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Un pasodoble en palacio

Fuentes: Rebelión

Su crisis es una oportunidad para nosotros. ¿Por qué no romper las cadenas que nos unen a los de arriba, si los de arriba han roto el contrato que nos unía a ellos? Ellos lo saben, son la oligarquía de europa occidental incluida la española. Saben que su crisis es grave, también saben de sus […]

Su crisis es una oportunidad para nosotros. ¿Por qué no romper las cadenas que nos unen a los de arriba, si los de arriba han roto el contrato que nos unía a ellos?

Ellos lo saben, son la oligarquía de europa occidental incluida la española. Saben que su crisis es grave, también saben de sus contradicciones internas. Contradicciones a las que no es ajena la propia burguesía española, repartida entre los diferentes centros territoriales de reproducción del Capital: Cataluña y Euskadi, fundamentalmente.

El capital está en crisis y la violencia por acumular no sólo ha aumentando la tasa de explotación sobre el bloque asalariado del territorio Estatal, también del globalizado.

El «no acuerdo» entre PP y PSOE en la creación de un gobierno de concentración nacional forma parte de esa lucha interna de la oligarquía. Vamos a unas nuevas elecciones porque el reparto de la tarta España que se está llevando a cabo no satisface a todas las partes de la élite. Los más glotones quieren más de una tarta pero tiene los trozos pequeños y contados, parte de la burguesía vencida en la Segunda República no está de acuerdo con ese reparto: de aquellas aguas estos lodos.

Sería un grave error histórico, aquí y ahora, para las energías realmente revolucionarias no plantear el proceso en que vivimos como una oportunidad y dedicarse a bailar un pasodoble en palacio.

Es evidente que en momentos como este lo viejo se resiste a morir y a lo nuevo le cuesta trabajo nacer. El dilema está entre reforma y ruptura.

La reforma supone la continuidad de la corrupción, la expropiación de los bienes comunes materiales e inmateriales en el Estado español. Todo ello en beneficio de una clase dominante a la que no ha temblado el pulso al ordenar a sus lacayos en el Parlamento que legislaran contra el bloque asalariado condenándolo a la indigencia. La contrarreforma laboral de Zapatero y después del PP es el botón de muestra del robo de derechos a los trabajadores.

Sabiendo además de la posible reacción de las capas populares a sus leyes antisociales, hicieron una ley de acompañamiento: la Ley Mordaza para la represión en masa de los demócratas que se resistieran al robo.

La reforma también supone continuar con la impunidad del atraco a los ahorros de una mayoría social que los invirtió en adquirir una vivienda para utilizarla y se encontró con que la banca expoliaba su vivienda y sus ahorros. Y mientras a ellos los desahuciaban en masa el Gobierno reflotaba con dinero público a sus verdugos: los banqueros.

La reforma huele mal, muy mal, siendo inviable un Estado donde se condena a la pequeña y mediana empresa a estar al borde de la ruina mientras se concede una amnistía fiscal a las grandes fortunas y los recursos públicos se destinan a las multinacionales, que deslocalizan la producción y generan millones de desempleados.

La reforma huele muy mal, tanto que las grandes fortunas de políticos, banqueros y algunos miembros de la corte se llevan a Panamá o a otros paraísos fiscales sus saqueos mientras hacienda solo son los del bloque asalariado y aledaños.

La reforma huele a limosna para las personas afectadas por la falta de recursos que les garanticen los suministros básicos de gas, agua y electricidad. Mientras, los consejos de administración de esas mismas empresas estratégicas, privatizadas están llenos de expresidentes, exministros y políticos de turno, culpables de su privatización y ganando además con ello grandes fortunas. Si eso no se llama prevaricación, no sé como se puede llamar.

La reforma huele a «compi yogui», a banquillo de los acusados, a aforamiento vía express del «mata elefantes» y a monarquía hereditaria por razones sexuales, que da la Jefatura del Estado y con esto la de los ejércitos.

La reforma supone continuar la alianza imperial de la guerra de los mundos y sus instrumentos de poder: OTAN, UE… para la ocupación de los territorios y centros de poder estratégicos en la confrontación por el control de un mundo globalizado.

No, no hay reforma posible que pueda lavar las manos de la oligarquía española de tanta injusticia cometida y diseñada para el futuro. Nosotros no estamos invitados a su baile de salón, ahí sólo van las élites, el aforo es limitado.

Nuestro espacio está en las calles, en las plazas, en los parlamentos si así lo decidimos. Está en un proceso constituyente que garantice a la mayoría social una democracia real y los elementos básicos para tener una vida digna dentro de un modelo de producción ecosostenible y con la garantía de decidir las cuestiones estratégicas de los ciudadanos los propios afectados.

Vamos de nuevo a las elecciones, pero salga quien salga, incluso los nuestros (si los tenemos), poco podremos hacer sin organización y movilización social desde abajo. Este camino es muy plural, si la ruptura con el neofranquismo en su versión reino de España es el camino para una vida digna, la generosidad a la hora de articular el bloque social que organice esa ruptura va mucho más allá de acuerdos en unas listas electorales.

No lo olvidemos, su crisis es nuestra oportunidad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.