Uno de los 700 monumentos falleros que puntean el mapa de Valencia desde mediados de marzo está dedicado a la República Árabe Saharaui Democrática. Lo han impulsado profesores y alumnos de la Facultad de Bellas Artes, cuando se cumple el 40 aniversario de la «Marcha Verde», en la que 350.000 marroquíes apoyados por 25.000 soldados […]
Uno de los 700 monumentos falleros que puntean el mapa de Valencia desde mediados de marzo está dedicado a la República Árabe Saharaui Democrática. Lo han impulsado profesores y alumnos de la Facultad de Bellas Artes, cuando se cumple el 40 aniversario de la «Marcha Verde», en la que 350.000 marroquíes apoyados por 25.000 soldados invadieron el Sahara Occidental. Ubicada en un lugar muy visible de la Universidad Politécnica de Valencia, la falla no es sólo una muestra de solidaridad con el pueblo saharaui, sino también una denuncia de uno de los mayores «muros» del mundo: el construido por Marruecos en el Sahara en los años 80 del pasado siglo.
La falla titulada «Públiques Virtuts» es una jaima de 7x7x7 en forma de cubo. En el espacio interior se advierte la presencia de un «muro», hecho de madera y chapa, que recuerda el edificado por el ejército de Marruecos hace más de 30 años, de 2.700 kilómetros y custodiado por 120.000 soldados. El entorno del muro, el segundo mayor del mundo tras la Gran Muralla China, esconde entre 7 y 10 millones de minas antipersona. La réplica, el muro fallero, es el elemento que vertebra el interior del monumento. Además de paneles informativos sobre la represión en el Sahara, posee tres pequeñas pantallas, incrustadas, para la proyección de vídeos. Al pie del muro, los artistas han dispersado arena que simula la tierra del desierto, con la particularidad de que detona (como una mina) cuando la pisa el visitante.
A un lado del muro, el campo de los oprimidos, se representan las almas en pena que han abandonado los cuerpos destrozados por las minas antipersona. Destaca en esta zona una mujer (la maternidad) con la indumentaria tradicional del Sahara y acompañada de su hijo, un infante que forma con los dedos la señal de la victoria. En la otra parte del muro, la de los opulentos, aparece Juan Carlos de Borbón con unos prismáticos en la mano (era jefe de estado en funciones, con Franco agonizante, cuando se produjo la «Marcha Verde»). A su lado, Franco, representado por un marciano y en estado vegetativo. Los dos «ninots» se levantan sobre sendos podios de color rojigualda, a los que se agrega un tercero, exento, para que el visitante pueda posar y fotografiarse.
Aunque la falla se haya alumbrado en la Facultad de Bellas Artes, no es fruto de las musas, ni de la inspiración, ni de la espontaneidad creadora. Según Jaume Chornet, coordinador de la iniciativa y profesor del departamento de Escultura, «lo fundamental es el trabajo; las ideas no surgen por arte de magia, sino muy poco a poco y mediante un largo proceso de elaboración». Decidió lanzarse a este proyecto que coordina con otro docente, Leo Gómez, después de participar en noviembre de 2014 en los VIII Encuentros Internacionales de Arte y Derechos Humanos del Sahara Occidental (ARTifariti), en los campamentos de refugiados de Wilaya de Bojador. Allí se sumó a más de 70 artistas de 16 países, que reivindicaron el derribo del «muro de la vergüenza».
Pocas cosas en esta falla son fruto de la improvisación. A cualquier detalle se le ha dotado de fuerte carga simbólica. Los 200 metros de tela que forran la jaima tienen el color de las banderas de España, Francia e Italia, «tres de los países que venden minas antipersona a Marruecos», destaca Jaume Chornet. Tampoco el uso de los materiales en la falla es aleatorio. La estructura se compone de madera, y los «ninots» o figuras se han elaborado con cartón. «Es el proceso artesanal de confección de la falla desde hace un siglo», resaltan los artistas. Una de las ventajas de utilizar materiales ecológicos (en lugar del poliestireno expandido o corcho blanco de las fallas convencionales) es que la quema del monumento (la «cremà») no produce efectos contaminantes. Pero según Jaume Chornet, «el utilizar materiales ecológicos -madera, cartones y telas de algodón- multiplica por cien las horas de trabajo».
La falla solidaria no se limita a la denuncia, pues va más allá: utiliza la ironía y elementos lúdicos que en ocasiones rozan el surrealismo. En la parte occidental del muro hay un «vídeo-cub» (la falla también conmemora la invención del cubo de Rubik), que se burla del ocio laxo y acrítico de las sociedades occidentales. En la estantería, el visitante puede escoger entre las carátulas de «Ciudadano Kub», «Toma el kubo y corre» o «Mujeres al borde de un ataque de cubos». Otro de los divertimentos de la falla es una exposición de marroquinería (muñecas, zapatos, objetos de cuero…), en la que se sugiere la vulneración de los derechos humanos en el Sahara. La sátira política reviste imaginación y formas innovadoras. De unos tubos reciclados de cartón cuelgan, a modo de marionetas, las efigies de todos los presidentes españoles con responsabilidad en la opresión del pueblo saharaui (desde Arias Navarro).
Horas de lenta maceración y de rumiar posibilidades han dado lugar a una gallina surreal, con huevos de oro en forma de cubo. Representa la riqueza de los territorios saharauis, la pesca y los fosfatos, sobre todo, en manos de Marruecos. Sobre el muro destaca el símbolo de la «ciega» justicia, que únicamente puede moverse, mediante una pequeña manivela, desde el lado occidental. Porque desde el mundo pobre -donde se emplaza la República Árabe Saharaui Democrática- no hay posibilidad alguna de acceder a ella. La tralla política desaparece en buena parte de la falla infantil, que es pura fiesta y juego. De hecho, los artistas la han concebido sólo para menores. Únicamente niños y niñas pueden entrar en el monumento, por una de las esquinas inferiores, y pintar y rayar. En este cuadrado lúdico se descontextualizan los cuentos y los personajes: el Principito con los comecocos, Blancanieves con Pulgarcito, pero también con el «pequeño» Nicolás; las sirenitas con la alcaldesa de Valencia, Rita Barberà… Reconocen los autores que está resultando un éxito de público.
En una conferencia organizada como actividad paralela al evento fallero, Mustafá Mohamed Lamin, saharaui residente en Valencia y activista, ha destacado la importancia de las manifestaciones culturales y artísticas como forma de resistencia desde 1975, «ya que la colonización tiene entres sus grandes objetivos eliminar y asimilar nuestra identidad». Anualmente se celebran, en alguna de las provincias (Wilaya), certámenes en los que se incluyen poesía, composiciones espontáneas, danza, música tradicional o encuentros literarios entre generaciones, donde se establece como prioridad la recuperación de la cultura ancestral del pueblo saharaui. Destaca asimismo el festival internacional de cine Fisahara, el Encuentro Internacional de Arte y Derechos Humanos (ARTifariti) y, en la diáspora, la «Generación de la Amistad», formada por poetas y escritores que elaboran su obra en castellano. La pasada semana los medios de comunicación informaron de la visita del expresidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, al Foro Crans Montana, que reunió a mandatarios, políticos y grandes empresarios en la ciudad de Dajla (territorios ocupados del Sahara Occidental). La Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sahara (CEAS) criticó esta visita porque supone «auxiliar a Mohamed VI». Mientras, Équipe Média, que informa desde los territorios ocupados, se hizo eco de la muerte el pasado 8 de febrero del joven Mohamed Lamin Haidala, una semana después de ser atacado por cinco ciudadanos marroquíes y pasar por la jefatura de policía. Además, la Asociación de Presos y Desaparecidos Saharauis (AFAPREDESA) denuncia que Mbarek Daoudi ha sido condenado a tres meses de cárcel y sometido a detención arbitraria durante 17 meses. Pese a haber cumplido seis veces el total de su condena, Mbarek Daoudi continúa privado de libertad. En la última década el estado español ha vendido a Marruecos armamento por valor de 193 millones de euros, lo que sitúa a este país como principal destino del material bélico español en África. Si el cómputo se realiza desde 1995, la cifra de ventas se eleva a 251 millones de euros.
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