una mentalidad plattista, una vinculación emocional con todo lo que es americano y obviamente están frustrados con la Revolución. Ese es el tipo de gente que son infiltrados aquí en espera de la invasión.

La historia que ha hecho Basulto, es que, desde un inicio cuando lo infiltran en Cuba, se da cuenta que la invasión no va a progresar -fíjate, es lo que él ha contado, no puedo dar fe de una cosa o la otra- pero él dice que desde que llegó, cuando empieza hacer las coordinaciones en el terreno, se da cuenta que lo que dice la gente de la CIA no es lo que ve, cuando se produce la invasión él está aquí, se está comunicando con la CIA directamente a través de mensajes radiales y bueno al final termina frustrado; les manda un mensaje para allá diciendo «gracias por su desgraciada invasión» . Esa es la mentalidad de este tipo de gente.

Basulto, al ser derrotada la invasión, logra meterse en la Base Naval de Guantánamo, brinca la cerca de la base, después lo envían a EEUU. Se vincula entonces con toda esa gente, Mas Canosa, Posada Carriles, todo este elemento, en el ejército norteamericano, pensando y soñando con la invasión a Cuba ya como parte del US Army. Después, participa con Lázaro Fariñas y un tal Lázaro, en el cañoneo al hotel Sierra Maestra, que en aquel tiempo era el Rosita Hornedo, ellos tres son los que vienen con una lancha y cañonean al hotel, después, Basulto se vincula a otras actividades de la CIA, estuvo en el «Irancontra» con sus amigos Félix Rodríguez y Posada Carriles, hasta que se le ocurre crear «Hermanos al Rescate».

«HAR» es, ante todo, una operación de guerra psicológica. Ellos son muy hábiles y están preparados en guerra psicológica, en sabotaje. En el año 91 se va creando la euforia acerca del asunto de los balseros y la ley de ajuste cubano obviamente es parte de todo ese esquema. Se montan en la Ley de Ajuste Cubano, para crear una organización que, bajo la cobertura humanitaria, sirva como una operación de guerra psicológica contra Cuba, de propaganda muy fuerte, porque se manipula el tema de los balseros. Por una parte, estimulan las salidas ilegales y por otra parte aprovechan esas salidas para hacer propaganda contra Cuba. Estamos hablando de una organización que comienza a traer periodistas de Japón, de España, de Inglaterra, de todos lados, montarlos en los aviones y esas gentes llegan a sus países diciendo que la gente quiere huir del «Infierno comunista». Esa es la tónica de «HAR» al principio, pero en la medida de que la situación en Cuba va evolucionando, «HAR» evoluciona con la situación y ya en los años 1993, 1994, que la situación aquí se pone más tensa, ellos empiezan a apostar porque la actividad de «HAR» ayude a producir un supuesto levantamiento popular. Ellos casi ven cumplidos sus objetivos con lo que pasó en agosto del 94 en el Malecón.

Agosto de 1994, fue el punto alto de «HAR», ellos tocaron el cielo ese agosto del 94 y tocaron el infierno en septiembre de 1994. Eso fue lo que les paso a «HAR». En agosto vieron a gente en las calles protestando por primera vez en la Revolución y ellos alimentan el sueño de que ahí está el fermento de una revuelta popular que pueda acabar con el gobierno. Como parte de crear ese ambiente, ya habían comenzado a violar el espacio aéreo cubano.

La primera gran violación del espacio aéreo cubano fue en abril de 1994, celebrando el aniversario de Girón, y cuando se produce lo de agosto, ellos ven los cielos abiertos y comienzan a pensar en ir más allá. Ya Basulto me había propuesto desde antes, en 1992, introducir explosivos en Cuba para volar torres de alta tensión. Cuando sucede lo de agosto el comienza a pensar en otra cosa, y concibe la construcción de unos artefactos que podrían ser utilizados para matar a policías. La idea era lanzarlos sobre algún grupo desesperado que estuviera protestando, que pudieran ser confundidos por esa gente como si fueran bengalas, pero que en realidad en lugar de bengalas lanzaban balines y así comienza a probar esos artefactos. Todo eso en Cuba se sabe a través de Juan Pablo Roque, que en ese tiempo es el que estaba trabajando con Basulto en «HAR». Ese es el momento cumbre para Basulto.

Pero ocurrió, que Cuba reacciona a lo de agosto con la liberación de los balseros y ahí se le explota a Basulto el esquema, se quedó en el aire. Cuando en septiembre de 1994, Estados Unidos y Cuba, firman el primer acuerdo tentativo, ya «HAR» se empieza a desinflar, fue una picada porque el negocio se acaba.

A mí no me consta que «HAR» tuviera otra entrada que no fuera la recaudación. Se recaudaba mucho dinero porque a la gente en Miami se le dice «mira ese balsero» y le pones la película, y la gente da dinero. Yo vi recaudar millones de dólares en un tele maratón, yo participé y lo vi, porque la gente allí responde a eso. Le pones la película, se ven personas desesperadas en el mar; uno mismo, que es revolucionario, piensa «Estoy salvando a alguien en el mar» y no me importa si es gusano, o lo que sea, es una persona que se está muriendo, está en una balsa en medio del mar, en ese momento cualquiera se olvida de preguntarse qué harán con el dinero que entregas .Y eso sucedió. Fue una operación bien montada, muy inteligente sobre un asunto muy sensible. Eso les dio mucho dinero.

Recuerdo el primer tele maratón, «HAR» tenía como dos o tres meses funcionando, no había rescatado a casi nadie y el día del tele maratón, rescataron a 16 balseros. Aquello fue una explosión en Miami y la gente empezó a dar dinero.

Cuando Cuba y Estados Unidos firman los acuerdos migratorios, se le cae el negocio a «HAR», porque la gente piensa «Para que voy a dar dinero si a los balseros los van a virar para Cuba». Entonces «HAR» empieza a combatir los acuerdos migratorios. Supuestamente, si a ellos les interesaran las gentes, ellos aplaudirían los Acuerdos, y cerrarían a «HAR» con una fiesta porque ahora la gente si puede venir legalmente, pero no, ellos hacen todo lo contrario, comienzan a combatir los acuerdos migratorios, ahí es donde se demuestra que todo lo de los balseros es un puro cuento, no les importaban los balseros.

Yo recuerdo que en septiembre participé en uno de los últimos vuelos de rescate, cuando los balseros estaban sueltos y aquello era indescriptible, salías a volar al estrecho de la Florida y veías una balsa aquí y otra ahí, y otra ahí y les tirabas cosas y bengalas para marcarlas, los guardacostas locos recogiendo balsas y tú no sabías que ibas hacer y veías una y le volvías a pasar por arriba pensando que no la habías visto, aquello era un locura. Los guardacostas llenaban los barcos y los llevaban para Guantánamo.

Recuerdo que después de ese vuelo, cuando llegamos al hangar de «HAR», aquello era como estar de luto, porque se dieron cuenta que Fidel les había dado un golpe fuerte, comprendieron de que los americanos si no invadían a Cuba, iban a tener que sentarse a negociar con Cuba. Te repito, fue un verdadero luto.

Al lunes siguiente, cuando fui a trabajar en Tamiami, allí en mi trabajo, nos paramos a conversar dos o tres personas, Freddy Flaquer, Perianne, un par de gente más y yo; estábamos conversando ahí, rumiando la tragedia aquella, era una tragedia para aquel negocio y me acuerdo como si fuera hoy, que estábamos conversando, que si los balseros, que ahora sí, que figura tu…. y de pronto uno de ellos explota y dice «Balseros de mierda ….me dan unas ganas de salir con un helicóptero, y con una ametralladora irlos hundiendo uno por uno».

Aquellos aviones de «Hermanos al Rescate» los piloteaban diferentes tipos de personas. Los había voluntarios, otros lo hacían por negocio. Era una mezcla de todo; había quienes rentaban sus aviones a «HAR» y sacaban sus ventajas, había un grupo que no tenían aviones y lo que querían era hacer horas de vuelos para después hacer una carrera como piloto, porque la hora de vuelo cuesta 160 dólares y allí hacías cientos de horas de vuelo y eso para una carrera es un aval. Esto provocaba sus problemas entre los pilotos, porque pasaba que cuando el jefe de los vuelos cogía a su «piña» la ponía a volar y relegaba a los otros y entonces los otros se quejaban, era una mezcla de todo eso. Y estaba el voluntario, al que de verdad le importaban los balseros, no le importaba volar, lo que le importaba era salvar balseros y lo veías que se machacaba en el asiento de atrás y cogía tremenda candela, porque es duro meterte 6 horas en un avión caluroso. Estaban entonces los jefes que tenían sus ambiciones políticas, que al fin y al cabo, era destruir a Cuba de la forma que fuera.

Los Cinco Héroes Cubanos

En el momento de la detención el 12 de septiembre de 1998, yo no conocía a ninguno de los otros detenidos, a excepción de Gerardo, a él si lo conocía, era el que me dirigía directamente, era mi contacto. Conocí a Gerardo como dos años antes del arresto, estuvimos bastante tiempo trabajando. Gerardo ante todo es muy humano, muy preocupado por el aspecto humano de la operación, por el bienestar del compañero, los problemas que tenía. Estuvo muy pendiente del nacimiento de Ivette, que si un regalito, alguna cosita; siempre inquiriendo sobre el bienestar de la familia sobre todo cuando Olguita llegó. La impresión que siempre tuve de él fue esa, un hombre para quien lo primero eran las personas. Es además muy analítico y muy abierto a las opiniones del compañero. Yo diría que es un hombre que escucha mucho y sabe escuchar aún en esa situación en que nuestra relación era de subordinado a jefe. Sin embargo, él que escuchaba mucho y transmitía con mucha fidelidad lo que uno pensaba, le daba peso a la opinión del que estaba en el terreno. Ya después del arresto, te confirmo que el juicio demostró en Gerardo grandeza, porque sobre Gerardo se concentró todo el odio del enemigo, mucho más que en el resto. En Gerardo se concentró el odio de los fiscales, que llego a un nivel personal aberrante y él lo enfrentó con una grandeza increíble, con una ecuanimidad tremenda y con ese sentido del humor tan de él.

Hace pocos día, estaba recordando las situaciones que se daban en el juicio, y que a todos nos provocaba una ira inmensa, tal, que te daban ganas de levantarte y coger a un fiscal por el cuello por mentiroso, por bandolero, por indecente, por arrogante… y de pronto se aparecía Gerardo con una caricatura de esa misma situación y todo el mundo tenía que reír. Cuando digo todo el mundo, digo los presos, la traductora, los marshalls, todo el mundo. Esas eran las cosas de Gerardo durante el juicio. Y cuando el fiscal más se ensañó con él, en los argumentos finales, que le manoteo en la cara, que se portó como un patán, Gerardo lo miró con una ecuanimidad, con una calma, como diciendo has lo que tu quiera, la verdad está de mi parte. A mi realmente me impactó.

El abogado de Gerardo, al final del juicio tuvo una frase, que yo diría que lo resume – y lo dijo de corazón- «Gerardo es un santo», con todo lo que implica el martirologio de los santos. En realidad es así, ese es el temple de Gerardo.

A Fernando lo había conocido muy puntualmente pero no trabajamos juntos; ya después si lo conocí en el juicio.

RL: Son una decena de encartados, pero cuando se consideran y cuando se convierten en Los Cinco.

Mira, Los Cinco surgieron desde el mismo momento de que nos decantamos de los otros, la decantación se produjo bastante rápido. El primer día de la detención, nos meten directo en El Hueco, y de allí nos bajaron para presentarnos ante la Corte, nos ponen en un lugar a los 10 juntos y ya ahí se produjo un proceso de decantación, o por lo menos de dudas con relación a los otros, enseguida nos identificamos por la firmeza, por la forma en que veíamos el asunto, empezamos hablar los 10 y nosotros 5 fuimos lo que planteamos que ese era nuestro Moncada, hablamos de La Historia me Absolverá, y los otros estaban en las nubes tratando de darle vueltas al asunto. Después, se fueron decantando un poco más y hubo un momento en que hablamos con ellos para tratar de que reconsideraran su posición, pero no había forma. De una manera casi natural nos fuimos convirtiendo en Los Cinco y ahora se hace un poco difícil precisar en qué momento, pero se me ocurre pensar que en el primer momento, en ese momento en que Los Cinco decidimos que había que irse por el ejemplo del Moncada, de Fidel.

Cuando los otros se decantan, siempre te choca, siempre pensé que íbamos a ser diez, a mí nunca me paso por la cabeza que ni uno solo fuera a separarse. Después enfrentamos la realidad y eso te sacude un poco. Te toma tu tiempo volver a confiar, pero fue un proceso rápido una vez que ellos se decantaron, la seguridad en la coincidencia de principios y en la forma de ver el caso, hizo que los cinco nos identificáramos enseguida.

RL: Hay un momento en que Gerardo Hernández trata de asumir toda la responsabilidad.

Si, coincide con ese momento que te narré en que estábamos todos discutiendo como enfrentar la situación; es en ese momento en que a Gerardo se le ocurre aquella idea, ridícula por lo menos para nosotros cuatro, cuando dice: «No hay más que hablar, échenme la culpa a mí de todo», ahí mismo se notó la diferencia, nosotros cuatro le respondimos de inmediato cada uno con sus palabras: «Tú estás loco, no seas bobo compadre, tu estas borracho, deja la botella que te dieron», mientras los otros se quedaron callados como diciendo, no sería mala idea. Esa diferencia de actitud nos chocó a nosotros 4. Nos convirtió en Cinco.

Quieres que hable del Alegato. Bueno, cada alegato fue un proceso individual, cada uno escribiendo sobre lo que más le impactaba o lo que más le dolía o le parecía relevante. Yo escribí el mío bajo esas premisas. En realidad, cuando escribimos el alegato lo más difícil fue decidir que dejar fuera y que poner. Porque hay tantas cosas que decir, después de un juicio como ese, en que has visto tanta basura, tanta bajeza, tanta mentira, tanta falta de respeto a la ley, tanto abuso, tanta arrogancia, chantaje a los testigos, burlarse de la jueza, burlarse del jurado, cuando has visto tantas cosas, has visto defender al terrorismo, pedirle a la jueza que me impida monitorear a los terroristas, has visto tanto que la disyuntiva está en que escribir y que no, porque si escribo todo lo que siento no cabe, el alegato era de dos horas en la Corte, eso fue lo más difícil. Después ocurrió el 11 de septiembre que también se interpuso entre las sentencias y la declaración de culpabilidad, lo que también fue un elemento a incorporar al Alegato.

Creo sinceramente que el Alegato fluyó, recuerdo que fui haciendo algunas anotaciones, las ideas que se me ocurrían las anotaba, después las desarrollaba y decidía cual incorporar al Alegato y cual no, muchas las tuve que dejar fuera. La misma frase «el crimen de ser dignos» me pareció un homenaje al cubano de Miami que no se ha pervertido, que sigue siendo cubano, como David que es cubano, él es el padre de Joaquín Méndez, uno de los abogados, el de Fernando. El hijo fue a consultarle si defendía o no a Fernando -se vivía una verdadera campaña mediática en Miami contra nosotros- y le respondió que sí, lo defendiera, porque aunque él personalmente estaba contra el comunismo en Cuba, todo aquél que arriesgaba su vida por un ideal, merecía respeto.

El inicio del Alegato se me ocurrió ese mismo día, se inspiró en una expresión de Roberto, porque el Alegato lo teníamos listo ya, días antes de la sentencia, la noche anterior las traductoras -que se hicieron admiradoras de nosotros-, nos pidieron el Alegato para hacer la traducción con tiempo y poder escribirla, entonces la traductora me lo pide y yo se lo entrego con anterioridad, ella lo traduce y por la mañana ella viene a devolvérmelo y me felicita. La parte del bombero de Nueva York, repito, fue idea de Roberto que me lo dijo en la visita del día anterior a la presentación del Alegato. A mí me impacto tanto, que lo agregue aunque ya estaba traducido, entonces le di a la traductora una notica ya con eso. Así fue que se hicieron todos los alegatos. Después si los colegiamos, entre Los Cinco los leímos con tiempo y cada uno le daba su opinión al otro, cambia esta palabra, esto me parece mejor así, pero detallitos.

Claro que la fiscalía me hizo propuestas de colaborar, ellos le hacen propuestas a todo el mundo, el sistema opera de esa forma. En general lo que ellos hacen es que te ponen más cargos de los que en realidad acusan y te elevan la sentencia potencial a niveles estratosféricos. Vienen y te dicen que si cooperas, te vamos quitando cargos. El ejemplo es uno de los detenidos que cooperó, le pedían cadena perpetua y al final solo cumplió 2 o 3 años. Ese es el modus operandi de la Fiscalía Federal en Estados Unidos. Por eso es que el 95% o más de los acusados no van a juicio, prefieren cooperar.

Otra característica del sistema legal norteamericano que lo hace perverso, es que ellos no te sancionan por lo que tu hiciste, tu sanción depende de tu actitud después del arresto, mientras más te humilles, más benevolente son contigo y si decides no humillarte te van arriba con todo, como pasó con nosotros.

A todos nosotros nos propusieron cooperar; si hubiéramos cooperado recibíamos tres años, a lo máximo 5 años de cárcel, pero como decidimos no cooperar, nos fueron encima con todo. Cuando me proponen a mí un trato concreto, ya ellos sabían que yo no iba a chivatear ni a cooperar, ni a doblegarme. Entonces lo que me proponen es que me declare culpable de uno de los dos cargos, nada más, insinuando «si ya no vas a cooperar, al menos declárate culpable», me hubieran dado 10 años por ese cargo y hubiera cumplido 8 y medio, ahí fue cuando dibujé el dedo enhiesto en el lugar de la firma.

El chantaje con mi familia lo hacen en ese mismo momento, cuando ellos me ofrecen el borrador de acuerdo, donde te escriben todo el acuerdo y entonces en el borrador mismo me ponen al final: «este acuerdo no tiene relación con la situación migratoria de la esposa», como diciendo: acuérdate que tu mujer puede ser deportada. Ellos me presentaron ese papel un viernes, ese mismo día dije que no; el domingo Olguita me visitó y el miércoles ya la tenían presa.

RL: Durante los dos años que en Cuba no se conocía del caso, ¿Cuáles fueron las fuentes de fuerza y dignidad para no dejarse doblegar?

Mira, la principal motivación es la convicción de lo que estás haciendo, el saber que estás haciendo lo correcto, saber lo que estas defendiendo, y las razones de por qué estabas ahí. Es obvio que no todo el mundo lo tenía totalmente claro, hubo quien pensó que lo sabía pero no era así. Pero una vez que confirmas tu convicción, eso te da fuerza. Siempre he dicho, a mí me asaltaron las fuerzas del FBI en la casa y nadie me ha demostrado nunca, como un asalto te hace cambiar tus principios; tu puedes caminar por la calle ahora y un tipo te dice te mato si no me das la cartera y a lo mejor te logra quitar la cartera pero eso no tiene que hacerte cambiar tus principios. A mí me asaltaron un montón de delincuentes, eso fue lo que yo vi, se portaron como delincuentes, me asaltaron, me tumbaron la puerta de la casa, me tiraron al piso, me maltrataron, me metieron en el hueco y todos los días me estaban recordando «Yo soy superior, yo tengo fuerza, yo te puedo destruir». Podrán destruirme pero no me han demostrado que son mejores que yo; lo que me han demostrado es que son unos delincuentes y yo tengo que decidir si cedo ante un delincuente o si cambio porque unos tipos me asaltaron o porque me entraron a palos. Yo creo que eso es importante. Pueden destruirme, pero no cambiarme.

Creo que ahí se unen esas dos cosas, la convicción de que estás haciendo lo correcto y también la bajeza de ellos ¿Por qué yo tengo que ceder ante una gente tan baja? Yo estaba protegiendo la vida y ellos tomaron la decisión política de convertir la acción de proteger a la vida humana en un crimen. Entonces, ellos fueron los que se degradaron cuando hicieron eso, hubieran podido decidir sin problemas considerar que la vida humana es el bien más preciado y el que la proteja no puede ser incriminado. Pero no, ellos decidieron lo contrario, y una vez que decidieron eso, cayeron a lo más bajo; entonces, no tengo que responder ni darle el gusto a unas gentes, que lo que hicieron fue rebajarse, solamente porque me están maltratando.

Debo decirte que nosotros recibimos, a través de los abogados de la defensa, señales de que el gobierno cubano iba a participar y cooperar, claro sobre todo para los compañeros que estaban de incognito, Gerardo, Fernando y Ramón, fue un periodo de total silencio para la familia, silencio absoluto y fue muy duro para ellos. Hasta que el juicio no comenzó, ellos no se identificaron, fue un aislamiento total de sus esposas de sus hijas, de la familia. Yo tuve la suerte de que me podía comunicar con mi familia, porque yo era Rene González, Olguita era mi esposa; pero para ellos fue muy duro, día a día, durante dos años y pico, fue duro. Eso demuestra en ellos firmeza y una gran confianza en Cuba, en la Revolución. Nosotros nos reíamos, porque Fernando seguía siendo «mexicano» y se comía la ostia cuando venía el cura, y se persignaba y hablaba como mexicano y comía con picante. Hasta que no dijo en el juicio «Yo soy Fernando González», no empezó a hablar como cubano, soy testigo de eso, lo viví y por eso los tengo que admirar.

Una vez que empezamos a planear la estrategia a seguir en el juicio, decidimos que el día que comenzara el juicio, ellos se iban a identificar, pero ni si quiera con nosotros, ni siquiera conmigo ni con el flaco, porque ellos se conocían entre sí, Fernando, Gerardo y Ramón y sabían cómo se llamaban, pero nosotros no y ellos no nos dijeron el nombre a nosotros, los abogados lo conocieron antes que nosotros. Fernando incluso nos corrió una broma, porque el día que le tocaba presentarse ante la corte, le dijimos, «Compadre, si ahorita el abogado lo va a decir, dinos tu nombre», «No, no, mi abogado tiene que decirlo» -respondió – «Bueno, está bien, yo me llamo Hipólito» y nosotros empezamos a joderlo, «Quien te puso ese nombre compadre, acabaron contigo», y de pronto se para Joaquín y dice, «Mi cliente, Fernando González».

El gobierno de EEUU identificó a Gerardo por accidente. Sucedió que Gerardo, durante su estancia en Miami, se encuentra casualmente con un muchacho que era vecino de él aquí en La Habana; Gerardo le hizo un cuento al ex-vecino de que él era funcionario de la embajada de Cuba en Argentina y que estaba escapado para Miami, un cuento chino que le metió al muchacho. Por supuesto que informó a La Habana de todo identificando al joven. Cuando el FBI ocupó algunas comunicaciones de Gerardo con el Centro Principal, van y buscan al muchacho y éste identifica a Gerardo. Al pobre chiquito no le quedó más remedio, era un infeliz, un vecinito de Gerardo de ahí del Reparto Alkazar, en La Habana, el FBI le tocó la puerta y no le quedó más remedio, el chiquito fue a testificar con tremenda pena.

En mi caso, ellos acosaron y se ensañaron con mi familia, utilizan mucho eso, no solo conmigo, aunque claro, con nosotros estaba presente un pase de cuentas a Cuba y por supuesto, la motivación política, lo cual, obviamente refuerza la conducta y acciones del gobierno americano, pero nunca debemos olvidar que ellos son muy dados a utilizar en lo que pueden a la esposa y a los hijos para presionarte, yo lo vi en varios presos, que los querían apretar y le metían presa a la madre o a la esposa, repito, mi caso no fue el único.

Es verdad que conmigo se extremaron, porque me prohibieron las visitas de las niñas; todo el mundo podía ver, en la cárcel de Miami, a sus hijos menos yo, eso fue duro. Una de las imágenes más duras y terribles de todo ese proceso, fue el ver a Ivette chiquitica caminando por la acera desde allá arriba desde la altura del piso 12. Cuando miré hacia abajo, y lo que vi fue una matica de pelo que se movía tambaleante, vacilante, con Olguita e Irmita alrededor de ella, pero además en una zona especialmente peligrosa, donde el crimen es más elevado que en el resto de Miami y vi gente que se les acercaba, me tensioné, porque si les pasaba algo, ¿Cómo grito, a quien le aviso?, ¡No tienes forma de avisarle a nadie! Fue una situación realmente terrible y te confieso que el corazón se me encogió.

En otra ocasión, cuando fui a ver a la niña en una visita, me amarraron, me encadenaron como a un perro. Lo que pasa es que en esos momentos, también aprendes a reírteles en la cara a tus enemigos cuando te hacen todas esas cosas, es la única forma que tienes de combatir. No puedes permitir que el enemigo decida por ti. Ellos esperan que ante sus provocaciones, respondas quebrándote y de esa forma te dominan y deciden por ti. No, lo que ocurra ante ellos lo tienes que decidir tú, ellos no lo pueden decidir por ti.

Aprendí esa lección el día de los 15 de Irmita. Ese día me curé. Fue un poco después del arresto, en junio del 1999, no había pasado un año todavía. Teníamos derecho a una llamada telefónica «semanal». Yo guardé con ilusión la llamada de esa semana para asegurarme de que podía hacerla el día del cumple de Irmita. El procedimiento era sencillo, te apuntaban en un libro cuando llamabas, entonces pedias hacer la llamada telefónica, miraban y si habían pasado 7 días, te permitían hacerla. Dejé transcurrir como 8 o 9 días para hablar con Irmita el día de sus 15. Dio la coincidencia y la desgracia de que me tocó un guardia que era un perro, desde por la mañana le dije que eran los 15 de mi hija y quería hacer mi llamada semanal. Pero el tiempo pasaba y nada, el decidió que yo no iba hacer la llamada ese día, me lo hizo ver claramente, además se regodeó, porque pasaba y me decía que esperara. El tipo se ensañó y llegó a un punto que me afectó. Cuando se terminó el día y vi que no iba a poder hablar con Irmita, me llamé a capítulo y me dije, «Espérate un momento, no puedes dejar que esto siga así, porque te van a hacer daño y tú no puedes dejar que te hagan daño, tienes que irte por encima de ellos».

Al siguiente día si me dieron la llamada, habían pasado los 15 de Irmita y cuando llamé, me respondió Olguita y le dije: «Fíjate lo que te voy a decir, pase lo que pase no cojas lucha, no te preocupes por nada, porque yo no voy a coger lucha con más nada de esta gente, no hay nada que ellos hagan que me pueda afectar, porque si tu dejas que te afecte ahí te ganan y no nos van a ganar».

Desarrollé la habilidad de reírme cuando me daba la gana; así ocurrió cuando lo del overol de Olguita, que me la llevaron detenida vestida con aquella cosa horrible color naranja y en el salón estaban todos los tipos del FBI, sentados allí para vacilar el momento en que yo viera a Olguita y me quebrara si ella lloraba, ¿¡Ah sí!? Pensé, está bien. Entonces, frente a todos ellos le dije «¡Qué bien te queda el color naranja!», nos reímos los dos, y los tipos se quedaron con las ganas. Un poco eso fue lo que hice con Ivette aquel día que te conté me llevaron a verla encadenado, me reí, disfruté a mí hijita, y cuando Ivette dijo «Guau, guau», y Olguita le dijo «No mi hijita, aquí el perro no es tu Papá», aprendí que si yo no quería ver un guardia, yo no lo veía, le pasaba por el lado y solo veía la pared detrás de él.

RL: Se impone hablar del papel de Olguita antes y después de la detención.

Mira, el diario que escribí durante el juicio, fue un tributo a Olguita. Ella quería estar presente durante el juicio y de pronto se produce la barbaridad de que la meten presa. Entonces decidí que si no podía estar en el juicio, yo le iba a contar el juicio en detalle. Eso fue lo que hice, el propósito fue hacerle un tributo y homenaje personal mío a ella, porque ella se lo merecía.

Olguita ha sido en esta situación todo, porque ha sido el puntal de las niñas. Yo me fui cuando Irmita tenía 6 años y ella me entregó una adolescente inmejorable, con tremendos y profundos sentimientos, no es que los 6 años que estuvo conmigo no hayan influido, pero Olguita tuvo que lidiar con Irmita durante el Periodo Especial en condiciones terribles, creadas por un padre aparentemente desertor ante todos y me entregó una muchachita feliz, que no se traumatizó, que es una gente íntegra. Después también con Ivette, o sea que desde ese punto de vista, Olguita ha sido más que un puntal, lo cual para mí es más que importante. Yo le decía, a ella durante los años de prisión, que mi misión era mantenerme firme, que cuando nos veamos, tu no veas a un tipo derrotado, disminuido, que tu veas a un hombre optimista, que está echando para adelante; y que a mí lo que me hace falta, es que, cuando yo te vea a ti, también encuentre lo mismo y nos transmitamos un mensaje de victoria y esperanza.

Ella cumplió con su parte y yo cumplí con la mía. La parte de ella fue tan dura como la mía. Cuando estuvo sola en Miami, la FNCA presionó para que la botaran del trabajo, se salvó que el jefe no la quiso botar. Ella tenía que ir a verme a la prisión por las mañanas una vez a la semana y después arrancar para el trabajo, a veces la dejaban trancada en el salón de las visitas lo que la ponía a punto de llegar tarde al trabajo, lujo que no podía darse, le metíamos entonces cuatro patadas a la puerta, el guardia venia gritando y ella le formaba un «bateo» tremendo al guardia, ella guapeó.

Hace unos días yo estaba recordando -y estas son las razones por las que nos odian, porque cuando no tienen la moral que nosotros tenemos, eso les molesta-, pues estaba recordando con Olguita el caso de los tres americanos que las FARC-EP tuvieron retenidos en Colombia durante 5 años, cuando salieron, toda la familia estaba desbaratada, desunida, las mujeres los habían dejado. Entonces tú ves cómo el gobierno norteamericano continúa tratando de destruir a nuestras familias, nuestros matrimonios, a Adriana llegaron a decirle ahí en la SINA, que ya ella no estaba casada, que eso no era un matrimonio porque hacía 15 años que no se veían, mira qué clase de bajeza y sin embargo, ellos mismos comprenden que no pueden destruir nuestras familias.

RL: Coméntanos el papel y rol que han jugado Irma, Cándido y Roberto en esta lucha.

Creo que los viejos están en mi formación, todo lo que yo pude haber hecho de bueno se lo debo a ellos, me criaron, me hicieron ser como soy, me dieron ejemplos suficientes y al final eso es lo que se lleva uno cuando vas a cumplir una Misión, es lo que te han enseñado y eso se lo debo a los dos.

En cuanto a Roberto, siempre he dicho que él ha sido uno los puntales en la discusión legal del caso, creo que cuando se perdió a Weinglas y a Roberto, se perdieron a los mejores exponentes en los dos idiomas. Hay una cosa que a veces se desconoce, y es que Roberto no estaba luchando por mi nada más, él siempre tuvo presente que era por Gerardo también, para él siempre estuvo claro que la prioridad de todo era Gerardo. Hay algo que siempre admiré de él, y es que, siempre, por encima de todo, enfocaba el caso en conjunto, de los cinco, siempre decía que éramos cinco y era el hermano de Los Cinco, no fue solo mi hermano, cuando te pones a oír como el exponía el caso, los puntos en que hacía énfasis, te das cuenta que Roberto siempre fue un verdadero hermano para todos nosotros. Tuvo la suerte de poder reunirse con Fernando, Ramón y Antonio, cuando ellos fueron a la resentencia, en ese momento fue que se le diagnosticó el cáncer. Él fue un hermano para los cinco y ellos lo vieron así.

RL: ¿Cuándo fue la última vez que viste físicamente a tus cuatro hermanos?

La despedida fue un poco brusca, nos sacaron del Centro Federal de Detenciones en Miami, fuimos juntos en una guagua, encadenados, esposados hasta el aeropuerto de Oppaloka y ahí nos montaron en un avión y terminamos en Atlanta, que es un centro de distribución, que se parece bastante al infierno. Allí hay de todo, incluso diablos mandando, nada más falta la alta temperatura. Entonces, la despedida fue brusca, porque una vez que llegas allí, empieza un procesamiento un poco brutal y comienzan a mover gente para un lado y para otro y de pronto terminas en una sección de ese lugar y si estás de suerte, terminas con uno de tus compañeros o con más de uno, de lo contrario -que fue lo que me paso a mí-, no vuelves a ver a ninguno.

Los Cinco llegamos juntos a ese lugar, nos metieron a todos en una celda junto a un montón de gente y nos empezaron a sacar uno por uno y en aquel movimiento raro que se armó de pronto, vi que ninguno de mis compañeros estaba conmigo y fue duro. Estuve allí 18 días, antes de que me sacaran y trasladaran. Más nunca los vi a ellos. Cuando me movían internamente, trataba de ver si los veía en otra ala, pero no los veía y en ese momento nunca pensé que iban a pasar tantos años sin vernos, y hasta el sol de hoy.

Quieres mi opinión sobre el cargo 3 contra Gerardo. Pues bien, hay que recordar que el cargo 3 se monta siete meses después del arresto, cuando empiezan las presiones de los elementos de Miami para que se ponga el cargo 3, hasta ese momento al gobierno no se le había ocurrido eso y tenían las mismas evidencias; cuando comienza el concubinato entre el gobierno e Ileana Rhos y Lincoln Díaz Balart, empiezan todas las conspiraciones alrededor de los arrestos, la manipulación de los medios de prensa, la incorporación de las familias de los pilotos de «HAR» derribados y otras cosas, es que se monta el cargo 3.

El cargo 3 básicamente tiene dos elementos que tienen que demostrarse, uno que Gerardo acordó con alguien que se matara a personas; es decir que hubo un acuerdo de Gerardo con alguien de que se matara a personas y el segundo elemento que tiene que demostrarse, es de que, el acuerdo de Gerardo con esa otra persona, implicaba que se les matara en aguas internacionales. Ninguno de los dos elementos se probó en el juicio.

No existe ningún documento según el cual a Gerardo se le haya ocurrido discutir con nadie la muerte de alguien, no existe ni existió ese documento y el segundo elemento menos. Toda la evidencia del caso gira alrededor de violaciones del espacio aéreo cubano, no hay un solo documento en el que se hable de que pase algo fuera de Cuba, de que a Cuba le preocupe lo que estaba pasando fuera de su territorio, de que le importe la actividad de «Hermanos al Rescate» fuera del territorio cubano.

No hay un solo documento, no hay una frase, pero obviamente ese jurado, primero estaba atemorizado, no porque yo lo diga, lo dijeron ellos, se lo dijeron a la jueza, «Tenemos miedo, nos están filmando las cámaras las chapas de los carros», y segundo, ese jurado se escondió, el presidente del jurado hizo una declaración de 5 minutos y más nunca se le escuchó la voz, nunca se ha escuchado nada de esa gente, ellos hicieron voto de silencio. Y lo normal en los Estados Unidos es que ocurra todo lo contrario; en cualquier caso en EEUU sobre este tema, cada uno de los jurados hubiera hecho un libro. Sin embargo, ninguno ha hecho nada, ninguno ha hecho una simple declaración. La única declaración -la de los famosos 5 minutos del presidente del jurado- es una tergiversación de la ley. El tipo dijo que el derribo ocurrió fuera de Cuba, por lo tanto Gerardo era culpable. Y ese no es un elemento del cargo. Elemento no es donde ocurrió el derribo, sino lo que Gerardo pensaba, lo que Gerardo acordó. Y Gerardo nunca acordó eso. Es decir, aun suponiendo que el derribo ocurrió fuera de Cuba, ese elemento no acusa a Gerardo del cargo de conspiración para cometer asesinato… pero el juicio fue en Miami.

RL: Hay presentado un recurso de Habeas Corpus por parte del actual abogado de Gerardo, que se basa en el pago a los periodistas por parte del gobierno antes y durante el juicio y la solicitud de que el gobierno muestre las imágenes de los satélites. Coméntanos sobre esto.

Creo que es obvio el por qué el gobierno de Estados Unidos no quiere mostrar las imágenes de los satélites.

Hay un recurso muy importante que es la inefectividad de la defensa. Es posiblemente uno de los pocos casos en la jurisprudencia norteamericana, en que un abogado haya firmado un afidávit admitiendo que se equivocó en la defensa y Mackenna lo hizo. Creo que en parte es verdad, el defendió a Cuba en vez de a Gerardo y eso ayudo a confundir al jurado.

El caso, es un caso político y hasta ahora se ha definido políticamente y si mañana se define positivamente, también es una decisión política. Es más fácil para un juez, supongo yo, fallar a favor de la ley que hacer lo que están haciendo hasta ahora, que es fallar en contra. En realidad, si ellos toman la decisión política de fallar a favor de nosotros, les va a ser más fácil, porque lo único que tienen que hacer, es aplicar la ley, que es lo que estamos pidiendo desde que empezó el caso.

RL: Según tu opinión, donde debemos centrar la campaña por la libertad de tus cuatro compañeros.

De todas las formas habidas y por haber, sobre Washington, de todas las maneras y con los medios a nuestro alcance, en el Congreso, en la Casa Blanca, en el Departamento de Justicia, en las Cortes, pero en Washington. Ahí se cocinó todo ese crimen y ahí es donde se puede resolver.

Octubre del 2013

* Esta entrevista acaba de ser publicada en la edición cubana de Resumen Latinoamericano, como suplemento especial.