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Venezuela-mujeres: las dos caras de la discriminación

Fuentes: Prensa Latina

Como moneda de dos caras, una alegre y otra triste, la lucha contra la discriminación de género en Venezuela arroja resultados importantes en la representación femenina, pero sigue reflejando un recuento negativo en la vida cotidiana. De un lado, la reciente elección de Cilia Flores como presidenta de la Asamblea Nacional (parlamento) de Venezuela constituyó […]

Como moneda de dos caras, una alegre y otra triste, la lucha contra la discriminación de género en Venezuela arroja resultados importantes en la representación femenina, pero sigue reflejando un recuento negativo en la vida cotidiana.

De un lado, la reciente elección de Cilia Flores como presidenta de la Asamblea Nacional (parlamento) de Venezuela constituyó un momento histórico de este país sudamericano.

Del otro lado, según fuentes parlamentarias, al menos una venezolana muere cada semana debido a la agresión de su pareja y la discriminación sigue afectando diversos sectores de la sociedad.

Además de Flores, quien desde el 15 de agosto de 2006 es la primera mujer en ocupar ese cargo en la historia nacional, más del 40 por ciento de los legisladores son mujeres, así como cinco ministras del gobierno del presidente Hugo Chávez.
Jacqueline Farías, ministra de Ambiente; Olly Millán, de Trabajo; Erica Farías, de Alimentación; María Cristina Iglesias, de Industrias Ligeras y Comercio, y Yadira Córdova, de Ciencia y Tecnología, son de alguna manera la parte visible del iceberg.

Sin embargo, para muchas mujeres, como la diputada Gabriela Ramírez, presidenta de la comisión parlamentaria de Familia, Mujer y Juventud, no basta con el incremento de la representación.

En entrevista con Prensa Latina, la joven trabajadora social estimó que la elección de Flores, una abogada de trayectoria política, «es un mensaje clarísimo a la opinión pública internacional» sobre los avances de la mujer en el país.

Para la integrante de la bancada legislativa del Movimiento V República del presidente Chávez, la elección refleja como la mujer se ha erigido en icono de lucha política, lo que no existía antes.

Sin embargo, aunque reconoce que se ha avanzado, Ramírez advierte que falta la parte más importante de la batalla: la organización de las mujeres en la base.

Las mujeres, precisó, siempre hemos participado en la solución de los problemas cotidianos de los barrios: nos movemos hacia la calle para buscar el agua que no llega, el medicamento que no se tiene, o solucionar los problemas de la escuela.
Pero, según su criterio, «siempre ha sido una participación basada en la cotidianidad, la necesidad del hijo, la familia y la casa».

Mientras tanto el hombre -agrega- ha tenido una participación sobre la base del ascendente de grupo, de espacios de control y poder.

«De hecho, como trabajadora social, he estado en barrios donde la mujer tiene la parte operativa y el hombre el liderazgo de llevar la reunión y conducir el espacio», apunta Ramírez.

En su opinión, lo que ahora falta por lograr es que las mujeres más humildes de barrios y comunidades, asuman la organización sobre la base de los derechos, más allá de la cotidianidad.

«No tenemos una estructura comunitaria sólida y por eso sigue ocurriendo que en los barrios las mujeres son agredidas por sus parejas y hay un silencio cómplice: no hay denuncias y eso se refleja en las páginas rojas de los periódicos».

La joven diputada adelantó que uno de los preceptos legales en los que se trabaja es en el establecimiento de una corresponsabilidad social en la denuncia.

Pero al mismo tiempo, advierte, «si las mujeres no entendemos que ser golpeadas es un delito, y una violación de los derechos no vamos a avanzar aunque hagamos la mejor ley del planeta».

Al mismo tiempo opina que debe haber un compromiso social y colectivo en la lucha por los derechos de la mujer.

El trecho que falta, expresa, es esa conciencia de género a nivel de base, aunque destaca el trabajo del Instituto Nacional de la Mujer, presidido por Maria León, con la apertura de casas de la mujer y talleres realizados en la Policía y los tribunales.

En su criterio falta mucho por hacer, pues se trata de conceptos culturales arraigados durante largo tiempo, que no se pueden erradicar en apenas siete años de mandato del presidente Chávez.

Como ayuda a ese proceso, apuntó, se propuso en la Ley de Consejos Comunales (gobiernos de base) el reconocimiento de los comités de derecho de la mujer «como componente fundamental de la sociedad de equidad y justicia que visualizamos».

En opinión de Ramírez, la mujer venezolana es una decidida defensora del proceso de cambios iniciado en 1999 con el gobierno de Chávez, a quien reconoce como uno de los hombres más sensibilizados con el problema de la discriminación de género.

Por eso, agregó, quisiera tomar el día (del golpe de estado contra Chvaez) 11 de abril de 2002, cuando las mujeres salieron a sacar a los hombres de la casa y participaron en las manifestaciones para exigir el regreso del Presidente.
Ello -subrayó- habla claro de cómo valoramos lo hecho en el mandato de Chávez por la mujer. Estamos muy satisfechas con lo logrado y aunque no tenemos todavía lo que queremos, estamos en el camino que hemos decidido recorrer.

El autor es Corresponsal Jefe de Prensa Latina en Caracas. Fotos en www.fotospl.com