Documentos norteamericanos publicados por el sitio informativo Wikileaks y citados hoy por el diario británico The Guardian muestran que el Departamento de Estado intentó desacreditar la red de hospitales públicos cubanos. En 2006, mientras el cineasta Michael Moore filmaba en Cuba el epílogo de su documental «Sicko», muy crítico del sistema de salud norteamericano, la […]
Documentos norteamericanos publicados por el sitio informativo Wikileaks y citados hoy por el diario británico The Guardian muestran que el Departamento de Estado intentó desacreditar la red de hospitales públicos cubanos.
En 2006, mientras el cineasta Michael Moore filmaba en Cuba el epílogo de su documental «Sicko», muy crítico del sistema de salud norteamericano, la sección estadounidense de intereses en La Habana escribió que los diplomáticos habían comenzado a recoger historias de mala praxis del sistema sanitario cubano, para desacreditar al cineasta y utilizarlo como un arma contra la «propaganda» del gobierno cubano.
«Buscamos siempre historias y otras noticias que puedan destruir el mito de la superioridad médica cubana, que se convirtió en uno de los puntos fuertes de ese país», dice un texto del 5 de junio de 2006, citando artículos publicados en la prensa local.
En un artículo titulado «¡Viva Wikileaks! Sicko no fue prohibido en Cuba«, Michael Moore se burló hoy soberanamente de este despacho de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, que aseguraba que su documental había sido censurado en Cuba porque reflejaba las bondades del sistema sanitario cubano, lo cual, a juicio de los diplomáticos norteamericanos que enviaron el informe, no «se corresponde con la verdad» y el gobierno de la Isla no estaba interesado en generar una polémica sobre el tema si exhibía la película.
Moore cita las notas de la agencias internacionales de prensa en La Habana que refieren la transmisión del documental en un programa estelar de la televisión cubana, la Mesa Redonda, y reseñan elogios de funcionarios de la Isla hacia el filme y su realizador.
En los últimos días, con el fundador de Wikileaks aún detenido, Moore puso a disposición sus servidores y su dinero para la causa del australiano, a quien definió «un pionero de la libertad de expresión, del gobierno transparente y de la revolución digital en el periodismo».