Recomiendo:
0

Vacas locas, perros muertos. segunda parte

Fuentes: Rebelión

Por fin Purina-Nestlé ha reaccionado a la muerte masiva de animales domésticos por comer sus productos (ver artículo anterior http://www.rebelion.org/noticia.php?id=11271) pero, como era de esperar, lo ha hecho con lágrimas de cocodrilo y si no ha culpado a otro de lo sucedido es porque las evidencias en su contra son irrefutables. Lo peor del caso […]

Por fin Purina-Nestlé ha reaccionado a la muerte masiva de animales domésticos por comer sus productos (ver artículo anterior http://www.rebelion.org/noticia.php?id=11271) pero, como era de esperar, lo ha hecho con lágrimas de cocodrilo y si no ha culpado a otro de lo sucedido es porque las evidencias en su contra son irrefutables.
Lo peor del caso es lo que ha tardado. Dado que la empresa sabía desde hacía tiempo que había problemas con alguno de sus productos, no lo notificó ni los retiró del mercado hasta que las denuncias de los afectados fueron inocultables. Aún así lo hizo, inicialmente, a través de su página de Internet el domingo de Carnaval, lo cual no impidió que días después todavía se siguieran vendiendo los productos peligrosos.
Finalmente, al ver como crecía la marea en su contra, el viernes 18, diez días después del primer comunicado, Nestlé-Purina hace lo debía haber hecho muchas semanas atrás: notificar del peligro por TV y en horario estelar.

También los humanos
Pero ya es demasiado tarde y no basta con que se comprometa a resarcir los gastos veterinarios a los dueños de los perros muertos (según informaciones de prensa ya pasan de 600), sin contar con otros animales. El problema es que el peligro puede estar incluso en productos para consumo humano elaborados también por Nestlé (Maggi y otras marcas), pues el mismo maíz contaminado con aflatoxinas empleado en la comida para animales puede haberse utilizado para las sopas de sobre, por ejemplo, o los populares cereales para niños que elabora Nestlé.
¿Por qué esta empresa no nos tranquiliza realizando un examen masivo a todos sus productos que contengan maíz? Por la sencilla razón de que podría crear un pánico generalizado y una campaña en su contra en todo el mundo y estas empresas protegen, por encina de todo, su imagen. Basta comprobarlo al ver el piadoso anuncio de TV o la nota de prensa posterior que parecen redactados por la superiora de un convento de clausura.
El otro motivo, y más grave, es que los humanos no reaccionamos igual a las aflatoxinas, es decir, no nos morimos rápidamente como perros y gatos. La consecuencia suele ser un cáncer que nos mata mucho tiempo después, cuando ya no se le puede echar la culpa a nadie.
Todo ello nos debe llevar a la reflexión sobre la industrialización masiva de los alimentos, no en cuanto su producción masiva que facilita su disponibilidad y bajo precio, el gran interrogante es su seguridad.

Aditivos: el caso del Sodio
Como decía en el artículo anterior, la necesidad de conservar por largo tiempo la comida industrializada obliga a incluir toda clase aditivos en su composición, como ejemplo el sodio. Todos sabemos que es un componente de la sal común (cloruro de sodio) y que desde hace décadas su consumo excesivo se asocia a la hipertensión arterial. Lo que no es tan conocido es que las sales de sodio se añaden a muchos productos de consumo masivo, entre ellos las sopas preparadas y los refrescos, como glutamato y benzoato, respectivamente, eso que llaman «potenciadotes de sabor», cuyo consumo también se han asociado a algunas enfermedades. Pero pocas veces se les dice a los hipertensos que, además de restringir la sal en las comidas, también deben abstenerse de beber gaseosas y refrescos de cola, entre otros. También se utiliza en forma de nitratos y nitritos para la conservación de productos cárnicos (embutidos), caso que también debería generar algún temor pues, aunque se conoce el potenc
ial cancerígeno de estas sales, no ha habido manera de que sean sustituidas en la composición de estos productos.
Todo esto se añade, como se está demostrando, a la falta de suficientes y adecuados controles tanto por parte de los fabricantes como de las autoridades sanitarias sobre los productos utilizados en su elaboración, de lo que tenemos otro ejemplo en los cereales. El causante de las muertes de los animales en Venezuela es un hongo, Actinomices flavium, que produce la aflatoxina y no es la primera vez que sucede ni que sucederá pues es muy difícil controlar su proliferación y, por encima de todo, antieconómico. Si en 1999 en Estados Unidos debieron retiran toneladas de alimentos para mascotas de todas las marcas por estar contaminado no siempre sucede igual, como hace años en España con un cargamento de maíz importado de ese país cuyas presiones políticas impidieron su devolución.
No sé si finalmente se destruyó o se comercializó como si nada. De todas maneras, continuamente surgen escándalos de todo tipo relacionados con alimentos que representan un peligro para su consumo como el presente en Venezuela. Por cierto ¿quién se comería aquellos millones de huevos contaminados con salmonella descubiertos hace unos años en Gran Bretaña? Circuló el rumor de que bastantes habían sido «exportados» a España y a otros países con menos o poco estrictas medidas sanitarias.

Control absoluto de la cadena de producción
La industrialización de la producción de alimentos incluye la de las materias primas. En la actualidad las vacas ya no conocen (en ningún sentido) al toro que las preña el cual puede que sea un donante de esperma de otro país. En forma parecida, las semillas para siembra son producidas por multinacionales como la Monsanto (conocidas algunas de sus prácticas el nombre no deja de ser cínico) y tratadas para que las plantas que originan produzcan semillas estériles, lo que obliga al campesino a depender de empresas como esta para obtener nuevas semillas. Ahora tenemos, además, los transgénicos siendo preocupante leer como aumenta su siembra al punto de suponer un porcentaje significativo de los cultivos. Como dice eufemísticamente en su página web la Monsanto «2004 fue el 9º año consecutivo en que las hectáreas plantadas de biotecnología tuvieron un crecimiento de doble dígito».
Poco a poco estas grandes empresas se van apoderando de toda la cadena de producción de alimentos, desde las semillas hasta la comercialización de productos manufacturados, pasando por los abonos y otros insumos necesarios para su cultivo y elaboración. Por este camino, además del control de la producción, en el futuro podrán decidir el destino no ya de los campesinos, si no de todo un país por cuanto la producción de alimentos ha sido, y es, un sector estratégico. Así pues, en el futuro los poderosos no serán sólo quienes tengan el control de las fuentes de energía y del agua.
Pero como debemos primero vivir el presente, hagamos un llamado tanto a los consumidores como a las autoridades para que restrinjan el consumo de estos alimentos, los primeros, y aumenten los controles sobre los mismo, las segundas. Con ello contribuiremos a poder ver este futuro estando más sanos. De momento, personalmente voy a pensarlo antes de consumir un alimento fabricado por Nesté. Ya no sigo suspirando por su chocolate.

Vacas locas, perros muertos. primera parte

Para opiniones y comentarios: [email protected]