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Zaragoza, puerta de entrada del colectivo gitano a la península hace 600 años: «Es el momento de hacer justicia»

Fuentes: El Diario [Foto: Niños gitanos en una escuela puente en Zaragoza en 1985 (Agustín Borja)]

Seis siglos después, las dificultades a las que se enfrentan apenas mejoran. El único gran estudio sociológico sobre este pueblo en España se realizó entre 1979 y 1982

La historia del pueblo gitano en la península ibérica comenzó hace 600 años en Aragón. Así lo constata un documento firmado el 12 de enero de 1425, por el que el rey Alfonso V autorizaba a una docena de gitanos circular libremente por la Corona de Aragón en su peregrinaje hacia el norte. Desde entonces, la Historia española se ha visto manchada por numerosos intentos de expulsión y exterminio contra los gitanos. Sus formas de vida han estado envueltas en sospechas de inadaptación y delincuencia, lo que a menudo oculta las grandes aportaciones de estas comunidades allí donde residen.

“Es el momento de hacer justicia con nuestro pueblo y por eso es importante que se reconozca la historia, la cultura y que se aborden las situaciones de desigualdad atroz que vivimos”, declaraba en un video conmemorativo Sara Giménez, directora general de la Fundación Secretariado Gitano (FSG). Con ánimo de resarcirles, el Gobierno central declaró 2025 como Año del Pueblo Gitano y durante el mes de enero se realizan diversas actividades en torno a la celebración de esta cultura.

Las festividades llegan en un momento de reivindicación: el racismo estructural es el mayor obstáculo a los que se siguen enfrentando los gitanos y que se despliega de múltiples formas e incluso desde las instituciones.

José Francisco Rodríguez (25 años), trabajador social en la Asociación de Promoción Gitana Zaragoza (APGZ), reconoce que si ha continuado sus estudios ha sido por el empeño de sus padres, aunque no haya tenido muchos referentes a su alrededor. Por eso confía en la educación como vía de escape del abandono social. Pese a los avances en derechos, los gitanos siguen encontrando dificultades a la hora de acceder a una vivienda y trabajo dignos, sumado al alto abandono escolar que les sumerge en una espiral de profecía autocumplida. “Proyectamos en la comunidad gitana una imagen de la que es muy difícil alejarse, incluso aunque no te identifiques con ella, se construyen dinámicas relacionales a su alrededor. Como gitano y trabajador social, muchas veces tengo que hacer la labor pedagógica de explicar a jóvenes de dónde vienen, por qué viven como viven y cómo esa situación no elegida es fruto de siglos y siglos de racismo”, argumenta José, quien desea finalizar un doctorado con especialización en las poblaciones gitanas.

Niños gitanos en una escuela puente en Zaragoza en 1985. Agustín Borja

Los datos que se manejan hasta ahora son bastante reveladores: de acuerdo con un estudio comparativo publicado en 2013 por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, seis de cada diez jóvenes gitanos no concluyen con éxito los estudios obligatorios. El porcentaje de abandono escolar temprano se sitúa en un 63,7% frente al 13,3% que presenta el conjunto de la población. Por otro lado, la FSG advertía en un estudio de 2015 que miles de familias gitanas viven en chabolas (2.200 hogares) y cerca de 9.000 hogares gitanos no cumplen con las condiciones de habitabilidad.

Sin embargo, son muchos los trabajadores sociales y activistas por los derechos humanos de los gitanos que reclaman nuevos y más estudios de la realidad actual para acciones eficaces que mejoren la vida de los gitanos. En palabras del activista Vicente Rodríguez, fundador de RomaPop y referente gitano a nivel internacional, “sigue sin haber datos fidedignos sobre la población gitana en España, y en Europa pasa lo mismo. Simplemente no existe voluntad política ni interés. Aportar datos reales e investigar requeriría un apoyo sistémico y un interés que realmente no está ahí. Los gitanos no son la prioridad, la gente está pensando en la IA y en la robotización, a nivel académico y político somos una extraña anacronía.”.

José lamenta que de la estrategia para el pueblo gitano en Aragón, hecha desde 2022 hasta 2026, sólo se ha podido rascar un programa específico de empleo por primera vez en toda España, llamado Romaní Butí. “Si hacemos estrategias que ni siquiera se aplican o consideran porque las hizo otro partido, al final los que acaban perjudicados son los miles y miles de gitanos que no llegan a cumplir sus sueños”

En ocasiones, el prejuicio se pone delante de la ley. La abogada Séfora Vargas lleva años denunciando estas prácticas. Lo sabe muy bien como una de las primeras abogadas gitanas en España. “Hemos podido comprobar cómo los tribunales utilizan la cultura gitana como atenuante en el caso de los ”supuestos matrimonios gitanos“ y cuando se producen delitos de violencia de género y de abusos sexuales quedan prácticamente impunes o desmesuradamente rebajados, cuando la víctima es una menor gitana. Resulta deplorable constatar que los operadores jurídicos no se ciñen al riguroso tenor literal de la ley, no aplican el ordenamiento jurídico, sino que, movidos por sus propios prejuicios machistas y racistas, sus resoluciones terminan denigrando los derechos fundamentales, las garantías constitucionales, los derechos que establece la ley en el caso de ser ”menores de edad y gitanas“.

El compromiso social de Séfora es incansable, ha publicado ya dos libros con especial interés en las mujeres gitanas, su última obra ‘Historia del Pueblo Gitano para dummies: La supervivencia de unos héroes silenciados’. “Debemos huir de las limosnas políticas, del utilitarismo de antaño; siempre nos han usado para el aprovechamiento de cada gobierno y reinado desde épocas inmemoriales. Usados y desprestigiados y, políticamente, la realidad tampoco ha cambiado tanto. Es cierto que hay algún mecanismo que supuestamente se dedica a las políticas gitanas, pero lamentable y vergonzosamente están politizados y, por tanto, cuando ocurre alguna desgracia, como la ocurrida en Peal de Becerro o Íllora, se produce desde una inanición de los procedimientos judiciales a una omisión del deber de perseguir el delito. Por todo esto, termino concluyendo que la petición casi unánime de exigir un Estatuto Cultural para el Pueblo Gitano no es ninguna locura, sino una cuestión de justicia social y reparación histórica”, zanja.

Actuar desde las aulas para impulsar el cambio

 “Nos metieron sin clasificarlos por edades o nivel académico para tenernos ahí entretenidos mientras nos enseñaban lo que buenamente podían. Yo tenía entre 5 y 6 años y había niños de hasta 13 años. Más que una escuela puente, aquello era una escuela rotonda”, Agustín Borja (44 años) recuerda sus primeros años de alfabetización en una escuela-puente de Zaragoza. Eran los ochenta y España intentaba tomar medidas que la acercaran al ideal de país estrenado en su Constitución. Aquel centro fue uno de los cientos levantados en barrios pobres de toda España bajo un convenio entre el Ministerio de educación y el Secretariado Gitano de entonces con el fin de escolarizar exclusivamente a niños gitanos antes de su incorporación a centros ordinarios. El proyecto, activo desde 1978 hasta 1986, marcó un precedente importante no sin polémica en el afán de que los gitanos en España recibieran igualdad de condiciones como ciudadanos de pleno derecho.

Agustín Borja, de la Asociación de Promoción Gitana de Zaragoza.

Tal y como estaba previsto, el mayor de cinco hermanos se incorporó a una escuela normalizada donde “hubo manifestaciones por los vecinos para que no nos dejaran entrar.” Agustín revive aquella imagen mientras le acompañaba su madre: “Yo les tenía miedo a ellos y ellos me tenían miedo a mí”.

Fruto de aquellos episodios, Agustín desarrolló un interés voraz por conocer la historia de su pueblo. Las constantes situaciones de precariedad laboral lo motivaron a sacarse la ESO a los 30 años y continuar con un FP hasta convertirse en mediador social. “El sistema educativo es la llave de toda inclusión, repercute directamente en el mundo laboral y a su vez en adquirir una vivienda”. Agustín cree que se debería conocer más la historia del pueblo gitano en las aulas. De hecho, imparte charlas de concienciación en diferentes institutos de Zaragoza.

Junto a su hermana Lorena Borja de 25 años, árbitra de baloncesto y aspirante a policía, Agustín es parte de las muchas personas de etnia gitana que brindan una mirada fresca e inspiradora para aquellos que no se rinden y luchan cada día por alcanzar sus sueños sin abandonar sus señas de identidad.

Fuente: https://www.eldiario.es/aragon/sociedad/zaragoza-puerta-entrada-colectivo-gitano-peninsula-600-anos-momento-justicia_1_11993499.html