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¿Y si nos hacemos todas del Rayo Vallecano?

Fuentes: Rebelión

Los corrillos de Vallecas, cuenta Ana Pérez Barredo [APB], tienen nombre y dos apellidos: Carmen Martínez Ayuso, la mujer de 85 años que el viernes fue desahuciada de su piso en la calle Sierra de Palomares tras avalar con su vivienda un préstamo de su hijo con un particular. «El día antes subió a casa […]

Los corrillos de Vallecas, cuenta Ana Pérez Barredo [APB], tienen nombre y dos apellidos: Carmen Martínez Ayuso, la mujer de 85 años que el viernes fue desahuciada de su piso en la calle Sierra de Palomares tras avalar con su vivienda un préstamo de su hijo con un particular. «El día antes subió a casa a tomarse la tensión, pero no me dijo nada. Me enteré por el escándalo que se montó fuera» cuenta Francisco López (que se llama como mi padre) que apenas puede contener la emoción cuando se refiere a su compañera, a su vecina, a su vecina de toda la vida. «Primero siendo niños y, luego, cuando su primo se casó con ella y ambas familias se mudaron al mismo bloque».

Desde que se supo el caso de Carmen, los gestos solidarios se han ido sucediendo en el barrio. Desde el Rayo Vallecano, que se ha comprometido a pagarle un alquiler de por vida, hasta una colchonería de Vallecas. Las ayudas se están gestionando a través de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) que si no existiera deberíamos inventarla entre todas. Están asombrados con la respuesta ciudadana. Han recibido cerca de 200 llamadas según explica APB [1]. De vecinos, de gente de Madrid, de Ciudad Real, incluso de medios internacionales. La solidaridad, comentó Gioconda Belli, es la ternura de los pueblos. Paree cursi pero no lo es. «La idea es asistir a quienes están en la misma situación. La historia de Carmen es dramática, pero no podemos olvidar a los demás. Hoy es Julia, de 80 años. Pasado mañana Francisco, con cinco menores a su cargo». La contrarrevolución antiobrera, que tantos adeptos tiene en Madrid y en Barcelona (repasen los miembros del gobierno Mas), es permanente. El daño ya es inconcebible. Con restos tóxicos para varias generaciones y sin perdón concebible.

El Ayuntamiento de Madrid afirma que los servicios sociales se reunieron con Carmen y su hijo dos veces antes del desalojo «para ofrecerle una vivienda tutelada o una plaza en una residencia de mayores». La oferta, señalan, fue «rechazada por la interesada y, en especial, por su hijo». Tras ser desalojada, le ofrecieron pasar la noche en un albergue. El gesto fue rechazado. Desde la PAH se nos remite a las palabras de Luis, el hijo.

Sólo se reunieron una vez, comenta Luis. Rechazó la propuesta porque su madre «no está para una residencia» y ya tiene la vida hecha en el barrio. En el bar Campillo, enfrente del que hasta hace poco era el hogar de Carmen (un tropel de antidisturbios, recordemos y no olvidemos, la sacó de su casa de toda la vida el viernes 20+1 de noviembre), el camarero del bar ha dado en el clavo: «prefiere dejarse de administraciones y quedarse con la ayuda vecinal». Ha añadido: «Como vallecano y del Rayo, hoy me siento muy orgulloso».

Como vallecano, vale, pero ¿por qué lo segundo? ¿De dónde el orgullo por el Rayo? Porque el equipo del barrio que juega en primera división y se bate contra los grandes (es decir, las grandes multinacionales futboleras) salió al rescate de la anciana en un ejemplo de compromiso social… Como el Barça o el Madrid por ejemplo, que lo han hecho centenares de veces. ¿No recuerdan?

Un miembro de la plantilla del Rayo, antes del entrenamiento matinal en la Ciudad Deportiva del Ensanche de Vallecas, añadió el lunes pasado algo no menos importante: «No queremos que un gesto solidario se convierta ahora en un circo mediático» [2]. Nada de eso, no a la sociedad del espectáculo. Como en el viejo y clásico film de Billy Wilder que protagonizaba Kirk Douglas.

Desde que se conoció que asumirían el alquiler de un piso para su convecina, el móvil del jefe de prensa del Rayo echa humo. No buscan hacerse la foto, sólo ayudar «para frenar el «acoso» que abruma a un grupo acostumbrado a apoyar las causas justas con menos repercusión».

Sólo en este mes se ha visto a los jugadores y al técnico rayista secundando «iniciativas contra el cáncer de mama, apoyando una Asociación, la Aphisa para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual, a la Asociación Madrileña de Espina Bífida e Hidrocefalia o haciendo campaña por la donación de órganos». Lo mismo que el Barça, el Madrid o el Bayern de Herr Guardiola-el- neoliberal-independentista-amigo-de-Qatar. A principios de mes, el presidente del club, Martín Presa, «fue también el primero en ofrecer los campos de entrenamiento del club al histórico Deportivo Aviación después de que el Ayuntamiento ejecutara la demolición de sus instalaciones dejando a 400 niños sin cancha para jugar».

El Rayo nació en 1924, un modesto proyecto de agrupación de barrio cuando Vallecas apenas era un núcleo rural del extrarradio de Madrid (que entonces pertenecía al término municipal de Alcalá de Henares). Sus orígenes marcaron, suelen marcar también en otros ámbitos. El primer campeonato en el que el Rayo participó fue la Liga Obrera. ¡Nada menos! Entre 1931 y 1936. Desde entonces y hasta la fecha su vertiente social está impregnada en los estatutos del club. Como en los del Barça-Qatar, lo mismito.

«El Rayo no es un equipo de fútbol, es una religión deportiva aquí. Es orgullo de clase y la voz de la conciencia», afirma Pedro Roiz, socio desde 1956. Fue el primer equipo de barrio en llegar a Primera, en 1976. Se convirtió después en el matagigantes. Disputó una UEFA; bajó hasta Segunda B, y ha subido seis veces a Primera. Sus jugadores se amotinaron contra los Ruiz Mateos, nefastos propietarios del club entre 1991 y 2011, para defender sus nóminas. En noviembre de 2012, fue la única plantilla de fútbol de primera que secundó la huelga general. Como estuvieon a punto de hacer las plantillas del Madrid y del Barça. ¿No recuerdan? Esa memoria, esa memoria,…

Actualmente, el Rayo tiene uno de los presupuestos más bajos de Primera división: 20 millones de euros, más o menos como el sueldo de Leo Messi o Cristiano Ronaldo.

En síntesis, sin darle tantas vueltas, ¿apoyamos a Carmen, nos hacemos del Rayo y releemos de paso el poemario de Hernández? Como el rayo que no cesa. Como Carmen, las PAH y el Rayo Vallecano de origen obrero, la inversión hegeliano-marxista del Barça y del Madrid.

Notas:

[1] ANA PÉREZ BARREDO. El País, 25 de noviembre de 2014, p. 23

[2] IFAUSTINO SÁEZ, «Deshaucio en Vallecas», Ibidem.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.