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Una ola de indignación

Fuentes: Presseurop

Una ola de calor justiciero recorre España estos días y entorpece cualquier ejercicio diurno. El domingo 19 de junio a las dos de la tarde en Madrid, cuando el sol apretaba hasta el atontamiento, algunos voluntarios regaban a los manifestantes que, apiñados en la Plaza de Neptuno (donde se celebran los triunfos del Atlético de […]

Una ola de calor justiciero recorre España estos días y entorpece cualquier ejercicio diurno. El domingo 19 de junio a las dos de la tarde en Madrid, cuando el sol apretaba hasta el atontamiento, algunos voluntarios regaban a los manifestantes que, apiñados en la Plaza de Neptuno (donde se celebran los triunfos del Atlético de Madrid, el equipo de fútbol más sufridor, y a dos pasos del Congreso de los Diputados, tomado por la policía), rogaban una mini-ducha refrescante.

Esos minutos de canícula fueron la culminación masiva y pacífica del tercer acto del 15-M (tras el 15 de mayo y las acampadas), movimiento con un mes de vida que no deja de sumar adeptos e incorporar reivindicaciones. El lema del 19-J cambió esta vez: «Contra el Pacto del Euro». Empieza así a perfilarse una rebelión en Europa Meridional (Grecia, España, Portugal, quién sabe si Italia) no solo contra sus gobernantes peleles, sino contra el sanedrín de Bruselas que legisla a hurtadillas y recomienda liquidar gradualmente el Estado del Bienestar recurriendo a eufemismos.   

«No hay precedentes de una movilización ciudadana tan masiva en España que haya nacido así, desde la acera y la Red», escribe Ignacio Escolar en su blog, el más leído sobre política. Cuando arrancó el 15-M, parecía un enojo colectivo contra un país en el que priman dos partidos (PP, PSOE) y donde hay listas manchadas de corrupción política y un paro escandaloso.

Ahora esos indignados, en ocasiones despreciados por tertulianos y editoriales, empiezan a entrometerse en los convites opacos de los Consejos de la Unión o del binomio UE-FMI, como el celebrado en Luxemburgo. Las masas exigen elevar el salario mínimo en vez de vincularlo a la productividad, como recoge el Pacto del Euro, auspiciado por Alemania; piden tributar más a los bancos y no rescatarlos; opinan que lo ideal sería reequilibrar los impuestos frente a subir el IVA; defienden la dación en pago; y abogan por estimular la economía antes que combatir el déficit, medida que pauperiza a las clases humildes.

Con cientos de miles de jóvenes y adultos desfilando por las principales ciudades, el 15-M, o 19-J, o lo que venga a continuación, ridiculizó la violencia que últimamente los «todólogos» achacan al movimiento, sobre todo tras los sucesos lamentables del 15 de junio en Barcelona (y en los que no estaría de más una explicación policial por los alborotadores agentes de paisano pillados en youtube). Manso pero decidido, el 15-M se expande como las setas por los barrios españoles, helenos y lusos, quién sabe con qué final.

Fuente: http://www.presseurop.eu/es/content/blog/725521-una-ola-de-indignacion