Recomiendo:
1

Vida y muerte de Che Guevara entre la historia y los recuerdos

Fuentes: Rebelión

Después supimos que era cierta, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Ché

La vida y la siemprevida del Ché están ligadas indisolublemente a la historia y al recuerdo del pueblo cubano. Sus últimos días y su caída coincidieron con momentos significativos de mi trayectoria personal. Así, por ejemplo, el domingo 24 de septiembre de 1967 se produjo la graduación de los primeros médicos y estomatólogos de la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba en áreas del antiguo Hospital Saturnino Lora, uno de los escenarios del asalto al Cuartel Moncada liderado por Fidel. Esa misma noche, en un punto geográfico de Bolivia, a 1 400 metros de altura, Ché relataba en su Diario que “llegamos al rancho denominado Loma Larga, yo con un ataque al hígado, vomitando, y la gente muy agotada por caminatas que no rinden nada. Decidí pasar la noche en el entronque del camino a Pujío…”

El día 1 de octubre fue el comienzo de mi estancia en el Servicio Médico Rural con un largo recorrido de varios días, invitado por el Coordinador de la asistencia médica de la provincia, por los hospitales de Chivirico, Uvero, Alto Songo, La Pimienta, Mayarí Arriba, La Calabaza y Jarahueca, centro éste que sería mi ubicación definitiva.

Aquel 1 de octubre Che permaneció en un sitio a 1 600 de altura y confiesa que “este primer día pasó sin novedad”. En los días siguientes se fueron acumulando, según su narración, hechos preocupantes. El día 7 da su último testimonio en el Diario: “Se cumplieron los 11 meses de nuestra inauguración guerrillera…” La epopeya boliviana se había iniciado el 7 de noviembre de 1966.

Lo sucedido los días 8 y 9 de octubre fue narrado por Fidel en el prólogo titulado Una introducción necesaria en la primera publicación en Cuba en 1968 del Diario del Ché en Bolivia, donde narra los hechos aciagos ocurridos el día 8 hasta finalmente caer prisionero y finalmente, al día siguiente, en que fue vilmente asesinado.

En aquellas horas y en circunstancias críticas para su vida, Ché debió recordar con su particular sentido filosófico todos los episodios de su vida y, en especial, el contenido de su carta a Fidel que fue dada a conocer el 3 de octubre de 1965. ¡Rara coincidencia del mes de octubre dos años antes! En especial conservaba la convicción de aquella idea: “Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo, y que trataré de ser fiel, hasta las últimas consecuencias, de mis actos”.

Fue en su comparecencia por la televisión el 15 de octubre de 1967 que Fidel informó al pueblo cubano y al mundo de la certeza de la muerte del Ché y todas las consideraciones al respecto.

A finales del mes llegaron mi esposa e hijo a residir conmigo en el Hospital rural de Jarahueca, y ella me trajo la revista Bohemia de fecha 20 de octubre, cuya edición completa de 114 páginas estaba dedicada al Che Guevara, empezando por la carta a Fidel y terminando con un fragmento de la intervención del Che en las Naciones Unidas. El segundo artículo de la revista tenía como título Nuevos gritos de guerra y de victoria que recogía el Mensaje del Comandante Ernesto Ché Guevara a la revista “Tricontinental”. En la página 5 se destaca este fragmento del mensaje: “Si a nosotros, los que en un pequeño punto del mapa del mundo cumplimos el deber que preconizamos y ponemos a disposición de la lucha este poco que nos es permitido dar nuestras vidas, nuestro sacrificio, nos toca algunos de estos días lanzar el último suspiro sobre cualquier tierra, ya nuestra, regada con nuestra sangre, sépase que hemos medido el alcance de nuestros actos y que no nos consideramos nada más que elementos en el gran ejército del proletariado, pero nos sentimos orgullosos de haber aprendido de la Revolución Cubana y de su gran dirigente máximo, la gran lección que emana de su actitud en esta parte del mundo: “qué importan los peligros o sacrificios de un hombre o de un pueblo, cuando está en juego el destino de la humanidad”.

Como se conoce las intenciones de sus enemigos asesinos fue desaparecerlo secretamente bajo tierra. La búsqueda incesante durante 30 años de investigación para localizar los restos del Comandante y Guerrillero Heroico Ernesto Guevara de la Serna y sus compañeros caídos en la lucha por la liberación en Bolivia, dio su fruto el 28 de junio de 1997 con el hallazgo de sus restos y de seis de los miembros de su guerrilla. Se cumplía así lo expresado por el poeta Nicolás Guillén, leído el 18 de octubre de 1967 en la Plaza de la Revolución “José Martí”, en La Habana, en la velada solemne. Una de cuyas estrofas, vaticinaba:

Y no porque te quemen,
porque te disimulen bajo tierra,
porque te escondan
en cementerio, bosques, páramos,
van a impedir que te encontremos
Che Comandante,
amigo.

Finalmente sus restos y los sus compañeros llegaron a Cuba y el 17 de octubre de 1997 fue una fecha inolvidable, por el homenaje de miles de cubanos al Guerrillero Heroico, en la Plaza de la Revolución, y la colocación de sus restos en el Memorial que lleva su nombre, en la central provincia de Villa Clara.

Años más tarde tuve la oportunidad de visitar el mausoleo acompañado con un grupo de profesores y estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas de las Villas para participar en el tradicional cambio de flores y el honor de pronunciar unas palabras frente a su nicho. Entonces mi poema Una figura andante fue nuestro homenaje:

UNA FIGURA ANDANTE

Una figura andante / monta a horcajadas en un nuevo Rocinante. / (No siempre ha de ser un caballero de la triste figura). // Una figura andante / con la lanza en ristre / se acerca lentamente a la selva del crimen. / (No siempre ha de ser hora de perdonar) // Una figura andante / piensa en la vida y en la muerte / y en el hombre que debe vencer. / (No siempre ha de ser delirio y locura el pensamiento) // Una figura andante / va del hombro de otros. / ¡Al fin se multiplican las figuras! / (No siempre ha de ser Sancho / el solitario acompañante de aventuras) // Una figura andante / embiste a un enemigo real / que no puede hurtar el cuerpo. / (No siempre la lucha ha de ser / contra los molinos de viento de la Mancha) // Una figura andante / nos saluda, compañeros. // Permítanos, Comandante, recoger su sangre de la Quebrada / (no se ha perdido ni una gota). //  Permítanos, Comandante, recoger las cenizas de sus huesos para incorporarlas a los nuestros. // Permítanos, Comandante, que tomemos su fusil para repararlo, por si acaso. // Permítanos, Comandante, sentirnos un poco usted. / Y acéptenos este ofrecimiento.

Con el fin de su vida e inicio de su siemprevida después de su muerte física, quedan inmarcesibles en la memoria estas ideas iníciales de su carta de despedida a Fidel: “Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte, y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierta, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.

Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Premio Nacional al Mérito Científico por la obra de toda la vida.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.