Yo entraba con música en un CD-RW con etiqueta de algo como Lady Gaga….borraba la música…..y registraba luego un archivo partido comprimido. Nadie sospechaba nada, todo el mundo se sentaba en sus consolas….miraba videos de música/persecuciones de autos/explosiones de edificios…», le contó el soldado Bradley Manning -acusado de filtrar los documentos del gobierno de Estados […]
Yo entraba con música en un CD-RW con etiqueta de algo como Lady Gaga….borraba la música…..y registraba luego un archivo partido comprimido. Nadie sospechaba nada, todo el mundo se sentaba en sus consolas….miraba videos de música/persecuciones de autos/explosiones de edificios…», le contó el soldado Bradley Manning -acusado de filtrar los documentos del gobierno de Estados Unidos a Wikileaks– al hacker colombiano que lo delató.
Parece ser que de esa experiencia saca EE.UU. la conclusión de que los juegos de computadora deben promover el pensamiento crítico y no la simple distracción. Y tal vez lleve razón. Imaginemos por un momento que Estados Unidos promueva el pensamiento crítico entre sus jóvenes. Seguramente muchas cosas serían diferentes en ese país que ha acostumbrado a sus ciudadanos a dividir el mundo entre malos y buenos. Sucesos comunes allí, como los tiroteos en que un hombre enloquecido se cree un héroe tipo Batman serían mucho menos frecuentes y Noam Chomsky -paradigma del pensamiento crítico contemporáneo-fuera un autor de multitudes en su país, en vez de un escritor desconocido para los grandes medios norteamericanos.
Si Estados Unidos fomentara el pensamiento crítico entre los jóvenes miembros de sus fuerzas armadas, los abusos sexuales y torturas en cárceles como Abu Ghraib y Guantánamo nunca hubieran ocurrido y las imágenes en que tripulantes de un helicóptero del Pentágono cazan civiles, incluyendo niños, como si estuvieran en un videojuego, fueran sólo especulaciones de la imaginación en una película de ficción.
Pero paradójicamente, revela el blog Along the Malecón, del periodista norteamericano Tracey Eaton, que el Departamento de Estado ha prometido a empresarios informáticos 700 000 dólares por diseñar videojuegos para «promover el pensamiento crítico entre los jóvenes cubanos». A diferencia de EE.UU., en Cuba Chomsky es un autor de culto y ocurren sustancialmente menos homicidios con armas de fuego que en su vecino del Norte; no se conoce de un joven cubano que le haya entrado a tiros a sus congéneres en un cine o una escuela. Para ellos el mundo es algo más que una división entre «malos y buenos», como suelen mostrar la mayoría de películas y juegos de computadora made in USA.
Sin embargo, cuántos males y enemigos pudiera ahorrarse Washington si los ciudadanos estadounidenses leyeran a Chomsky para percatarse de que -como ha dicho el politólogo norteamericano- su sistema político los lleva a escoger cada cuatro años entre un George W. Bush que secuestraba y torturaba y un Barack Obama que asesina mediante drones desde la Casa Blanca. Más o menos así pensó el soldado Bradley Manning y aún permanece encarcelado sin juicio por someter a crítica crímenes horribles y actuar según le dictó su conciencia, filtrando las pruebas de que Estados Unidos dice una cosa y hace otra en materia de derechos humanos.