Hace unas semanas se despedía de sus últimos alumnos de 2º de Bachillerato, tras una EvAU tardía como consecuencia de la pandemia. En el compás de espera hasta un septiembre incierto, esta profesora de Lengua y Literatura nos plantea algunas de sus ideas en torno a un sistema educativo que considera víctima muchas veces de sus propias inercias.
Rosa Linares no olvida que llegó a la educación “tras 15 años de encadenar trabajos precarios”. ¿Vocacional? “No me gusta hablar de vocación, prefiero apelar a la implicación y al compromiso”. Sostiene que a día de hoy no hay innovación educativa posible “si no se pone al servicio de la emancipación y la ética”, si no se tiene presente que se educa “para un futuro cuyos recursos naturales están muy por debajo de los que se necesitarían para satisfacerlo”.
Profesora de Lengua y Literatura en un instituto de la Comunidad de Madrid, cree que “la mayor muestra de respeto por la Educación sería que se facilitaran las condiciones para que la labor docente se desarrollara dignamente. No hay revolución educativa posible con aulas atestadas y sin atención a la diversidad”.
¿Cuál es tu idea de la educación?
–Una
educación para la formación de una ciudadanía crítica y
responsable, que tenga la justicia social y la salvación del planeta
como objetivos últimos. Una educación que descubra los marcos
ideológicos dominantes, tan mejorables muchos de ellos, que nuestra
sociedad acepta como naturales y que intervienen estrechamente en el
aumento de la desigualdad y de la incomprensible devastación de la
biodiversidad. Una educación que explique y descubra los relatos
hegemónicos que nos han traído hasta aquí, con sus aciertos y sus
desatinos, para discutirlos o para admirarlos. En cualquier caso, una
educación que les dé la oportunidad a nuestras alumnas y alumnos de
vivir una vida plenamente consciente y, como se suele decir desde el
ecofeminismo, una vida que merezca la pena ser vivida.
¿Qué aspectos del sistema educativo deberían
cambiar?
–Por un lado, políticas que favorezcan la
inclusión y, por otro, relacionado con esto y con la idea que tengo
sobre el valor de la educación, la revisión de los currículos.
¿Por qué es necesaria esta revisión?
–El
currículo concreta el conocimiento que una sociedad, por consenso,
entiende que debe transmitirse a las sucesivas generaciones. El
currículo, por tanto, propone una base cultural y de valores que se
supone debemos compartir. Pero los retos actuales no son los mismos
que los de hace medio siglo. La razón por la que determinados
contenidos se siguen dando atiende sobre todo a la idea de la
“dependencia de la senda”, más que a la pertinencia de estos. Es
decir, como en el pasado se transitó por ellos, parece inevitable
que, en el presente, continuemos pasando por ahí. Con frecuencia me
veo en clase ofreciendo un conocimiento que no sé bien qué aporta y
que, por lo tanto, está restándome oportunidad para trabajar otras
cosas.
Por otro lado, debería revisarse la extensión de los currículos. La prisa y la obsesión por cumplirlos termina adueñándose de las dinámicas del aula, de forma que la atención que reciben suele ser superficial y, por lo tanto, en muchos casos, carente de sentido. Un contenido despojado de su significado profundo no es ni transformador ni duradero ni, si me apuras y, a lo que vamos, formativo. Apuesto por un currículo más abierto, que permita programar al docente de manera flexible y con libertad las sucesivas experiencias y aprendizajes.
¿Cómo has vivido la experiencia de enseñar desde
casa?
–A una situación de desborde inicial le siguió
un aparente control, ciertamente ficticio. Durante el confinamiento,
se agrandaron los puntos ciegos e incertidumbres que cualquier
docente sabe que forman parte de su trabajo. Las llamadas de
teléfono, los infinitos correos, las video-conferencias, no me
aclaraban del todo cómo estaban viviendo mis alumnos y alumnas el
confinamiento al otro lado de la pantalla. Los riesgos de caer en el
trabajo mecánico, en el planteamiento descontextualizado de tareas,
fueron, para mí, amenazas constantes. Hice lo que buenamente supe
para evitarlos.
¿Cómo ha sido la EvAU de este año?
–Desde
el punto de vista pedagógico, las pruebas externas tienen una
incidencia catastrófica. Siempre es igual, recibes en septiembre a
chicos y chicas sonrientes, y ves cómo poco a poco se van apangando,
liquidados por el tedio que supone visitar y revisitar los contenidos
y prácticas que forman parte de la estructura del examen. La
educación queda reducida a que el docente prodigue fórmulas o
trucos para que los alumnos salgan airosos del examen. En Lengua y
Literatura, se impone la tecnificación y el sistema de respuestas
por plantilla. La memorización de corrientes literarias, autores y
obras en los que no da tiempo a detenerse liquida las posibilidades
de lo que debería ser central. Me refiero a la lectura y posterior
reflexión de los textos. Es un conocimiento reducido al cliché, eco
empobrecido, escasamente enriquecedor para quien lo consume. Un
despropósito normalizado por la fuerza de la costumbre. Todo lo que
sucede creativo, formativo y transformador en 2º de Bachillerato es
a pesar de la EvAU.
En cuanto a la prueba de este año, valoro positivamente la ampliación de la opcionalidad.
¿Vamos a un
modelo híbrido presencial-a distancia?
–En el caso
de que se impusiera un modelo híbrido, solo funcionaría si se
simplifica el currículo y si se bajan las ratios. La acción
tutorial sería aún más indispensable, y con esto me refiero a que
esta labor debería reconocerse en la liberación de horario.
Asegurar los lazos humanos entre los estudiantes y la institución
escolar y detectar posibles problemas personales y materiales en los
alumnos: ahí deben estar los tutores y tutoras para asegurarlo. Los
riesgos de que el alumnado más vulnerable termine descolgándose del
ritmo general son elevadísimos. Los esfuerzos para contrarrestar
este peligro deben redoblarse.
¿Qué falla en la relación profesor-alumno?
–No
siempre falla la relación docente-estudiante, ni mucho menos.
La vida de un menor está condicionada por sus circunstancias vitales (familiares y socioeconómicas) al margen de la escuela. Cuando he tenido problemas con un alumno o una alumna, he considerado insuficiente valorar el desencuentro como un asunto personal en el que solo él, o ella, y yo intervenimos. Sería una ingenuidad decir que la escuela puede y debe resolver todos los problemas de la sociedad, de la misma manera que sería muy arriesgado tratar de analizar las tensiones que puedan surgir entre docente-estudiante fijándonos exclusivamente en las conductas, y no en sus causas. No es casual que las escenas de mayor disrupción se den sobre todo en centros de alumnado desfavorecido. Aunque a veces es inevitable, me aplico a mí misma el consejo de no personalizar las posibles fricciones con alguno de mis estudiantes. En centros de difícil desempeño me resulta hiriente que se responsabilice al docente o al alumnado de un sistema que, ahí precisamente, hace agua por todas partes. Invocar a la varita mágica de la disciplina es la salida cínica para evitar atender las razones sociales de las que parten los fracasos y desencuentros.
Dicho esto, desde mi punto de vista, los docentes no debemos perder de vista nunca que los profesionales y los adultos somos nosotros, y que una mirada comprensiva, que resalte sobre cada uno de sus alumnos y alumnas su condición de menores vulnerables, y no tanto de estudiantes, suaviza bastante el clima.
Y volvemos a lo de siempre: cuanto más atestadas estén las aulas, más despersonalizado y distante será el trato entre docente-estudiante, condicionante que complica que termine triunfando el buen clima.
¿Qué pides a la actual ministra?
–Que
defienda con rotundidad la escuela pública.
¿Qué opinas de la nueva ley de Educación?
–Pertenezco
a Yo
Estudié en la Pública, una asociación en defensa de una
educación democrática, inclusiva, laica y, por supuesto, pública.
Leímos el borrador y nos pareció que se desarrollaba de una manera
un tanto decepcionante. Por ejemplo, en el borrador se habla de seis
ejes transversales (valores que sustentan la democracia y los
derechos humanos y valores ecológicos), que aparecen al principio,
pero luego el borrador no anticipa que se vayan a apuntalar con el
desarrollo y el diseño del currículo. Los partidos que gobiernan en
coalición firmaron un documento (Documento
de Bases para una nueva Ley de Educación. Acuerdo Social y Político
Educativo). Sería interesante que las líneas generales de este
documento estuvieran plasmadas en la nueva ley.
El borrador de la ley no habla de las ratios, ni de adelgazar y modificar el currículo, condición insalvable para lograr la inclusión de la que la Lomloe pretende hacer gala. La Religión ahí sigue, demostrando el poder que la Iglesia tiene en este país y entrando en colisión con lo que debería ser una escuela científica e inclusiva. Es una ley con muy escasa voluntad de reforzar la escuela pública. Se habla de qué centros privados tendrán prioridad para sujetarse al régimen de conciertos. Desde mi asociación, echamos de menos que no se ofrezcan mecanismos para revertir la privatización del sistema educativo y poder consolidar así la escuela de titularidad pública. Ni una sola línea en este sentido.
En cuanto a la tramitación, solo espero que el gobierno haga caso a las propuestas de enmiendas que desde diferentes colectivos de profesores les hicimos llegar. Veremos.
¿A quién admiras en educación?
–A
mis amigas y compañeras del Grupo Guadarrama. A Ángeles Bengoechea
y a Flora Rueda y, por último, a Lupe Jover, de cuyo torrencial y
extraordinario talento es imposible no aprender continuamente.
¿Cómo crees que volveremos a las aulas en
septiembre?
–Una vuelta con menos recursos que el año
pasado, con aulas abarrotadas, es una completa irresponsabilidad.
Nadie en su sano juicio puede pensar que un planteamiento como este
vaya a tener el mínimo recorrido. Ante esta inacción y negligencia
por parte de la administración, los docentes pasamos de la
perplejidad a la indignación, y de ahí, al miedo. En realidad, esa
falta de previsiones descubre a unos políticos confabulando contra
la educación presencial. No hay la más mínima muestra que nos haga
pensar que manejan otros planes. Para colmo, el gobierno de Madrid no
solo no tiene intenciones de aumentar la dotación sino que está
aprovechando para darle un golpe más al desmantelamiento progresivo
de la escuela pública. Es dramático. Por dignidad, deberíamos
plantarnos.
Sobre el Grupo Guadarrama
El Grupo Guadarrama nació con la vocación de poner la enseñanza de la expresión y comprensión lingüística al servicio de una mirada crítica y comprometida sobre el mundo, y como una manera, también, de integrar los contenidos de manera significativa y funcional en los textos. “En relación a la Literatura, pensamos que los hábitos escolares tienen que aproximarse a los hábitos sociales de lectura. Cuestionamos la adecuación del currículo actual, nos desmarcamos de la voluntad enciclopédica y apostamos por una apertura del canon que integre voces más allá de la frontera nacional y que pongan también el foco de interés en obras no occidentales. Un planteamiento en el que por fin tienen cabida las mujeres”.