En 1897 (entre el 29 al 31 de agosto), en Basilea (Suiza), se celebró el I Congreso del Movimiento Sionista con un objetivo primordial: la creación de un estado nacional para todos los judíos del mundo. Después de varios años de estudio y vacilación sobre el lugar idóneo para establecer dicho estado, los pesos pesados […]
En 1897 (entre el 29 al 31 de agosto), en Basilea (Suiza), se celebró el I Congreso del Movimiento Sionista con un objetivo primordial: la creación de un estado nacional para todos los judíos del mundo. Después de varios años de estudio y vacilación sobre el lugar idóneo para establecer dicho estado, los pesos pesados de la organización, en coordinación con el centro del capitalismo colonial de entonces (Reino Unido y Francia), decidieron que dicho lugar debería ser Palestina (territorio que formaba parte del imperio otomano).
Entre aquella fecha y hasta la fecha del 14 de mayo de 1948 (fecha de la declaración de independencia del estado de Israel), pasaron, tal vez, los 51 años más convulsivos y terroríficos de la historia de la humanidad, con unos porcentajes en bajas humanas, en destrucciones masivas de ciudades enteras y en crímenes de estado jamás conocidos -por su alto número y variable herramienta de liquidación – a lo largo de la historia de la humanidad. Este infame periodo de la historia de la humanidad, debería ser analizado y estudiado de forma exhaustiva por historiadores objetivos y científicos desinteresados, para poder saber qué fue lo que ocurrió con detalles documentados en este intervalo de la historia de la humanidad. La cifra superior a 120 millones de seres humanos muertos en este periodo por causa de distintos conflictos, entre los cuales, estaban las dos guerras mundiales provocadas por el capitalismo y sus potencias coloniales, lo requiere y lo urge porque seguimos, al día de hoy, cosechando conflictos y guerras cuyas raíces radican en la errática situación política creada entonces (acuerdo de Sykes-Picot de 1916 y Conferencia de Yalta 1945), y entre estos conflictos, está la creación del estado criminal y racista de Israel. Un estado ficticio y artificial creado en base a mitologías y leyendas talmúdicas llenas de controversias, pero que en realidad, y hoy en día lo sabe hasta el más inculto en política internacional, es un estado colonial en toda regla y con toda una sociedad militarizada al servicio de los intereses económicos y geo-estratégicos del centro del capitalismo, un estado intruso y extraño en el área geográfica donde fue implantado por la fuerza, y donde, y pesar del paso de 60 años de su existencia, sigue siendo rechazado por la inmensa mayoría de los pueblos árabes y musulmanes, incluidos aquellos pueblos cuyos gobiernos firmaron acuerdos de paz con Israel hace treinta años ya. Es un estado-herramienta para partir al mundo árabe y musulmán en dos, impidiendo cualquier avance y progreso en sus distintos ámbitos, y entre otros servicios, tendría que: salvaguardar a los regimenes totalitarios, corruptos y compradores árabes cuyas fronteras fueron creadas por las potencias coloniales antes de abandonar físicamente el espacio geográfico árabe, en aras de garantizar el sistemático expolio de los gigantescos recursos naturales del inmenso mundo árabe y subordinar sus mercados, monopolizándolos y repartiéndoselos entre las antiguas y nuevas potencias coloniales e imposibilitar cualquier desarrollo industrial, tecnológico y económico en sus respectivos países.
En el mencionado periodo (entre 1897 a 1948), entre otros importantes acontecimientos, hemos de recordar: el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia (octubre de 1917), la creación en Italia por Mussolini de la agrupación político-militar «Los Fasci di Combattimento» (mayo de 1919), la creación del «Partido Nacional Socialista Obrero Alemán» liderado por A. Hitler (1921), el ascenso al poder de los militares en Japón liderados por Makoto (mayo de 1932) y la invasión japonesa de China (julio 1937). Y en España, en 1939, vencieron los militares golpistas liderados por el general Franco después de una cruenta guerra civil que duró tres años.
La organización mafiosa sionista, en coordinación con los sectores más reaccionarios del centro del capitalismo, necesitaba provocar oleadas de inmigrantes judíos hacia Palestina para crear y construir su pretendido estado-nación, donde los judíos autóctonos de Palestina entonces (a principios del siglo XX), no alcanzaban el 6% de la población. Ello, requería de un cambio profundo del mapa político y social en Europa y en el mundo, requería de movimientos ultra nacionalistas y racistas favorables a limpiezas étnicas, requería de crisis económicas galopantes, requería de convulsiones internas y sociales y requería de guerras intercontinentales capaces de cambiar los mapas políticos y de hundir viejos imperios, con el fin de encontrar las condiciones políticas internacionales idóneas para favorecer la emigración y el asentamiento de millones de judíos europeos y de todo el mundo en Palestina, reeditando así, la conquista del Nuevo Mundo por parte de las potencias coloniales europeas, con sus genocidios y sistemáticas limpiezas étnicas, pero esta vez en el Oriente Árabe, en Palestina.
Hoy, 6 décadas después, los palestinos seguimos viviendo las trágicas consecuencias de aquel terrible crimen cometido por las potencias coloniales. Más de seis millones de palestinos siguen fuera de sus casas, sus aldeas y sus pueblos. Viven una interminable guerra de genocidio y de exclusión por parte de un estado modelo: en exterminio permanente, en practicar sistemáticamente el terror desde el estado, en llevar a cabo una metodológica política de limpieza étnica y en disfrutar de una impunidad sin límites. Efectivamente, Israel es un estado único en no cumplir con las leyes y convenciones internacionales, ni con las resoluciones de NNUU, ni con el Tribunal Internacional de Justicia, ni con la Convención de Ginebra sobre Derechos Humanos. Durante estos nefastos 60 años, hubo en la zona del Oriente Árabe más de una docena de guerras o enfrentamientos relacionados con la existencia de Israel, siete de los cuales fueron directamente con Israel. Dos guerras, donde el centro del capitalismo actual (EEUU) y sus aliados, intervinieron directamente en el conflicto (las dos guerras contra Iraq). Los demás, fueron enfrentamientos instigados o provocados por el centro del capitalismo, en sintonía con su aliado sionista estado de Israel, entre países o pueblos vecinos con el objetivo de debilitar la acción de la resistencia. A lo largo de estas 6 décadas de continuos enfrentamientos, ha habido más de cinco millones de bajas humanas (ya sea por acción directa de la guerra o como consecuencia de ella), más de 12 millones entre refugiados o desplazados, cientos de aldeas y pueblos arrasados o borrados totalmente del mapa, cientos de miles de casas destruidas y muchos millones más de vidas humanas mutiladas, destrozadas y quebradas para siempre.
La pregunta que hemos de hacer a la errante y pasiva Comunidad Internacional, a las poblaciones y las sociedades civiles que componen los países capitalistas cuyo bienestar social se ha edificado en base a las guerras, masacres y expolios provocados por los sistemas políticos y económicos que rigen en sus respectivos países es:
¿Hasta cuando? ¿Hasta cuando? ¿Hasta cuando?
* El autor es palestino residente en España