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Una ocupación del MST gana un premio por la recuperación de la mata atlántica en Brasil

Fuentes: Brasil de Fato/Curitiba (PR)

Premio Juliana Santilli reconoce la práctica que une producción de alimentos y conservación ambiental

 

El campamento ocupa parte de un área de protección ambiental en la región sur de Brasil y desde el 2003 produce alimentos sin agroquímicos / Júlia Rohden

«Para nosotros, la mata no es el problema, sino la solución», bromea el agricultor Jonas Souza. Él forma parte de una de las veinte familias del campamento José Lutzenberger, en el municipio de Antonina. El campamento ocupa parte del Área de Protección Ambiental (APA) de Guaraqueçaba, en el litoral norte de Paraná, estado de la región Sur de Brasil. Desde el 2003 el campamento une la producción de alimentos sin agroquímicos – entre ellos, col y café – con la recuperación de la mata atlántica. Por este motivo, la comunidad fue galardonada con el premio Juliana Santilli, en la categoría ampliación y conservación de la agrobiodiversidad. La premiación acontecerá el 21 de noviembre en Brasilia, capital federal del país, e incluye la entrega de un trofeo, un sello de reconocimiento y apoyo financiero para el intercambio de experiencias.

Las familias conmemoran el premio como una oportunidad de visibilizar el proyecto. «Estamos mostrando que nosotros ocupamos una zona totalmente degradada y estamos recuperando la mata, encima estamos produciendo alimento sin veneno. Esto demuestra que la reforma agraria es un proyecto viable, no solamente en la cuestión social, sino también la ambiental», comenta Jonas, que es uno de los coordinadores del campamento.

Cerca de 90% de lo que es producido por los agricultores es destinado a las escuelas de la región a través del Programa Nacional de Alimentación Escolar (PNAE). Jonas explica que las familias trabajan una área que corresponde a 240 hectáreas, equivalente a 10% del área total. «Para trabajar con el sistema agroforestal no necesitamos grandes áreas», explica. Él comenta que la perspectiva es ocupar cada vez más el espacio con la producción.

El campamento, a pesar de tener casas de cemento y energía eléctrica, todavía se encuentra en proceso de asentamiento. El Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) negocia la compra de la tierra con los antiguos propietarios.

Recuperación ambiental

«He conocido el área antes de que los hacendados la usaran para cría de ganado. Era una zona preservada, en el río había muchos peces y la comunidad cultivaba la tierra para subsistencia», recuerda Jonas. Él cuenta que las familias no tenían el documento de posesión de la tierra y los hacendados empezaron a construir una cerca y ocupar el territorio. «Así empezamos la luchar por la tierra y hemos decidido acampar», completa el agricultor.

En los tres primeros años las familias se resistieron a las ganas de desistir del área. El río estaba contaminado, el suelo anegado y el pasto dominaba el paisaje. Si al comienzo hubo dificultades para producir alimentos para la subsistencia, hoy la perspectiva es aumentar la producción. La zona degradada por la actividad pecuaria se recupera lentamente y se evidencia el resultado: en los lotes que ya fueron cuidados por los agricultores hay árboles grandes y diversos tipos de plantas, mientras que en las áreas que no fueron manejadas se ve solamente pasto.

Katya Isaguirre, profesora de derecho ambiental y agrario de la Universidad de Paraná (UFPR), que acompaña las actividades en el campamento José Lutzenberger a través del grupo de investigación Ekoa, incentivó a la comunidad a inscribirse en el premio, junto a otro grupo de la Pontificia Universidad Católica de Paraná. «Evidentemente la agroforestería revive la naturaleza y el ejemplo demuestra visiblemente como el paisaje se recupera al mismo tiempo que los agricultores producen alimentos saludables que les garantizan condiciones de autonomía», afirma.En el lugar se pueden encontrar diferentes etapas del sistema agroforestal y allí se prueban diferentes técnicas de manejo y preparación del suelo. El primer paso para la recuperación es hacer la «cuna» con plantas como hortalizas y plátanos. Con el paso del tiempo y el manejo adecuado del suelo, los agricultores incluyen nuevas plantas de diversos tamaños.

Jonas Souza resalta que el sistema agroforestal trae varios beneficios. Más allá de la recuperación y conservación de la mata atlántica, las familias campesinas pasaron a generar ingresos y consumir alimentos saludables. «También se benefician aquellos que consumen estos alimentos, que son principalmente las y los niños de las escuelas municipales o estatales», opina.

Alimentación escolar sin agroquimicos

A través de la Asociación Hijos de la Tierra el campamento atiende escuelas de seis municipios de Paraná vía el Programa Nacional de Alimentación Escolar (PNAE). Cada semana son enviados a las escuelas públicas cerca de 1.080 kg de tubérculos, 1.545 kg de frutas, 390 kg de hortalizas y 45 kg de condimentos. En las escuelas municipales la cantidad varía según la demanda de la nutricionista escolar y son enviados, además de los alimentos naturales, dulces, mermeladas y pulpas de frutas. «Todo producción agroecológica certificada», destaca Jonas.

Él cuenta que la expectativa para 2018 es crear una cooperativa y participar de nuevas licitaciones públicas. Hasta el fin de este año la nueva unidad debe ser finalizada para procesar alimentos y ampliar la producción. En el actual espacio los alimentos como yuca, calabaza y palmito son descascarillados, empaquetados e higienizados. También son producidas mermeladas y pulpas de frutas. «La productividad se está incrementando y es natural que ocurra: las familias adquieren más experiencia en la técnica, el mercado se abre para la producción agroecológica y las agroforesterías empiezan a recuperarse, nuevas especies empiezan a crecer».

Paraná destaca en la producción de orgánicos

Según los datos del Ministerio de Agricultura y Abastecimiento, Paraná es el estado del país con el mayor número de propiedades rurales orgánicas certificadas, con más de dos mil unidades.

Gran parte de los alimentos orgánicos producidos en el estado son comercializados por la Cooperativa Central de la Reforma Agraria de Paraná (CCA-PR), que centraliza 17 cooperativas regionales y la producción de más de 20 mil familias en los 311 asentamientos de reforma agraria en el estado. Los alimentos llegan a los consumidores de diversas formas y este mes la cooperativa presentó la web que facilita aún más la compra de productos para aquellos que viven en la capital del estado, Curitiba.

«Hace mucho que Paraná reúne experiencias en la agroecología y como ejemplo de eso tenemos la Jornada de Agroecología que está en la 16ª edición«, señala Katya Isaguirre, al referirse a uno de los mayores eventos nacionales de incentivo a la agroecología, que ocurrió al final de septiembre. «El trabajo de la Asociación para el Desarrollo de la Agroecología (AOPA) es otro ejemplo porque reúne grupos de agricultores familiares de la ciudad de Curitiba y de la región metropolitana para el acceso a programas como el Programa de Adquisición de Alimentos y el Programa Nacional de Alimentación Escolar y para la venta directa en las ferias», completa.

Edición: Ednubia Ghisi Traducción: Luiza Mançano

Fuente: https://www.brasildefato.com.br/2017/10/31/ocupacion-de-mst-gana-premio-por-recuperacion-de-la-mata-atlantica-en-brasil/