Medianoche del 4 de marzo de 1939. Pese a la dramática situación y los éxitos del ejército franco-nazi-fascista, Madrid resistía, el Ejército Republicano resistía… pese a que nadie dudaba ya que su suerte estaba echada. Mientras esto sucedía, altos mandos republicanos urdían de forma soterrada la rendición incondicional que Franco exigía, buscando en ello su […]
Medianoche del 4 de marzo de 1939. Pese a la dramática situación y los éxitos del ejército franco-nazi-fascista, Madrid resistía, el Ejército Republicano resistía… pese a que nadie dudaba ya que su suerte estaba echada. Mientras esto sucedía, altos mandos republicanos urdían de forma soterrada la rendición incondicional que Franco exigía, buscando en ello su salvación personal, a costa del exterminio de decenas de miles de republicanos, objetivos previsibles de una violencia que ya se sabía inexorable. Como inspiradores y ejecutores de la conspiración estaban el Coronel Casado, los Coroneles Cipriano Mera, Menéndez, Matallana, y los líderes socialistas Wenceslao Carrillo y Julián Besteiro, tras los que en encontraban importantísimas fuerzas militares y, en el caso de los políticos, todo el entramado organizativo del PSOE a nivel estatal.
El día siguiente, la sublevación se extendió a toda la España republicana, y mientras los militares traidores entregaban a los fascistas los planos del dispositivo de defensa del Ejército Republicano y preparaban la rendición, dirigían su fuego contra las fuerzas leales, al tiempo que el ejército de Franco dejaba que se matasen entre sí sus adversarios, y mientras en la zona republicana la práctica totalidad de las instituciones públicas, comunicaciones, abastecimientos, transporte, orden público, etc. controlado por el PSOE, etc., se pasaban en bloque a los «casadistas», provocando el hundimiento de los frentes. Una avalancha de huidos buscaron en los puertos de Levante su salvación, para caer en la trampa del Puerto de Alicante.
La «victoria de Franco», era inevitable por la desigualdad de fuerzas, pero lo fue tan rotunda y rápida por la traición de Casado y del PSOE (encabezando las tramas militar y civil golpistas), con las tremendas consecuencias que se saldaron con decenas de miles de asesinatos, y una oleada de terror cuyas consecuencias siguen palpables todavía.
Solo con el levantamiento militar de Casado, su golpe no hubiese tenido el devastador efecto que tuvo, tanto en los frentes como en la retaguardia. Fue imprescindible para su triunfo la colaboración del PSOE, que controlaba todos los resortes civiles del estado, poniéndolos al servicio de los golpistas, para entregarlos intactos a los vencedores, pensando únicamente en salir beneficiados de este trance, tomando como moneda de cambio las esperanzas de millones de españoles republicanos, que habían creído en sus promesas de llevarles a un mundo mejor.
Setenta y cinco años después se repite la historia: el PSOE abandona sus posiciones frente a los herederos de la victoria de 1939, y les entrega el Gobierno en el que será su 75º Año Triunfal.
La traición va en el ADN del PSOE: 1923, colaboración activa con la Dictadura de Primo de Rivera; 1939, traicionando a la República y favoreciendo a Franco, y 2016, poniendo a Rajoy y al PP en el Gobierno de España, en contra de la voluntad de sus afiliados y de sus votantes.
Floren Dimas es Oficial del Ejército del Aire, investigador histórico, miembro del Colectivo Anemoi
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