«Una medida de esta naturaleza contra un joven que es parte de la vanguardia intelectual de la nación es una derrota no del joven, sino de quienes la toman». Por los Julio Antonio. No podría decir que con sorpresa, porque lamentablemente cosas así hemos visto muchas, pero sí con preocupación he leído lo referido a […]
«Una medida de esta naturaleza contra un joven que es parte de la vanguardia intelectual de la nación es una derrota no del joven, sino de quienes la toman». Por los Julio Antonio.
No podría decir que con sorpresa, porque lamentablemente cosas así hemos visto muchas, pero sí con preocupación he leído lo referido a la separación de la Universidad de La Habana del Profesor Julio Antonio Fernández. A riesgo de cometer un error de apreciación debido a que no cuento con toda la información, pero me parece un deber elemental de honestidad expresar mis criterios al respecto.
A Julio Antonio Fernández no lo conozco directamente, conocí muy bien a su padre, el ilustre jurista y Profesor universitario Julio Fernández Bulté, con el cual compartí muchas actividades académicas en Cuba y en el extranjero. De Julio Antonio tengo referencias indirectas de personas muy lucidas y confiables y todas esas referencias son excelentes tanto sobre su calidad académica como de su calidad humana. Ha sido esta noticia de separación de la Universidad de La Habana (si la noticia es exacta) la que me ha hecho mirar con mayor atención los planteamientos y criterios expresados por este joven académico cubano. Algo muy grave tendría que pasar para justificar una decisión de tal naturaleza contra una persona joven talentosa, comprometida y bien intencionada (hasta donde sé).
Según he leído una de las razones para tal decisión son sus criterios expresados en publicaciones como OnCuba sobre todo el artículo «No quiero saber nada ni de Obama ni de Industriales» (http://oncubamagazine.com/…/n
Las revoluciones, para que no desaparezca su legado, tienen, entre otras cosas, que ser capaces de establecer un nuevo pacto con cada nueva generación, integrar sus aspiraciones y modos de ver la realidad, en definitiva el país les pertenece por lo próximos años. La juventud no es un sujeto simple y único, por supuesto que es diverso y complejo, en ella se pueden encontrar todas las posiciones e intereses, pero una sociedad que la integre, le reconozca liderazgo y les de las libertades que con toda legitimidad reclaman, favorecerá el que se hagan fuerte y mayoritarias las tendencias más progresistas, más solidarias, más éticas, más comprometidas, más altruistas, más inteligentes identificadas con lo mejor de la historia nacional desde 1868 hasta hoy.
Una medida de esta naturaleza contra un joven que es parte de la vanguardia intelectual de la nación es una derrota no del joven, sino de quienes la toman. Confiamos en la lucidez y el compromiso de jóvenes como Julio Antonio para que defiendan con firmeza sus derechos sin hacer una sola concesión a aquellas otras fuerzas de la reacción que una y otra vez se alimentan de errores e injusticias como esta.
Esperamos se imponga la lucidez y la justicia que permitan a las autoridades correspondientes rectificar. De jóvenes como Julio Antonio depende mucho de lo que está hoy en juego, tenemos el imperativo ético de apoyarlo en una situación como esta y no se trata solamente de la defensa de un sujeto que lo merece, se trata de tomar una posición frente a hechos lamentables y peligrosos que no se deben contemplar en silencio.
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