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Una normalización con Trump

Fuentes: La Joven Cuba

En sus primeras semanas en la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump ha sacudido las relaciones con México, le ha colgado el teléfono al primer ministro de Australia y prohibido vía decreto la entrada de refugiados y de personas procedentes de siete países con población mayoritariamente musulmana. Una de las primeras actividades de su […]

En sus primeras semanas en la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump ha sacudido las relaciones con México, le ha colgado el teléfono al primer ministro de Australia y prohibido vía decreto la entrada de refugiados y de personas procedentes de siete países con población mayoritariamente musulmana. Una de las primeras actividades de su Secretario del Tesoro fue declarar narcotraficante al Vicepresidente Ejecutivo de Venezuela, continuando con la actitud hostil hacia Caracas que caracterizó a su predecesor, Barack Obama.

En medio de ese torbellino de acontecimientos, las relaciones con Cuba solo pasan por una completa revisión y una cena en la Casa Blanca con el senador Marco Rubio: una evaluación en proceso y una comida que ya ha pasado la digestión.

La revisión la confirmó el secretario de Prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, repitiendo lo mencionado por el secretario de Estado Rex Tillerson en su audiencia de confirmación ante en el Senado y sus miembros cubanoamericanos, el propio Rubio y su colega de Nueva Jersey, Bob Menéndez. En una Administración con un primer mes cargado de noticias, decretos y apelaciones, el nombre del archipiélago caribeño no ha cubierto demasiados titulares.

El coste del muro que bordeará el río Grande y el desierto de Arizona se calcula con una exactitud milimétrica, pero los cambios con Cuba siguen vigentes, sin ser cuestionados, hasta donde sabemos.

No deja de ser inquietante que Trump diga ante la prensa que comparte visiones similares con Rubio respecto a Cuba, porque el senador por La Florida no tiene una perspectiva acerca del país donde nacieron sus padres, sino una colección de prejuicios y fantasías que abraza con tozudez.

La normalización abierta en diciembre de 2014 está pasando por la prueba de fuego de una Administración republicana. Vale la pena recordar que, en algún momento de 2015, Trump era uno de los dos candidatos a la nominación presidencial de su partido que apoyaba el restablecimiento de las relaciones con Cuba, una excepción en que era acompañado por el senador republicano Rand Paul (quien para muchos otros asuntos, también actúa como un electrón libre).

Sea quien sea quien esté comprobando qué hizo Obama, no demorará en descubrir que las llamadas «concesiones» no son concesiones en lo absoluto. Los límites de las medidas emitidas por la Administración anterior no son ningún misterio económico: están bien explicados en los informes a la resolución contra el bloqueo que Cuba envió a Naciones Unidas en 2015 y 2016.

Hubo un Trump que apoyó la normalización (y eso lo hizo mientas criticaba el resto de la política exterior de Obama), como antes hubo un Trump que exploró inversiones en Cuba. Hasta su hijo Eric dijo que su padre veía el asunto con Cuba desde una perspectiva empresarial. Pero esa es la perspectiva positiva: el Trump que necesitaba ganar el estado de La Florida era el que prometió revertir el acercamiento y puede ser que ese mismo Trump haya recordado el apoyo electoral de la comunidad cubanoamericana después de su comida con Rubio.

En medio de la cobertura mediática al deceso del Comandante en Jefe Fidel Castro, algunas de las mentes maestras de la Administración Trump no parecían tener mucha prisa en ratificar ante las cámaras algunas de las promesas hechas en La Florida.

En diciembre pasado, el periodista Chris Wallace de FOX News tuvo que preguntarle tres veces al ahora Jefe de Gabinete Reince Priebus si se revertirían las órdenes ejecutivas de Obama respecto a Cuba.

Durante el primer minuto y medio de la entrevista, el ahora jefe de gabinete de Donald Trump quiso apegarse a la propuesta que su jefe predicó durante su primer año de candidatura: hay que conseguir un mejor acuerdo con Cuba. Finalmente tuvo que conceder que habría una reversión, en caso de que la isla no cediera a las demandas de su Administración. En un tono similar, habló a NBC News la asesora presidencial Kellyanne Conway.

La postura del gobierno de La Habana fue enunciada por el presidente Raúl Castro en la V Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe: hay voluntad de continuar negociando los asuntos bilaterales pendientes con Estados Unidos, sobre la base de la igualdad, la reciprocidad y el respeto a la soberanía.

Cuba no parece ser una prioridad inmediata en la política exterior de Trump, al menos durante su primer mes. Quedan tres años y once meses por delante. Las primeras semanas de la Administración evidencian que la incertidumbre es la característica con que opera su gobierno. Y en incertidumbre, los cubanos no son los únicos que esperan.

Fuente: http://jovencuba.com/2017/02/23/una-normalizacion-con-trump/