Tras el golpe de Estado de Al-Sisi en 2013, los Hermanos Musulmanes sufrieron una brutal represión primero con la masacre de Raba Adaweya, y luego en las cárceles egipcias donde numerosos miembros de la Hermandad terminaron. Según el investigador Abderrahman Ayyash, muchos de estos presos se estarían radicalizando.
Ya han pasado 5 años del golpe de estado que en 2013 sacó a los Hermanos Musulmanes del poder en Egipto y devolvió la corona a los militares. Un régimen que nacía entre los charcos de sangre de la masacre de Raba Adaweya, donde entre 600 y mil personas murieron por la acción represiva del desalojo de la acampada islamista contra el golpe.
Con semejante carta de presentación poco se podía esperar que viniera luego. El general Al-Sissi gobierna con mano de hierro el país más poblado del mundo árabe. Miles de presos de conciencia pueblan las cárceles donde las torturas más sanguinarias son el pan de cada día. «El general Al-Sissi está haciendo que Mubarak pareciera un activista de derechos humanos», nos cuenta Abderrahman Ayyash. Él mismo un ex miembro de los Hermanos Musulmanes, vive desde 2013 exiliado en Turquía, donde ejerce de periodista e investigador. Justo ahora está trabajando en un proyecto de la Arab Reform Initiative acerca de la transformación que sufren los Hermanos Musulmanes dentro de las cárceles egipcias y cómo la represión está empujando a muchos activistas hacia el extremismo.
No debe ser fácil pasar del gobierno a la cárcel…
La presencia de la Hermandad en la cárcel ha afectado a su estructura organizativa. Hablamos de decenas de miles de detenidos por largo tiempo. La revolución hizo que la Hermandad se tuviera que abrir. Por ejemplo con el partido Libertad y Justicia, cuyos miembros eran casi exclusivamente de la Hermandad y que eran conocidos por cualquier estructura estatal y por la gente misma. Pero, tras el golpe de estado, la masacre de Rabaa y tras la entrada de la mayoría de ellos a la cárcel, hablamos de una nueva etapa en la que están más cerrados sobre sí mismos. Ahora su prioridad es intentar salvarse y proteger de cualquier forma la vida de sus miembros.
Pero no es una experiencia nueva para muchos de ellos…
Desde los años cuarenta o cincuenta los Hermanos Musulmanes han sido expuestos a la experiencia de la cárcel, así que su estructura está capacitada para crear mecanismos para operar en la cárcel. La verdad es que la mayoría de prisioneros que he monitorizado en el último periodo destacan que hay una organización de la hermandad muy fuerte capaz de controlar a sus miembros dentro de la cárcel. No solo eso. También es capaz de dirigir activamente las relaciones con la dirección de las cárceles y el Ministerio del Interior en Egipto.
¿Y en qué se traduce eso?
De forma general la estructura jerárquica se mantiene tal cual. La Hermandad tiene una historia de más de 90 años. Y en este tiempo ha pasado por lo que denomina «los calvarios», las experiencias represivas, unas cuatro o cinco veces incluida la actual. Todo esto les proporciona la capacidad de estar preparados para la experiencia de la cárcel y la detención. Pero la represión actual es una represión sin precedentes. Ni en los peores momentos de la Hermandad, que fueron los años de Abd el-Nasser, cuando hubo ejecuciones de líderes, nunca habían pasado por experiencias de un gobierno así. Y debemos tener en cuenta que esta experiencia llega tras la revolución y la presencia de la Hermandad en el Gobierno. La estructura organizativa creo que se ha mantenido fuerte aunque, a la vez, creo que se desarrolla hacia una dirección nada positiva.
¿En qué sentido?
La organización de la Hermandad es muy fuerte en Egipto. Es una estructura jerárquica vertical basada en una secuencia dirigente determinada. Una estructura que se ha trasladado exactamente dentro de la cárcel. Hablamos de muchos detenidos, de muchas partes del país, pero que cuando entran en la cárcel trasladan a ella la estructura exterior, con su dirección, tal y como funcionaba fuera. Así, si hay un dirigente, o un dirigente intermedio o un miembro raso, en la cárcel será lo mismo. Lo que es realmente relevante es que la Hermandad realiza elecciones dentro de las mismas cárceles. Y dirige su organización de forma activa en ellas. Hablamos, por tanto, de una organización que sigue existiendo y sigue fuerte a pesar del calvario que están sufriendo.
¿Elecciones desde las celdas?
Tenemos miembros que han sido elegidos como representantes de las celdas en las que están. Y luego hay responsables de los pabellones y de distintos comités. Y no solo eso, incluso hay un organismo, una institución judicial, para solucionar las disputas entre distintos miembros dentro las cárceles. Tienen una capacidad extraña de saber controlar a sus miembros en prisión. De esas elecciones salen unos directores. Estos directores tienen la capacidad de contactar con la dirección de la cárcel y dirigir las visitas de las familias, o presentar las peticiones a los carceleros. Y esa es una medida educativa para el miembro, ya que saben que si divergen con la dirección estos pedirán el traslado a una celda con criminales comunes o con gente extremista. También ejercen censura sobre los libros que se pueden leer.
Un auténtico control, pues
También hablamos de actividades educativas o de debate para muchas personas. Los estudiantes detenidos, y hablamos de miles de ellos, reciben educación de los profesores que hay. Existen bibliotecas en varias prisiones. No digo que esta sea la situación en todos los casos, claro. Las cárceles de Egipto no son el edén. Hablamos de una situación de represión brutal muy dura. Pero existen varias cárceles en las que la Hermandad es capaz de hacer esto. Como la prisión de recepción de Tora, la cárcel de Mansoura, u otras, aunque la mayoría son, lógicamente, terribles. Cárceles en las que los presos apenas pueden dirigir sus vidas de la forma más natural posible. Son sujetos a una presión permanente, una presión que, como intento reflejar en mi investigación, les conduce a unas implicaciones muy duras ya que muchas personas se convierten a la opción violenta y rehusan la acción política. Y eso es muy peligroso no solo para la Hermandad si no para todo Egipto.
¿A qué te refieres?
Hoy en día, en las cárceles de Egipto, hay muchos Hermanos Musulmanes. La mayoría de ellos no fueron detenidos por cuestiones criminales sino políticas. Por sus opiniones o por simplemente formar parte de los Hermanos Musulmanes, que gobernaron Egipto durante un año. Muchos de ellos, una vez en la cárcel y a causa de la presión que sufren -no solo psicológica sino de tortura directa para muchos de ellos- son expuestos a ideas extremistas de grupos como Estado Islámico, Al-Qaeda u otros. Y deciden, a través de los panfletos extremadamente violentos y las proclamas takfiris de sus miembros, ingresar en estos grupos. Esto no es algo generalizado en la hermandad, pero hablamos de números crecientes.
¿Y eso por qué?
La experiencia de la Hermandad tras el golpe militar ha pasado por muchas etapas. Pero concretamente tras la masacre de Rabaa el Adaweya sufrió un impacto inusual. Un impacto que afectó directamente a la división de la Hermandad. No hablamos de una división en dos grupos grandes, hablamos de diversos grupos cuantitativamente numerosos con mentalidades distintas que se empezaron a configurar dentro de la Hermandad. Desde mi punto de vista, anteriormente había legitimidades distintas dentro de la Hermandad, cuyos líderes derivaban de estas legitimidades para controlar y dirigir el grupo. Lo que sucede ahora es que hay una nueva legitimidad que se está creando.
¿Y cuál es esa legitimidad?
Es una legitimidad que también se basa en el calvario. Hablamos de experiencias de cárcel sin comparación en la historia de la Hermandad. Y eso genera nuevos líderes. La nueva legitimidad que se crea, y eso es lo que da miedo, es la de la efectividad, la del logro. Y para mi esta es una legitimidad no vinculada a las ideas originales de la Hermandad, tal y como la creó Hasan el-Bana, sino que se vinculan a la capacidad de los miembros de confrontar el Régimen.
¿Eso en qué se traduce?
Hablamos de gente que puede cometer acciones violentas o que pueden tomar experiencias tradicionalmente no aceptables dentro de los Hermanos Musulmanes. Su escuela doctrinal rechaza los actos violentos. Por ello, cuando se crea una nueva legitimidad dentro de la Hermandad basada en los logros, eso va a generar problemas dentro del grupo. Hablamos de chicos muy jóvenes, que pasaron por detenciones y torturas muy duras, y que pueden tener acceso a grupos extremistas como Estado Islámico u otros. El resultado son unos chicos entusiastas, dispuestos a la fractura y con convicciones que justifican esas acciones. Por todo ello los Hermanos Musulmanes se están fracturando en varios grupos.
¿Cuales son esos grupos?
Hay una Hermandad que se aferra a la ideología original de Hasan el-Banna, generalmente formada por la gente mayor, y en el otro lado tenemos un sector de jóvenes, o mayoritariamente jóvenes, que creen que la revolución es más importante que la organización. Revolución antes que organización. Así que, cuando se debe elegir si mantenerse con los Hermanos Musulmanes o proteger la revolución y consolidar sus logros, ellos generalmente escogen lo último. Y en teoría esto puede sonar muy bien pero a la práctica suele llevar a muchos de estos grupos a tomar caminos más violentos y que a largo plazo no sirven tampoco a la revolución.
¿Qué papel juega la represión del estado en ello?
No podemos hablar de la violencia y la juventud dentro de los Hermanos Musulmanes sin hablar también de la represión que el Estado comete contra estos chicos. No hablamos de una represión normal, como la de los tiempos de Mubarak, si es que podemos decir que eso fuera normal, claro. Estamos hablando de las más horrendas formas de tortura. No solo electrocuciones, sino, y yo he recogido testimonios de ello, gente a la que han quemado partes de su cuerpo en la cárcel. Gente a quien han violado, ya sea con palos o a través de otros hombres. Hablamos de gente a quien amenazaron, a quien frente sus familiares, como esposas o madres, fueron amenazados o incluso abusados y reprimidos. Estamos hablando de un tipo sin precedentes de represión.
¿Y eso afecta políticamente a estos jóvenes?
Esta represión es una razón directa y podemos incluso decir, que no única, pero sí principal en la conversión de muchos jóvenes de la Hermandad hacia direcciones más violentas. Que incluso se desprendan totalmente de la sociedad y desarrollen modelos ideológicos que, aunque no estrictamente violentos, sí sean takfiries . Individualmente, miembros de los Hermanos Musulmanes se encuentran con miembros de Daesh en la cárcel. Ahí empiezan los debates. Y suele ser que ahí Estado Islámico expía a los miembros de los Hermanos Musulmanes. Y esa expiación se justifica, principalmente, por la participación de la Hermandad en las elecciones y su reconocimiento de la democracia como solución. Así que cuando hablamos de tortura sumada a debates muy complejos, el resultado suele ser un chico con deseo de fractura, con una enorme ira, y con ideas dentro de su cabeza vinculadas a decir que esos, el régimen, son unos infieles apóstatas y que es necesario matarlos. Todo esto nos lleva a esta situación que vemos ahora de violencia con la creación de nuevos movimientos que salen del control de la Hermandad. Aunque algunas tengan el apoyo de alguno de sus líderes, son grupos que no representan mayoritariamente la historia de los Hermanos Musulmanes. Y son grupos que no se pueden desligar de la represión que hoy en día ejecuta el estado egipcio. Algo que sucede en sus cárceles bajo la mirada del Estado.
¿Y qué papel jugarán los jóvenes en el futuro de la entidad?
Los jóvenes de la Hermandad tienen frente a sí un desafío difícil. Pasaron por el poder, una experiencia que fue muy negativa y que por lo tanto será difícil que se repita. De forma práctica, los Hermanos Musulmanes no pueden dirigir un Estado. Y eso es un desafío ideológico: cómo afectar la sociedad sin llegar al poder o dirigir el aparato estatal y estar a la cabeza del poder. La juventud seguro que tendrá un papel en el futuro. La organización no volverá nunca a ser como era pero el papel más destacable que pueden jugar los jóvenes de la Hermandad puede ser la formulación de un nuevo espíritu político que permita al grupo saber manejar mejor los actuales desafíos, saber manejar mejor la represión, saber relacionarse mejor con el resto de fuerzas políticas egipcias o extranjeras.