Recomiendo:
0

Vuelve la fotografía obrera

Fuentes: La Informaión.com

El Reina Sofía prepara el rescate del movimiento de fotoperiodismo proletario que hoy vive una reinvención gracias a las redes de contrainformación y el debate sobre propiedad intelectual

 «Debemos presentar las cosas como son, con una luz dura, sin compasión» escribía el crítico Edwin Hoernle al hablar del «ojo del hombre trabajador» en el periodo entre las décadas veinte y treinta del siglo XX.

Durante esos años, concretamente entre 1926 y 1939, muchos fotógrafos cambiaron sus objetivos y miraron hacia lo que estaba sucediendo en la clase trabajadora, que comenzaba a organizarse, tomando conciencia de clase y desmarcándose de una creciente burguesía que tomaría las riendas de la vida intelectual.

El Museo Reina Sofía dedicará atención, por primera vez en su historia, el movimiento de la fotografía obrera. Lo hará con una exposición prevista para 2011 y comisariada por Jorge Ribalta, quien ha comenzado a calentar motores con un seminario de tres días (del 21 al 23 de enero) para abrir el debate sobre la historia política de lo que se considera el origen de la modernidad fotográfica. La entrada es gratuita.

En 1926 la revista alemana AIZ abrió una convocatoria para que su público -la clase obrera movilizada- se convirtiera en proveedor de imágenes de la vida cotidiana proletaria, del trabajo industrial y la vida política. Es lo que hoy llamaríamos fotoperiodismo ciudadano. Ese es el inicio histórico de este movimiento pues, a raíz de esa petición, surgieron muchos fotógrafos amateurs pertenecientes a la clase obrera, pero también se apuntaron muchos otros profesionales y semiprofesionales. «Ese es uno de los principales problemas de la investigación» explica Jorge Ribalta, entender la fotografía obrera como la vida de los trabajadores contados por ellos mismos o, en cambio, como la documentación de la clase obrera independientemente de quién sea el fotógrafo.

Otro de los escollos según Ribalta es la pérdida de casi todo el material original. Han sobrevivido mejor los archivos de los fotógrafos profesionales que los aficionados, que fueron mal conservados o no pudieron sobrevivir, como en el caso de Alemania, por el advenimiento del nazismo. El grupo de obreros fotógrafos alemanes era bastante amplio, en Holanda había algún grupo pequeño y en la URSS existían grupos organizados.

Esta organización era posible en las repúblicas soviéticas gracias al partido comunista y, por ello, la fotografía obrera se extendió a otros países a través de los partidos comunistas en países como Alemania, Holanda y Suiza y en otros lugares como Austria no fue el comunismo quien jugó un papel central sino el socialismo. Ribalta entiende que el comunismo fue una «puerta de entrada» pero no el único transmisor. En Hungría y Alemania la fotografía obrera fue en realidad fotografía social, «un tipo de fotografía documental de la gente pobre, de los precarios, sin casa, un equivalente a la documentación que Buñuel desarrolló en las Hurdes españolas en 1933, un mundo abandonado, primitivo, desatendido por el mundo moderno». En Alemania el entorno que se documentó fue el del proletariado urbano, el de «la explotación de los pequeños trabajadores».

En España encontramos focos de fotografía social en los primeros años treinta, con Luis Buñuel, el fotógrafo y cineasta gallego José Suárez o las Misiones Pedagógicas de la República, que documentaron el mundo rural y en las que participaron Val del Omar o Luis Cernuda.

Fue aplastado… pero no del todo

La Guerra Civil atrajo a muchos fotorreporteros internacionales, como bien sabemos por el ejemplo de Robert Capa y Gerda Taro. No fueron los únicos. Walter Reuter, que trabajaba para la revista AIZ, vino a España en 1933 y se implicó al estallar la guerra, realizando reportajes para revistas de la órbita comunista como la francesa Regards. En cambio, no se puede constatar que existiera durante la guerra una red de fotógrafos españoles, articulados o no por el partido comunista. Aunque sí hay algunos focos, explica el comisario, muy minoritarios, agrupados entorno a la Revista Octubre, Nueva Cultura, el intelectual Josep Renau en Valencia y sus fotomontajes al estilo de Heartfield o Alberti y la burguesía intelectual de izquierdas.

Aunque este movimiento muriera en Europa -pero perviviera en Estados Unidos hasta el comienzo de la Guerra Fría- aplastado por el estalinismo, el nazismo y las guerras, podemos encontrar al menos dos relecturas en la historia posterior.

La primera tuvo lugar en el 68, con el movimiento de izquierda marxista y postmarxista y el posmodernismo. La segunda la estamos viviendo ahora, una experiencia que «merge de los movimientos antiglobalización» y se explica como una «reinvención contemporánea» del movimiento de foto obrera. El resultado está en redes como Indymedia o colectivos locales como Fotograccion y el Centro de Medios. Las nuevas redes y el debate sobre la propiedad intelectual nos conducen a nuevos usos y nuevos focos. Jorge Ribalta argumenta que hay una reacción «dialéctica» entorno «a la imagen digital, al Photoshop» que hace virar a la imagen a un papel central como práctica política».

Seguimos necesitando la fotografía documental, como exclamaba la fotógrafa Mary Ellen Mark a lainformacion.com porque para Ribalta el documental es «un proyecto incumplido, siempre incumplido». Siempre en peligro de desaparición. Y no hay que dejar de mirar al mundo obrero porque «parece que el trabajo industrial ha desaparecido, cosa que es falsa y reaccionaria»