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Un grafiti para entender el arcoiris

Fuentes: Yo soy Michel (Blog)

La imaginación y la creatividad, sin embargo, son recursos que como reafirman los últimos sucesos están ausentes de las prácticas de las autoridades locales

En una pared de la Universidad de la Sorbona durante los sucesos del mayo del 68 francés apareció un grafiti que el tiempo eternizaría. La imaginación al poder rezaban aquellas letras esculpidas en piedra que pasarían al imaginario simbólico de los movimientos juveniles y sociales en todo el globo. En esa frase está contenido todo lo que debe ser la política y lo que debe regir también los reclamos de los derechos de los actores de la sociedad civil.

La imaginación y la creatividad, sin embargo, son recursos que como reafirman los últimos sucesos están ausentes de las prácticas de las autoridades locales, al menos de las que permitieron los sucesos de violencia que protagonizaron el final de la marcha LGTBI el pasado sábado en La Habana. Daba casi por hecho que el guion iba a ser el mismo de tantas otras veces, pero le di una oportunidad a la duda porque a diferencia de tantas otras veces la sociedad cubana está cambiando radicalmente desde abajo y van surgiendo nuevas generaciones, cuyo rol e influencia estarán por contarse.

Las declaraciones oficiales para justificar los golpes y el ejercicio de la represión, cuando en ese momento solo había lugar para el diálogo y la tolerancia, han redoblado la lógica indignación en varios sectores de un país que ha dicho levantarse sobre el respeto a todos sus hijos. Va en contra de la veracidad de cualquier actor social que se proclame revolucionario que desvirtúe la realidad de los acontecimientos cuando una buena parte del pueblo cubano ha visto en sus celulares las imágenes de un país que la mayoría, estoy seguro, no queremos ser.

La estrategia para justificar tanto la suspensión de la conga como el uso de la fuerza ha sido completamente errática en materia de comunicación política. Lo que correspondía era un análisis a fondo de los hechos y no acusar de mercenarios o pagados por gobiernos extranjeros a los manifestantes sin presentar al menos una prueba. Incluso, en caso de que lo hubieran demostrado, la represión pasaría a ser, además de un acto condenable, un error de libro.

De la marcha ha salido fortalecido el movimiento LGBTI cubano que ha evidenciado que es más que la algarabía de un desfile o una fiesta llena de simbologías al uso. Es un movimiento que como cualquier otro movimiento en el mundo tiene el derecho de exigir sus reclamos, y de salir a la calle cuando sientan que merecen mayor visibilidad o se cometan actos de injusticia contra cualquiera de sus miembros o, por qué no, contra cualquier persona.

Lo más sencillo es acusar de mercenarios, e incluso de traidores a los que participaron en la marcha, en vez de sentarse a dialogar, a intercambiar sobre las diferencias o necesidades de los que fueron a la movilización para arrojar a la luz pública lo que son y sienten, o para exigir una vez más, junto a otros que los apoyan, el respeto que merecen.

La actitud beligerante y el uso de la fuerza hacia los que marcharon lo único que provoca es el alejamiento de esta parte de la comunidad LGBTI y de todos los que vieron esas imágenes que le han dado la vuelta al mundo y cuya carga simbólica solo se podrá percibir, más temprano que tarde, en el futuro de este país.

Cuba es una nación que como en cualquier otro en el mundo tiene personas con suficiente conciencia cívica para querer llamar la atención y solidarizarse con causas que consideren justas. Todos sabemos, aunque algunos traten de justificar pifias con discursos anclados en el pasado, que en cualquier momento pueden surgir otras marchas pacíficas en las calles de cualquier provincia.

Las causas para manifestarse son tan diversas como diversa es la sociedad cubana que ha encontrado en las redes sociales un espacio para mostrarse tal y como es, y lo está haciendo muy rápido. Pueden surgir convocatorias para manifestarse, por ejemplo, contra la corrupción, por cuestiones ambientales, contra la violencia de género, contra las muestras de racismo que existen en la sociedad o, incluso, contra la permanencia en medio del vedado capitalino, tal y como está, del monumento a José Miguel Gómez, quien impulsó la represión contra Los Independientes de Color, uno de los capítulos más sangrientos de nuestra historia libertaria. Entonces, en caso de que eso suceda, ¿volverán a repetirse estos torpes hechos de violencia que han sido condenados, públicamente o en silencio, por una buena parte de la población cubana? ¿Esa es la Cuba en la queremos vivir, donde el uso de la fuerza se intente imponer o justificar en vez del raciocinio y la voluntad por el respeto a los derechos de todos?

Sabemos que la única forma de construir este país es a través de la participación, del diálogo y el respeto a las diferencias por complejas que sean. La violencia sin sentido, la historia lo ha demostrado, solo genera más violencia y sienta las bases de un temible precedente social mientras se convierte en una espiral infinita que puede conducir a un ardiente caos. Aunque Nietzsche haya afirmado que del caos siempre sale la luz, en el caso cubano, este puede ser un ejercicio muy peligroso. Esperemos que las personas correspondientes tomen nota de los colores de este sábado, que solo fue una muestra de la velocidad con que corre la sociedad cubana, para que la oscuridad no vuelva a desplazar la luminosidad de una tarde que posiblemente haya causado fracturas sociales que el tiempo se encargará de aquilatar.

Como lo demuestran acontecimientos recientes en que muchos se unieron, otra vez sin convocatorias oficiales, para apoyar a los afectados del tornado, la sociedad cubana no va a quedarse de brazos cruzados frente a lo que le inquieta y reclama. Esos brotes parecen decirnos que estamos a tiempo de encontrar las formas para construir más sensibilidad y belleza en este país. Y más aún, que muchas de estas acciones siguen enseñándonos el simbolismo de aquel grafiti del 68, aunque pueda parecer ingenuo retomarlo en la compleja situación de la actualidad cubana. Esa frase, cincuenta años después, nos dice más que lo que algunos anquilosados en métodos que ya no podrán funcionar de ninguna forma, se atreverían a leer y aprender de aquellas líneas espontáneas sobre la pared.

Fuenrte: http://www.yosoymichel.com/blog/un-grafiti-para-entender-el-arcoiris