Desde marzo de 2010 ciudadanos y activistas por los derechos humanos se concentran el último martes de mes frente a un espeso muro con una puerta azul, la que cierra el paso al Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de Zapadores, en Valencia. Allí se encierra a personas inmigrantes que no han cometido ningún delito, […]
Desde marzo de 2010 ciudadanos y activistas por los derechos humanos se concentran el último martes de mes frente a un espeso muro con una puerta azul, la que cierra el paso al Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de Zapadores, en Valencia. Allí se encierra a personas inmigrantes que no han cometido ningún delito, de hecho, su estancia en el centro se explica únicamente porque carecen de documentación en regla. El documental «La Puerta Azul», dirigido por la periodista Alicia Medina (Gijón, 1989), indaga en la realidad que se esconde tras las gruesas paredes del CIE valenciano. Ella misma se enteró de la existencia de estas «cárceles para pobres», como normalmente llaman a los CIE los activistas, en una conversación de bar en Bruselas, donde también operan estos centros de reclusión. Era entonces una estudiante Erasmus, y los compañeros bromearon: «Cuando llegues a España mira lo que ocurre allí, la situación es peor». Alicia Medina regresó al estado español en 2010, cuanto la «Campaña por el Cierre de los CIE» empezó a tomar vuelo, y se enteró de la existencia del CIE valenciano.
En el audiovisual de 55 minutos producido por Diodomedida aparecen migrantes como el senegalés Thimbo Samb, de 28 años, residente desde 2006 en Valencia a quien la policía nacional paró con el fin de pedirle los «papeles», incluso, mientras participaba en el rodaje de un «corto». Hace una década que abandonó su pueblo, Kayar, en un cayuco rumbo al estado español. Al cuarto intento logró llegar a las costas españolas, después de una travesía desgarradora hacia el sueño europeo. Le esperaban 18 días de estancia en el CIE de Tenerife, y tras el paso por una comisaría de Madrid recaló en Valencia, donde empezó a trabajar en el campo y dormir en el cauce del río. A Thimbo le costó siete años conseguir los «papeles» y empezar a trabajar en una fábrica. Antes de contar con la documentación, cuando laboraba de vendedor ambulante, estuvo seis veces en los calabozos.
La directora de «La Puerta Azul» penetró en la entraña negra de los CIE cuando era periodista becaria y empezaba a elaborar reportajes. Aunque antes, como estudiante universitaria, ya se interesó por la cuestión. Cuando fundó la productora Diodomedia con Marina Sanjuán y Javi Rumí, se lanzaron a realizar un reportaje documental que desvelara lo que en muchos casos se invisibiliza. «Había mucho que contar y nada contado», apunta. «Intentamos que no se tratara de un documental activista en el que sólo figurara una de las partes», añade la joven realizadora. De hecho, «La Puerta Azul» aúna voces a favor y en contra, es un relato polifónico en el que se cuentan diferentes versiones. De las entrevistas previas al montaje del audiovisual le llamó la atención algo: «El discurso de quienes crean y justifican los CIE, fuera el subdelegado del Gobierno o los diputados del PP y el PSOE, ni siquiera estaba elaborado». La sociedad no les forzaba a dar explicaciones.
El documental puede visualizarse como un hilo de testimonios en contradicción. La diputada autonómica y secretaria del Área de Participación Ciudadana del PP, Verónica Marcos, afirma que en el CIE de Zapadores se garantiza la asistencia social a los internos. Pero niega este extremo el juez del Juzgado de Instrucción número tres y responsable del control del CIE valenciano, Francisco de Asís Silla Sanchis. Las mayores contradicciones son entre las palabras de los migrantes que señalan redadas racistas y los desmentidos del subdelegado del Gobierno en Valencia, Juan Carlos Valderrama. Thimbo Samb relata que permaneció seis veces encerrado en la Comisaría de Zapadores por no tener «papeles». Además se cuenta el caso de un joven argelino que intentó salir de su país con visado, pero al no conseguirlo se embarcó en una patera e inició una travesía que terminó en el CIE de Zapadores. Allí fue testigo y víctima de torturas policiales en el verano de 2015, cuando en el centro de internamiento se produjo un intento de fuga. El joven contactó con las ONG para denunciar los hechos. Esa misma tarde, mientras esperaba la respuesta judicial a un recurso sobre la solicitud de asilo, fue deportado a Argelia. «A la vuelta la policía de su país le propinó una paliza», señala Alicia Medina.
El subdelegado del Gobierno defiende en el documental que en ningún caso se expulsa a los internos para evitar que testifiquen por malos tratos ante el juez. La portavoz de la Campaña por el Cierre de los CIE, Ana Fornés, mantiene lo contrario y denuncia que se trata de espacios en los que además de producirse vejaciones y torturas, «los internos pasan frío y hambre». Dentro del Centro de Internamiento para Extranjeros resultó imposible rodar el audiovisual. «Hay una gran oscuridad mediática sobre el CIE», abunda Alicia Medina. «Hemos tenido que sacar las historias a través de los relatos de los migrantes o contactos facilitados por la Campaña», agrega la realizadora. Alicia Medina descubrió el caso de Romina en la misma «puerta azul», grabando y un día más a la espera. Esta chica argentina, que llevaba una década viviendo en España, se había acercado al recinto de la calle Zapadores porque a su hermano -casado, con una hija española y seis años viviendo en el país- lo habían encerrado por no tener «papeles». Romina no sabía qué era un CIE ni por qué su hermano estaba preso. Finalmente lo expulsaron y aquella familia se rompió.
La única voz ausente del documental -de todas a las que se requirió testimonio- fue la del inspector jefe de la Policía Nacional responsable del CIE de Zapadores, quien tenía intención de hablar pero la Dirección General de la Policía le negó el permiso. «Le llamamos hasta catorce veces», recuerda la realizadora poco antes de la presentación del audiovisual en la Universitat de València. Se trataba de que diera explicaciones por las noticias publicadas en los periódicos sobre Zapadores: torturas, abusos sexuales, plagas de chinches, falta de agua caliente en invierno… Seguramente hubiera ofrecido la versión oficial, que la realizadora rebate: «Los CIE son espacios en los que se te encierra por no ser de aquí, por ser diferente y pobre, sin que hayas cometido delito alguno».
De la sucesión de entrevistas y periodos de rodaje, Alicia Medina rescata la conversación con un joven homosexual argelino que mantuvo en árabe y sobre todo en francés. En aquel momento su situación era como de «limbo» jurídico, ya que había salido del CIE pero no le habían aceptado la solicitud de «papeles». «Yo pensaba que Europa era un lugar donde se respetaban los derechos humanos», decía. Tenía otra imagen de la Unión Europea. Llegó al estado español, donde resultó detenido e ingresado en un centro de internamiento sin haber cometido ningún delito. Procedía de un país, Argelia, donde se castiga la homosexualidad con multas y penas de prisión. Son las voces que gritan en un documental reportaje que, según Alicia Medina, «está hecho para que llegue a la vecina, al señor de la panadería y a los políticos, para que cada uno saque su conclusión de este asunto tan desconocido». En otras palabras, «dar un golpe de mano para que nadie en Valencia pueda decir que no sabe qué es Zapadores».
El audiovisual se presentó en el Barcelona Creative Commons y después se proyectó en otros festivales no competitivos, como los de Madrid y San Sebastián. Asimismo circula y tiene buena acogida -«mejor de la esperada»- en centros sociales, universidades y sedes de ONG: Madrid, Barcelona, Extremadura, Navarra… En mayo se presentará también en Granada y Málaga. Después de cada proyección se inicia el debate. Hay militantes que por primera vez se enfrentan, de manera tan directa, a la versión oficial que justifica los CIE. Algunos de ellos, que por ejemplo realizan trabajo de acompañamiento, se crispan por la falsedad del relato vertido por el poder. Otros, que no sabían qué era un centro de internamiento, «padecen una especie de shock», explica la realizadora de «La Puerta Azul», que de momento no tiene más proyectos. Se trata de su primera incursión en el cine documental, y lo considera un proceso de aprendizaje. ¿Algún punto de referencia? La directora estadounidense Barbara Kopple, quien ganó un Oscar en 1976 por el documental «Harlan County USA», que trata de 180 familias dedicadas a la minería del carbón en un pueblo norteamericano, Brookside. Están en lucha contra la empresa. «Me gusta esta directora porque te hace vivir lo que pasa, con escenas reales y en vivo», concluye.
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