Recomiendo:
0

Zoe Valdés y el maniqueísmo

Fuentes: Rebelión

    El pasado 18 de octubre tuvo lugar en Madrid la presentación de la nueva novela de Zoe Valdés «La cazadora de astros». Acompañaban a la escritora su editor y el periodista Armas Marcelo que fue comentando la novela con Zoe Valdés durante cerca de una hora. Acudí a la presentación interesada por el […]

 

 

El pasado 18 de octubre tuvo lugar en Madrid la presentación de la nueva novela de Zoe Valdés «La cazadora de astros». Acompañaban a la escritora su editor y el periodista Armas Marcelo que fue comentando la novela con Zoe Valdés durante cerca de una hora.

Acudí a la presentación interesada por el coloquio posterior que pudiera establecerse, pero la verdad es que de su círculo político se habían leído la novela los presentadores que tenía a ambos lados y poco más. Después de algún desencuentro tamizado entre Armas Marcelo y Valdés por alguna insistencia del primero en ciertos detalles autobiográficos de la segunda en su novela, expresados con una inusitada torpeza, llegaron las preguntas. Permanecí atenta al tratamiento que se le daba a la Cuba de Fidel, pues había leído la sinopsis de la novela y esperaba que el tema se discutiese en un ambiente, eso sí, muy a favor de las ya conocidas tesis de Zoe Valdés al respecto. Solo hubo cuatro preguntas, de hecho, Armas Marcelo comentó que «creo que debe haber más preguntas» cuando vio que nadie pedía la palabra.

La primera pregunta fue un agradecimiento y una aclaración de un dato de la escritora, la tercera una muestra de afecto y la cuarta una cuestión sobre la promiscuidad del personaje femenino que apenas se pudo escuchar. Pero sí hubo una pregunta sobre el libro y, sorprendentemente, no fue muy del agrado de la escritora. Fue la segunda intervención, alguien que se había leído cien páginas del libro le hizo una pregunta sobre el estilo y el mensaje de la novela. Comenzó su intervención diciendo que Zoe Valdés siempre critica con contundencia la Cuba de Fidel Castro y que en la novela presenta un matrimonio donde él es el símbolo de la Cuba de Fidel y ella el símbolo de la libertad. En la intervención se insistía en el hecho de presentar al personaje masculino como un déspota machista y maltratador, refiriéndose a él en la novela con calificativos literales como monstruo, cerdo o puerco.

La pregunta del oyente fue que si la autora no pensaba que recurriendo a este exagerado maniqueísmo no estaba consiguiendo el efecto contrario al deseado, forzando además a la novela a una pérdida de realidad. La respuesta de Zoe Valdés se centró en que mucho de lo expuesto en la novela era autobiográfico y que el aspecto maniqueo era una interpretación personal del oyente. Hasta ahí la respuesta fue la esperada y ciertamente blindada, pero Armas Marcelo se erigió otra vez en protagonista para, entre otras cosas, pronunciar la siguiente frase que contestaba a la pregunta: «Es la novela menos maniquea de Zoe Valdés».

Podemos pues estar tranquilos, hay un antes y un después en la escritura de Zoe Valdés, su compañero de mesa y me atrevo a decir que también de ideas políticas, a pesar de sus continuas torpezas, nos puso en antecedente, Zoe Valdés está más cerca de superar el maniqueísmo predominante en todas sus novelas anteriores, pero todavía no lo ha conseguido. Quizá eso explica por qué nadie del público había leído entera la novela.

Seguiremos informando.