La noche del 7 de enero, de la mano del señor embajador de Holanda en Cuba Ron Muijzert, llegó a La Habana el Premio Príncipe Claus, que fuera entregado a la mercenaria Yoani Sánchez en ceremonia organizada en la residencia del diplomático en la capital cubana. Según el sitio de la emisora oficial Radio Nederland, […]
La noche del 7 de enero, de la mano del señor embajador de Holanda en Cuba Ron Muijzert, llegó a La Habana el Premio Príncipe Claus, que fuera entregado a la mercenaria Yoani Sánchez en ceremonia organizada en la residencia del diplomático en la capital cubana.
Según el sitio de la emisora oficial Radio Nederland, el único medio que publicó esta noticia, además de la emisora del gobierno de Estados Unidos Radio Martí, la Fundación que auspicia el galardón, tiene como objetivo «la promoción de la cultura, basándose en la idea que la cultura es una de las fuerzas más importantes para el desarrollo».
Me pregunto qué cultura y valores pretenden promocionar al premiar a la ciberlegionaria cubana, que no sean los que nieguen los aspectos más auténticos de la cultura cubana, a través de la conspiración con el enemigo histórico de la nación, como han demostrado las revelaciones de Wikileaks y declaraciones recientes del ex jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana. Pienso que las personas con una obra valiosa, que hayan recibido antes este premio, han sido ofendidos con semejante fantochada.
Según los expertos que otorgaron el ‘reconocimiento’, «el Fondo Príncipe Claus honra a Yoani Sánchez porque su blog permite que el mundo conozca la realidad diaria de Cuba, porque su ejemplo inspirador y valiente da una voz a la gente silenciada, y porque demuestra la gran importancia de la tecnología de información y comunicación para los cambios sociales y el desarrollo».
La realidad diaria de Cuba no tiene nada que ver con lo que se publica en Generación Y, que es promovido y financiado por una maquinaria que sólo a través de premios y ediciones ya le ha entregado más de 200 000 dólares, de allí mismo salen los ‘voluntarios’ que traducen sus textos a 22 idiomas.
Si atendieran a lo que pasa realmente en Cuba, el embajador de Holanda y las emisoras gubernamentales Radio Martí y Radio Nederland, se hubieran enterado de que el mismo 7 de enero se anunciaba en La Habana la próxima edición del Premio Casa de Las Américas. Afortunadamente esa noticia sí fue reflejada ampliamente por la prensa nacional y extranjera que destacó la presencia en el prestigioso premio literario del vicepresidente boliviano Álvaro García Linera. La Casa de las Américas es una institución que nunca ha premiado el Príncipe Claus, pero su «ejemplo inspirador y valiente» lleva más de cincuenta años dando «una voz a la gente silenciada», por eso acoge como invitado especial a uno de los líderes de un país donde los silenciados de siglos comienzan a protagonizar los «cambios sociales y el desarrollo».
La embajada de Holanda tenía derecho a organizar su gala, lo que no asociada a «la tecnología de información y comunicación», porque su homenajeada es precisamente la protagonista de una de las noticias más escandalosas y más silenciadas contenida en las revelaciones de Wikileaks: su reunión secreta con la subsecretaria de estado norteamericana, Bisa Williams, a la que pidió acceso a la plataforma de pagos en Internet, PayPal, la misma que han clausurado para los trabajos de Julian Assange. Eso sí se merecería un premio, pero a la censura y el mercenarismo, ¿se lo dará el Príncipe Claus?
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